miércoles, 27 de marzo de 2013

LA HISTORIA DE UN LEÓN QUE NO GLORIFICA AL CAZADOR_ El Distrito II


Formación académica, traslados y ... 

Con Rafael comenzó una nueva amistad y fue ese maestro quien me hizo una verdadera inducción, no solamente sobre el colegio sino sobre “la marea del magisterio en el Distrito”... me indicó donde tomar el bus, me alertó acerca de cómo tratar a los niños y a las monjas, me dio las pistas para afiliarme al sindicato y a la cooperativa, me aclaró que en ese colegio estábamos en comisión y no dudó en sugerirme la transferencia a la carrera de Ciencias Sociales en la UPN, diligencia, que dicho sea de paso, no prosperó, según el decano,  porque no había cupo para continuar con el tercer semestre de sociales, emprendido en la UPTC…
Barrio Vitelma. Bogotá.

Habitualmente, los maestros del colegio caminábamos hasta la carrea 10, porque el flujo vehicular era muy escaso… en ese trayecto, además de saludarnos con la gente de la comunidad, también bebíamos cerveza, para mitigar la sed y el cansancio. En tiempo promedio era de 1 hora, en esa expedición turística. En ese centro educativo se respiraba un aire de camaradería, sobre todo con tres maestros, que curiosamente eran licenciados en idiomas. Con ellos, las tomaditas de cerveza para atenuar el descenso fueron verdaderas tertulias literarias; las discusiones gozaban de mucha pasión y argumentación. La evocación de Borges, Neruda, Paz, García Márquez, Rulfo, Miller, Dostoievski, Víctor Hugo, Kafka, Sábato, Gorki, entre otros, me obligó a la lectura de ellos, para poder participar en esas conversaciones. Recuerdo que uno de los contertulios pasaba por una crisis amorosa y fue así como pudo sobreponerse a ella.

Desde ese entonces tengo claro que no hay nada mejor que la literatura y la poesía concretamente, para la recuperación de las pérdidas emocionales. Esas recetas de autoayuda y autosuperación no son tan efectivas. La recitación de versos, al calor del lúpulo, por los tertuliantes, en varias anochecidas bogotanas, coadyuvaron con el aliento, para que uno de los profesores e sobrepusiera a la tusa que lo invadía en esos momentos.                  

La negación del cupo en la UPN me generó malestar, porque mi ilusión era continuar con la licenciatura, pero en la interlocución con los colegas del colegio, una maestra de ojos verdes y dialecto pastuso, quien compartía conmigo la vigilancia en el recreo, me invitó a comprar el formulario en la Universidad Nacional y, de paso, sugirió el ingreso a la carrera de Trabajo Social, entre otras razones, porque “se podía cuadrar el horario en la mañana”…nunca pensé que siendo normalista pudiese ingresar a la Nacional, me sentía en desventaja por ser de la región y porque el comentario era: “entrar a la Nacional no tan fácil”. No obstante, motivado por la conversación de la profesora, hice los procedimientos, presenté la prueba, y un domingo de julio del año 1981, estando en vacaciones y acabando de llegar a Bucaramanga, con unos paisanos, quienes traían un camión cargado de contrabando, proveniente de Maicao, me informo, a través del El Tiempo, que había logrado aprobar el examen en la Nacional. “No hay mal que por bien no venga”, decía mi octogenaria abuela.
Instalaciones de la U. Nacional de Colombia.

El segundo semestre de ese año inicia cargado de una realidad soñada…jamás pensé que pudiera estudiar diurno y menos en la mejor universidad del país, pero ahí logré graduarme luego de 8 años, literalmente de lucha contra múltiples infortunios y una vez superada la expulsión firmada por uno de los integrantes de la Misión Ciencia Educación y Desarrollo…Entre tanto, en el colegio la acción pedagógica con los niños de primero siguió hasta noviembre, mes en el que susodicha directora forjó la entrega de este maestro a la Secretaría de Educación, porque jugaba con los niños, perdiendo de esta manera el respeto y además, porque realizaba talleres quincenalmente con los padres de familia. “esos maestros así no me sirven”, ostentó la reverenda, que meses atrás había trasteado a este maestro en su Willis color café, al colegio de los Laches.

Ante la negativa, un maestro de la escuela Aulas Colombianas El Consuelo, estudiante de Trabajo social de la Nacional, activista sindical, a quien en tres ocasiones le ayudé a sacar el periódico Luchemos y algunas chapolas, en el mimeógrafo de las monjas, sin que estas se percataran del hecho, me apoyó para que el inminente traslado no fuera tan lejos del sector…Justamente al iniciar el año, en una de esas reuniones de capacitación que los supervisores nos hacían, para enseñarnos didácticas de matemáticas y ciencias, en una de esas sesiones me notifican de la ubicación en la escuela Costa Rica, centro escolar situado en entre los barrios Belén y Atanasio Girardot...

Escuela Costa Rica. Bogotá.

En esta escuela, integrada por 14 maestros hombres y dos mujeres, seguidores de Los Programas Curriculares, los cuales, a diferencia de los Programas de Enseñanza Primaria, articulaban la Música, las Artes Plásticas y la Educación Tecnológica…cursaban los niños la primaria en la tarde y en la mañana bachillerato…también empecé con primero y así fui ascendiendo hasta 5º. Enseñaba todas las materias, menos Educación Física, porque esa asignatura la dictaban recreadores del Bienestar Social del Distrito, en el Centro Comunitario Lourdes, a pocos metros de la sede del establecimiento.

Hago acá un paréntesis para recordar, que en Bogotá, bajo la presidencia de Misael Pastrana Borrero, fueron creados tres centros comunitarios, para atender todas las necesidades de las comunidades periféricas; salud, educación, empleo, obras públicas, vivienda, nutrición, servicios… hasta lavaderos comunitarios, al la usanza del modelo plasmado en la extinta Unión Soviética. Esos centros todavía existen: Servità, La Victoria y Lourdes.

