« No se preocupe.
Casi nadie lo
recuerda,
empezando por la mayoría de los médicos.
La realidad inteligente, sí señor.
Todos soltamos un hilo, como gusanos de seda.
Roemos y nos disputamos las hojas de morera
pero ese hilo, si se entrecruza con otros, si se entrelaza, puede hacer un hermoso tapiz, una tela inolvidable» Manuel Rivas: El lápiz del carpintero.
Un día todos los elefantes se reunirán para olvidar.
Todos, menos uno. Ese día no es hoy. Un día un grupo de maestros se reunirían
para recordar, ese día es hoy. Y debe
ser un día, como el del planeta extraño que conoció El Principito, con mil cuatrocientas puestas
de sol cada veinticuatro horas.
Luego de esta confuso comienzo y corriendo el riesgo de ser calificado
como cismático, aspiro a que en los siguientes 15 días – en la lógica del
farolero- pueda hacer una provocadora reflexión acerca de los maestros que
están ingresando al magisterio, sin haber sido lactados con el líquido
perlático de la pedagogía, en el seno de la alguna facultad de educación.
« No
se preocupe. Casi nadie lo recuerda…
En el capítulo I del cuento: El lápiz del carpintero, en el diálogo entre
el reportero Soussa y el Dr Da Barca, mana la pregunta por un galeno, autor de La teoría de la realidad inteligente.
La respuesta es: “no se preocupe. Casi nadie lo recuerda, empezando por la mayoría de los
médicos”.
En
este planeta donde las días laborables de los maestros son de 8 horas y de
escasas 40 semanas. En este mundo, que como reza la canción del Gran Combo, no
es para quedarse, pero
es que no hay otro mejor para mudarse, acá en Macondo, casi nadie conmemora que
un inicial acercamiento a la pedagogía y a la didáctica fue por aprendizaje
vicario, igual que la primera simulación a ser padre de familia. ¿Quién no jugó
al papá y a la mamá? ¿Quién no jugó, al menos a las escondidas, a ser profesor?
Y solo la reminiscencia vendrá a sacarnos de esa nada,
“porque yo nunca solo hubiera podido salir“, asentirá Proust, En busca del tiempo perdido. En términos
de la Pedagogía Reconstructiva se
puede aseverar, que si nos hacemos, por un día- vuelvo al farolero- a la vera
de las Pedagogías Visibles, podemos
aceptar que estamos frente al ingreso al magisterio de Pedagogos Invisibles, de maestros que se mimetizan, que debilitan
las demarcaciones entre los distintos espacios, tiempos, roles y discursos, tal
como lo estatuyen las Pedagogías Invisibles (Charum y otros: 1987, 37 ss). Tres
ejemplos de pedagogías invisibles las hallamos en: la experiencia de Summerhill, el ejercicio de la Orientación escolar y cuando se cierran las puertas para el
ritual de las clases.
Las pedagogías Visibles están basadas en la competencia –en
términos chomskianos-. Los seguidores de las Pedagogías Visibles, que somos quienes
hemos catado una pisca del líquido perlático de la facultad de Educación, formamos
individuos y tendemos a formarlos como propietarios del conocimiento. Un
ejemplo sobre el particular es la actitud de muchos maestros, empezando por la
dirigencia sindical local, regional y nacional, que sin hacer un examen del
contexto actual del mundo, de una modernidad líquida –evocando a Bauman –impugnan
el acceso de otros profesionales al gremio, dando a entender que la pedagogía
es una parcela del privilegio de normalistas y licenciados, inmune a otras
profesiones, como si la historia de la Educación y de la Pedagogía no estuviese
socorrida de las contribuciones de médicos, sicólogos, sociólogos, antropólogos,
economistas, ingenieros, matemáticos, escritores, historiadores y autodidactas,
tan solo dar un ejemplo.
