“Para
Heidegger el hombre es como una alcachofa: solo se le entiende deshojando su
apariencia, su sentido más externo y haciendo el camino hacia su verdad, hacia
el corazón de la alcachofa”
Parra S., Rodrigo (1996: 193)
Ya hay quienes están desimbricando la alcachofa del
plebiscito del pasado 2 de octubre de 2016, en Colombia. Son
varios los análisis que se vienen haciendo acerca de los resultados, que no
pasan de ser una muestra más del comportamiento de los adultos colombianos. El
sentir y pensar de los millones de niños, adolescentes y jóvenes, donde está el
corazón de la alcachofa, no han podido emerger en el debate nacional e
internacional, sobre la votación del“Acuerdo
para la terminación del conflicto y la construcción de una Paz Estable y
Duradera”; no obstante, 85 colegios del departamento del Atlántico
realizaron un plebiscito escolar con base en el conocimiento de los Acuerdos,
la discusión de los mismos en las aulas y la praxis del mecanismo de
refrendación. Los resultados: 69% por el Sí y 39% por el No.
Este artículo, apoyado en el símbolo de una hortaliza, llama la
atención acerca de la posición y superposición comportamental de los ciudadanos
en el plebiscito, más allá del síntoma, más al fondo del sentido externo, de la
apariencia, intentando deshojar algunos
pencas atávicas de la formación de la nación colombiana, con el apoyo de la
psiquiatría, la genética, la sicología, la historia, la literatura, la filosofía y la sociologìa. Es la historia la que
nos trae este despertar que tenemos que resolverlo entre todos, mirándonos en
el espejo de los acontecimientos, en la morfología de la alcachofa, porque, como
lo escribe William Ospina (1995) en: ¿Dónde
está la franja amarilla: “todo proyecto histórico que pretenda erradicar
los males sin conocer su fuente está condenado al fracaso”.
¿Hacia dónde
vamos?
Deshojando el libro: Psicología
del hombre colombiano encontramos esta pregunta titulando el capítulo final,
precedido por otros seductores capítulos: ¿Cómo
nos comportamos? y Pautas de crianza
de los niños de Colombia, niños que hoy son adultos con edades entre entre
los 35 y 40 años de edad. La respuesta, a la pregunta en cuestión, no se aparta
de divisar el pasado para recordar que el Sabio Caldas (1808) fue el primero en hacer
un estudio acerca de los patrones de comportamiento del hombre en la Nueva
Granada. Para el científico payanés, la explicación de las diferencias sicológicas
entre los habitantes de las distintas regiones del país se debía al clima. Todos
sabemos que la postura de la ciencia actual es distinta y que el estudio: Del Influjo del clima sobre los seres
organizados, publicados por el fundador del Semanario del Nuevo Reino de
Granada, tiene importancia histórica, como pionero en esta área del
conocimiento.
Años más tarde, Luis López de Mesa (1934) preocupado por
comprender “el carácter nacional”, de los colombianos, escribe el libro: De cómo se ha formado la nación colombiana.
Afirma el filósofo y siquiatra que la universalidad del hombre colombiano se
debe a que “somos África, américa, Asia y Europa a la vez, sin grave
perturbación espiritual”. Destaca en el colombiano, de la época, la
generosidad, la plasticidad, la simpatía y el sentido estético; pero resalta
también la fatigabilidad, la depresión y la impulsividad. “El colombiano no
tiene el sentido de conquista del anglosajón, ni el sentimiento épico de la
vida. Es pesimista y melancólico. Su filosofía es trágica y escéptica”.
Para Rubén Ardila, Colombia es un país variado y
heterogéneo, conformado por culturas y subculturas o “endogamias culturales”, parafraseando a Emilio Yunis (2006, 15), en las que no cabe el concepto de “carácter
nacional”. Subraya, que Colombia es una república joven y que “es extraño que
un país en los comienzos de su desarrollo, se haya dedicado a mirar hacia atrás
y no hacia delante. Que hayamos desarrollado una adoración por el pasado…por
las costumbres que tuvieron sentido en las generaciones anteriores pero que no
lo tienen ahora. Y simultáneamente nos hayamos vuelto tan críticones, tan
negativistas, tan dados a señalar las limitaciones y nunca los logros; a
mostrar lo malo y lo feo de Colombia y no sus enormes avances y sus gigantescas
posibilidades” (Ardila, 1986: 174).
¿Por qué somos así?
“Según el genoma humano, no hay
genes blancos o negros, ni exclusivos de algún grupo. O sea, no hay genes
corruptos ni violentos. No somos mejores ni peores por los genes pero podemos
ser peores o mejores por la historia. Todos, sin excepción, tenemos los mismos
genes. Las variaciones que existen son muy pequeñas y son las que nos dan las variantes
de los fenotipos. Lo que hay es dominación social de unos sobre otros. La
historia nos ha hecho violentos”, se lee en el deshoje del libro: ¿Por qué somos así?, del reconocidp profesor profesor Emilio
Yunis.
