domingo, 28 de julio de 2013

Currículo...padres de familia



Otro de los estamentos importantes de la comunidad, en el colegio lo configuran los padres y madres de familia; quienes, como es natural, tienen gran influencia en los procesos de desarrollo integral de los estudiantes, resaltando especialmente los procesos formativos y educativos que le competen a la escuela. “Haciendo una corta caracterización de los padres y madres de familia que hacen parte de nuestra institución -asevera Cárdenas (2005, 3)- podemos mencionar que entre ellos se viven unas problemáticas preocupantes que vienen a empañar el “normal desarrollo de sus hijos”.

Las familias de los educandos, provienen de barrios cercanos a Buenavista y de zonas rurales de algunos departamentos del país. “Se observan -prosigue la docente- problemáticas importantes como: pobreza, alcoholismo, drogadicción, la violencia intrafamiliar, que es uno de los mayores problemas que enfrentan los niños de nuestra comunidad”Son padres y madres de familia de una comunidad, en donde muchos no han cursado la educación media y algunos no han terminado la básica; salvo excepciones de quienes ya tienen alguna carrera técnica para su ejercicio laboral, ya que los primeros generalmente se desempeñan como ayudantes de construcción, conductores de transporte o celadores (en el caso de los hombres)  y  empleadas domésticas o de las empresas de flores (en el caso de las mujeres). Un alto porcentaje de sus hogares son atendidos por madres cabeza de familia y muy pocos  mantienen el esquema de familia nuclear. 

En la historia de la vida institucional que nos atañe, han sido muy pocas las veces en que se hace explícitamente visible la participación de los padres y madres de familia en el desarrollo del establecimiento; empero, se pueden mencionar aquellos momentos importantes en que colaboraron en la construcción de las diferentes sedes, con gran sentido de pertenencia y colaboración, mostraron interés y participaron en algunos proyectos pedagógicos, tal como se ratifica en las experiencias sistematizadas, en Rastros y rostros de Nuevo Horizonte explícitos por Sánchez Montesdeoca (2005) y en los vídeos: (http://www.youtube.com/watch?v=30Weelq9J88&list=PL61D144FF7C36ECD3) y en otros, puestos en Youtube con el nombre: 20 años del colegio Nuevo Horizonte

De otra parte, en estos procesos que históricamente se relatan, podemos decir que en la mayoría de los casos, los padres de familia brillaron por su ausencia, pues en algunos apartes se destaca la falta de preocupación por sus hijos e hijas y por los procesos en la institución educativa, hecho aún no modificado en la actualidad. “Una de las mayores problemáticas que enfrenta la institución escolar -reza el relato- es la falta de interés por parte de los padres de familia en el proceso educativo de sus  hijos/as, ya que no se preocupan porque los niños/as cumplan con los deberes de la institución o tengan los materiales requeridos. Además, no acuden  al llamado de los docentes en las citaciones, en ocasiones solamente se limitan a matricular”, puntualiza Cárdena( 2005, 3).  

Ahora bien, la interpretación del débil vinculo de los padres de familia en la institución, da cuenta de la ausencia de una conciencia acerca del valor de los padres en el colegio, en el proceso de formación de sus hijos. Raúl Cuero, uno de los científicos colombianos más destacadas en el siglo XXI, por sus aportes a la humanidadd (2012, 92), señala que "la formación de los niños en edad preescolar es una responsabilidad de los padres y no de los profesores"; no obstante, las políticas educativas tienden a que la escuela se encargue, cada vez mas, de la formación familiar y del cuidado de los menores. 

Esta situación riñe con la lógica escolar actual, con los deseos de los maestros y de los directivos docentes, agentes que siguen abogando porque la familia asuma el papel educativo que le corresponde, incluso constitucionalmente: educar a sus hijos. Es una escuela que sigue delineando su quehacer educativo añorando la existencia de la familia nuclear y desconociendo las nuevas tipologías de familia, configuradas a partir de las transformaciones sociales. El problema reside en que la escuela no se ha modernizado al ritmo de la sociedad. Juan Carlos Tedesco (1995) trae a colación el modo como la familia ha variado su composición y sus roles, entre tanto, la escuela hace ingentes esfuerzos para mantener su boceto. “Entre la familia de hoy y la de finales del siglo pasado hay una distancia enorme, mientras que entre la escuela de hoy y la escuela de fin de siglo los cambios son mucho menos significativos”

 En este momento, por ejemplo, los currículos formales deben reconocer la concurrencia de educandos provenientes de familias, conformadas por parejas del mismo sexo. Dentro de esta perorata es importante decir, que la acción, un tanto asistencialista de la escuela, está respondiendo a un esquema retrogrado y perverso de asumir el proceso educativo, en cuanto a la socialización y formación se refiere. 

En la actualidad pautas de crianza y valores, que son responsabilidad de la familia, los están asumiendo las maestras de preescolar y las madres comunitarias, verbi gracia, normas de higiene y alimentación; la primaria, a su turno, le está correspondiendo llenar el vacío que el preescolar dejó,desatendiendo su rol en la formación que le corresponde a ese ciclo y auspiciando el que seguirá, de la misma guisa, en la Básica en la Media  y en la Universidad, a tal punto que en el Alma Mater, por ejemplo, se están haciendo reuniones con los padres de familia de los estudiantes, para orientarlos e invitarlos a cuidar integralmente a sus hijos, pese a que ya son mayores de edad. ¡Qué tal que en la época en fuimos estudiantes universitarios a nuestras padres les hubiese tocado asistir a reuniones, en mi caso en la U. Nacional, con unos padres que solo tenían tiempo para las labores del campo y a duras penas para asistir al solemne grado!. No, nuestros padres y abuelos hicieron lo propio en la familia, en la escuela y en el colegio,  a pesar de su nula o escasa escolarización.     

Y el reclamo por la presencia de los padres, en la formación de los hijos, no es para darles lecciones, sino para estimular sus observaciones, despertar la curiosidad y alimentar las preguntas, dimensiones fundantes de la experiencia que servirá de faro en el proceso escolar; pues esas observaciones y esa experiencia son el capital cultural, que le permite al niño y al adolescente comprender y afirmar los conocimientos que la escuela le comparte. Pero si un niño no ha tenido ese primer contacto con la naturaleza, con el campo, pues muy difícilmente podrá afianzar los aportes de la biología, la Geografía, la Física, la Música, la Química y las humanidades. Ya en la educación superior, el educando podrá crear teorías escudriñando la experiencia, sistematizando y dándole contenido científico a las observaciones hechas en la infancia al lado de sus padres. 

La desorganización de los padres de familia por las políticas actuales

En el atardecer es de 1950 y en la aurora de 1960 aparecen dos formas de organización de las comunidades en América Latina, erigidas, de algún modo, por la Alianza para el Progreso: La Acción Comunal en la que fueron pioneros Fals Borda y Camilo Torres Restrepo, entre otros eméritos profesores de la U. Nacional de Colombia.El segundo embrión organizativo fue la Asociación de Padres de Familia, destinado a fortalecer el proceso educativo escolar. Estos embriones, con el paso del tiempo, tomaron cuerpo y apoyaron la gestión comunitaria en la consecución de servicios y bienes para los asociados, para sus familias y para el vecindario.

Las Asociaciones de padres crecieron tanto que en cada jornada escolar había una asociación, generalmente, con personería jurídica. Lastimosamente tales organismos le sirvieron al estado como "cajeros automáticos"; es decir, recolectaban las cuotas obligatorias y con ellas suplían la ausencia estatal en cuanto a gastos de funcionamiento, más que en la cualificación de sus miembros para su potenciación como sujetos culturales y para el apoyo educativo. A mediados de 1990, con la expedición de la Ley General de la Educación, hay un despertar de las asociaciones en lo atinente a su rol como personas jurídicas, autónomas, con patrimonio y gobierno propios. Fue tan significativo el impulso estatal, que en Bogotá, además de robustecerlas y vigorizarlas se avanzó en la constitución de las Ligas de Padres de Familia, por localidad. Lamentablemente el proceso fue cooptado por líderes que estancaron su crecimiento. Afortunadamente hay una memoria consignada en textos como: La comunidad educativa: Nuevo encuentro social, pedagógico y cultural (García S. Bárbara, 996), Los padres de familia como educadores (González Blanco, José I. en: revista Paideia No 14), entre otros.      
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En los albores del siglo XXI aparece la Ley 715 y con ella el aniquilamiento de las Asociaciones, por la vía de la fusión de los entonces centros educativos.Toda ese capital social, constituido durante cuatro décadas, fue enterrado, quebrantando la organización y pasando las asociaciones a un plano de bajo perfil, con la peregrina idea de que los Consejos de Padres serían la alternativa en cuanto a representación, toma de decisiones y fortalecimiento del proceso educativo. Los PEI también son afectados por el resquebrajamiento  de la organización escolar con la incongruente Ley.

