miércoles, 23 de diciembre de 2015

Escuela pública, Policía y Cortes

 
Algunos acontecimientos de fin de año y de inicio del mismo suscitan, en un considerable guarismo de docentes, por afinidad con el riguroso oficio, preguntas acerca de la educación de los protagonistas de las últimas noticias. Situaciones como la del presidente de la Corte Constitucional, algunos fallos del el Consejo de Estado, la de varios generales de la policía, la del mismo presidente de la república, los cuestionamientos al Fiscal General, al Procurador, al Defensor del Pueblo, a varios ministros, a los juraos de algunos reinados de belleza, a un representativo número de burgomaestres entrantes y salientes y un largo etcétera, conducen a preguntarnos por el pasado y el presente de la formación ética, moral y ciudadana, tanto de adultos como de niños y adolescentes. Los primeros en su pasado y los segundos en el aquí y en el ahora. En este sentido, llamo la atención acerca de tres elementos destacables en esos actos que son educativos.

Educación y escolaridad.

Hay consenso en que la educación no es un proceso que solamente acaece en la escuela, sino que en ella juegan parte activa la familia, la sociedad, el Estado y los medios de comunicación. “Mi educación se vio interrumpida con mi ingreso a la escuela”, escribe Bernard Shaw. García Márquez nos lo precisó aduciendo que: “La educación va desde la cuna hasta la tumba” con las connotaciones de inconforme, reflexiva e inspiradora de un nuevo modo de pensar e incitadora a descubrir quiénes somos. Delval y Lomelí (2013, 16) en su libro: La educación democrática para el siglo XXI, aseveran que: “La educación consiste en la transmisión sistemática de conocimientos y formas de conducta de unos individuos a otros, generalmente de los adultos a los miembros de la generación joven”. Algo similar a lo expuesto por Emilio Durkheim, a mediados del siglo XX, para quien la transmisión era cultural, centrada en  el desarrollo de las facultades intelectuales y morales del educando.

Vistas así las cosas, las acciones de altos funcionarios del gobierno, los magistrados y los generales, son actos educativos que, de manera consciente e inconsciente, repercuten, sin duda, en la formación de las nuevas generaciones; de una parte, porque son autoridades y, de otra, por la eficacia que tienen los medios de comunicación en la transmisión de información y de valores, asunto que otrora hizo la escuela. La interpelación que aflora a la vista es si esos funcionarios son conscientes de esa realidad y si lo son, por qué actúan de esa manera, y si no lo son por qué no se fijan en los valores negativos que le están endosando a las nuevas generaciones, a través del ejemplo y del aprendizaje vicario. “Ya se sabe que la única pedagogía es la pedagogía del ejemplo”, apunta William Ospina en La Franja Amarilla.

La formación ética y moral

Subrayemos, que la primera forma de enseñanza es el ejemplo, siendo lo más importante la coherencia entre el discurso y la práctica. Frank Kafka, veía con sorpresa que su padre les prohibía justamente todo aquello que él se permitía hacer, en la casa y en la vida. De allí prorrumpe su crítica certera a los desafueros de la patria potestad; en palabras de Alice Miller, el cuestionamiento al cuarto mandamiento o a la herencia de Moisés: "honrar a padre y madre". En lo afín a los acontecimientos, provocadores de esta reflexión,  emergen dos componentes sobre la formación de esos adultos, con rol de autoridades de la Ley, de moral y de la ética. De una parte, su formación familiar y ciudadana; de otra, su papel como educadores en esos dos campos.

En lo atinente a su formación familiar se supone, que los altos funcionarios, recibieron el ejemplo, a través de la  praxis de valores positivos básicos de sus progenitores y muy probablemente, por la tradición cultural colombiana, principios de la moral cristiana, para desempeñarse bien en la vida. “Dios y patria”, reza el eslogan de la Policía Nacional. En el caso de la escuela, sin duda, su formación transitó bajo el paraguas del discurso pedagógico de las teorías de Piaget y de Kohlberg, muy en auge en el siglo XX. Del sicólogo suizo se puede destacar, para el asunto que nos ocupa, la incidencia, acaso, de las etapas del desarrollo cognitivo: la etapa de las operaciones concretas y la etapa operaciones formales. El quid del asunto, en el aquí y en ahora, está en que los mas de ocho millones de escolares que tiene el país no son ajenos al aprendizaje de prácticas como: la mentira usada por algunos gobernantes y funcionarios para “quedar bien”, para mantenerse en el cargo, verbi gracia: que “el presidente no le pidió la renuncia al un general”, que el presidente si se la pidió. También la actitud esquizofrénica de los mismos funcionarios, porque se dice, por ejemplo, “hay que respetar la Constitución, las leyes y las instituciones”, pero en la práctica eso no lo hacen. Y los niños, las niñas y adolescentes aprenden lo que ven, lo que escuchan y también lo que abstraen.

Aunque Piaget definió el concepto de heteronomía y de Autonomía, como etapas del desarrollo moral, es Kohlberg quien más se aproxima a este análisis, dado que el sicólogo estadounidense instauró, en su teoría sobre el Desarrollo Moral, tres niveles y 6 etapas, correspondiendo a la penúltima y a la última el estatus de los funcionarios objeto de polémica hecha, sobre todo por periodistas y ciudadanos de diversos matices. La etapa 5ª se ocupa de la "orientación del contrato social", en la que se parte de la premisa, que los individuos piensan en términos racionales, valoran la voluntad de la mayoría y el bienestar de la sociedad. Las leyes que comprometen los derechos humanos o la dignidad son consideradas injustas y merecen desafío. Sin embargo, la obediencia a la ley se sigue considerando mejor para la sociedad a largo plazo.  La 6ª  etapa del desarrollo moral es la de "moralidad de principios éticos universales", en la que el sujeto define el bien y el mal, basado en principios éticos, elegidos por él mismo, de su propia conciencia. Se basan en normas abstractas de respeto y justicia para todos los seres humanos que trascienden cualquier ley o contrato social. En esta etapa se procede de acuerdo con normas interiorizadas y se actuará mal si se va en contra de estos principios. Kohlberg pensaba que solo algunos adultos alcanzaban el estadio del auténtico razonamiento moral, dentro de esos adultos estarían magistrados, jueces, abogados, gobernantes, autoridades civiles, religiosas y militares, en general.

No obstante que los postulados de Piaget y Kohlberg han sido cuestionados, inicialmente por teorías como la de Chomsky, Gilligan,  Rest y Knowles, Alison Gopnik, Vigotski, entre otros investigadores, sirven como punto de referencia para el análisis, toda vez que, reitero, muy probablemente, los gobernantes actuales y funcionarios de alto rango en cuestión, fueron formados bajo la égida de esos conocimientos y en ese juicio es pertinente el análisis. Pero ojalá haya otros puntos de vista sobre el particular, para enriquecer el debate, al fin y al cabo la escuela no es ajena a los problemas que afectan a las gentes, los problemas de la vida, de las relaciones humanas, de los medios de comunicación, del deporte, de la cotidianidad, convirtiendo todo ello en temas de reflexión y análisis. “Eso es lo que la escuela tiene que enseñar fundamentalmente: a analizar los problemas”, asevera Delval.