Cierro el paréntesis para comentar, que en una de esas salidas, dos niños de 4º primaria se besaron en la boca, por el camino. La noticia se regó como pólvora entre los pobladores, tanto que al día siguiente, al tratar de ingresar al plantel, un tumulto de padres de familia esperaba la presencia del director de curso, para plantear el siguiente dilema: “O expulsan a los niños de la escuela o retiramos los nuestros”. Los dos niños, al ver la trifulca retornaron furtivamente a la casa. Esa misma tarde improvisamos una reunión y nos ocupamos del tema, llegando a concluir que los niños aprendían lo que veían en el barrio y en el centro de la ciudad, por lo tanto, lo que se debía hacer era “evitar que se siguieran besando”, de lo contrario, hipotetizaba una madre: “se pueden volver maricas”.  
Escuela Costa Rica -Colegio  Jorge Soto del Corral.

La directora de la escuela, una mujer fervorosa y madura, nos encomendó a todos al altísimo, oró por los niños, pidió la intervención del Centro de Diagnóstico y Tratamiento,-que era el equivalente a la orientación escolar en primaria- constituido por un equipo interdisciplinario, pero en todas las escuelas de la zona. Para la sicóloga, la sicopedagoga y la Fonoaudióloga, la situación fue de alarma y de mucha tensión, llegando entonces a tomar la decisión de que la escuela asumiera el caso. Ante la presión de los profesores, porque a esos chicos se les debía sancionar ejemplarmente, acudí a las orientaciones de mi profesora de sicología social, Florence Thomas, quien me alentó y de paso me dio las pistas a seguir…

Con base en lo aprendido en las clases de sicología y siguiendo el derrotero de la maestra francesa, organicé una reunión con todos los niños y niñas del curso, inmersos los dos menores en cuestión, hablamos del tema, llegando a la concluir: primero, que los niños debían seguir estudiando; segundo, que ellos se habían besado, porque veían, por las noches, en las calles de la ciudad, besarse entre hombres, mientras acompañaban a sus padres a vender fritanga, tinto y pelanga; y tercero, que eso no era ningún problema, porque además ahí había varios hijos de señoras que trabajaban como prostitutas…Al año siguiente los chicos terminaron 5º primaria, obteniendo los mejores porcentajes en el examen ICFES, a nivel de la institución. 

Del paso por Costa Rica, en el decenio del 80, ha sido difícil olvidar: la bofetada que una madre de familia le ocasionó a una docente temporal, porque le exigía el uniforme a su hijo; el hábito de los profesores de licenciar a los estudiantes, porque no había agua en el centro educativo o debido a la falta de pago del sueldo, el primer día del mes; la recuperación, en El Cartucho, de las joyas y los documentos de la directora, hurtados por un hampón, tío de un alumno del plantel; la conformación de un grupo de madres de familia con quienes se hicieron suculentas preparaciones con bienestarina, para nutrir a los escolares; y, los talleres de educación sexual realizados en varias escuelas de la zona, con docentes, padres de familia, y estudiantes. Esa acción la patrocinó La Casa de la Mujer y el PNUD.  

Las supervisoras de educación del Distrito, rara vez visitaban las escuelas, la primera ocasión que presencié este acto fue el día en que notificaron a la directora de mi traslado, para el Centro de Diagnóstico y Tratamiento(CDT), órgano que funcionaba en la escuela Argentina y que estaba integrado, como ya se anotó, por una sicopedagoga, una sicóloga, una fonoaudióloga y un trabajador social, en este caso, el suscrito…
Escuela Distrital Argentina. Monumento Nacional.
La tristeza al dejar la escuela, el aula como tal y mis compañeros de trabajo, fue inocultable, sobre todo que esas discusiones pedagógicas que tanto alimentaron mi discurso, la motivación para ingresar a la Comisión Pedagógica de las ADE, adalid del Movimiento Pedagógico, la sesiones de juego de Ping pong a la hora de descanso, el agasajo con motivo de mi grado en la U.N., las reuniones sociales para conmemorar fechas especiales, ya no las volvería a vivenciar, como en efecto ocurrió…la actitud resuelta de apoyarme, con sus declaraciones ante la sección jurídica de la Universidad Nacional, para lograr mi reintegro y posterior grado, con monografía Meritoria, fue una impronta que marcó mi paso por la escuela Costa Rica.

La permanencia en el CDT, no superó los dos meses, me fatigó la decidía en el trabajo pedagógico, el exceso de burocracia, la falta de compromiso con las comunidades, el sinsentido de la acción interdisciplinaria, el protocolo institucional y la pugna interpersonal, no tanto por hacer las cosas bien, sino por los comentarios desacomedidos y la actitud de la directora de colocarle cadena y candado a la puerta para impedir el ingreso y la salida de los educadores en la jornada.

Como el espacio para el diálogo no era el mejor, reaparecí nuevamente a la SED, no había vuelto desde la entrega hecha por al religiosa, para pedir traslado a cualquier escuela de la capital, esa fue mi decisión…La jefe de primaria tenía en su escritorio la solicitud de un maestro para la escuela Alaska, en la zona 5A de Usme. En un tono muy afín al que tuvo mi padre, en el momento en que decidió matricularme en la Normal, ella me manifestó que consumaba el traslado, pero que no volviera arrepentido de lo hecho, porque no modificaría la medida.

Tal como en acontecimientos anteriores, llegué a la dirección de la supervisión, entregué la notificación, averigüé  la forma de ascender a la escuela y –como decía mi abuelo: “a macho tobillo” alcancé la cordillera donde me esperaban dos profesores con cinco cursos a su cargo (casa de color azul arriba en la loma)…con el grado primero continúo una maestra joven, muy organizada y caramente amable, el curso 4º y 5º los asumió un maestro, quien además conducía un taxi durante la noche y los demás cursos quedaron bajo mi dirección.