Entre tanto, el docente que fue privado explícitamente de
paladear el calcio sintético de la pedagogía, pero que lo absorbió en la
escuela y en la universidad, por la vía de la experiencia directa, ese sujeto está
llamado a ser un buen educador -sin querer decir que no lo son, al igual sin
aseverar que todos los que hemos bebido el líquido perlático seamos los mejores-
si y solo si acude a la memoria, porque – como lo expresa Humberto Eco-es “la
que nos dice por qué somos y nos confiere nuestra identidad”
¿Quién de
los educadores que estamos inscritos, de facto, en las Pedagogías Visibles, no
ha viajado a su
vago sótano, como diría Borges, para extraer de allí-
cual colibríes en la flor- saberes ancestrales y aplicarlos con los díscolos y disruptivos
estudiantes. Si esa extracción se hace como una cirugía, con los guantes de la
reflexión, entonces estaremos haciendo pedagogía, porque la pedagogía es
reflexión sobre la educación –rememorando a Ricardo Lucio. Dewey
decía que “uno no aprende de la experiencia, uno aprende
de la reflexión sobre la experiencia”. Y, sin negar que a diario se hacen
reflexiones y que son muchos los maestros que las escuelas han visto pasar por
debajo de los cielo rasos, vale la pena preguntar qué tan nutridas son las
reflexiones de los Pedagogos Visibles, entre otras razones para deslegitimizar
a quienes son nativos de las Pedagogías Invisibles.
Todos soltamos un hilo, como gusanos de seda.
Sin adentrarnos en el apasionante discurso de la hipología,- por la economía del tiempo- digamos con Brunner, que el hilo al que refiere El lápiz del carpintero es el Efecto profesor. Es el hilo que puede conducir la comunicación del sótano a la azotea, comunicación asumida como la competencia pedagógica, núcleo de la Pedagogía Reconstructiva y también como acción estratégica, porque la educación no es pura acción comunicativa.
Ese hilo puede avistarse como la metamorfosis del maestro novel de apellido
Samsa. Un maestro que, acudiendo a Kafka, se
despierta, quizá no en la mañana, sino
en la tarde, al medio día o en la noche, después de un sueño tranquilo en la
universidad o en la empresa y se ve convertido, no en un insecto, sino en un
ser humano capaz de enseñar, y que al dirigirse a la ventana de la escuela,
pese al tiempo lluvioso, siente miedo, pero no melancolía.
El hilo de la discusión hay que ponerlo sobre el fondo de la telaraña y no sobre
la forma de la misma, como viene aconteciendo. La forma es la vinculación, el
fondo es el saber pedagógico y de la didáctica. Concurriendo al grupo Federici,
y por su intermedio a Bernstein, puede arriesgarse la hipótesis de que el
malestar se genera en el saber –cómo
y en el saber qué, más que en el
saber a quiénes, situación esta
última a la que están subordinados las dos primeras, pero de eso nos ocupamos
muy poco.
En el saber-cómo, el gremio reclama una trayectoria y una legalidad en la certificación,
más que legitimidad en la acción. En el saber-qué, los noveles 8léase no licenciados ni normalistas) manifiestan
un dominio disciplinar, más profundo que los especialistas en pedagogía, por la
naturaleza misma de su formación académica.“Aunque tenga sus especialistas, la
pedagogía es asunto de todos”, inscribieron Charum y Mockus (1987), en Las
Fronteras de la Escuela, hace 20 años, cuando la pedagogía no estaba enrarecida-
parafraseando a Olga Lucía Zuluaga- ni tan liquidada por el predominio del mísero
lenguaje capitalista y de la máquina empresarial que aceita la empleabilidad.
Acá entonces, queda una cuerda suelta para que los estudiosos de la
Pedagogía, que dicho críticamente no son muchos Pedagogos Visibles en ejercicio,
recuperen el ágora, practiquen la conversación –como sugeriría Humberto
Maturana- buceen en la discusión y ejerciten en esa inmersión a nuestra
dirigencia sindical, tal como aconteció hace 30 años con el Movimiento
Pedagógico. Un movimiento en el se avanzó en posicionar a la pedagogía como un
conocimiento socialmente relevante, más que como un conocimiento profesional.
No solo los maestros, también los alumnos, la comunidad barrial y veredal,
la familia, la sociedad y el Estado estamos llamados política, ética,
epistemológica y legalmente a cualificar opciones frente a la educación,
apropiándonos y elaborando formulaciones pedagógicas. Aquí es donde noveles y
veteranos debemos movernos como la araña en la red, para depurar prácticas y
discursos y no para depredarnos como especie gremial.
Olga Lucía Zuluaga (1993), intelectual forjadora del Movimiento Pedagógico y de la Historia de la educación y de la Pedagogía en Latinoamérica, allana el terreno de este debate al aseverar que “hoy en día, el lugar de elaboración de la pedagogía ya no es la escuela, sino la ciencia”. Y no es que la pedagogía no pueda pensar la escuela o deje de pensarla,- asienta ella- “sino que el concepto de escuela no es ya la finalidad que enmarca la conceptualización, el que traza el entorno de la escuela”.