Si nos atenemos a los aportes de Alison Gopnik, la situación es más preocupante, porque en sus estudios señala que “los niños de un año comprenden la diferencia entre acciones intencionadas y no intencionadas…los niños de tres ya han desarrollado una ética básica de afecto y compasión…comprenden las reglas y tratan de observarlas”. Los niños de dos años, aquellos que Piaget ubicaba en la etapa premoral, aseverando que aún no podían comprender los pensamientos de los demás; esos niños, escribe Gopnik, no solo actúan de forma verdaderamente moral, sino que además hacen juicios realmente morales. Así, no serían ocho millones de escolares los lastimados por esos adultos que, según Kohlberg, han debido alcanzar el estadio del auténtico razonamiento moral y ese mérito que los tiene ejerciendo altos cargos en el gobierno.
 
La escuela pública y la flor de Loto.

En esta bochornosa situación, la escuela pública brota como la flor de loto, emerge abante del lodazal en que la ha puesto el gobierno y la sociedad, por los bajos resultados en las evaluaciones, por los paros de los maestros, por la pobreza presupuestal a que la ha sometido, desde preescolar hasta la universidad, y por cuanta disfuncionalidad ocurre en la sociedad. Pese a sus falencias, la escuela pública colombiana cumple los mandatos de la Constitución y la ley, promueve el respeto de los Derechos Humanos y la Dignidad humana, lleva a cabo el Debido Proceso en la resolución de los problemas, acata las decisiones de jueces, tribunales y de las mismas Cortes, cuando se equivocan los gobiernos escolares. Son miles las tutelas que los alumnos le han ganado a la escuela, por sus desaciertos y ésta con humildad y respeto las ha aceptado y ha aprendido de sus contenidos. No hay ejemplos de desobediencia intencional, como si de impugnación, pero como parte del Debido Proceso o del Derecho a la Defensa.

Las relaciones entre maestros y alumnos se han visto interrumpidas por conflictos de variada naturaleza, pero a la luz de la Ley, de la Moral, de la Ética y de la Pedagogía se han resuelto, quedando siempre unos aprendizajes. El debate documentado, la racionalidad y la inteligencia emocional, lo mismo que la prevalencia de los derechos de los niños y las niñas, sobre los derechos de padres de familia y docentes, han sido la brújula en la resolución de los conflictos. La escuela ha sancionado a los alumnos transgresores y vulneradores de las normas de convivencia, respetando los Derechos Humanos de la comunidad educativa. No ha sido inferir a esos retos, pese a las adversidades en que se labora. 

Entre los docentes descuella la autorregulación, en la mayoría de los casos; es decir, si un colega actúa de manera irregular se le llama la atención, en los mejores términos, o se le pide a los inmediatos superiores, a los organismos de control o al sindicato que intervengan, impidiendo la impunidad y el causarle daño a la institución. Entre maestros y directivos docentes también se presentan conflictos, pero se busca solucionarlos de la manera más adecuada, con criterios y principios. El Debido Proceso, el Derecho de Petición, las tutelas y la apelación a las normas procedimentales son una costumbre, que contribuye y ha contribuido al mantenimiento de una ética y una estética, en la dinámica de la educación pública colombiana. Ha habido ocasiones en las que si un maestro o un directivo docente siente que es obstáculo, en el desarrollo de la institución, la conciencia le acusa que debe hacerse a un lado, por el bien de la educación pública y del gremio. Se instala, sin saberlo muchas veces, en el nivel Posconvencional, Autónomo o de Principios, según Kohlberg.  

 De lo expuesto hasta acá y dentro del contexto de los acuerdos de La Habana, vale la pena resaltar que una de las pocas instituciones maduras para el postconflicto es la escuela pública colombiana. Tenemos mucho que aprender, pero también bastante que enseñar.  “Debería estar claro que la paz negociada sólo le sirve a Colombia si es una paz que perfeccione la democracia, que ayude a convertir el país en lo que debió ser desde el 8 de agosto de 1819: una república decente, una democracia incluyente, con un Estado que defienda el trabajo, donde la economía no sea vender el suelo en bruto; donde tengamos industria, agricultura, mercado interno; una infraestructura pensada para favorecer al país y no sólo a unos cuantos empresarios; y un orden legal donde la protección de los débiles sea prioridad de las instituciones”, acota el escritor de Padua. 

Para poder avanzar, tal y como se percibe este variopinto gubernamental, queda claro que los gobernantes tienen que aprender de la escuela pública, de sus niños, niñas y educadores, muy poco o nada tienen que enseñarnos sobre todo si de ética, pedagogía y moral se trata. Tolstoi en: La imaginación y el arte en la infancia se pregunta en un artículo: “A quién y de qué enseñar a escribir: 
los hijos de los campesinos de nosotros o nosotros de ellos”.  

Algunas referencias
Delval, Juan et al (2013) La educación democrática para el siglo XXI, México, Siglo XXI editores.
Opnik, Alison (2010). El filósofo entre pañales. Madrid, Planeta.
Ospina, William (1999) ¿Dónde está la franja amarilla? Bogotá DC, editorial Norma.
Ospina, William (2008) La escuela de la noche.. Bogotá DC, editorial Norma.  


José Israel González B.
Bogotá DC, diciembre 23 de 2015

domingo, 29 de noviembre de 2015

La homosexualidad en adolescentes

-->
Cómo ser lesbiana y no morir en el intento

Bogotá, marcha población LGTBI, 2015

En un lugar de Macondo, de cuyo nombre me acuerdo todos los días, una adolescente, que experimenta un proceso metamórfico hacia su definición sexual, relata ante un conglomerado de compañeros suyos, la experiencia en la que ausculta las adversidades y la intención de muerte que la acompañó durante varios meses, ante tanta incomprensión de su entorno familiar; logrando, como en no todos los casos, superar las desdichas, dejar a la deriva la conducta suicida, dejar de ser –como diría Borges al referirse a la formación del escritor: “todos” , ser “otro” y ser hoy lo que sentía que debía ser: Ella misma. 


Es una historia de vida cotidiana que inicia en una familia humilde, conformada por el padre, madre y tres hijos. Una familia heterosexual, muy unida, según Safo. En el año 2015 acontece un episodio inesperado. Safo, una adolescente de 17 años, de ojos serenos, sonrisa contagiosa y cuerpo donairoso, le cuenta a su progenitora que le gustan las mujeres. La madre, estupefacta, la mira de arriba hacia abajo, contiene el habla, respira con dificultad y luego de transcurridos unos minutos le dice: “eso es una decisión suya”. Dichas estas palabras prosigue su camino hacia la cocina “a preparar algo”, para mitigar el cansancio y “la amargura” que le produce la inesperada confidencia.


A los hermanos menores la noticia no les incumbe mucho; empero, la hermanastra, mayor que Safo, al enterarse, la juzga, desdice de su decisión y la inquiere con preguntas como: ¿Por qué se volvió así, si usted no era así? ¿Quién le enseñó esas mañanas, el colegio? ¿De dónde sale con esas cosas, si en la casa nadie ha sido así? ¿Es que no fue capaz de enamorar a un hombre? ¡Así de fracasada está? ¡Nooooo, Dios mío!