Escuela Distrital Alaka en las lomas de Usme. 
El uniforme de los niños era el mismo impuesto años atrás por Pilar Santamaría, para todos los escolares del Distrito…la escuela era una casa grande, que albergaba cerca de 100 alumnos, pero no tenía acueducto, las necesidades fisiológicas debían satisfacerse al estilo de la escuela El Batán: en una letrina las niñas y junto a los árboles los niños. quienes consentían que el frío aire de la cordillera acariciara sus raquíticos glúteos y se llevara las fragancias hacia el infinito, o más cerca: al Parque entre Nubes.  

En el primer fin de semana, con uno de esos líderes que hoy escasean en esta sociedad, le pusimos freno a esta increíble situación…compramos el galápago, conseguimos un taladro y en la noche del domingo, mientras los moradores disfrutaban del sueño, perforamos el tuvo madre que conduce el agua de la represa La Regadera a Vitelma y conectamos el agua… el lunes siguiente, los niños de Alaska vieron verter de los grifos el preciado y deseado líquido, que pasaba oculto y silencioso, bajo el suelo de sus viviendas y por el contorno de la escuela.          
José Israel González Blanco


Del aula a la burocracia… 





martes, 26 de marzo de 2013

LA HISTORIA DE UN LEÓN QUE NO GLORIFICA AL CAZADOR_ El Distrito.


El sueño de ingresar al Distrito…



Centro de Bogotá 
Llegar a trabajar en el magisterio del Distrito era y sigue siendo un sueño y un honor, era el mejor logro, laboralmente hablando. Y ¿Cómo no lo iba a ser si Bogotá era y sigue siendo la ciudad con mayor capital cultural, la mejor equiparada en servicios, con buen clima y con bastantes ventajas sociales, económicas, culturales, ambientales y políticas? El mérito era muy alto, porque el ingreso era a través de pruebas orales y escritas, mientras que en las regiones estaba mediado por el compadrazgo político, las vacantes las negociaban sobre todo lo políticos liberales y conservadores. Más aún, si en un pueblo se sabía de la renuncia de una maestra, los potenciales herederos de esa plaza que quedaba temporalmente vacía, concurrían a la Secretaría de Educación, con la dimitente maestra y con un padrino, para patentar el nuevo nombramiento.        


En las regiones había profusa expectativa por la convocatoria a exámenes para el ingreso al magisterio distrital. Precisamente, una noche, estando en Chiquinquirá, mientras cenaba con una colega, antes de ir a la universidad, surgió el comentario: “mañana es el último día que venden de formularios para entrar al Distrito”. Ante la azarosa noticia, no hubo mas remedio que llamar ala jefe de grupo de Saboyá, para pedirle el permiso. La noche transcurre y con el cantar de los gallos se apronta el improvisado viaje... a las 4 de la mañana ya estaba sentado en una silla de la flota Reina... y a las 8 am ocupaba el lugar No 1237 (según el serial de una ficha que un transeúnte vendía apara organizar la cola) en una larga fila que circundaba las instalaciones de El Campin, en busca del formulario…

Adquirir el formulario era una gran proeza, diligenciarlo bien era una verdadera  hazaña y radicarlo en medio de empujones, regaños y malos  augurios para los migrantes del campo, era un loable fruto. Los documentos anexos no pasaban de ser el registro civil de nacimiento, copia del diploma y fotocopia de la cédula de ciudadanía, que por la época empezó a entregarse a  los 18 años d edad.

Transcurridos pocos días la SED divulgó las listas de los preseleccionados para el examen. Las hojas con la  información fueron puestas en las ventanas de la extinta DIE-CEP, en el barrio Eduardo Santos. Llegar al sitio no fue un asunto fácil, pero más difícil fue el acceso al lugar del examen. Empero la prueba fue resuelta y superada, hecho que garantizó la presentación de la entrevista. 

Centro Administrativo Distrital. SED  

 Jubiloso con la meta alcanzada, dispongo tiempo, allá en la vereda de Monte de Luz, para preparar la entrevista, porque los comentarios de algunos colegas versaban alrededor de la imposibilidad de pasar, dado que quienes preguntaban eran los supervisores del distrito y los capacitadores del CEP, personas muy calificadas académicamente y con mucha cancha en el ejercicio de al docencia,  capacitadores de la DIE-CEP y algunas rectores fogueaban los conocimientos

La entrevista fue colectiva, pero comenzó con un ejercicio individual en el que cada aspirante debía hacer un relato sobre un acto pedagógico que lo hubiese marcado en su vida escolar; luego vino la lluvia de preguntas, encaminadas a dar respuestas sobre la actitud del maestro como administrador de currículo…pues no podía esperarse algo distinto, porque la Secretaria de Educación era la doctora Pilar Santa María de Reyes, una de las más furibundas impulsoras de la Tecnología Educativa y el Desarrollo Curricular…de ahí que la clave del discurso estaba en referir tres palabras: insumo, proceso y producto.

La formación pedagógica y didáctica en la Normal no fue ajena a esta postura, pues el fuerte de la práctica pedagógica estaba, por ejemplo, en elaborar objetivos en infinitivo, eso si sin usar verbos como comprender y entender, porque no eran medibles, ni cuantificables. La evaluación debía ser objetiva, verificable, comprobable, medible y puesta en datos, lo demás no tenía reconocimiento. La divulgación de las ideas de Skinner, Bandura, Gagné, Blomm, el Conductismo y el positivismo eran preponderantes en al política educativa.    