Hoy se percibe un ausentismo de los padres de familia en los colegios, un desolador panorama, un desánimo por la participación y un no querer saber de los problemas de los colegios, porque saben que cuando los llaman es más para escuchar quejas, firmar compromisos y asumir la responsabilidad con la formación de sus hijos, asunto que en la crianza relegaron y que ahora ya lo ven difícil dado que, a un buen número de padres, los hijos se les "han salido de las manos", llegando a la triste manifestación: "profe, usted haga lo que pueda, porque yo ya no puedo con Él (Ella)". 
          
 A MANERA DE CIERRE…

Le paso el cerrojo a este escrito diciendo con el Quijote: “si este caballo nos trajo hasta acá, seguramente nos devolverá a tierra.” Si esta descripción y argumentación ha puesto en evidencia la capacidad, el talento, la fecundidad, el coraje y la vida de unos maestros y maestras, para llamar la atención acerca de unas prácticas cotidianas, que el currículo formal no reconoce en su dinámica, entonces la reflexión debe conducir a volver la vista atrás, como diría Machado, para valorar el currículo oculto y la necesidad de su vinculación con el currículo formal. En el caso de los formadores de docentes, tanto en la Normal como en la Universidad, el artículo los invita a ajustar sus enseñanzas con los contesto reales de unos escolares y de unas comunidades aún sin contextualizar “a la colombiana”     

Con esta publicación cierro el capítulo del currículo, capítulo en el que apenas quedan enunciadas algunas reflexiones sobre estudiantes, padres de familia, educadores y el contexto institucional o si se quiere una introducción en los Ambientes Básicos de Aprendizaje. El sentido de estas publicaciones es provocar el acercamiento a las entrañas de la escuela para investigarla, describirla, discutir los relatos y pensarla más desde la realidad. En palabras de Stephen Kemmis (1998, 210), al referirse a las implicaciones para la escuela y la empresa, en el 4° Congreso de Investigación-Acción, Aprendizaje y Gestión de Procesos, realizado en Cartagena de Indias, en 1997: “Los maestros en sus escuelas podrían formar grupos críticos de investigación activa que vayan progresivamente incorporando estudiantes y otros miembros de las escuelas a una labor colaborativa de auto-reflexión. A nivel de sistemas, ésto significa, que los asesores, organizadores y supervisores de currículo deben devolver la responsabilidad de las políticas  educativas a los maestros  y a otros en el terreno... Tal es la naturaleza de la Investigación Acción emancipativa  como expresión de la ciencia crítica de la educación”

Otras Fuentes.
CUERO Raúl (2012) Cómo ser creativo para triunfar. Bogotá DC, Interemdio editores.   
KEMMIS, Stephen (1998), citado por FALS BORDA, Orlando (compilador) Participación Popular: Retos del futuro. Santa Fe de Bogotá: Tercer Mundo Editores.  

José Israel González B., julio 28 de 2013

[1] 



domingo, 21 de julio de 2013

Currículo... maestros y directivos docentes.


LAS MAESTRAS Y LOS MAESTROS

En el abordaje del currículo y en la historicidad de la escuela, los maestros son protagonistas de primer plano. Tangencialmente, dijimos, en un texto anterior, que el currículo data de la Grecia Antigua, pasando por la educación homérica, la clásica y la helenística, de la cual habla el profesor Jaramillo Uribe (1990, p.19). En esa época y ese lugar, los paidólogos, en la ciudad referida y los libertos cultos en Roma, surcaron el terreno de la cultura con las primeras prácticas educativas.     

En lo atinente a la escuela colombiana, sabemos por Crónica del desarraigo y, luego, por Maestro, escuela y vida cotidiana en Santafé colonial (1999), que Agustín Joseph de Torres, fue el maestro iniciador de la primera escuela pública de Santa Fe de Bogotá, la escuela Pública de las Primeras Letras de San Carlos, anexa al Colegio Mayor y una de las cinco del virreinato al lado de las escuelas anexas de Tunja, Cartagena, Pamplona y Popayán. Conforman el ramillete de maestros pioneros, Juan de la Cruz Gastelbondo y Melchor Zerón. De ahí en adelante, pasando por las referencias de Jesús Alberto Echeverri (1984, p.45), sobre Dimitas Arias, Manjarrez y Zeferino Guadalete, hasta llegar al Movimiento Pedagógico y a  los expedicionarios, la lista es interminable; destacándose, en todo caso, que la presencia de la mujer es preponderante( supera el 75%), aunque la historia de Bronce no registre el peso femenino en ese largo río que avanza mezclándose con todo” como diría Sartre, al disertar acerca de la historia de vida.

Respecto a Nuevo Horizonte y con base en la sistematización de varias experiencias, hemos aludido a unas maestras y a maestros intelectuales, trabajadoras de la cultura, prácticos educativos, profesionales reflexivos, innovadores, problematizadores, marginales, sujetos políticos, fronterizos y hasta anfibios culturales, arquetipos evidentes en el día a día de las prácticas pedagógicas. Pero esta genealogía realizada con los cristales de las pedagogías críticas, es muy singular, al lado de otras taxonomías como la de Agustín Nieto Caballero, hecha a comienzos del siglo XX, matizando los maestros heróicos, “mitad anacoretas y  mitad apóstoles en acción”; los  pintorescos, “fósiles con el rótulo del año en que terminaron su formación, que no conservaban ni siquiera los conocimientos utilizados el día de los exámenes de grado y los maestros tropicales, los latinistas, los fúnebres y taxis.

La tipologización de Nuevo Horizonte, aunque no es la regla general, dista de los hallazgos encontrados en Bogotá a finales del siglo XX por Arturo Alape (1997, p. 40). El autor de El Bogotazo, en su investigación encontró, con el auspicio informativo de profesores y estudiantes, 19 posibles tipos de maestros a saber: comprometidos, quienes aman su labor; los maestros no comprometidos, limitados a dictar sus clases y nada más; el indiferente, preparador y dictador de clase; el maestro isla, sólo se ve en el aula sin frecuentar los demás escenarios de la institución; el maestro fantasma, aparece de vez en cuando y desaparece rápidamente; el sabelotodo, muy solemne, subestimador de los demás y siempre se auto-atribuye tener la razón.

Los resultados de la sistematización de las 7 experiencias, contrastan con una tipificación de los profesores, realizada por algunos estudiantes y publicada por El Espectador (1998), en la cual denotan: “los profesores revolución por dentro, los sicóticos, los perfectos idiotas, los pervertidos, los socráticos, los gocetas, los macrobióticos y los degenerados absolutos.”( p.4C). Más aún, deja en cuestión la acotada aseveración del profesor Rafael Flórez, (1986, p.6)), al asegurar que el maestro que tenemos “es el maestro que merecemos, es el maestro que ha demandado la sociedad y que no hace más que cumplir su función, objetivamente asignada. La actividad no inteligente está institucionalizada oficialmente, en el país desde hace muchos años.”  

DIRECTIVOS DOCENTES ENRARECIDOS

Dentro de la referencia al currículo, no se puede dejar por fuera el rol del directivo docente. Guillermo Bustamante (2003, p.56), en una alusión que hace a la evaluación en el Distrito, recuerda: “De una evaluación centrada en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como núcleo educativo de la calidad de la educación, se ha pasado a una visión más sistémica, que enfatiza el contexto y la gestión institucional”. La génesis de esta política, se remonta a la Declaración Mundial de Educación para todos: Satisfacción de las Necesidades Básicas de Aprendizaje, acontecimiento que tuvo lugar en Jomtiem, Tailandia en 1990.

Allí, se plasmó el mandato de concentrar la  atención en el aprendizaje, aumentar los servicios de educación básica de calidad, poner atención a las adquisiciones y resultados del aprendizaje real, aplicar sistemas de calificación de sus logros, y se enfatizó también, en que el servicio de educación básica para todos, depende de un compromiso y una voluntad política, seguida de adecuadas medidas fiscales y reforzada por reformas políticas y fortalecimientos institucionales.