No contenta con las preguntas fisgonas indispone a su madrastra, le hace sentir que la decisión es “grave para la familia… que es un desprestigio… que hable con ella para que desista. La madre, muy sensible porque sabe que la familia extensa le pasará cuenta de cobro, “por no haberla formado como se forma a una mujer”, comienza a hostigarla. Ella no tomó en serio la confesión de Safo y por eso comenzó a averiguarle: “¿Es verdad eso que me dijo?”. “Sí, es verdad, yo soy así y no lo elegí, para que lo sepa”, apunta con contundencia la hija. La madre, de nuevo, queda atónita, se malhumora y asienta: “me da asco… eres una sucia… esos son caprichos tuyos, de ahora en adelante te quedarás sola, porque yo no le voy a dar ningún apoyo a especímenes como tu…”   
Gay Pride, París, 2015. Fuente: mariapaulaga

El padre, un campesino que llegó a ciudad en busca de trabajo y con la esperanza de “sacar adelante a sus hijos”, ante la situación, una mañana de mayo, se encomienda al Altísimo, asiste a la ermita del barrio, enciende “unas lamparitas, reza varios padrenuestros y muchas avemarías, habla con un clérigo y le paga unas eucaristías para que ilumine a su hija y le “saque el mal que la tiene poseída”. Amparado en la ayuda divina, aborda a su primogénita antes de levantarse de la cama. Allí le dice: “¿ Usted cree que así alguien le da trabajo en la vida?” “¡Eso así nadie da ni un ají molido por usted”.


La adolescente, a su turno, no da mucho crédito a los puntos de vista de sus padres y de su hermanastra paterna; sencillamente acude a la razón para comprender por qué sus predecesores actúan de esa manera. “¿Acaso la sexualidad de una persona no es algo cotidiano? ¿La sexualidad es una cosa para discutirla entre hijos con padres y así definir el camino a seguir? ¿No se dan cuenta que en el gobierno de Colombia y en Bogotá hay ministros, funcionarios y parlamentarios homosexuales? ¿Qué hay de malo? ¿No ven que ya el gobierno aprobó el matrimonio y la adopción entre parejas del mismo sexo?“


Safo, al igual que Samsa, el personaje de Kafka, se sentía como una criatura herida, castigada, abominaba la autoridad, quería morir, no apetecía tantos insultos y vejámenes todos los días, en su casa. “Atentar contra la vida era la mejor solución”. Pero la adolescente no se da por vencida, acude al orientador del colegio, le cuenta la situación. “El me escucha, no me juzga, dialogamos muchas horas en disimiles días y sin ningún reparo me ayuda…él y mis compañeros me devuelven la esperanza”. Eso que acompañaba a Gregorio Samsa, aunque le causaba más frustraciones que complacencias.


“Un día, estando en la oficina de orientación, entra una llamada, él me dice que si le permito contestar -porque al parecer es algo urgente-, yo le digo que bueno, pues era mi mamá que estaba dentro del colegio, nos estaba mirando por la ventana, nada que hacer, ella lo sospechó… apagó el celular y le hizo una seña para que saliera… ¿Qué hacemos?, me preguntó con disimulo. Qué entre le dije yo, al toro a los cachos. Ella ingresó, ni tan siquiera saludo, sino de una le fue diciendo: ¡yo no se qué hacer con esta hija!. El orientador le dijo que se sentara, que le contara qué pasaba y en qué podía ayudarle el colegio. Ella de una le dijo, es que mi hija se volvió lesbiana ¿Cómo le parece? Tiene una novia y nosotros no estamos de acuerdo ni con la novia ni con que sea lesbiana”.


La conversación fue larga, y muy polémica, según lo relata Safo, pero muy productiva; tanto,  que “volví a la vida como el árbol que, en otoño, después de haber perdido las hojas, vuelve a retoñar… Mi mamá me abrazó, lloró en la oficina y me dijo que ella me iba a ayudar, pero que esperaba que cambiara, porque el problema no era tanto de ella conmigo sino de ella con la familia, con mis abuelitos y con los vecinos…yo no me comprometí con nada”


“Mi novia, -apunta Safo -me ha dado un gran apoyo. A ella, en la casa, no la molestan por tenerme de novia… Yo la quiero mucho, me encanta estar con ella…la conocí por las redes sociales y nos comunicamos constantemente, pero sucede que mi mamá se consiguió el Facebook y el teléfono, tal vez con ayuda de mi hermanastra, porque ella sola no sabe cómo … Ahí  el gobierno la cagó dándole poder a los padres para mirarle a uno el Facebook, el chat o el correo, porque mi mamá ahora me tiene embalada con mi pareja, porque se ha puesto a llamarla para decirle que tiene que olvidarse de mi, que ella luchará hasta separarnos, que si no nos apartamos entonces me la seguirá montando, que me hará sufrir, por culpa de ella”.


Las enseñanzas que se pueden colegir de la experiencia de Safo.

  1. La homosexualidad, sostiene Sócrates, en los diálogos platónicos, “es en realidad una forma más rica de amor, no ligada al impulso reproductivo y por tanto más pura y digna del hombre”.
  2. El homosexual es alguien que ha reprimido su heterosexualidad. “Parte de su energía síquica heterosexual fluye ahora hacia la homosexualidad que, en esencia, -como lo asevera Adolf Guggenbhül-Craig –siempre ha estado presente”. Esto no lo saben los padres de familia, para ellos es algo nuevo; tampoco hace parte del discurso pedagógico de los maestros, pero a estos últimos les obliga a respetar la diferencia, a investigar la temática y el cómo actuar éticamente, pedagógica y legalmente, porque: persignarse, murmurar, hacer juicios de valor a priori, persuadir al homosexual a apartase de su decisión, sugerirle consultar al médico o ponerlo a rezar, no es la alternativa profesional que demanda el niño y adolescente.
  3. La adolescente logra demostrar, con su actitud, aquello que la Ley General de la Educación colombiana ha puesto como objetivos comunes, en todos los niveles de la escolarización: “Formar la personalidad y la capacidad de asumir con responsabilidad y autonomía sus derechos y deberes”. Ella, según su relato, ha podido hacer aquello que muchos adultos ocultamos. Ser uno mismo. Recurriendo a Estanislao Zuleta, Safo ha podido pensar por si misma, penar en el lugar de los otros y ser consecuente.  
  4. Safo ha demostrado también la capacidad de resiliencia que acompaña al ser humano y que se puede sacar a flote, en situaciones difíciles como la de ella. “Lo que no es, en modo alguno, propio del valiente, es a triste rebelión del lamento y del resentimiento”, nos dice Nietzsche, en La Potencia, al referirse al accionar humano ante la amenaza del dolor y del sufrimiento.   
  5. La adolescente, con su experiencia, llama la atención a la sociedad, a la familia, al sistema educativo, acerca de la importancia de tener una sociedad con mejores conflictos, unos educadores que propendan más por el mínimo de dependencia y por el máximo de autonomía y por una educación que no reprima el pensamiento sino que lo estimule, que no ahorre la angustia de pensar, sino que estimule el deseo por por ella.
  6. Safo, con su actitud, interpela el legado de Moíses y pone al orden del día la importancia de valorar la vida, la infancia y a los nativos digitales, dentro de los cuales hay un segmento importante de población LGTBI, que quiere dialogar con los migrantes digitales.  

José Israel González Blanco

Bogotá DC, noviembre 29 de 2015.

lunes, 2 de noviembre de 2015

El Icfes y el Ministerio de Educación también se rajan en las Pruebas Saber

 
Las Pruebas Saber 11, en el mes de octubre, han sido objeto de análisis públicos, por parte de académicos y de los medios de comunicaciòn, principalmente. En las escuelas y colegios, sobre todo en los públicos, los debates son más del órden interno, entre otras razones, porque el desánimo que producen esos resultados y el manejo de los mismos en los medios impresos, radiales y de las pantallas, son desalentadores, porque no son los logros idealizados ni por el Estado ni por la sociedad, porque no son los mejores, en términos cuantitativos y, sobre todo, porque en esos exámenes no caben los procesos llevados a cabo en el aula, ni los contextos cotidianos. La discusión sobre las Pruebas Saber 11 ha opacado los acontecimientos con las Pruebas Saber de 3º, 5º, 7º y 9º, aplicadas a mediados de octubre de 2015, en 17.972 colegios, incluyendo 909.853 estudiantes de 3º, 848.847 de 5º, 11.207 de 7º y 665.948 de 9º. 
  