Aprobada la entrevista, el paso contiguo es adjuntar la documentación, cuestión que llevo a cabo en enero de 1981, mes en el que muere mi padre a los 41 años. Esta es la tercera pérdida emocional por muerte que debo lidiar en los albores de la juventud. Radicados los documentos venía la etapa de posesión.
Colegio Marco Fidel Suárez. Tunal- Bogotá.

En marzo, recibo la resolución de nombramiento para el colegio Marco Fidel Suárez, institución en la que apenas pude traspasar la puerta, pisar el corredor y saludar a la coordinadora, quien al enterarla de mi nombramiento enfáticamente expresó: “pero aquí no hay ninguna vacante…devuélvase para la Secretaría, porque acá pierde su tiempo”. Mientras bajaba las escaleras observaba el colegio y lo comparaba con Sábripa, Monte de Luz, El Batán y rápidamente colegia: “definitivamente Bogotá es Bogotá…la gente tiene razón de venirse para acá, porque estos son verdaderos colegios: tienen agua, luz, pavimento, personal administrativo, buenos salones, vías de acceso, dos jornadas diurnas, televisores, teléfono, porteros, aseadoras, un maestro para cada curso y no existe tanto riesgo como en las veredas...”

Después de muchos tropiezos por el desconocimiento de la ciudad, le pregunto a los transeúntes acerca de las rutas para llegar al Centro Administrativo Distrital…ingreso al piso 12 de la SED, espero frente a la Dirección de Educación Primaria, junto con un monja de piel negra, gafas obscuras y atuendo gris…nos piden que sigamos, mientras tanto la religiosa le va expresando a Doña Georgina de Cabra: “en el colegio me falta un docente de primaria…La afamada supervisora me mira fijamente el rostro y me interroga: “¿Tu vienes por el nombramiento, verdad?” Yo, con la cara sonrojada y eso que llaman pena en mi semblante, le entrego la nota de rechazo firmada por la coordinadora…

Ella no vacila en decirle a la reverenda: “le tengo la solución hermana, váyase con el maestro de una vez y me lo manda con la constancia firmada”…La monja sorprendida, me mira con el rabillo del ojo y dice: “mucho gusto, soy la hermana Martha, directora de Fe y Alegría en Vitelma... vamos que en el parqueadero tengo el carro para subirnos, porque a las 12:30 empieza la jornada y los niños están sin profesor”…

…Efectivamente a las 12:45 de la tarde arribamos al colegio, una construcción de dos pisos, ubicada en la margen occidental de la vía que comunica el barrio Los Laches con la calle 11 Sur, frente a los tanques del antiguo acueducto de Vitelma…un colegio que impactaba con el orden, la decoración, el aseo y contaba hasta con un dispensario para atender a los niños y a personas de la comunidad.
Colegio Fe y Alegría- Los Laches. Bogotá. 

La religiosa, de una vez me llevó al salón de primero primaria y le ordenó a la maestra titular, que en adelante se hiciese cargo del curso 4o y dejara al nuevo maestro con ese grupo. Los niños muy amables, vestían uniforme gris con el escudo de Fe y Alegría, cerca al corazón…todos se pusieron de píe, saludaron con las buenas tardes al unísono, empezaron a mostrarme las planas, los dibujos y no faltaron aquellos que pidieron una tarea…36 niños conformaban el curso, cuya entrada era a las 12:30 y la salida a las 5:15 p.m.

Transcurridas dos horas suena una campana para salir al recreo, ante lo cual no pude ocultar la tristeza al recordar el sonido del cacho que sonaba en la vereda…los chicos salieron a un patio grande a jugar y la hermana estuvo pronta a llevarme as la sala de profesores, para el protocolo de presentación y para ingerir un café con unas galletas… Ingresé y tímidamente estreché la mano derecha con las profesoras, muchas de ellas licenciadas, quienes no dejaron de observar la pinta de este maestro oriundo de la provincia colombiana. Había maestros distritales y maestros nacionales en ese plantel.

 Ese es el refrigerio que aquí nos dan todos los días”, opinó Rafael, un licenciado en idiomas, oriundo de Socha, municipio limítrofe con Sátivanorte, estudiante de la ESAP y docente del colegio San Juan Bosco. Al día siguiente, tuve que anunciarle al director de la Escuela Distrital Juan XXIII, que yo estaba laborando en Fe y Alegría. No olvido, que la planta física era la de una escuela de las construidas por la Alianza para el Progreso, ubicada en la calle 11 con carrera 4, zona educativa No  4, de la alcaldía Menor de san Cristóbal.  

Pasado el segundo día de clases, debo pedirle permiso a la hermana directora para viajar a Boyacá a pasar la renuncia irrevocable de mi cargo como maestro.  La religiosa no recibió de buen agrado mi petición: “¡No acabas de llegar cuando empiezas a pedir permisos!… ¿y los niños con quien lo voy a dejar?”. Esa fue una primera afrenta que recibí ante lo cual contesté con el silencio, no sabía que decir. El profe Rafael se dio cuenta del estado de la relación con la vicaria, sospechó del tema y con la disculpa de preguntar algo sobre el horario, se acercó y dijo: tranquila hermana, yo cuido el curso mientras él llega”. Para logar el cometido, viajé a las 4 de la mañana a Tunja, entregué la renuncia a las 8 am y estuve de retorno en el terminal, de tal manera que a las 12:30 retomaba las clases en Fe y Alegría. 