Este fantasma de la recomposición capitalista que ha recorrido el mundo, reorientó el quehacer del directivo docente, despedagogizándolo y llevándolo a una práctica instrumental; por estos lados, es muy difícil encontrar el profesional práctico reflexivo, porque las tareas de la administración no le dan tiempo y ello ha afecta notoriamente la vida en la institución. El directivo docente le apuesta al currículo normatizado, al currículo de centro, no al de frontera; tan notoria es la situación, que Casassus atribuye la centralización curricular a “la forma que tuvieron los estados latinoamericanos para constituirse en nación”. En expresiones de Pierre Bourdieu, estamos hablando de la teoría de la Reproducción. 

La educación para la emancipación se aleja cada vez más, con ese esquema de gestión gerencial, burocrático; entre otras cosas, porque  -lo dice Aguerrondo (1996)- “los sistemas de gestión no han pasado del modelo artesanal al modelo de gestión profesional… los sistemas de gestión y administración que todavía sobreviven son los que acompañaron a surgimiento de los sistemas escolares y responden, en la gran mayoría de los casos, a modelos de organización institucional pre burocráticos(p. 95).  

Mientras que las voces de los maestros y las maestras defensores de lo público y de nuestro oficio clamamos por la innovación, por la transformación social, por la construcción de currículos pertinentes, por el lugar de la pedagogía y la política, gran número de directivos docentes y administraciones resguardan las políticas de sesgo economicista, mandan en vez de persuadir -como diría Hannah Arendt (1989)- al discernir sobre la política. Algunas investigaciones realizadas en América Latina, indican que la ausencia de un directivo docente académico, pedagogo, investigador e inteligente emocional, ha contribuido con la baja calidad educativa. Carlos Miñana (2003), En el Vaivén de la hamaca, demuestra la manera como el directivo docente del modelo de gestión pasa su tiempo en la institución y fuera de ella en reuniones y cumpliendo con tareas que no son de corte pedagógico ni didáctico. Parodiando a J. Lenon, se diría que la dirección es algo que pasa, mientras el directivo docente está ocupado haciendo otras cosas.  

El directivo docente de principios de milenio, pese a ser buena persona, a veces jovial, respetuoso y flexible en determinadas circunstancias, ha incorporado en su labor toda la política de la escuela competitiva, no escapa a la tentación de actuar más como administrativo que como pedagogo; no obstante, tener como formación natural la pedagogía y haber adquirido lo administrativo, por la senda del ascenso, su quehacer se ha enrarecido. Nuestro directivo docente, requiere ser un excelente lector para engrandecerse, un sobresaliente escritor que dibuje lo que piensa el alma, un agente autónomo y no heterónomo, un ser que entienda la participación como la toma de decisiones consensuadas, un sujeto que comprenda que la democracia implica el reconocimiento del otro como persona y como profesional singular, un investigador que de cuenta del conocimiento psicológico y sociocultural de sus estudiantes, del entorno y del mundo, un práctico reflexivo, un directivo constructor de políticas y no ejecutor de normas, un intelectual de frontera, un hombre y una mujer que no se proclamen  funcionarios sino profesionales de la educación, un colega que no se sienta añejo, ni cansado sino que despierte ese niño, esa niña, esa juventud que lleva por dentro. Otra dirección docente es posible, es hora de dar el paso, “un viaje de mil millas comienza por un paso”.

La experiencia de Microcentros, es una pista para seguir el viaje. “Para lograrlo -apuntala Melo (2005, p.3)- se requiere un proceso de aprendizaje tal, que conduzca al directivo docente y al docente a reconocerse como persona, como pedagogo, como investigador, como intelectual y como sujeto constructor de políticas educativas, más que como ejecutor de las mismas. Nosotros reiteramos, que así cuantitativamente los docentes seamos minoría en la comunidad educativa se requiere iniciar con ellos  y ellas cualquier proceso de trabajo”  

Las actuaciones tanto de maestros como de directivos y del personal administrativo, tienen mucho  que  ver  con  lo  ético,  lo  político  y   lo  filosófico.  Sien  embargo,  señala  Foucault -pedagogo crítico regeneracionista, al decir de Kemmis (1996)- “el problema ético, social y filosófico que se nos plantea hoy no consiste tanto en liberar al individuo del Estado y sus instituciones, cuanto liberarnos a nosotros mismos del Estado y del tipo de individualización que este conlleva”(p.80). Lo primero que hizo Henry David Throreau (1985), para enseñarnos la desobediencia civil, fue alterar el orden de sus nombres y ello le llevó a elucubrar la siguiente expresión: “en la mañana nos bautizan; al mediodía, el sol ha borrado nuestro nombre; al atardecer, quisiéramos bautizarnos nosotros” (p.10). Nuestra historia magisterial está muy ligada con este proceso, fuimos bautizados en la Normal y rebautizados en la Universidad como pedagogos, los fuertes soles del neoliberalismo han querido borrar ese nombre de pila, pero todavía podemos hacer mucho: bautizarnos con los nombres hallados en el Fogoncito de Horizonte· y hacer honor a ellos.

Nada más apropiado para el cultivo de estos deseos, que el modelo pedagógico en el cual se fincan las esperanzas de un representativo grupo de maestros, estudiantes y padres de familia. “El modelo -en palabras de Ordoñez, (2005, p.3)- “plantea la formación de personas gestoras de su propio conocimiento, emancipadoras, libertarias, autónomas, capaces de tomar decisiones, transformadores de su entorno, capaces de resolver sus conflictos, conocedores de sus deberes y sus derechos, con capacidad de afrontar la realidad, en otras palabras es un modelo que busca dimensionarse plasmando sus intenciones especialmente  en el currículo oculto”.

Dentro de la dinámica curricular, no escapa a la mente de los sistematizadores la loable postura de los maestros y la directora de Rural Horizonte, cuando la SED, obedeciendo los cánones del MEN ordena retirar a los maestros mal llamados de apoyo. Así lo narra la maestra que acabamos de citar: “Hay que destacar aquí también la importancia del profesor consecuente con la educación pública y la solidaridad en el desarrollo de la labor docente para hacer que los niños y niñas del Distrito Capital reciban la mejor educación de sus profesores, como lo hicieron los profesores de la sede C al defender el proyecto, al no permitir el traslado del profesor de Educación Física, quien debía salir desplazado por el famoso parámetro y aumento de la jornada laboral”(p.4). Pero los estudiantes no se quedan atrás, manifiestan su desafuero a través de una carta a la Secretaría de Educación*       

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 

ALAPE, Arturo. (Mayo, 1997) Los posibles perfiles del maestro.  Educación y Ciudad. 40-47.  
BARBERO, Jesús Martín (Septiembre, 1996). Heredando el futuro. Pensar la educación desde la comunicación. Nómadas Nº 5.10-22
BOURDIEU, Pierre (1983). Cosas dichas, Barcelona, España: editorial Gedisa,
BUSTAMANTE ZAMUDIO, Guillermo y Díaz M. Luis G. (2003). Factores Asociables al desempeño de los estudiantes. Bogotá D.C: Universidad Nacional de Colombia.  
SÁNCHEZ MONTESDEOCA, Yenny Isabel (2005). Rastros y rostros de Nuevo Horizonte. Sin editar.
CÁRDENAS, Luz Ángela. (2005) Desarrollo de procesos en lectura y escritura. Bogotá DC. Sin editar.
ECHEVERRY, Jesús Alberto (Julio, 1984). Historias de Maestros.  Educación y Cultura. 45-51.
EDWARDS R., Verónica (1995). El currículo y la práctica pedagógica: Análisis de dos contextos de formación en Chile.  Revista Colombiana de Educación. 34.
FLÓREZ OCHOA, Rafael (1994). Hacia una pedagogía del conocimiento. Santafé de  Bogotá: Mc. Graw-Hill
GENTILI, Pablo. (1997. Cultura, política y currículo. Ensayos sobre la crisis de la escuela pública. Buenos Aires: Editorial Losada.
GIMENO SACRISTÁN, José (1993). El currículum. Comprender y transformar la enseñanza. Madrid: Ediciones Morata.  
GIROUX, Henry A (1996). Placeres inquietantes. Barcelona: Paidos.  
GONZÁLEZ B., José I. (1999). El gobierno escolar. Hacia una pedagogía de la participación. Bogotá DC: Universidad Nacional Abierta y a Distancia.
GONZÁLEZ B., José Israel (Junio, 2004). El aula de clase: la orquesta con singulares intérpretes. Bogotá DC: Revista Internacional Magisterio.16.
 GONZÁLEZ BLANCO, José Israel y otra (Julio, 2007). Los cinco sentidos de una maestra a la colombiana.  Revista Latinoamericana de Estudios Educativos. 141-146.
JARAMILLO URIBE, Jaime. (1990). Historia de la pedagogía como historia de la cultura. Bogotá DE: Fondo Nacional Universitario.  
JARES, Xesus (1999). Educación y Derechos Humanos. Madrid: Editorial Popular.
 MAGENDZO Abraham (1996). Currículo, Educación para la Democracia en la Modernidad. Biblioteca Ideas. Colección de documentos. Instituto Internacional de Gobernabilidad.
MARIÑO, Germán (2003). El recreo: maestros en una experiencia de investigación-acción. Experiencias de investigación. Caracas: Federación Internacional de Fe y Alegría. 
MARTÍNEZ BOOM, Alberto y otros (1989). Crónica del desarraigo. Historia del maestro colombiano. Bogotá DE: editorial Magisterio.
MARTÍNEZ BOOM, Alberto y otros (1994). Currículo y Modernización.Cuatro décadas de educación  en Colombia.  Santafé de  Bogotá: Foro Nacional por Colombia / Tercer Milenio.
MEJÍA, Marco Raúl (1995). Educación y escuela en el fin de siglo. Bogotá DC: CINEP. 
MESA, Orlando (Marzo, 1995). Currículo es cultura. Bogotá DC: Instituto para el Desarrollo de la Democracia LUIS Carlos Galán: Paideia.22-24.   
MONTEALEGRE, Henry (23 de septiembre de 2001). Hay que construir muros que ensanchen el espíritu. El Colombiano, Medellín, Colombia.
ROMERO, José Luis (1999). Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Medellín: Universidad de Antioquia.
SÁNCHEZ MONTESDEOCA, Yenny Isabel y otros (2006). Innovación, Currículo, Conflicto y Participación. Bogotà DC, Codice.
TOMASEVSKI, Katerina (Junio, 2004). El Derecho a la Educación en Colombia. Educación y Cultura. 40. 
YUNIS Turbay, Emilio (2004). ¿Por qué somos así?. Bogotá DC: Temis.  