Según las declaraciones dadas, a la redacción de El Tiempo, el 19 de octubre de 2015, por la directora del Icfes: “Con las pruebas Saber buscamos llegar a todas las regiones de Colombia. Son 2 millones y medio de niños y jóvenes en todo el país los que estamos evaluando en sus competencias básicas. Es un insumo maravilloso para saber cómo están los estudiantes en términos de desempeño y para poder tomar decisiones que aporten a un mejor sistema educativo”.
 
“El insumo maravilloso…”. 

Desde la praxis escolar hay que decirle al ICFES y al Minsiterio de Educación que el “insumo maravilloso”, a la luz de la verdad, no dará cuenta de “cómo están los estudiantes en términos de desempeño”. Giorgos Seferis asevera, en uno de sus versos, que la primera gota de lluvia mató al verano. Basta con que en alguna parte caiga la primera gota de lluvia, y el verano está condenado irremediablemente. Esa gota de lluvia que cayó en algún colegio distrital, los días 21 y 22 de octubre del año en mención ha salpicado la supuesta solidez del “insumo maravilloso”. Veamos:

Los estudiantes convocados. Al menos 40 de los 122.343 estudiantes, candidatos a ser examinados en Bogotá, son gotas que condenan al verano, empezando porque no todos pudieron presentar la prueba por falta de equipos y otros lo hicieron en computadoras que no respondieron debidamente. Hubo estudiantes devueltos al aula de clase.

Los equipos. El Icfes y el MEN, por medio de los contratistas encargados de la prueba,  no previeron la disponibilidad de los equipos ni verificaron la calidad de los mismos, para presentar un examen de tan alta exigencia. Las personas encargadas ingresaron al aula desconociendo la capacidad instalada; por eso,  ni el Icfes ni el MEN podrán sostener que todos los estudiantes convocados a examen lo presentaron y que el pavo real triunfó en el país de los pinguinos.

El tiempo. El primer bloque, por citar un ejemplo, debía responderse en 45 minutos. El estudiante más afortunado en contestarlo, de grado 9º , demoró 87 minutos, es decir, 42 minutos más. Así aconteció con los demás bloques. ¿Por qué? Inexplicablemente, en una Secretaría de Educación como la de Bogotá DC, que cuenta con una REDP y con equipos de computación aceptables, el Icfes y el MEN no usaron esos medios sino que le entregaron a cada estudiante una USB con el examen. La USB no funcionó bien, incluso, en ocasiones hubo estudiantes que interrumpieron la secuencia del examen, porque ante cualquier roce el dispositivo se desactivaba.¿Por qué no se hace el examen en línea, como le tocará hacerlo a estos estudiantes cuando estén en la universidad, incluso en la realización de transacciones comerciales en la vida cotidiana?

Los estudiantes. Literalmente, como lo escribe Frank McCourtle, en Las cenizas de Ángela; “vuestra mente es un palacio”, aunque presentaron el examen llevando, algunos, sus zapatos y los sacos del uniforme rotos. Fue inferior el Icfes y el MEN en la puesta en escena de la prueba, improvisaron. Más aún, generaron malestar en los  alumnos, porque ante la lentitud, entre respuesta y respuesta, la producción de cortisol y de endorfinas se alteraron, manifestándose en el desánimo, la rabia por la demora, las ganas de abandonar el salón para ir a jugar con sus compañeros y para estar en su salón compartiendo con los profesores. La motivación se vio afectada lo mismo que el interés por los contenidos del examen. “Que cosa tan mamona” expresaron algunos estudiantes.

Generalmente las pruebas prohíben la ayuda entre los estudiantes por la sospecha de que “se copian” y eso es motivo de anulación. Pues en la prueba referida hubo contravención de la norma, los estudiantes, dada las falencias de la USB, tuvieron que ayudarse, técnicamente, unos con otros, sin la itención de copiarse. No obstante, las personas encargadas expresaron su contrariedad, pese a que minutos después, antes del descanso contemplado, la persona representante del Icfes les sugiriese avanzar, para que después del mismo todos comenzaran al tiempo el tercero y el cuarto bloque.  ¿El fin justifica los medios?

La actitud de ayuda, que desaprovechan las pruebas para fines educativos, propia de los seres humanos y un valor que la educación debe cultivar en los educandos, cobró importancia en esta ocasión, porque relajó a los examinados, activó la capacidad de ser amigos y compañeros  e incluso “de ser cómplices”, como lo afirma William Ospina cuando se interroga, en: Preguntas para una nueva educación  ¿Por qué tiene que ser necesariamente un error o una transgresión que el que no sabe una respuesta busque alguien que la sepa?

De los contenidos. Bastaría decir que los contenidos de las preguntas son homogenizantes, se busca que esos millones de niños examinados contesten lo que el Icfes quiere que le respondan; desconocen la autonomía de las instituciones escolares en cuanto a que cada colegio tiene su propio PEI, su currículo, su plan de estudios y eso no lo consultan los técnicos del Icfes para diseñar las pruebas. Además se parte del hecho que todos los niños presentan los mismos ritmos de comprensión, los mismos niveles de motivación, la misma capacidad de memoria y hasta la misma velocidad lectora, asuntos discutibles  e inexistentes.

Del aula. El Ministerio de Educación Nacional ha puesto en circulación, desde 2002, la Norma Técnica Colombia, referente a los Ambientes Pedagógicos Básicos, ratificada por el Consejo Directivo del ICONTEC, en 1999. En el caso que nos ocupa, el Ambiente Pedagógico Básico es el B, para el cual se establece que: "el salón de computadores" para "40 estudiantes" debe contar con una área de 2,2 metros cuadrados por estudainte. El aula donde los estudiantes, de 7o y 9o, llevaron a cabo el examen no cumple con esas dimensiones. Otro factor en contra de los resultados de la prueba.

Los técnicos de la prueba saber. Fueron tres las personas que asistieron al plantel, en disímiles momentos, para gestionar la aplicación de la prueba. Dos de ellas estuvieron con los alumnos de 9º y de 7º, en dos días distintos. En realidad, fue difuso el sentido de su presencia, porque otrora,  en los primeros tiempos en que iniciaron estas pruebas, recuerdo que los profesores del curso o de las áreas no podían ni asomarse a los salones donde examinaban a sus pupilos; pero esta vez al colegio le tocó poner a un maestro, cada día, a vigilar los exámenes sin contar con las indicaciones del caso. Entretanto, las dos funcionarias contemplaban la aplicación de la prueba. Fueron escasas la intervenciones, salvo para sugerir avanzar en el paso al tercer bloque, el cambio de unas USB dañadas y el diligenciamiento de unos formatos.

“Esta es una oportunidad para mirar cómo están nuestros estudiantes en los diferentes grados estratégicos de su trayectoria escolar de manera periódica”, declaró la minsitra de Educación, el 19 de octubre a El Tiempo. La cotidianidad indica que nuestros estudiantes están bien en cuanto a disposición y capacidad intelectual, pese a las adversidades sociales. La Prueba no anda bien ministra y directora del Icfes, se desplaza con mucha lentitud y nuestros estudiantes se movilizan con bastante agilidad. Es la oportunidad, ministra, para mirar otros asuntos de la evaluación y de la educación. De esta manera, no “podemos  valorar los avances en el tiempo y el impacto de los diferentes programas y acciones” que usted dice estar liderando desde el Ministerio de Educación, porque la veracidad no está  presente en su totalidad. 