Formación académica, traslados...

miércoles, 20 de marzo de 2013

Vitaminas de la Convivencia- La lectura y la escritura


LA LECTURA Y LA ESCRITURA: NUTRIENTES BÁSICOS DE LA CONVIVENCIA

La lectura y la escritura se revelan actualmente como un conjunto de procesos interpretativos complejos, que requieren, para su comprensión, herramientas y estrategias especialmente diseñadas. Hoy se considera al lector y al escritor no como unos meros receptores pasivos, sino  como agentes activos del proceso de comunicación e incluso, evocando a Daniel Pennac[1], con determinados derechos imprescriptibles. La práctica de la lectura y la escritura, en la escuela, ha estado sobrecargada a una asignatura específica: Lengua Castellana o más comúnmente a la clase de Español. Localizados en la coordenada de la instrucción, centrada en la mecanización y en el papel transmisor del docente, esta visión sería válida; pero, inmersos en el campo de las pedagogías contemporáneas y basados en la colectivización del libro y en los avances tecnológicos, verbi gracia, los hipertextos, podemos aseverar que el ejercicio de leer y escribir no se reduce a una asignatura, sino que ellas se desplazan, por todos los intersticios de la academia, incursionando en otros distintos de la escolarización.

Umberto Eco sostiene que la lectura y la escritura exigen una serie de competencias, que van más allá de lo estrictamente lingüístico. No obstante, leer y escribir con sentido, con significado, son procesos que demandan disciplina, esfuerzo y trabajo permanentes. Es una tarea poco sencilla que sólo mediante la persistencia lograremos. ¿Para qué aprendimos a leer y a escribir, sino para seguir leyendo y escribiendo? Con acierto nos dice Roland Barthes: “para la lectura y la escritura, no hay nada más, que un tratado: la lectura y la escritura mismas.”

 La experiencia didáctico/pedagógica con las vitaminas de la convivencia, mediante la lectura y escritura significativas, nos lleva a colegir cuán importante es este ejercicio, puesto que abre amplios y profundos horizontes a sus interlocutores; eleva la autoestima, redimensiona su condición como sujetos parlantes, conversadores y hacedores de textos relevantes, para ellos y ellas, para sus vástagos y para los contertulios; apostándole con ello al alcance de la alegría, el goce y la  felicidad. En este sentido, diríamos con Borges: “La lectura, esa felicidad tan accesible”.

EL LENGUAJE DE LA LECTURA Y LA ESCRITURA: VITAMINAS LIPOSOLUBLES

Los seres humanos nos comunicamos de heterogéneas maneras, valiéndonos de múltiples sistemas y códigos, a través de formas que permiten al hombre y a la mujer obtener, intercambiar y transformar información, hacia la comunicación. Toda cultura es comunicación. Surgen así, necesariamente relaciones entre comunicación, la cultura, la inteligencia, el pensamiento y el lenguaje oral y escrito. Este último es una adquisición cultural del hombre en un parsimonioso y largo proceso. 

La producción del lenguaje oral y escrito constituye una necesidad interna de la humanidad, forma parte de la naturaleza misma de los hombres y es indispensable para el desarrollo de sus capacidades espirituales y para acceder a una concepción del mundo, a la que sólo los humanos podemos llegar, en la medida en que el pensamiento evolucione hacia formas más elevadas de convivencia. Humberto Maturana, al ocuparse del lenguaje aduce: “No todos los humanos viven en el lenguaje, de hecho solamente los seres humanos vivimos inmersos en el lenguaje, de una manera tan profunda que llegamos a disfrutar del fluir de la palabra”.[2]   

Es a través de los procesos de lectura  y escritura como el ser humano va trazando derroteros, desarrollos e historias, huellas testimoniales de su contribución a la cultura. La escritura facilita el registro de los diferentes acontecimientos, lo que permitirá llevarlos a todas partes y conservarlos indefinidamente. Mediante la lectura y la escritura se posibilita conservar y emitir la expresión y el pensamiento de un ser humano y un pueblo; permite, en todo tiempo y lugar, estudiar, divergir, converger, convivir, revivir, renacer y hasta refutar. En todo caso, la lectura contribuye a despertar en los humanos la capacidad de asombro.

Una característica importante de la escritura – gracias a Gutemberg- es la posibilidad de duplicar lo escrito en infinidad de copias, que estimulan la rapidez y agilidad en la socialización de información. Asimismo, por la escritura, se especializa el conocimiento y surgen así los códigos- parafraseando a Bernstein[3]- restringidos y elaborados, especializados de las  diferentes disciplinas: códigos específicos y propios del discurso del Derecho, por ejemplo; las tablas del ingeniero, libros sagrados para el sacerdote, vademécum para el médico, diccionarios para el escritor; libros, textos, módulos, cartillas, folletos, fascículos orientados a apoyar procesos de enseñanza y aprendizaje.

En estos tiempos, en los que la escritura ha recibido- para unos, la mano derecha de la tecnología y para otros, la izquierda-, cobra vigencia la pregunta de Mockus, acerca de la relación de la escritura con la informática: ¿Será posible ahorrarnos el arduo acceso a la tradición escrita?. ¿Podrá ser la informática la mediación, que permita un acceso masivo al mundo de lo escrito?[4]

Es conveniente precisar que las Vitaminas liposolubles no sustituyen la oralidad[5], sino que le confieren una nueva dimensión, le permiten al hombre y a la mujer reestructurar su conciencia a un nivel superior que el realizado por la tradición oral. La oralidad puesta en la escritura, más que alfabetización es un ritual terapéutico. La oralidad se torna equivalente a las Vitaminas hidrosolubles. Tanto las primeras como las segundas son complementarias en la corporeidad de la vivencia y la convivencia. Digamos, recordando a Bacón: “La lectura hace al hombre completo; la conversación lo torna ágil; el escribir lo hace preciso”.