José Israel González B y otros.
Nota. Como es una secuencia sobre el currículo, mantengo las misma fuentes con el ánimo de facilitar la documentación de la lectura.


· El Fogoncito de Horizonte es el nombre cariñoso con el que conocemos a nuestro colegio. Su denominación tiene que ver con la manera como están dispuestas geográficamente las tres sedes escolares que lo integran, y por las tensiones humanas que se viven entre los diferentes actores de la comunidad educativa. 
* Radicación E-2002-033667, 10 -04- 002. Destinatario: Cecilia María Vélez W. Remitente: Comité Estudiantil.
* Sobre el particular se puede consultar la ponencia: La normal y la universidad: nidos de polluelos de corto vuelo, presentada el año 2008 en la U. de Antioquia y publicada en www.idep.edu.co/documentos/foro.

lunes, 15 de julio de 2013

El currículo...los estudiantes...


LOS ESTUDIANTES...


Aduce el profesor Yunis (2004, p. 201) al contestar la pregunta “¿Por qué somos así?”, que “para poder tener una mirada critica es importante sentirse extraño, forastero”. La Orientación Escolar, por la especificidad de su trabajo, asiste al concierto no como espectador sino como un sujeto activo, que lee, interpreta y actúa con fines terapéuticos, pedagógicos, investiga, promocional y preventivamente. En ese estilo de actuación descifra el pentagrama, en compañía de sus colegas, ese algo nuevo de la sociedad que altera la cultura prefigurada (evocando a Margaret Mead); es decir, los estereotipos que concuerdan con las etapas que declaran el semiólogo Armando Silva y el genetista en mención, pero más centrados en el panorama de la educación pública citadina.

En la metáfora del concierto descuellan, entre otros músicos e interpretes: En una investigación realizada por 24 maestras y maestros del colegio Distrital Nuevo Horizonte[1] encontramos entre otros, los siguientes prototipos: los homo videns; los alumnos del chat, el internet, el mail y la Web; los menores trabajadores; los alumnos contraventores e infractores; los integrantes de las “tribus urbanas”; los consumidores de sustancias psicoactivas y los que se encuentran en riesgo de caer en ello; los niños, niñas y jóvenes con el virus del suicidio; los niños, niñas y jóvenes desplazados por el conflicto armado; los escolares con necesidades educativas especiales; las madres de la infancia; las niñas y niños que están estudiando obligados por sus padres; los que van por el refrigerio; los que atacan verbal y físicamente a los maestros y maestras.

También revuelan por el pentagrama los escolares que van a clase cuando quieren y pueden, las madres y padres estudiantes, losa que son pareja, los menores que trabajan delinquiendo, los alumnos y alumnas que asisten a la institución y en la otra jornada asumen el rol de la pandilla, los niños y niñas maltratadas y maltratados física, sicológica y sexualmente, los que empiezan a explicitar opciones sexuales no tradicionales, los niños y niñas con problemas de aprendizaje y en el aprendizaje, los niños, niñas y jóvenes que tienen bajo rendimiento académico, los llamados indisciplinados, los que padecen enfermedades físicas y mentales, los que tienen vocaciones escondidas y asumen actitudes engañosas para salirse con la suya, los que entran al colegio pero no asisten a las clases, y los otros 25 corresponden a la categoría de los “normales”, sumisos, deprimidos, cepilleros, nerdos, los que asisten a clase pero “le hacen conejo” a la misma. No obstante, la concepción de los alumnos de los nuevos colegios de Bogotá, registra otros prototipos.

Los nombres de Pila...


Una vez realizada esta tipologización, inconclusa por cierto, se pasa a materializar esos conceptos en el aula de clase con los beneficiarios del Derecho a la Educación. Allí, la heterogeneidad impide la educación masiva, pone en cuestión la pretendida homogenización adulada por el discurso de los estándares curriculares.

Dolores, por ejemplo, llama la atención ante el estropeo brutal de sus padres, causado porque la madre llegó de trabajar y no le tenía lista la comida, pero como la misma niña lo sostenía  llorando: “¿Cómo le hacía la comida profe si ella no me dejó con qué?. Justiniano aduce que no es ecuánime que lo envíen a Coordinación, pues la tarea no la hizo por falta de tiempo, su padre, quien no vive con él, le asigna la meta de recolectar 5.000 pesos en un semáforo o en algún improvisado parqueadero, llevarlos a la mamá y con eso hacer de comer.

Pasión explicita su desinterés, puesto que  está en embarazo y su proyecto de vida tiene como techo conseguir una compañía, lograr que le suministren alimentación si no para ella, para “ese nuevo ser que no tiene la culpa de nada”, abogando implícitamente por el respeto como mujer.
Dormitila llega a dormir sobre el pupitre, asiste obligada al colegio; no le gusta, dado que en la calle la pasa chévere pegándose sus elevaditas con las colillas de maracachafa que le pasan, asunto del cual su madre, cabeza de familia, no tiene mucho conocimiento y se resiste a creerlo, porque intuye que eso que le cuentan las vecinas sobre las andanzas de la niña es puro chisme. A Bolívar le encantan las maquinitas, él prefiere ahorrar las monedas para ir y jugarlas en la tienda, pero ha sido claro al manifestar que si el colegio tuviese un computador para cada estudiante o al menos para él sólo, el problema ya no sería para el acceso sino para sacarlo todos los días del aula, ya que así estudiaría con “barraquera.

Campos se muestra muy confundido, de una parte porque está recién llegado de Borbur, lugar que abandonó su familia por amenazas de grupos armados, ante lo cual se identifica como desplazado. De otra, al parecer lo más que lo afecta, porque en un Jean Day no supo danzar al estilo citadino trayéndole como consecuencia la discriminación, el estigma, la, burla y la exclusión. Placedes viene a clase cuando quiere; es decir, en los momentos en que no hay tareas, cuando hay Jean Day, el día en que los estudiantes salen más temprano o sencillamente, cuando no hay más que hacer.

Leopoldina no gusta del escribir, no copia con juicio aquello que se le dicta, aduciendo que eso es muy cansón para ella, que más bien después se adelanta, pero al indagar, las verdaderas causas están en la  no-práctica del arte de leer, confunde letras, no sabe usar las mayúsculas, su caligrafía deja mucho que desear y para completar trae cuaderno, pero el esfero se lo hurtan cada nada, a tal hecho que la mamá sentenció no comprarle ni uno más este año.