Ojalá el colegio que refiero y la experiencia que relato hayan sido la excepción en Macondo, en la dinámica de las Pruebas Saber aludidas, aún así esta gota de lluvia mató al verano y de eso deben dar cuenta los resultados, en el momento de su publicación. Y, si en otras istituciones pasó algo similar, que según testimonios si ocurrió, entonces ya no estamos hablando de una gota de lluvia sino una tempestad que azotó a los centros escolares. ¿Y por los estragos de ese aguacero y por los damnificados quién responde, en lo económico, en lo social, en lo cultural, en lo político y en lo emocional, Dra Gina Parody y Dra Ximena Dueñas ? 

¿La culpa es de la vaca, como lo ilustra Jaime Lopera G. y Marla I. Bernal T. en su libro ? ¿Culpable el magisterio, como siempre? ¿Mal preparados los estudiantes o mal organizadas las pruebas?

José Israel González Blanco
ocavita@yahoo.com
Bogotá DC, noviembre 01 de 2015

 

martes, 13 de octubre de 2015

Día Mundial de los Docentes. Cinco sentidos de un(a) maestro(a)


LOS  CINCO SENTIDOS DE UN  MAESTRO A LA COLOMBIANA.
Una reflexión a propósito del Día Internacional del Docente. 

El 13 de octubre de 1989, Brecha, un periódico de Montevideo, publicó el escrito de Corina Gobbi, intitulado: Los cinco sentidos de una maestra. Buceando en el océano de la literatura educativa, el escrito llegó a mis manos y con base en éste se elaboró una ponencia para el seminario Evaluación Nacional de Docentes, organizado por la Cooperativa Editorial Magisterio en 1999. Dada la importancia de los maestros y maestras, en el proceso en que se halla Colombia: el postconflcito, el postacuerdo y la Evaluación Diagnóstico Formativa, coloco, en el corazón de mis colegas, una nueva versión del escrito, como una provocación para hacer de la escuela un lugar donde se cultiva el Derecho a la Paz. También, como una invitación a visibilizar la situación del aula de clase.

La vista: Tengo ante mí, 40 niños y niñas. La mayoría están nerviosos, inquietos. Se mueven sin cesar. Sus miradas no corresponden a su físico, porque delatan dialécticamente la pobreza material y la riqueza mental; sus gestos denuncian el humor, las ganas de salir adelante, el amor hacia sus maestros, como también el malestar de no poder gozar de mejores condiciones de vida. Sólo unos pocos tienen esa expresión serena de la gente que está satisfecha consigo misma. Las manos, en ocasiones, dejan entrever la mugre que se pega en la piel como producto del trabajo y del juego; la ropa no disimula el desgaste ocasionado por el uso y el abuso de unos niños y jóvenes briosos, indomables y a veces agresivos. 

Si miramos por debajo de los bancos y en el estrecho patio, aparece una colección de papeles corrugados, vestigios de cuadernos, lápices deformados y hasta segmentos de trapo. Los pupitres declaran su deterioro porque están desajustados, rayados, sucios y con una señal que potencia: la escritura clandestina manifestando el amor y el currículo oculto de la copialina. Las paredes explicitan el acervo eucliniano de la geometría, pues se impone en las paredes la figura rectangular de los ladrillos arrebolados, junto al frío y a la ausencia de murales que alteren esa linealidad. Más allá, el pequeño patio de cemento, insuficiente para tantos niños y niñas que ven frustrado el Derecho a la Recreación abierta y al disfrute del espacio público. Ante esta disimilitudes, no falta la sonrisa de la maestra que incita a los pequeños y jóvenes a respetar el medio ambiente y a embellecer la segunda casa de la comunidad. 

Pero, además, 40 niños y niñas transgreden todas las leyes de La Gestalt y de la Teoría Conductista, no hay estímulo natural que valga. No hay configuraciones posibles para un guarismo tan grande de cuerpos movedizos, frágiles y fieros. Mis pobres ojos son sólo dos, fijos y frontales. La naturaleza tendría que sabiamente modificárnoslos, en una mezcla de caracol y gallina, por ejemplo, para poder captar parte de los acontecimientos. Por ahora, siguen siendo apropiados para enfocar abarcativamente sólo a 25 o menos, como ocurre en Cuba y en Estados Unidas. ¡Ah! casi se nos olvida, esos ojos gustan más de las pantallas y de los ciberespacios que de nuestra presencia; de eso no cabe la menor duda. Reunidos los 300.000 maestros y maestras de Colombia, no podríamos en un minuto fijar la atención que produce una pantalla, puesto que son millones y millones los estímulos que ella produce. Ahí, tenemos una desventaja de centurias. No obstante, los maestros y maestras tenemos mirada de lince.

El oído: el ruido que soportamos supera ampliamente los 90 decibeles que un ser humano puede tolerar, el salón de clase es como un lugar donde hay más de media docena de locutores  con sendos radios encendidos con prédicas distintas. Pero no es sólo  esto. Hay 40 y más voces que llaman: “profe, no tengo lápiz”: “profe, esta niña me molesta”, “profe, ¿me deja ir al baño.?”, "profe, ¿ya vamos a salir al recreo?" Pues, no todo el tiempo la clase es activa y ordenada, ni se sumerge en una pasión creativa y unificadora. La entropía anuncia la existencia del Caos y la Complejidad, teorías emergentes en el siglo XX y augurales en el siglo XXI. Además, hay ruido en el patio, en la calle, siempre aparece “algún acontecimiento” distractor. Un niño se lastimó, otro se escapó de la clase, a fulanito le robaron el mendrugo de pan, aquélla perdió la moña, a perencejo le dio la pálida, porque su estómago está vacío, a la niña del rincón se le bajaron las defensas por la infección renal, a un buen número de educandos les motivan otras cosas menos los contenidos de clase. 

Pero, sobre todo, estos niños exigen atención, requieren afecto, que se les hable al oído, que su maestro o su maestra les diga palabras que dan vida, buscan hallar en la voz del maestro algo que no han encontrado aún en su experiencia del mundo ni en la de su familia, persiguen por todos los medios el amor. Y yo estoy ahí, horas a su disposición y a veces me toman por asalto para que los escuche con cualquier pretexto. Es cuando uno dice, para ser maestro se necesita además tener oídos atentos, porque aquí se invierte la ecuación: mil palabras valen más que una imagen, entre otras cosas porque las imágenes que  a diario ven no satisfacen sus deseos como sí las palabras amorosas y los potenciadores gestos de sus maestros y maestras. 

El tacto: y cuando digo por asalto, es en un sentido literal; 40 niños son 80 manos, 400 dedos y millares de sinapsis que se producen; te acarician, te alcanzan el cuaderno para corregir, te interrumpen el paso, te dejan las huellas del sudor y del dulce en el vestido y las de sus desgracias en el corazón y en el cerebro. Mi cuerpo no da para 80 manos y para más de 40 cuerpos que se recargan, momento a momento, sobre los hombros. ¿Y tantos estímulos, cómo llegan a mi rica corteza cerebral? Yo qué sé. Pero, eso no es todo. Yo también quisiera acariciarlos, tener un gesto, abrazarlos, ser tierno o tierna, sentirlos y ayudarles a ser mejores personas, excelentes ciudadanos, brillantes profesionales, diligentes padres y madres de familia en el mediano plazo. 