La escritura, más que cualquier otra experiencia, le ha enseñado al ser humano a planificar, establecer análisis de situaciones diversas, buscar soluciones a toda clase de problemas, evitando el fracaso o desperdicio de tiempo y de recursos. La  escritura marcó una nueva era de progreso para el hombre; le abrió nuevos rumbos a la vida de los pueblos. Con la escritura, las civilizaciones pudieron conservar su historia, tradiciones, sus avances científicos y se constituyó en la piedra angular del desarrollo de ulteriores adelantos mundiales, imprimiéndole significado y trascendencia a la vida misma y a la contribución de la humanidad. Gracias a la escritura, contamos con algo tan elemental como un registro civil y gracias a la escritura caligráfica, Colombia goza de un patrimonio histórico y cultural consignado, en papiros, cuadros y papel impregnados con tinta, con la ayuda de la pluma y probablemente hasta del his.

LA LECTURA Y LA ESCRITURA EN LA HUERTA DE LA COTIDIANIDAD.


En las jornadas pedagógicas llevadas a cabo con los padres y madres de familia nos hemos tropezado con la ausencia de alfabetización completa, en unos casos; en otros, hay alfabetización parcial y una minoría se muestra  alfabeta funcional; de todas maneras hay reticencia, recelo y temor hacia la lectura y más pronunciado hacia la escritura. Podemos aducir, recurriendo a la metáfora, que estos cuerpos padecen de osteomielitis; es decir, la formación de su estructura lecto-escritora careció, en su infancia, de vitaminas liposolubles, particularmente de vitamina D. Empero, las nuevas didácticas y pedagogías se presentan como enzimas*, aptas, para hacer solubles esas taras educativas que intoxican y desnutren nuestro organismo. 

El hombre ágrafo, por inspiración o por sentido común, puede hacer una lectura o interpretación de su realidad, acerca de sí mismo, de su familia, de su trabajo, pero sin el concurso de las vitaminas, lo hará casi que en una forma mecánica, sin poder traslapar  lo que hay más allá de su simple lectura. No lo hará de manera profunda e integral, porque le faltará el conocimiento y manejo de los códigos del alfabeto. El planteamiento, a través del cual se postula la complementariedad  de las vitaminas liposolubles con las hidrosolubles, concuerda con la concepción de Freire[6], en el entendido en que la alfabetización se asume como: “la creación o el montaje de la expresión escrita de la expresión oral”  

Hablamos aquí de una lectura de la palabra. Lectura importante, sin duda alguna, fundamental en el desarrollo de la civilización humana, pero no la única manera de leer. También lo expresó con claridad Paulo Freire: “la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra”. Leemos primero la naturaleza, nuestro microcosmos familiar y nuestro macrocosmos social, antes de adentrarnos en  el desciframiento de los códigos lingüísticos. Y esa lectura del mundo, esa lectura-otra, lectura primigenia, es la que nos permite crecer, madurar, nos prepara para alimentarnos con las palabras que trazaron otros para que perduraran sobre el papel, nos permite interpretarlas, resonar con ellas y enriquecerlas con nuestra experiencia de vida, con el resultado de otras múltiples lecturas de la realidad.

Escrutando las ideas anteriores, infiramos que la escritura se nos asoma como una competencia básica, que en este mundo globalizado, tecnologizado, robotizado y caótico, propicia e impulsa las comunicaciones, con fines y medios especializados, desplazándose, reduciendo y minimizando en visibles circunstancias los espacios, para el diálogo y la conversación cotidiana; a lo sumo, se favorece la lectura de documentes sintéticos, a través de los cuales, las ideas, conceptos y mundos circulan, en pos de la construcción de realidades posibles; realidades que hemos incorporado a nuestra vida, como pan de cada día. Leer es- volviendo a Umberto Eco-: “ realizar un acto de identificación y de unidad, penetrar en el núcleo de lo eterno, en que todo tiene una sola definición, en que todo cambio es licencia, y en que toda posibilidad se resuelve en la obediencia a las leyes superiores de la forma”[7].


La escritura, entre tanto, en palabras del otrora profesor Luis Carlos Restrepo,“es un juego de fragmentos”. O si se quiere, en estrecha relación con la imprenta y la computadora, en palabras de Walter Ong: “la escritura es un objeto, un producto manufacturado...la escritura, la imprenta y la computadora son todas ellas, formas de tecnologizar la palabra”[8]. Sintetizando, el valor de uso de la lectura y la escritura, en el ocaso de un siglo y en el amanecer de un nuevo milenio, se presenta de la siguiente manera: “Para vivir y actuar productivamente, en la sociedad urbanizada y tecnificada del siglo XXI se necesitan altas competencias en lectura y escritura. Los niños y jóvenes tendrán que saber comunicarse usando palabras, números e imágenes..., deberán navegar diestramente por las superautopistas de la información, a través de superautopistas como la internet... saber leer y escribir ya no es un simple problema de alfabetización, es un auténtico problema de supervivencia... Todos...deben aprender a leer bien...para que puedan participar activa y productivamente en la sociedad.”[9]




 [1] PENNAC, Daniel (1998). “No tengan miedo de los libros” En: Revista Alegría de enseñar Nº 36, Santafé de Bogotà, julio a septiembre de 1998, p. 57
[2] MATURANA, Humberto y VARELA F.(1990) El árbol del conocimiento. Madrid: Ediciones debate. “La democracia es una obra de arte. Santafé de Bogotá: Cooperativa Editorial Magisterio, s.f.
[3] BERNSTEIN, Basil (1985). Clasificación y enmarcación del conocimiento educativo. Bogotá:  Revista Colombiana de Educación Nº 15 CIUP. 
[4] MOCKUS, Antanas y otros (1987). Informática sin escritura?  El problema para la educación. En: Cuadernos de economía No 10. Bogotá: Departamento de teoría y  política, Universidad Nacional de Colombia, pp 37-54 
[5] PARAMO, Guillermo y otros (1997). Las voces del tiempo: Oralidad y cultura popular. Santafé de Bogotá: Editores y Autores Asociados. Recomendamos consultar este escrito ya que compila una serie de artículos de variados autores sobre el valor de la oralidad.
* Micheline BAZIN sostiene que las enzimas son unas sustancias producidas por las células vivas y que activan las mutaciones químicas dentro del organismo.
[6] FREIRE, Paulo (1984). La importancia de leer y el proceso de liberación. México: Editorial Siglo XXI Editores.
[7] ECO, Humberto (1974). El problema de la recepción. En: sociología contra psicoanálisis. Barcelona, ediciones Martínez Rioca.
[8] ONG, Walter J (1994). Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. Santafé de Bogotá: Fondo de Cultura Económica Ltda, p.p  82-83
[9] TORO, Bernardo (1995). Códigos de la modernidad. Plegable. Santa Fe de Bogotá: Fundación Social.