Ahora bien, mantengamos flojos los hilos por unos momentos, denunciando que
la pedagogía si es un saber que le concierne, sobre todo, al maestro “en cuanto
pretende reconstruir –acota el grupo Federici- explícitamente su saber-cómo;
pero es concebible un buen docente con pocas nociones explicitas de pedagogía”,
como un buen hablante con pocas nociones explicitas de gramática.
De esto se colegiría, que algunos de los mejores docentes no hayan tenido
ninguna formación pedagógica explicita, y que determinadas instituciones
educativas se hayan reproducido durante siglos sin un discurso pedagógico
elaborado e institucionalizado o, si se quiere, atendiendo a Carlos Eduardo
Vasco: “en forma implícita o asistemática”. “Haber tenido buenos maestros
contribuye a la calidad de un docente, probablemente más que muchos de los
elementos de pedagogía y de didáctica que son objeto de una enseñanza explicita”.
Aquí, la transmisión implícita de ciertas cualidades de la enseñanza es
dominante y lo explicito es recesivo, predomina bastante el currículo oculto y
el aprendizaje vicario.
Bueno y para cerrar no puedo dejar de apuntar tres cosas. La primera,
atinente a la incursión, en la escolaridad de las tías. Maestra- tía, la trampa (Freire, 1999) Se trata de una tesis
usada por Paulo Freire, en Cartas a quien
dese enseñar, para corroborar que la maestra es la maestra y la tía es la
tía. Pero en el caso que nos ocupa, el de los Maestros Invisibles, no estamos
ante un hecho de similar magnitud. No es posible ser maestro sin amar a los
niños y eso es evidente en el conglomerado del magisterio; empero, es más fácil
para una maestra argüir que no le gusta enseñar que a una tía decir que no le
gusta ser tía.
En Colombia, el rol que han venido jugando las madres comunitarias es el de
tías, no es matrístico –como lo concibe Maturana-, no es de especialista en
pedagogía. El acceso a la formación pedagógica es milimétrico frente a la de
los docentes, a pesar de recibir cursos impartidos por entidades no
universitarias. Hagamos un paréntesis para decir que aquí subyace un serio
problema que está afectando el desarrollo del pensamiento y de las emociones de
los niños. En eso, el polémico científico Raúl Cuero (2012, 123) creo que hace
un apunte que demanda un riguroso foro. “La formación cognitiva de los niños (preescolar)
debe estar a cargo de los padres y debe consistir en un proceso de exposición a
la naturaleza y de desarrollo sensorial mediante la observación y la
curiosidad”.
Se desenrolla la madeja para tirar las cuerdas de la telaraña desde muy
atrás. Los hilos de Froebel y de Rousseau afloran en la morera; el primero que
aboga por el valor de la madre en la educación de los niños y, el segundo, por
la naturaleza.
Sin negar el derecho que ellas tienen al trabajo y a la formación humana,
uno se pregunta ¿Qué hizo nuestra organización sindical para contrarrestar esa
improvisación, cuota inicial de la actual situación quejambrosa de muchos, por
le ingreso de no licenciados y normalistas al sistema educativo? ¿’Nos ha
importado poco la primera infancia, base de la pirámide social y del edificio
educativo? El Estatuto Docente 2277 fue otro dispositivo que abrió esas
compuertas, hace más de una treintena de años. Entonces, ¿Por qué hoy hay
ruptura de las vestiduras y por qué la disputa de la morera? “Cuando se pierde la memoria se pierde la identidad”. Memoria e identidad
que tenemos en cuidados intensivos, como nación y como gremio.
Pero ese hilo, si se entrecruza con otros, si se entrelaza, puede hacer un
hermoso tapiz, una tela inolvidable.
Digamos que ese es el sólido reto. El lápiz lleva la tinta por dentro y la
porta bien protegido por la madera. Nosotros llevamos la pedagogía por dentro,
bien por el efecto del profesor, bien por la trasmisión implícita o por la
ingesta del líquido perlático sintético. El sendero a seguir es acercarnos más
a curar ese puente quebrado, sobre el que nos han puesto y a estudiar, porque
el mundo de hoy no lo podemos evaluar con las mismas categorías anacrónicas,
como lo expuso García Márquez. El normalista y el licenciado de hoy tenemos que
leer y escribir cada día –en la lógica de El Principito- tenemos que seguir
lamiendo los clásicos pedúnculos del tórax de la pedagogía, con los labios de
la lectura y con la saliva de la reescritura.