Pero son muchos, insisto, son cerca de medio millar de dedos. Así, mi cuerpo recibe órdenes contradictorias.  Eso es lo que explica por qué a los docentes nos duele tanto la espalda y el cuello. Puro estrés, la transducción se vuelve corto circuito. Encima el frío, el polvo, los problemas familiares, laborales, personales, ambientales y a veces cuando llueve, las goteras, la música desafinada que produce la caída de la lluvia sobre las tejas de zinc o de eternit. El frío nos tensa, nos encierra, nos distancia, pero nos convoca a unirnos. Estamos desde los cero hasta los 3000 metros más cerca de las estrellas. ¡Ah!, ¿cómo lo sienten? Pese a las adversidades, mi tacto sigue esparciendo sin reparo el calor humano que demandan los educandos.   

El olfato: esta es la parte más difícil de explicar. Hay que amar verdaderamente, amar lo que se hace, o no tener más remedio, para poder husmear lo que los maestros y maestras olemos. Es que la mugre y la miseria huelen, y huelen fétido, son los olores putrefactos del capitalismo salvaje. Son los olores más recónditos, inhóspitos, más íntimos, más regresivos, más estimulantes del rechazo. Aquellos que la civilización ha aprendido a sublimar. Cada parte del cuerpo, cada intercambio no controlado, huele. Y nosotros les decimos: “tienes que bañarte, tienes que lavar la ropa, tienes que usar desodorante, hay que lavar las medias, los pantis, los dientes y los calzoncillos. En una palabra, hay que quererse más y tratarse mejor, hay que luchar por la dignidad. Se necesita verdaderamente amor y coraje en este asunto, sin el amor la enseñanza no fluye. 

En no pocas ocasiones está el olor a “picho”. No controlan los esfínteres, porque tienen frío, toman mucha agua para mitigar el hambre, porque el hambre da sed; piden ir mucho al baño; se angustian porque, los niños más grandes los asustan, les quitan las onces, los hostigan, los amenazan  “a la salida nos vemos”; porque tal vez, en su casa se les generaron miedos y formas de sobrevivencia a través de la agresión al otro, incluso hasta de la eliminación física. Pero claro, ¿quién no se asusta cuando lo amenazan o cuando lo maltratan? Cualquiera, ¿no es cierto?. No es un secreto para los maestros que, “la extorsión, el insulto, la amenaza, el coscorrón, la paliza, el azote, el cuarto oscuro, la ducha helada, el ayuno obligatorio, la comida obligatoria, la prohibición de salir, la prohibición de decir lo que se piensa, la prohibición de hacer lo que se piensa, la prohibición de hacer lo que se siente y la humillación pública", son algunos de los métodos de penitencia y tortura tradicionales de la vida familiar.

Les asiste la razón a un grupo de escritores latinoamericanos, quienes en el año 2000 expresaron: “En las puertas del próximo milenio el hombre está conquistando las estrellas, pero aquí en la tierra no ha llegado al corazón de los niños”.Sin embargo, la enseñanza de los Derechos Humanos comienza en la familia.   "Para los espiritus fuertes y temerarios, para los que tienen el genio en las narices, para los que no se hunden ante la falta de sentido de la existencia, está la risa", diría Nietzsche.

El gusto. Después de todo ésto, ¿qué sabor le puede quedar a un maestro o a una maestra en la boca?. Cuando tomamos una aguadepanela hirviendo, cafecito, tinto, o aromática para reconfortarnos un poco, en un lugar estrecho, donde casi no hay condiciones locativas para intercambiar entre nosotros, o conversar o para chismosear pacíficamente y casi ni un saludo, apenas si lo disfrutamos. Junto con el líquido caliente nos tragamos la angustia. No está previsto. La masticamos como un cuero que no se puede engullir, como un borrador, junto con la frustración, la humillación, el desasosiego. Y cuando llegamos a casa ¿qué? Más angustias, más temores, más sospechas, más tensiones, más trabajos, más psicosis, porque en nuestra mente están encarnados los 40 y más seres humanos y todo lo que implica la humanidad de unos pequeños educandos, que si bien es cierto sus casas son humildes- como lo expresó un día el viejito de las Cenizas de Ángela, en una escuela de Irlanda, -“sus mentes pueden ser como palacios”, que exigen mejores posibilidades de desarrollo emocional, intelectual, moral, ético, político y cultural.

Pero las glándulas salivales y las hormonas también se alteran al escuchar expresiones como ésta de un  padre hacia el hijo: “Ama a tu maestro porque pertenece a esa gran familia de trescientos mil maestros de educación preescolar,  primaria  y media esparcidos por toda Colombia, los cuales son como los padres, intelectuales de millones de muchachos que crecen contigo; trabajadores no reconocidos y mal pagos, que preparan para nuestro país un pueblo mejor que el presente...

Yo no estoy satisfecho del cariño que me tienes si no tienes también para todos los que te ayudan, y entre éstos, tu maestro es el primero, después de tus padres. Ámalo como amarías a un hermano mío, ámalo cuando te acaricia, cuando es justo y cuando te parece que es injusto, ámalo cuando es alegre y afable, y ámalo todavía más cuando lo ves triste. Ámalo siempre. Y  pronuncia siempre con respeto este nombre: maestro, que después del padre es el más noble, el más dulce nombre que pueda dar un hombre a otro hombre”.

“Nosotros no somos apóstoles ni mártires,- decía un maestro a los padres de familia -somos trabajadores y trabajadoras de la cultura, de la pedagogía, somos los arquitectos del saber: los apóstoles eran tipos muy macanudos; pero a ellos no le llegaban los recibos de teléfono, energía, gas, acueducto y alcantarillado, sin subsidio y upaquizados, ni pagaban arriendo, ni colegio, ni universidad, ni  les tocó padecer la privatización ni la globalización, ni la revolución de la información, ni sufrieron la catástrofe neoliberal”. 

Pensemos que a nuestro alrededor tenemos dulzura, algo que nos incita a golosinear, digamos amorosamente que se trata de 40 postres. ¿Cómo podemos saborear esas cuarenta inteligencias?; ¿será posible realizarlo en tan poco tiempo?, ¿si los consumo todos o la mayoría me indigestaré?. Los maestros somos un cuerpo cuyo sentidos, a diario, se ponen en juego abarcando otros dimensiones como el sentido del humor, el sentido de la responsabilidad, el sentido de pertenencia y el sentido pedagógico de nuestras prácticas. Los  maestros  no estudiamos para ser la “segunda mamá”, "la tía" diría Freire, ni el “segundo papá”, y sin embargo, en ocasiones toca serlo. Hoy, los padres y madres de nuestros educandos trabajan, tienen muchos hijos, están sobrecargados de problemas, siendo los maestros y las maestras el apoyo invaluable en la formación de sus hijos e hijas.