lunes, 11 de marzo de 2013

Vitaminas de la convivencia- sentido



La llave maestra apropiada, para abrir el candado que custodia el aposento del presente escrito es una pregunta: ¿Qué son las vitaminas de la convivencia? Los elementos constitutivos de la respuesta se hallan puestos en las dos aldabas que sostienen el candado, vale decir, en el significado de las expresiones vitaminas y convivencia. La primera, de acuerdo con el diccionario, proviene de las raíces vita y amina cuya definición se consolida así: “cada una de ciertas sustancias orgánicas que existen en los alimentos y que, en cantidades pequeñísimas, son necesarias, para el perfecto equilibrio de las diferentes funciones vitales”[1].



Niños del pacífico colombiano compartiendo
La segunda; es decir, convivencia, alude a la acción de vivir en compañía de otro o de otros. Con base en lo expuesto, digamos, que las vitaminas de la convivencia son una propuesta didáctico-pedagógica que, fundamentada en los discursos de la Nutrición[2], la Botánica, la Pedagogía, la Didáctica y la Política, y  le apuesta a recrear una de las tantas maneras de abordar los valores, en la institución escolar, con todos los agentes de la comunidad educativa. También sirve para acompañar talleres o dinámicas grupales en escenarios distintos a la escuela como: la familia, empresa, grupos juveniles, equipos de trabajo, entre otros. La apertura del candado, entonces, no es tan complicada, sólo se requiere de alguien que descifre los códigos escriturales o dentecillos del cerrojo para ingresar, sin mayores tropiezos, a un interesante espacio que posibilita abordar el pensamiento y el conocimiento de una manera lúdica.

Un segundo interrogante que fluye en el documento está relacionado con el ¿Cómo entender y comprender las vitaminas de la convivencia? La explicación es sencilla. Partimos de la siguiente lógica: si las vitaminas están presentes en los alimentos y son indispensables en el organismo- en este caso de los humanos-, para un adecuado crecimiento y desarrollo óptimo de nuestra salud y, si además tenemos en cuenta que algunas son sintetizadas por el cuerpo, pero la mayoría deben ser suministradas en los alimentos de la ración diaria, para garantizar el sostenimiento y la armonía fisiológica, entonces hipotetizamos que, en la interacción de los humanos y entre éstos con el mundo biótico y abiótico, se requiere el consumo de vitaminas que no son más que la puesta en juego de comportamientos que nos permiten estar juntos. 

El ejemplo que han dado las comunidades indígenas sobre convivencia
En este sentido, la convivencia se asume como el cuerpo social, que si bien es cierto trae consigo algunas vitaminas, que por sí mismo sintetiza y cuyos principales proveedores son la familia y la sociedad, estas no son suficientes, para su sostenibilidad, ni garantizan la continuidad de la existencia.
¿DE DONDE PROVIENE LA INICIATIVA DE LAS VITAMINAS?

Para nadie es un secreto que un cuerpo social llamado Colombia está en vías de extinción,  debido al ascendente auge de un sarcoma que la ha venido destruyendo, desde hace varias décadas. Ese microorganismo malévolo se llama violencia y se encuentra incubado en algunas partes vitales de la sociedad, entre las que se destacan: la familia, las instituciones públicas y privadas, el campo y la ciudad. El virus ha sido detectado, de tiempo atrás, por expertos conocidos como violentólogos. Estos investigadores nos han dado a conocer la sintomatología, las variadas manifestaciones, los diagnósticos y por supuesto, el tratamiento adecuado, para erradicar de la faz del territorio tan nefasto macroorganismo. 



Muestra del abandono de la tercera edad en Colombia 
Recientemente el periódico El Espectador (6 de marzo/2013)  reveló, que el Primer Estudio Global de Carga de Enfermedades (GBD), realizado por el Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud (IHME), de la Universidad de Washington y la Fundación Bill & Melinda Gates,  “la violencia alcanza proporciones epidémicas en Colombia y constituye una seria amenaza para la salud pública”: es la causa número uno de muerte en hombres de 15 a 54 años y lo mismo sucede con las mujeres entre los 15 y 29 años.


En el documento: Política Nacional del Campo de la Salud Mental (Ministerio de Protección Social, 2007)l[3], se afirma que Colombia tiene uno de los más altos índices de violencia entre los países de América. Se calcula, para la época, que el 85% se debe a conflictos cotidianos y el 15% a causas políticas. El homicidio ocupa el primer lugar entre las causas de mortalidad, según el DANE, no obstante la contundencia de los estudios se sigue pregonando que el problema de la violencia en Colombia está en la guerrilla. 


Ante la carencia de alternativas y acosados por las mismas circunstancias de contaminación, en  otro lugar del cuerpo, conocido como escuela, algunos de sus moradores se han puesto en la tarea de encontrar antídotos que coadyuven con el ataque a la violencia. Luego de varias jornadas de estudio y conversaciones se ha avanzado en la consecución de un tratamiento más que curativo, preventivo, cuyos componentes se exploran en el mismo organismo social. Esos componentes no son otra cosa, que los valores que poseen los estudiantes, padres y madres de familia, docentes y personal del entorno institucional. Una de las características más sobresalientes de la situación está en el raquitismo axiológico; es decir, en la provisión de una carga fenotípica que no se corresponde con las condiciones del ambiente social, en que estamos inmersos.