El licenciado de hoy, con su experiencia reflexionada y con el saber
decantado y domeñado, debe tomar de la mano al Maestro de las pedagogías Invisibles,
subirlo a la azotea de la escolaridad, no para lanzarlo al vacío –como lo hizo
Galileo con la teoría de Aristóteles-, sino para mostrarle el mar que le espera
para navegar, a través de la barca de la lectura, despejado invariablemente con
el faro de la investigación y la ética, y
afirmado siempre en el puerto de la organización sindical y de la formación
cooperativa.
Y qué mejor lectura se podrá hacer desde la azotea sino la de identidad y
memoria. Identidad y memoria –volviendo a Humberto Eco- que “no
son cosas sobre las que pensamos sino con las que pensamos”. Pensamos con
Comenio, con Pestalozzi, con Diego Federico Froebel, con María Montesori, con
Freud, con Freire, pedagogos que han hecho pedagogía sin tener una formación
inicial como tales.
Y, en Colombia, sí que tenemos con quien pensar. Pensamos
con la paradigmatización que hace el profesor Martínez Boom, con Mario Díaz, a
través del Campo de la Educación, obras en las que se destacan los aportes de
hombres y mujeres provenientes de saberes disciplinares como: la Historia, las
matemáticas, las Ciencias Naturales, la filosofía, la física, la sociología, la
ingeniería, la antropología y la sicología, muy poco de los formados en las
ciencias de la Educación. Todos estos macanudos pioneros se han hecho a pulso, forjado,
a partir de la trasmisión implícita y del estudio autodidacta, suscitando y
adelantando proceso de discusión racional, involucrando de manera afortunada el
saber decantado y la practica de la escritura.
Bueno, y a los de la generación proscrita por las políticas neoliberales, o
si se quiere a los maestros de la cultura pos figurativa –evocando a Margaret
Mead- nos corresponde acercar al telar a los nuevos colegas, para que juntos
hilvanemos los hilos, entrelacemos nuestros sentires y saberes, tejiendo
así el hermoso
tapiz, la cultura pedagógica cofigutativa, la tela inolvidable de la que se ocupa Rivas en El
lápiz del carpintero.
Si los lectores de este escrito, hacen suya la invitación, entonces
podremos decir, que esa fea costumbre de dictar el veredicto antes de hacer el
juicio, propia de el país de Alicia en el País de las Maravillas y replicada en
Macondo, podrá llegar a su fin. Dejemos que la historia como jurado dicte el veredicto, hagamos
caso omiso de los gritos sentenciadores de la reina capitalista, sobre las
necesidades y tonterías, no nos detengamos ni dejemos que nos quiten la cabeza,
avancemos con proxemia hacia el Quinto planeta con los faroles de la esperanza.
“La única manera de no repetir la historia es mantenerla viva”, nos dice
Eduardo Galeno.,
Algunas
fuentes consultadas.
CHARUM, Jorge y otros (1987). ¿Informática sin escritura? El problema para la educación. En Cuadernos de Economía No 10, Bogotá, Universidad nacional de Colombia, pp 37 ss.
CUERO
R. Raúl (2012) ¿Cómo ser creativo para triunfar. Bogotá DC, Intermedio
editores, p.122
DOGSON, Charles L. (1986 ) Alicia en el pais de
las maravillas.
Colección Clásicos Juveniles.
MOCKUS, Antanas (1994) Las fronteras de la escuela.
Santa fFe de Bogotá, Sociedad Colombiana de Pedagogía.
MARTÍNEZ BOOM, Alberto (2013). Educación y pedagogía entre
paradigmas. En revista Educación y Cultura N 99. Bogotá DC, CEID-Fecode.
SAINT-EXUPÉRY, Antoine (1951). El Principito. Buenos
Aires, Argentina, Emecé Editores.
ZULUAGA
G., Olga Lucía (1993). “La Investigación Histórica en la Pedagogía y la
Didáctica”. Objeto y método de la pedagogía. Medellín: Universidad de
Antioquía, p. 120.
José Israel
González Blanco.
Docente/Trabajador
social.
Colegio
Distrital Nuevo Horizonte.
Bogotá DC,
noviembre de 2013
[1] Este escrito fue presentado como ponencia en el Congreso
Internacional de Pedagogías Críticas, organizado por Fecode, en noviembre de
2013, con el título: El sótano de la pedagogía en la azotea de los maestros
noveles.