La persona que no ha tenido la oportunidad de olfatear en la práctica pedagógica, quien no ha escuchado sus ruidos, quien no ha degustado los sabores y sinsabores, quien no ha visto su panorama in situ, y quien no ha sabido qué es tener la piel erizada en el arduo trabajo de enseñar y de dejar aprender, difícilmente puede hacer juicios de valor justos con los maestros y maestras. Lo que diferencia al proceso de enseñanza y aprendizaje de otros procesos, su peculiaridad, es que la transformación no acontece con objetos materiales inanimados como en una fábrica, sino con seres humanos particulares, con personas que se modifican a sí mismas con la ayuda de otras personas más capaces; es decir, con los pedagogos, sujetos preparados para guiar, orientar, mediar, compartir, investigar, comprender y afirmar la cultura, el conocimiento, los valores, la tecnología y el amor. "El Amor es Luz, decía Einstein, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere"


En un panorama como este, la importancia del magisterio no tiene discusión, el valor de su trabajo es colosal, porque prácticamente los maestros y maestras somos de los pocos agentes de la sociedad que le estamos dando al niño lo mejor que puede dárseles. Los maestros, en medio de la ingratitud y el olvido, como lo escribe Castro Saavedra, hacemos el más noble de los oficios: cultivar la inteligencia de los niños, niñas y jóvenes, estimular su pensamiento, animarlos a encontrar la rosa de la razón en la cruz del presente, como lo dijese Hegel.  
 José Israel González Blanco, Trabajador Social, Colegio Nuevo Horizonte. 2015.

Nota: Este artículo fue publicado por la Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, Vol XXXVII, 1 y 2 trimestres. México DF, 2007, p..141-146. A

domingo, 13 de septiembre de 2015

Evaluación Diagnóstica Formativa, Pedagogía, Ética y Didáctica

-->
La Evaluación Diagnóstica Formativa: Pedagogía, Ética y Didáctica

“Sin valoración la nuez de la existencia está vacía. Escuchad, pues, vosotros que sois creadores"

En un artículo anterior sobre la evaluación, muy polémico por cierto, adelanté una reflexión haciendo la analogía entre la evaluación de los pedagogos y la Revisión Técnico Mecánica, contenida en el Código de Tránsito. Hoy, conocido el acuerdo entre el MEN y Fecode, llamo la atención acerca de la Pedagogía y la Didáctica en el nuevo arquetipo de evaluación. Se ha dicho bastante sobre el para qué, se ha declarado mucho respecto a los instrumentos, se ha enaltecido el triunfo sobre la evaluación de competencias, incluso se ha llegado a colegir que con esta conquista “ nadie pierde”, que “todos seremos ascendidos”, porque si no pasa con el vídeo, lo logrará con el curso o volviendo a participar a posteriori. ¿Algo mejor al 230 donde perdía hasta el 5% de los estudiantes? ¿Una situación parecida al 1290 en la que el plan de recuperación no es un curso sino otro tipo de actividad, pero en la que el alumno no va a ganar a fija? O, retornando la analogía de los automotores, el propietario del vehículo hace todos los arreglos previamente, lo lleva al Centro de Diagnóstico y si no pasa la revisión, tiene un plazo perentorio para hacer los ajustes y presentarse nuevamente para su aprobación?  
Para Nietzsche las cosas no tienen valor, es el ser humano quien les da valor según sus actos. En el caso de la Evaluación Diagnóstica Formativa, el maestro, los estudiantes y el establecimiento le darán el valor a ese acto permanente. Valorar no es calificar, “valorar es crear”, en la axiología nietzscheana. Quién crea, en Zaratustra, en la propuesta antropológica nietzscheana, es el niño, no el “hombre león” y menos el “hombre camello”. En nuestro caso, el niño lo encarna el maestro, los estudiantes y demás agentes inmiscuidos en la evaluación, son ellos quienes crean y quienes evalúan, la pregunta será entonces ¿Qué se crea en la Evaluación Diagnóstica Formativa? ¿Qué se valora en la Evaluación Diagnóstica Formativa?
¿Qué se valora en la Evaluación Diagnóstica Formativa?
Se puede valorar antes y después de crear, porque el proceso creador, en su etapa de gestación (intuitiva, abductiva, combinatoria…), está cruzado totalmente por la dimensión afectiva emocional: “Todas las formas de representación creadoras encierran, en si, elementos afectivos”, afirma Vygotsky. El acto creativo, según Poincaré y Wallas, pasa por las fases de: preparación, incubación, iluminación y verificación. El valor que le corresponde a la Evaluación Diagnóstica Formativa es un valor ético y pedagógico. Nada que ver con el ejercicio que se lleva a cabo en los Centros de Diagnóstico para automotores, sin negar que ese ejercicio también está cruzado por la praxis axiológica. El valor ético está en no caer en la superflua y reducida concepción de la máxima maquiavélica, que desdibuja el contenido de El Príncipe: “el fin justifica los medios”, salvo que, el evaluado y el evaluador, usen todos los métodos necesarios para conseguir “el objetivo máximo de bienestar del pueblo y el estado”, léase, del bienestar de la comunidad educativa y de la educación pública, más no meramente el ascenso y la mejora salarial.
En la relación fines y medios, Gandhi asigna una coherencia moral entre los primeros y los segundos; para Él, los medios representan ya un fin en sí mismo y deben ser tan puros como el objetivo final. “Los medios impuros dan como resultado fines impuros”, aducía refiriéndose al socialismo, que según su propia versión requiere medios cristalinos para ser cristalino. Lo éitco debe ser el Norte de los pares en la brújula de la evaluación, en la aplicación de los instrumentos, en la acción de los estudiantes y demás agentes inmersos en el proceso y en el manejo de los resultados y sus contenidos. “Escuchad, pues, vosotros que sois creadores", subraya Nietzsche.
Ahora bien, en lo atinente al valor pedagógico, se debe ser ético en que el acto sea verdaderamente pedagógico, pero no de cualquier rmanera, porque con ese enrarecimiento en que se halla la pedagogía y lo pedagógico, cualquier cosa vale, máxime, si tenemos en cuenta el dominio del paradigma postmodernista. En este sentido, la Evaluación Diagnóstica Formativa convoca al magisterio a reconocer la cultura pedagógica, la pedagogía, las vertientes, los métodos y las elaboraciones, particularmente las de Macondo, muy ligadas al Movimiento Pedagógico. El reconocimiento de las tendencias pedagógicas será un soporte para la discusión clara, fresca y documentada en el proceso evaluativo y fuera de él; porque puede darse que la postura pedagógica de los pares sea dominante y la del evaluado recesiva. 
¿Qué pasa, por ejemplo, si la práctica pedagógica de un maestro tiene sustento en la pedagogía tradicional y los pares son de las Pedagogías Críticas o viceversa? ¿Qué ocurrirá si el vídeo prueba una clase de matemáticas orientada desde el constructivismo y los pares deslegitiman esa manera de enseñar? ¿Qué le sobreviene a un orientador que enfoca su accionar desde el sicoanálisis y los pares son conductistas? ¿Qué sucede  si la práctica de un directivo docente, en el ejercicio del poder y de la comunicación, es unilateral y la de los pares es participativa y democrática? ¿Qué acontece si el docente no cuenta con una formación en pedagogía y tiene pocas nociones explicitas de la misma, pero maneja muy bien el saber-cómo, tal como le acaece al sujeto que sabe hablar y escribir muy bien, sin tener ninguna formación en el campo del lenguaje?  ¿Y, qué pensar del saber pedagógico del dirctivo sindical y su actitud en la Evaluación Diagnóstica Formativa? El asunto no es de forma, tampoco procedimental y menos aún instrumental, es de fondo y de criterio ético.
¿Qué se crea en la Evaluación Diagnóstica Formativa?
Se ha creado expectativa, confusión, esperanzas, resistencias, reparos, desencanto, incertidumbres, inconformidad, certidumbres y se ha llegado a decir que inequidad. Considerables eventos declarativos y bastantes juicios de valor, que nos deben llevar a elevar esas posturas, a "pensar por si mismos", a "pensar en el lugar del otro" y a "ser consecuentes", como nos lo legó Estanislao Zuleta. La Evaluación Diagnóstica Formativa crea un vínculo nuevamente con la pedagogía y pone en la agenda pública el debate sobre ese saber disciplinar. “La pedagogía no puede limitarse a reflexionar sobre la enseñanza, porque esa reflexión constituye sólo una parte de la didáctica, tampoco puede limitarse la reflexión pedagógica a la relación maestro-alumno(s) y a sus mediaciones, principalmente al trabajo, al lenguaje y a la interacción (la que comprende a su vez el poder y la afectividad), sino que debe que tener en cuenta también los micro y macroentornos de la práctica pedagógica, los modos de articulación, de esa práctica con otras prácticas y con los distintos saberes en el sistema social en el que ocurren o circulan.” (Vasco:1999, 107)