El descubrimiento que se viene realizando en el paraje de la escuela, fluye – como se destacó en el capítulo anterior - en una reunión de padres de familia, en la que se reflexionaba acerca de: ¿Cómo inculcar valores a los educandos? Alrededor del interrogante se da paso a la lectura de un escrito sobre el amor ( Eduardo Galeano), texto que es catalogado, por uno de los asistentes, como Vitamina A. Desde ese instante se sigue alimentando la idea de las vitaminas consistente en fortalecer algunos valores de los actores de la comunidad educativa, que han pasado por el tamiz de la realidad sociocultural, mediante la ingestión de determinadas dosis vitamínicas de manera permanente, bien digerida y con su respectivo balance nutricional. Esta experiencia es la que nos autoriza a responder el por qué de las vitaminas de la convivencia.Más adelante, en: La Ingesta Pedagógica/didáctica, se ahonda en la metodología. 

 ¿POR QUÉ LA ESCUELA SE OCUPA DE LAS VITAMINAS DE LA CONVIVENCIA?


Una de las razones está en la historia. Con la creación del Estado moderno, la escuela emerge como la institución  encargada de la formación del ciudadano que requiere el nuevo Estado[4]. Esa formación se centra en hacer que los niños y las niñas aprendan a comportarse en sociedad. Los principales aderezantes de dicha formación están en la moral, cuyo soporte relevante son los valores; en la ética con radio de acción en las actitudes frente a sí mismos, en relación con sus congéneres y con la naturaleza y, en  la educación cívica y democrática.

 Otra de las razones está en las opciones de socialización, tanto primaria como secundaria, que auspicia el centro escolar. Pero quizá el motivo de mayor peso se localiza en la concepción de la escuela como espacio de relaciones culturales y del maestro como trabajador de la cultura – herencia del Movimiento Pedagógico[5]. Un cuarto motivo lo podemos inferir de la credibilidad que tenemos los colombianos en la educación escolar y a su vez, en reconocer que la escuela es uno de los pocos lugares de interrelación regulada con que cuentan los niños y jóvenes para la interlocución grupal,  comunitaria y para la socialización.

Dentro de esta lógica de razonamiento, las vitaminas de la convivencia se vuelven el ingrediente sustancial, en la formación de los valores en los educandos, padres de familia, docentes y ciudadanos en general. Una quinta motivación alude al status que la sociedad le otorga a la escuela como organismos capaz de encarar, desde el conocimiento, con apoyo de la pedagogía y la didáctica, los retos del mundo moderno, aquello que las instituciones primarias, secundarias y los medios masivos de información no han sabido abordar, entre otras cosas, por los cambios tan rápidos y abruptos que les ha tocado acopiar. La escuela, vista de esta forma, cobra sentido, más que cualquier otro organismo social, para hacer de Colombia- lo que García Márquez ha denominado:- “el país próspero y justo que soñamos: al alcance de los niños”[6] 

¿CUÁLES SON LAS FUENTES DE LAS VITAMINAS DE LA CONVIVENCIA?

En un párrafo anterior dijimos que para abrir el candado se requiere, que algún sentipensante[7] descifre los códigos escriturales que están dentro del aposento. Esta alusión no es más que la invitación a ocuparnos de la importancia de la lectura y la escritura, en la formación del ciudadano, en la consolidación de valores, en la construcción de la democracia; pues la escritura misma ha sido el vehículo, a través del cual, accedemos al conocimiento del mundo. 

La lectura y la escritura, recurriendo a la Botánica, son la clorofila de la convivencia; en otras palabras, la lectura y la escritura son la sustancia capaz de captar, del sol de la cultura, la energía necesaria, para que la historia siga su curso. La lectura y la escritura se convierten en el río de información, que le permiten al hombre humedecerse de conocimientos en su cause y bucear la ontología de la humanidad y del cosmos; en fin, sin lectura y escritura la convivencia, hoy día, sería un organismo pálido, exiguo, desmedrado, exánime, con pocas esperanzas de sobrevivencia.          

LA LECTURA Y LA ESCRITURA: COMPONENTES BÁSICOS DE LA CONVIVENCIA (próxima entrega)


Inyectando vitaminas en la patria del comandante h. Chávez 




[1] BAZIN, Micheline(1961). Las cualidades de las frutas. Madrid: Ediciones Mensajero.
[2] LEE HOWER, Jerry (1999). “Vitaminas para la vida I  Y  II” .Tomado de El colombiano, Medellín, 24 de octubre, p. 2D.
[3] MINISTERIO DE PROTECCIÓN SOCIAL (2007).  Política Nacional del Campo de la Salud Mental. Bogotá DC.
[4] TEDESCO, Juan Carlos (1995). El Nuevo Pacto Educativo. Editorial Grupo ANAYA: Madrid. 
[5] RODRÌGUEZ, Abel y otros (2002). Veinte años del movimiento pedagógico 1982-2002. Entre mitos y realidades. Bogotá: Cooperativa editorial magisterio/ Corporación Tercer Milenio.
[6] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel (1994).  La Proclama. Colombia al Filo de la Oportunidad. Misión ciencia Educación y Desarrollo. Santa Fe de Bogotá: Presidencia de la República, p.17
[7] GALEANO, Eduardo (1997). “Celebración de las bodas de la razón y del corazón”. En: El libro de los abrazos. Santafé de Bogotá: Tercer Mundo Editores. El escritor uruguayo dice que la palabra sentipensante la inventaron los pescadores de la costa colombiana, “para definir al lenguaje que dice la verdad”