A Telésforo, haciendo eco de la raíz de su nombre, lo hechizan las películas, por él las clases deberían hacerse con un TV en salón, poco le agradan la lectura y la escritura; además, es muy disperso, no escucha la voz de la profe, aunque sí carga en la maleta un walk man que pone a funcionar en el momento menos esperado.

Marina, Francisco, Gildardo, Augusto y Nancy son muy bellas personas, no molestan para nada, si uno les dice que se paren ellos lo hacen, si la profe les pide un favor, ellos no se niegan; pero su rendimiento es cada vez más precario, por la semblanza de sus cuerpos, por la palidez de sus rostros y por el estéril garbo al moverse, dan cuenta de un estado de desnutrición agudo, empero hacen ingentes esfuerzos por nutrirse mentalmente, pero la debilidad física se los impide.               

Mardoqueo es un niño que no tiene amigos en el salón, porque para él todos son “nenas”. A Mardoqueo le gusta estar con los adultos, es decir, con jóvenes de la pandilla, con “hombrecitos” y no con chinitos que por cualquier cosa dan quejas. En esas aventuras, ya fue detenido por la policía, durmió un fin de semana en la 30 con 12, al decir de un tío “lo cogieron con las manos en la masa” tocándole como pariente, firmar una fianza en ausencia de sus  progenitores, para dejarlo en libertad. Dicen algunos, que en la jerga del Código del Menor se llama “menores infractores”. Pero en el salón también está Merardo, un estudiante con déficit cognitivo, es un chico que no rinde en las asignaturas igual que los demás, su ritmo evoca el elogio de la lentitud, pero a los profes les exige mucha cuerda para poderlo entender y sobre todo para lograr que los 49 restantes, no alteren la tranquilidad alcanzada, mientras se le indica el trabajo al niño integrado.   

Por su parte Casabuenas, Feliciano, Michel y Estela, Ofelia y Fortunato son un minúsculo grupo proveniente de la extinta familia nuclear, cuentan con unos padres que se preocupan por ellos, van al colegio, preguntan por sus estudios, les aportan lo necesario para hacer sus trabajos, siempre llegan bien bañados, con el uniforme pulcro, concurren a todas las clases, permanecen alborozados, se  sobreponen a las situaciones disímiles, cumplen con sus deberes, saludan y practican el buen humor. De ellos no hay quejas, visitan al coordinador pero en misión distinta a las sanciones, no gustan de las groserías, hacen más tareas de las indicadas, consultan en internet,  traen los trabajos en computador, sostienen cualquier discusión en clase. Con ellos el problema es de ritmo, unas veces se les ha colocado de monitores, pero ello no les gusta mucho por el desgaste que causa, otras veces hay que pasar por la pena de dejarlos un poco de lado, mientras los demás se adelantan.          

La actitud de Gloria es muy similar a la de los hermanos Wright, la pasa echando globos en las clases, debido a que su padre la ha abandonado, su madre es bebedora de trago, el padrastro ha intentado abusar sexualmente de ella, y las clases no la motivan, porque no le ayudan a resolver tan complejas ecuaciones. Pero Estrella no se queda atrás, sus compañeros lo llaman cariñosamente la astronauta, está de cuerpo presente en el salón, pero “vive en las nubes”, varias veces ha intentado suicidarse; a causa de no hallarle sabor a la vida y por la carga de problemas tan intensa, sin embargo, arguye que el colegio es un escape, precisamente porque en él puede desahogarse peleando, gritando, haciendo sufrir a los profes y compañeros, llamado la atención para que la consientan; en fin, haciéndole trampa a tan macabra idea que le  ronda en la cabeza. Soledad por su parte, permanece aislada, ausente de sugestivas conversaciones de sus compañeros, costumbre  que replica en la casa, lugar donde comparte la jornada contraria al estudio con un perro y en las noches, en medio del sueño, interactúa con su padre.   
           
Debería seguir enunciando la situación de cada estudiante del curso, para mostrar cómo los niños, niñas y jóvenes beneficiarios del Derecho a la Educación, están lejos de sentirse sujetos de la misma, porque las penurias del diario vivir los asfixia, les trastoca el pensamiento, les quebranta las emociones y los obliga a ser ellos mismos, a pesar de la escuela. Esos  niños y niñas encarnan las secuelas de la violencia, corroboran la  tesis del William Ospina (2001, p.6) al observar: “hoy los colombianos somos víctimas de los tres grandes males que echaron a perder a Macondo: la fiebre del insomnio, el huracán de las guerras, la hojarasca de la compañía bananera,”  huelga decir, la empresa cocalera.

Expuesto de otro modo, la peste del olvido, la locura de la venganza, la ignorancia de nosotros mismos  es lo que nos ha hecho incapaces de resistir a la dependencia, a la depredación y al saqueo; no obstante, me dispongo a terminar este relato, no sin antes reconocer, que en medio de fuertes oleadas de halitosis, provocadas por la subvaloración del cuerpo y la desnutrición, entre aires cortados por la flatulencia, que produce la malnutrición y el hambre, porque éstas también huelen, inmersos en el corazón de la inteligencia de niños, niñas y jóvenes, que pulula por doquier junto al trabajo diligente aunque desgastador y vilipendiado de maestros y maestras, bajo la presión del Estado neo-regulador y de sus políticas fiscalistas, con hechos más o hechos menos transcurre la vida en cualquier escuela o colegio público macondiano, sin que la sociedad sea sensible con ello. Esas personas que se ignoran, -asevera Borges (1972)- están salvando el mundo”. 

Pero el aula también confirma la invocación de santos, santas y de científicos como la de Piaget, pidiéndoles la iluminación acerca de la comprensión en estos estudiantes bogotanos a través de sus teorías del desarrollo intelectual, moral y biológico. El tiempo pasa, los pupilos no se detienen y la respuesta no llega tan rápida del cielo como es de esperarse. Pero, como dicen los abuelitos que acompañan a los escolares, “Dios no desampara a quien crió”. En esa angustiosa e inquebrantable búsqueda, concurren los vivos, los estudiosos del asunto, para decir, mire profe: La televisión desordena las secuencias del aprendizaje por edades y etapas. El problema de fondo –sigue hablando el filósofo-  es cómo insertar la escuela en un ecosistema comunicativo”  porque,“la escuela encarna y prolonga, como ninguna otra institución, el régimen de saber que instituyó la comunicación del texto impreso”( Barbero, 1996, 12)

La respuesta de Jesús Martín Barbero (1996) no me tranquiliza, al contrario me deja en vilo -expone la maestra-, entonces procedo a encomendarme a Kohlberg intentando comprender el asunto de la moral, y preciso que me encuentro con Carol Gilligan, para quien los estadios y los niveles preconvencional, convencional y postconvencional, ingeniados por este psicólogo fueron valiosos en su época, en su contexto y ahora no son más que un referente histórico, para este complejo mare mágnum escolar macondiano, que tiene más explicaciones por la teoría del Caos y la Complejidad, que por cualquier otro arista. Pero Barbero sigue desconcertando al profe al revelarle: lo verdaderamente revolucionario en la televisión es que ella permite a los más jóvenes estar presentes en las interacciones entre adultos. “Es como si la sociedad entera hubiera tomado la decisión de autorizar a los niños a asistir a las guerras, a los entierros, a los juegos de seducción, los interludios sexuales a las intrigas criminales” (p. 16). 

En todo caso, concluye la maestra, queda en evidencia que en el análisis de las políticas públicas educativas merecen especial interés los sujetos de la educación, es decir, los estudiantes, toda vez que ellos y ellas son el centro del proceso educativo, tal como lo sentenció el paidocentrismo. Queda también en el banquillo, la tesis de Katarina Tomasevski (2004, p.40), cuya trama central se inclina porque la institución es la que debe adaptarse a l niño y a la niña y no ellos y ellas a la institución. Igualmente, hay que plantear que la Bogotá sin indiferencia y la Bogotá Positiva… no pueden imaginarse la realización del Derecho a la Educación sin la protección de los Derechos Humanos, Profesionales, Sindicales  y Económicos de los Educadores.

Y cerramos la perorata hipotetizando, prosigue en el relato, que mientras no haya una política pública que dirija la enseñanza, el aprendizaje, el diseño de las aulas y los ambientes escolares, la cualificación y formación de los maestros, maestras y directivos docentes, la distribución de los tiempos y espacios, reduciendo el número de estudiantes por salón y aumentando las aulas, teniendo en cuenta las características sicológicas y socioculturales de los estudiantes que hoy asisten a la escuela, será muy difícil, casi inútil, insistir en una educación de calidad y en la vivencia de los derechos humanos; no obstante, estas condiciones adveras convocan a los maestros y maestras en su sabiduría a innovar, a experimentar, a ir más allá de la lúgubre expresión: uno hace lo que puede con estos niños.