¿Qué lugar ocupan los micro entornos y los macro entornos en los instrumentos de la Evaluación Diagnóstica Formativa? ¿Qué valoración adquieren los Ambientes Básicos de Aprendizaje y los Ambientes Complementarios, contenidos en la Norma Técnica Nacional 4595 del MEN? ¿Qué estatus tiene el diagnóstico, soporte para el pronóstico o para lo formativo? El video, al parecer, se ocupará sencillamente de la enseñanza de una clase acicalada, donde todos los agentes inmersos, al menos en los primeros minutos, presentarán un comportamiento convencional, ideal, tensionante, muy poco natural. Esa clase que se graba es sólo una parte de la didáctica; es apenas una forma de relación del maestro con un grupo de alumnos, en un lugar determinado, en un tiempo asignado, con un tema específico, no es representación de la cotifdianidad escolar. Es, en términos estadísticos, una muestra aleatoria del universo de su quehacer educativo. ¿Y la articulación, de esa práctica con otras prácticas, con otros espacios y con los distintos saberes en el sistema social en el que ocurren o circulan, dónde queda?

El profesor Carlos Eduardo Vasco (1999, 151), en el debate con el Grupo de las Prácticas Pedagógicas), particularmente con el profesor Alberto Martínez Boom, esboza que la pedagogía no se puede reducir tampoco a la reflexión sobre la palabra del maestro, porque se estaría privilegiando excesivamente una sola de las mediaciones de las relaciones pedagógicas: la relación por el lenguaje, en detrimento de otras relaciones, de esa relación, como el trabajo, el poder, la afectividad, al menos tan importantes como el lenguaje mismo. “Hablar sólo de la palabra ocultaría aspectos tan importantes de la semiología general como el leguaje gestual y la pragmática general, ya sea universal o culturalmente específica, y ocultaría además la configuración del microentorno del alumno por parte del maestro, aspecto muy importante de las prácticas de enseñanza.”

El video privilegia la palabra del maestro y su valor llega al 80%. A los estudiantes, actores principales en el proceso de Evaluación Diagnóstica Formativa de sus maestros, se les deja una mínima participación formal: 5%. Ellos, pese a su minoría de edad, en términos kantianos, tienen elementos de juicio mejores que muchos de los posibles pares, acerca de nuestro quehacer. No faltará una que otra fisura afectiva en las relaciones con ellos, que pueda desviar la subjetividad, pero eso es salvable con el dialogo franco. En esta discusión sobre el objeto de la pedagogía y el quehacer del maestro, la extinta profesora Eloísa Vasco, discute con Martínez Boom el rol de los alumnos, de los saberes y del aprendizaje. “No puede mirarse al maestro, su identidad, su saber, en aislamiento de otro sujeto que necesariamente entra en relación con él y comparte su espacio”. Su “espacio pedagógico”, evocando a Mario Osorio (1994, 29). El enseñar es una práctica propia del saber del maestro y el aprender una práctica propia del saber del alumno. “El alumno, prosigue Eloísa Vasco (1999, 133), también establece sus propias relaciones con el saber, también lo percibe, lo transforma y lo apropia, también tiene una práctica del saber desde el aprender”. Pareciera verdad de Perogrullo: la escuela carece de sentido sin educandos y sin el aprender, igualmente, lo carece sin el maestro y sin el enseñar.   

Ligado a esta discusión sobre el quehacer del maestro y sobre el rol del estudiante, en la Evaluación Diagnóstica Formativa, se hace otro reconocimiento a la pedagogía en tanto que interpela al Proyecto Educativo Institucional, opacado con la sustracción de autonomía a los centros escolares y por las imposición de las políticas educativas. El PEI es el reflector que le permite a los pares ver, en escena, en el caso que nos ocupa, al maestro candidato a ser ascendido en el escalafón. Otra posibilidad de interlocución de la pedagogía, más allá de las prácticas educativas institucionalizadas en la que la escuela es sobrestimada (lugar donde se hará el vídeo), subyace en la posibilidad de evaluar a los directivos docentes, orientadores y dirigentes sindicales del 1278 (por ahora) in situ y con los mismos criterios, componentes, aspectos e instrumentos contenidos en el acuerdo para los maestros de aula. Esta acción reconoce la existencia, en el currículo formal, de unas prácticas educativas directas o prácticas educativas concretas cotidianas y, también, unas prácticas colectivas en el espacio público o prácticas donde se da el lugar social de la comunicación humana.

Pueda que desde el punto de vista salarial y gremial este acuerdo no satisfaga los intereses de todos nosotros. En eso estamos de acuerdo. Pero desde el punto de vista pedagógico considero que hay elementos para rescatar, discutir y darle forma y fondo en el aquí y en el ahora. Igualmente, es deber de cada uno de nosotros, en el colegio y fuera de él, estimar cuál va a ser nuestra participación en esta convocatoria para apoyar a los colegas candidatos a la evaluación, porque –como algunos lo pregonan- no está difícil; no obstante, el que sea una norma transitoria facilita a los gobernantes hacer ajustes, para los próximos años, incluso para cobijar con la Evaluación Diagnóstica Formativa a los maestros del 2277, dado que esa normatividad está latente. La Evaluación Diagnóstica Formativa, a semejanza de la reforma currícular, pareciera ser una evaluación "a prueba de maestros". “Sin valoración la nuez de la existencia está vacía. Escuchad, pues, vosotros que sois creadores"

Le corro el cerrojo a esta reflexión, en primer lugar, advirtiendo que en la próxima entrega me ocuparé del Diagnóstico en la  Evaluación Diagnóstica Formativa. En segundo lugar, recordando a los criticastros aquella sentencia de Nietzsche que a la letra dice: “Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado”. Y, por último, convocando a los lectores de este artículo a que si estamos aquí seamos nosotros mismos. “No puede ser que estemos aquí para no poder ser”, escribía Julio Cortázar.

Algunas fuentes documentales.

DIAZ V., Mario ( 1993) El campo Intelectual de la Educación en Colombia. Cali, Universidad del Valle.
GANDHI, Mahatma (1987) Mi socialismo,Argentina, La Pléyade.
MARTÍNEZ BOOM, Alberto (1999) Pedagogía Discurso y Poder, Bogotá, CORPRODIC.
NIETZSCHE, Friedriich (1978) Así habló Zaratustra, Madrid, Alianza editorial.
OSORIO, M. (1990). Pedagogía: la ciencia del educador. Brasil: Livraria UNIJUI Editora.
VASCO, Carlos Eduardo (1999) Pedagogía Discurso y Poder, Bogotá, CORPRODIC.
VASCO MONTOYA, Eloísa (1999) Pedagogía Discurso y Poder, Bogotá, CORPRODIC.