En otras palabras, a ingeniar una nueva escuela, un colegio a imagen y semejanza de los niños, niñas y jóvenes, sobre la base del acumulado histórico. “Todavía nos queda un país de fondo por descubrir en medio del desastre, una Colombia secreta que ya no cabe en los moldes que nos habíamos forjado con nuestros desatinos históricos” asegura García Márquez (2002, p.2) en su carta: La patria amada aunque distante. Entre tanto, Simón Rodríguez levantaría su voz desde ultratumba para bosquejarnos la disyunción: O inventamos o erramos. Nuestro Nobel culminaría con broche de oro reconociendo, que “Colombia está aprendiendo a sobrevivir con una fe indestructible, cuyo mérito mayor es el de ser más fructífera cuanto más adversa” (p. 3).

Ser más fructíferos y fructíferas en cuanto más adversa sea la situación, en estos momentos de crisis, es el reto. Pero como lo explicita el extinto profesor Gutiérrez Girardot (1998, p.264), citando a José Luis Romero (1999, p. 125), las crisis no son la culminación de un proceso, como siempre se piensa, sino “los momentos, en que empieza a imponerse algo nuevo en la sociedad”. Ese algo nuevo, lo tenemos en las aulas de clase y lo que se ha descrito son apenas síntomas; la pregunta culminante sería: Y ¿si no somos los educadores quienes tomamos la delantera en su comprensión y transformación, entonces quién, y si no es ahora cuándo?

[1] Ver: GONZÁLEZ BLANCO, José Israel y otros (2009). Un Viaje por los Arquetipos. Un aporte interdisciplinario a las Ciencias Humanas. Bogotá DC, editorial Magisterio, pp 255- 263.

José Israel González B. Bogotá DC, julio de 2013

miércoles, 10 de julio de 2013

Currículo...salones de clase, baños, biblioteca, cafetería.

LOS SALONES DE CLASE...


El aula de clase es un espacio de interrelación en la que estudiantes, maestros y maestras, conocimientos e ignorancias, saberes, poder, comunicación, afectos y desafectos, intencionalidades, emociones, tristezas y alegrías, amores y desamores, imaginarios y cultura; se ponen en escena en un ritual llamado escolarización, donde la enseñanza y el aprendizaje son dos acontecimientos palpables. Invocando nuevamente el lenguaje metafórico, el aula es un concierto en el cual músicos con diferentes ritmos, tonalidades, experiencias y notas musicales hacen sonar la cultura sincrónica y diacrónica de la humanidad. En esa lógica de razonamiento, el aula decodifica las partituras a partir de la práctica de la enseñanza y el aprendizaje, la reflexión, el pensamiento, el amor y la imaginación. Empero, la escuela ha puesto su propio ritmo, en muchos casos, siguiendo la configuración de quienes enarbolan la varita denominada política educativa.   

El aula de clase es una parada para los maestros y maestras de lunes a viernes, algunos desde la salida del sol hasta el cenit y otros desde el meridiano hasta la salida de la luna. Es el lugar donde maestros y educandos pasan alrededor de 9000 minutos mensuales dedicados al arte de enseñar, de aprender y de dejar aprender. El aula es un recinto de investigación en el que maestros y estudiantes se ocupan de la producción de conocimientos, de la elucubración de pensamientos y del goce que oferta el arte, inmerso el de enseñar, leer, escribir y en menor intensidad, instruir.

No obstante, el sentido del aula sea convocar a pensar, a veces se convierte para algunos alumnos en un espantajo, no quieren ingresar a ella, hacen paradas en el corredor, unas veces en el peregrinaje hacia la entrada, otras, abandonando el salón para posar cual palomas, queriendo soltar vuelo al occidente. Durante la parada en la calle, ahí junto a las escaleras, al parqueadero y al patio, dilatan la llegada al salón de clase. En el discurso de las pedagogías críticas, diríamos que declaran resistencias al rito escolar.

El aula de clase es un cuerpo que permite consumar disímiles lecturas. Es la parada en la que los caminantes respiran diferentes aromas, unas procedentes de los humores que expelen los 45 y más cuerpos, otros originados en elementos materiales y artificiales. También se respiran aires de esperanza, desesperanza y proyección social. El aula de clase es la parada que facilita ver, mirar, ojear ontologías y hojear cuadernos, allí 90 ojos iluminan las cuatro paredes de ladrillo, el techo o los bordes del patio.

En esa parada se saborean saberes, se degustan afectos, se percibe lo ácido del deber, lo dulce del derecho y lo agridulce de la responsabilidad de ser maestro-a y estudiante, pero también se relame la comida chatarra que colma los bolsillos de los educandos, unas veces como ración de refrigerio y otras como producto para la venta clandestina. Literalmente diremos, rememorando  a Gentili (1997, p.26), que las papas fritas y el currículo se encuentran en el aula, en el patio, en la cafetería y hasta en el baño. 

El aula de clase es un sujeto vivo desde donde están llamadas a emerger las políticas educativas para confrontar a un mundo globalizado. También -sostiene Marco Raúl Mejía (1995, p.93)- es el escenario donde el maestro o la maestra le pueden torcer el pescuezo a las intencionalidades de una política neoconservadora que orbita alrededor del mercado, los estándares y las competencias. El salón de clase es el espacio apto para que los pedagogos críticos sean los parteros de la subjetividad insurgente a la cual convoca Giroux (1996). Los educadores -anota este investigador- “han de estar atentos a las necesidades de desarrollar una pedagogía de la ubicación y de la lucha” (p.103).  

El aula de clase es el firmamento que alberga las sensibilidades de los actores sumergidos en ella. Es una cabina que entrecruza tonalidades, coros, ritmos, unas cargadas de ternura, otras saturadas de ira, malhumor e indiferencia. En el aula de clase tiene lugar también el silencio, el autismo intelectual, la mudez, la conversación, el diálogo y el debate. El aula de clase es un concierto de voces que se ponen cita todos los días en el colegio. En términos de moda, el salón es una red de interacciones culturales cuyos nudos y nodos son los mismos estudiantes.   

El aula de clase expone en símbolos el currículo de centro y de frontera. Al hacer el vínculo entre la terminación del recreo y la reiniciación de las clase, consigna el relato “mientras tanto, el salón descansa del bullicio y a la vez espera vacío con las paredes sordas de tanto ruido; un remedo de graffiti inscrito en pintura negra; unos pupitres repletos de letreros que los maestros y maestras casi no decodificamos, por los hechizos que portan en el sentido de la escritura, por los arcanos que los guarnecen; unos pupitres anclados en rígidas filas de tiempo atrás denunciando rituales de la pedagogía tradicional, aunque a veces se diga lo contrario; unas ventanas que no soportan el peso intenso de las emergentes culturas de la infancia y la juventud y que en sus vidrios dejan ver la oscuridad que separa el aula del contexto; un tablero acrílico de fondo blanco testificante de la modernización de la escuela, al menos en uno de los tantos medios tecnológicos” (p.10).

El firmamento también pone en evidencia la situación de las estrellas y sus fulgores. En la caracterización física se pudo precisar, que oficialmente un estudiante debe contar con 2.20 metros en el salón, sin embargo, los salones en promedio tienen 1.2 metros por estudiante, la sede A, cuenta con 1.2 metros por estudiante; la sede B, cuenta con el porcentaje más alto 1.4 metros por estudiante; y la sede C, el porcentaje más bajo con 1.02 metros por estudiante, siendo el parámetro de un colegio de 940 o de 1410 estudiantes 2.20 metros para primaria o secundaria. En el año 2005, las maestras de matemáticas de la sede A, jornada de la mañana, hicieron el ejercicio de relacionar las dimensiones de las aulas con el guarismo de estudiantes; encontrando, por ejemplo, que el curso 601 cuenta con un área de 43 metros y a él asisten 44 escolares más los profesores, ecuación que indica menos de un metro por persona. De ello, apuntala Triana (2005), “sabe la SED, la Personería y otras entidades de la ciudad” (p.2).
 
Pero el informe se adentra en la especificidad de saberes, para mostrar, que los salones de arte según parámetro de la SED deben ser de 2.2 metros por estudiante, la realidad es que la sede A no tiene salón, la sede B tampoco y en la sede C se ha destinado un salón común y corriente para ello con un porcentaje de 1.02 metros y el promedio de la institución es de 0.34 metros.

Los laboratorios de Química y Biología no son la excepción. En la sede de bachillerato el porcentaje es de 0.27metros; en la sede B, es cero y en la sede C, es 0.26;  para un promedio institucional de 0.17; siendo el parámetro de 2.2,  para un total de: 84 metros para biología, 84 para física y química y 84 metros para tecnología. Se agrava la situación al observar que esas carrocerías fueron ensambladas para una época que no es la actual, para unos pasajeros que no son los de hoy y con unos materiales que no se corresponden con las exigencias de la ciencia y la tecnología contemporáneas.  

Quedó faltando en la caracterización la medida de los salones comunales, aquellos espacios construidos por las comunidades para actividades plurivalentes como: vivienda paliativa del vecino desplazado o más desprotegido, velación de cadáveres, almacenamiento de materiales, jardín infantil, reuniones comunitarias y por supuesto para acoger a los niños de la escuela o del colegio, quienes por edificación de aulas, por arreglo de las mismas o sencillamente por carencia de espacios locativos, han tenido que valerse de esos medios para no interrumpir el proceso educativo. Dicho de otra manera, el exiguo millón de pesos promedio destinados por el Estado Colombiano a la educación pública y la progresividad no alcanzan para ofrecer salones dignos a los escolares que transitan por la educación, sobre todo en los sectores más vulnerables de la población. Esa cuantía deja mucho que pensar, al compararla con los 8.000 dólares que en promedio asignan algunos colegios privados a niños y niñas también colombianos.

LOS BAÑOS.


Otro dispositivo de interrelación del colegio con el mundo interior y exterior, son los baños; sin ello la vida estaría amenazada. Pero decir que los baños y todo lo que allí acontece es parte del currículo suena rimbombante, sobre todo cuando el currículo se comprime a la enseñanza y al aprendizaje en los salones de clase. No obstante, el baño es una extensión del aula de clase. El baño  -retomando los íconos del informe de Caminos seguros*- es una parada de las más codiciadas por el placer que produce a los visitantes, y se vuelve problema cuando adolece de higiene y cuando está cerrado, situación que no debería presentarse, toda vez que los cuerpos de los 1600 estudiantes están en constante metabolismo y actividad fisiológica.

Los cuerpos de las niñas, por ejemplo, experimentan, por su edad, menstruaciones no reguladas, dado el proceso de madurez hormonal principiado. En el caso de los niños, niñas y personal de la institución, por las condiciones de baja temperatura y por las mismas características de la alimentación, sufren trastornos orgánicos relacionados con la defección y micción. El baño es un refugio de los estudiantes, que no sienten interés por determinados temas, es el diván que permite el desencadenamiento de emociones por la vía de la somatización. En el baño hacen presencia los componentes axiológico y afectivo, transversales en el currículo. 

Los baños son otro de los medios que expresión las resistencias de los alumnos hacia la oferta educativa. Son un lugar de encuentro, de fuga, de disimulo y de acicalamiento. Son la zona de citación para programar diversas actividades ajenas al currículo tradicional; en fin, los baños son un medio para la conspiración, el desfogue y el placer. Los baños simbolizan la homogeneidad social en que se ha querido encajar a los niños, niñas y jóvenes desde el pensamiento de los adultos. Una manera de ilustrar el asunto, es recordar la ubicación de los orinales de los niños y las tazas para las niñas, en las vetustas escuelas públicas, comparándolas con los recientes colegios en concesión.

La caracterización mostró que en la sede A, el promedio es 12 metros, en la sede B y en la sede C, 7 metros; con  un promedio institucional de 8.6 metros. Pero más allá de los imaginarios que exteriorizan los educandos conexos con el manejo del servicio, encontramos que son las personas del aseo quienes determinan en qué momentos y quiénes pueden hacer uso del servicio, lo que pone en evidencia que el currículum, según Magendzo(1996) “es el resultado de relaciones al interior y entre campos complejos de fuerzas, que se establecen entre agentes en lucha por una forma específica de poder” ( p.36). Mientras tanto, los maestros y maestras, nos beneficiamos del algún retrete en la sala de profesores, unas veces, otras en lugares aledaños a ella. Curiosamente, en la sede A está frente a la tarima de la cuota inicial de cocina. Sobresalen en los estrechos cuartos la falta de agua, la carencia de ventilación y la saturación de papel periódico, materiales de clase, papel reciclable; pero por ninguna parte asoma el papel higiénico, el jabón y la toalla, entre otros aditamentos de la higiene corporal. Por supuesto que ni para unos ni para otros, existen regaderas ni otros accesorios que si se usan en centros comerciales y en los hogares, por ejemplo. 

LA BIBLIOTECA



La biblioteca -escribe Kepa Osorio Iturbe (2002, p.49)- “ha de ser el corazón de la escuela, el eje sobre el cual gire el desarrollo del currículo, el motor del cambio y la mejora, el  primer lugar del sistema educativo, más tarde y como consecuencia, del entramado social en todos los aspectos culturales éticos y estéticos”. La biblioteca es tierra fértil, de la que brota el bosque más exuberante, si la regamos los maestros, padres, alumnos y bibliotecarios, dispuestos a cultivar el conocimiento y la cultura. La biblioteca es un manantial eterno de información, de sugerencias, de actividades socioculturales y festivas. La biblioteca debe ser una codiciada fuente inagotable de herramientas para ampliar el conocimiento, y al mismo tiempo, la cuna de la fantasía, el hogar de lo poético, el rincón de la palabra serena, la amistad, la libertad y los sueños. Marco Raúl Mejía (1995, p.93), en su libro Educación y escuela en el fin de siglo encabeza su análisis, estableciendo que “el cambio más radical que conlleva a la revolución científico-tecnológica es el predominio de la información sobre la energía, en lo que autores comienzan a llamar tercera dimensión de la materia”.  

La biblioteca escolar cobija, por tanto, espacios dedicados a las técnicas de estudio, del trabajo intelectual, de la investigación documental y la interpretación del lenguaje: verbal, escrito, audiovisual y de la palabra electrónica. En este peregrinar, -retomando la analogía de Caminos Seguros- la biblioteca debería ser una parada fascinante, atractiva y de mucha intensidad emocional y cognitiva. En Nuevo Horizonte, la biblioteca es un espantajo, es un lugar, que pese a contar con uno de los pocos espacios estéticos del plantel, casi siempre espanta a los viajeros; es decir, a los lectores, a aquellas gentes nómadas -como los denomina Michéle Petit (2002)-  que cazan furtivamente en los campos que no han escrito (p.27).

Nuestra biblioteca no es un manantial de información y de actividades culturales, prácticamente es una piedra en el camino, que hace tropezar a los transeúntes, generándoles traspiés intelectuales. La biblioteca no es cuna de la fantasía, ni hogar de lo poético, tampoco es el rincón de la palabra serena, la amistad, la libertad y los sueños, porque sus puertas durante largo rato permanecen cerradas literal y metafóricamente, así estén abiertas, allí no hay convocatoria, no se destila el apasionamiento por actividades de lectura, escritura, por el debate.

Coyunturalmente, se tienen actividades pero organizadas desde afuera. Nuestra biblioteca no es siquiera un atajo -como ocurre en otros colegios- donde purgan el castigo de la llegada tarde o del mal comportamiento, medida, por supuesto absurda, pero esos son atajos peligrosos en el abordaje del camino. Y no porque la biblioteca per se no tenga que ofrecer, no, allí hay una  roca inagotable de energía epistemológica, histórica, filosófica, lingüística, política, artística, curricular, tecnológica y social de saberes destinada a los caminantes, a los viajeros de la lectura y a los cirujanos de la escritura. Quienes han logrado bucear en ese mar, dan cuenta de sus fantasías, de sus especies y del sosiego que producen las oleadas de saber. 

La subutilización de la biblioteca simboliza a Gmork, -personaje de la película Historia sin fin- el hombre bestia que persigue a un guerrero infantil, que quiere salvar al reino de Fantasía, de una peste que lo está acabando, llamada “la nada”. La Fantasía no tiene límite y por ello Atreyu pregunta que por qué está muriendo. La respuesta de Gmork es “porque los humanos están perdiendo sus esperanzas y olvidando sus sueños. Así es como la nada se vuelve más fuerte. Y, ¿qué es la nada? -interpela el indómito niño-. La nada no es más que el vacío que queda, la desolación que destruye este mundo, y mi encomienda -asienta Gmork- es ayudar a la nada, porque el humano sin esperanzas es fácil de controlar, y aquel que tenga el control, tendrá el poder.

Podemos acabar este aparte recordando que un buen número de investigadores sobre la educación y de las prácticas educativas en Colombia, sostiene que la mala educación es uno de los principales factores de discriminación social, de exclusión; pues refuerza las ventajas de los sectores con mejores recursos económicos y culturales, y se debe ante todo a la incapacidad de la escuela para enseñar a leer. La pedagogía de la ubicación apunta -según Giroux (1996, p. 106))- a la necesidad de que los trabajadores de la cultura “vuelvan a descubrir y construir nuevos espacios para afrontar la pedagogía crítica como una relación de teoría y práctica”.

Retornando a la fábula, la biblioteca es un bosque donde los animales también aprenden a correr, trepar, nadar y volar, pero se requiere de geógrafos como los que tuvo el Principito y de naves como la B-615, para llegar a ella y poder mirar las estrellas, esos astros cuya luminiscencia es la información o si se quiere -acudiendo a Pierre Bourdieu (1993, p.76)- el capital cultural acumulado por la humanidad en libros, periódicos, vídeos y demás lenguajes existentes.       


CAFETERÍA, TIENDA Y REFRIGERIO. 


La caracterización evidenció, que en lo que corresponde a este apetecido lugar, la sede A no cuenta con cafetería para estudiantes, salvo la venta de productos por una ventana. La sede B, temporalmente usa un salón para vender productos y en la sede C, el problema es aún mayor, porque no cuenta ni con patio de descanso, ni con cafetería. Volviendo a los parámetros estipulados por la SED, se debe contar con aula múltiple, baños, emisora y bienestar estudiantil para un total de 545 metros. La cafetería es un lugar en el que se surte a los educandos de bienes de consumo generalmente no balanceados. El lugar de recepción es un improvisado corredor en el cual los educandos que cuentan con algún dinero compran, no lo que quieren sino lo que les ofrecen. En este rito ocurren innumerables hechos, que van desde la solidaridad de determinados niños y niñas con sus compañeros, hasta la sustracción de los alimentos.

La dinámica que se vive en la cafetería y en las tiendas escolares -hoy levantadas en la calle por vendedores ambulantes, porque el refrigerio las desplazó, en el caso de la primaria y el preescolar- a la hora del receso, evoca la teoría de Charles Darwin, respecto a la selección natural, podríamos aseverar que hay darwinismo social: “el pez grande se come al chico”, “el vivo vive del bobo.”  Dicho de otra manera, el más irrespetuoso vulnera la buena voluntad y la tolerancia de los más calmados o “disciplinados”. La cafetería -volviendo a la comparación-  pese a ser una parada por la naturaleza de su función social y económica, es un espantajo que genera temor, desconfianza y poca motivación, dado que el alumno comprador, muchas veces “va por lana y sale trasquilado”. Parodiando el sentido de los Derechos Humanos, podríamos hipotetizar, que el Derecho a la Seguridad Alimentaria, vindicado en el Plan de Desarrollo de la ciudad con el eslogan Bogotá sin Indiferencia, contra el hambre y la exclusión, está pidiendo a gritos una salida digna, en cuanto a bienestar estudiantil se refiere.

En lo atinente a los maestros y maestras, vale decir que somos un poco más afortunados con relación a los escolares, en cuanto a uso de un espacio mínimamente adecuado, en lo referente a tiempos, al ingreso, al uso de mobiliario e incluso, en ocasiones, a poder comprar lo que se quiere. No obstante, las condiciones no son las mejores para unos profesionales que dedican su energía al trabajo intelectual, en un lugar con bastantes interferencias energéticas, con una temperatura que desgasta calorías y el brío del cuerpo. La cafetería, empero, es parada que convoca a unos maestros y maestras, espantajo para otros y otras y atajo en cuanto, posibilita, por encima del olor a cebolla, manteca, a quemado y guiso, a acudir allí a conversar, leer, escribir, organizar el trabajo pedagógico y atender a visitantes.

De los actos acaecidos en este lugar, se puede decir que tal como se viene legitimando, la cafetería no contribuye a la formación moral, ética ni política deseada en el currículo tradicional, porque lo que viene haciendo carrera es la desigualdad, a través del uso del poder y la comunicación verticales e inequitativos, y a eso tenemos que ponerle mucho cuidado.

En una reciente investigación realizada por Juan Casassus( 2002, p.135), prologada por Alain Tauraine, acerca del origen de las desigualdades que se visibilizan en la escuela, sostiene que “gran parte de la desigualdad que se observa en la escuela y a su salida se produce en ella misma y no es heredada de las diferencias entre familias cuyos hijos van a la escuela”. La prohibición a los educandos de ingresar a la cafetería, por razones valederas, salvo algunas excepciones, pone en evidencia la no vivencia del Derecho a la Igualdad y a la Libertad, tan sólo por enunciar un caso para la discusión. Buscar la ruta de la igualdad por la vía de la educación como derechos conexos, centrando la atención en el Derecho a la Adaptabilidad de la institución, a las condiciones de los educandos y no de ellos a ésta como ocurre con el hacinamiento auspiciado por los estilos de construcción de las plantas físicas, es una tarea para esta administración si quiere ser consecuente con el restablecimiento de los derechos de los jóvenes, niños, niñas, adultos, y con el reconocimiento de maestros y maestras como intelectuales, pedagogos y sujetos de derechos. Está demostrado que el cerebro se enciende con el desafío, pero se amilana con la amenaza.

Podemos concluir la sesión de El árbol que deja ver el bosque, arriesgando tres ideas-fuerza: La primera, colegir que el recreo, el patio, los salones de clase, los baños, la biblioteca y la cafetería entre otros áreas, son escenarios en los cuales crece y se fortalece el currículo oculto,  prácticamente nublándole los ojos currículo oficial. Leonardo Carrington(1995, p.13)) sentencia, que “el deber del ojo derecho es sumergirse en el telescopio, mientras que el ojo izquierdo interroga al microscopio”. En nuestro caso, el currículo explícito debería sumergirse en el currículo de frontera para examinarlo, para inquirirlo y articularlo, pero ello no está sucediendo; de ahí, que el microscopio no esté viendo lo que debe ver.

La segunda conclusión, puede desarrollarse diciendo con el profesor Rafael Rodríguez( 1993, p. 13), que el problema en el currículo oficial no son las autopistas; es decir, los fines y propósitos de la educación, pues ellos están medianamente trazados, el quid del asunto está en el diseño, en la carrocería y en el motor del auto, llegando a afectar a los conductores del mismo. Puesto de otro modo, de muy poco sirve tener un menú como ocurre en los restaurantes si a los comensales no les apetece y si los espacios en que se ofrece no brindan las condiciones propicias para su consumo y metabolización. El recreo, las clases, el patio, los salones, los baños, la biblioteca, los laboratorios, la cafetería, los tiempos, los recursos y los medios tecnológicos no son dispositivos garantes para la formación y socialización de unos pasajeros posmodernos, como los describe Acnes Heller (1998) y Finkielkraut. 

La tercera idea, gira alrededor de la necesidad de seguir construyendo currículos de base, pero articulando componentes como los que se acaban de visibilizar y otros aún sin reconocer. Los planes de estudio deben ocuparse de la superación de esas meriendas tan pobres culturalmente  y dedicarse, a las que, según el profesor Orlando Mesa (1995, p. 7)), son las que explican por qué nuestro país “es pobre culturalmente frente a otros países”. La articulación coherente entre las autopistas, la pertinencia de las carrocerías a esos asfaltos, la congruencia del motor y el combustible, la actualización del conductor o la conductora y la satisfacción de las exigencias de los pasajeros, son las voces que claman, porque el currículo sea cultura y no llanamente papas fritas. El fin está en los medios, como el árbol en la semilla -sostenía Gandhi-. Por consiguiente, decía él: "se trata de buscar y poner en práctica medios que sean coherentes con el fin perseguido".

Concluyamos transitoriamente este acápite, reiterando que los caparazones donde tiene su seno el currículo de centro pertenecen a un momento histórico lejano, a los principios y fines de la escolarización y a los deseos y potencialidades de los pasajeros. El viajero principal, debe ser "incitado a participar y a definir las condiciones del propio proceso de aprendizaje; la determinación de los fines; la elección de los métodos y la evaluación de los resultados", escribe Xesus Jares (1999, p. 67).       

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS (son las mismas de la anterior publicación, las coloco para facilitar la lectura de este y de los siguientes artículos relativos al currículo).  

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