Concuerdan sicólogo y genetista en
que todos los comportamientos que se acreditan, inmersas las actuaciones frente
al plebiscito, no se le pueden atribuir al genotipo. “No creemos en el
determinismo genético, racial ni de ninguna otra clase…no existe nada en la
naturaleza del hombre colombiano que le lleve a ser melancólico, perezoso,
amante de las artes, poco interesado en la ciencia, verbalista, apasionado por
la política, orientado hacia el pasado, agresivo y violento con sus
congéneres”. (Ardila, 1986: 176)
Entonces, ¿En dónde se halla la procedencia del color, el sabor
y de nuestra personalidad como colombianos? En la civilización diría Octavio
Paz; es decir, en el estilo, en la manera que tiene una sociedad de vivir,
convivir y morir. Una civilización no es solo un sistema de valores: “es un
mundo de formas y de conductas, de reglas y de excepciones, parte visible de
una sociedad, pero sobre todo en su parte sumergida invisible: las creencias,
los deseos, los miedos, las represiones, los sueños” (Paz, 1983). ¿Y qué diría
Borges, para quien Colombia era "un acto de fe"?
En la Educación aduce De Zubirìa (2016). “ Un país en el que
3 de cada mil personas saben leer de manera crítica no se mueve por las ideas,
sino por emociones primarias como el miedo, la ira o la venganza”. La votación
por el No y la abstención dan pistas para interpretar: no se leyeron los
Acuerdos de la Habana críticamente, sino que se manipuló emocionalmente, hubo
manipuladores y manipulados. Se pensó por reflejo y por extensión;
en el primer caso, “por lo que le dicen y por eso hay tan poco espíritu crítico”
(Yunis, 2004), hay minoría de edad; en el segundo, otros decidieron por el alienado
elector, le evitaron “la angustia de pensar”, diría Estanislao Zuleta, lo
sumieron en la eclosión de emociones negativas y en la docta ignorancia. “No hemos logrado formar
individuos que actúen impulsados por un criterio propio para pensar, analizar o
decidir” (De Zubiría, 2016). Por tanto, prosigue el director del instituto
Merani, “el principal obstáculo de la paz en Colombia, no son las FARC, sino un
sistema educativo incapaz de modificar las maneras de pensar, de comunicarse y
de convivir de los futuros ciudadanos”
De Zubiría concuerda con Yunis en la educación como
problema. “Todo pueblo que no trasciende en la ciencia, en la racionalidad,
busca su destino principalmente en imágenes, en la emotividad, lo que no quiere
decir que el pensamiento lógico y el científico sean irreconciliables con la
emotividad, con la belleza plástica. Glorificamos a mucha gente y hacemos
héroes con una facilidad enorme. Necesitamos héroes” (Yunis, 2004). En este aparte
merece especial atención la pregunta por el papel de las Ciencias Sociales en
la escolarización. ¿Se sigue enseñando la Historia de Bronce, la de los
vencedores? ¿Qué aprendimos los votantes y abstencionistas de la historia crítica,
para tomar una decisión tan seria como la del plebiscito?
Otra hoja que resguarda el corazón de la alcachofa es la endogamia
cultural. “La nacionalidad en Colombia, la idea de que somos una nación, surgió
primero de esas subculturas, que luego se revistieron de características
religiosas y de intolerancia política. Las líneas de adhesión se trazaron
primero en la aldea, la vereda, el barrio, el pueblo, la región”. La familia,
dentro de la endogamia cultural, juega su rol poco favorecedor de un proyecto de
nación. El escritor Silva Romero (12 de
mayo de 2016), aduce: “aquí lo que hemos tenido es familias y no sociedad, y
hemos tenido familias más que país. En Colombia, así como en el resto de
occidente, se impuso la imagen judeo-cristiana de familia tradicional, un concepto
basado en la conformación biparental”( parr 5). En las redes sociales ha
circulado la versión de un niño de 5 años quien perdió a su amiguito del
colegio, porque su familia votó por el Si. ¿Decisión autónoma o herónoma? ¿Quièn lo indujo a tomar esa opciòn?
El revestimiento de las subculturas, con características
religiosas y de intolerancia política, es otra hoja de la alcachofa de ¿Por qué
somos así? y el por qué los resultados del plebiscito. La religión, escribe
Bertrand Russel (1962: 32), “se basa, principalmente en el miedo…miedo a lo
desconocido, a la derrota, a la muerte y, en parte, al deseo de pensar que se
tiene un hermano mayor que va a defenderlo a uno de todas sus cuitas y
disputas”. Y el hombre creó a Dios,
la novela de Fernando Soto Aparicio en la que indica, a través de Marcos
Aragón, su protagonista, Flora, Floribel y Araluz, que el hombre ha creado a
Dios en todos los rincones de la tierra y en todas las épocas de la historia y
que quienes no lo reconocen han sido y siguen siendo perseguidos y atacados. El
filósofo, matemático lógico, escritor y premio Nobel de Literatura, es un fidedigno
testimonio de esa persecución en la universidad de la Ciudad de Nueva York, a
mediados del siglo XX, llegando un juez a declarar, con la presión religiosa,
que el científico británico “no estaba capacitado para enseñar en ninguna de
las escuelas de esta tierra” (Russel, 1962: 251). Galileo es otro clásico ejemplo.
Por eso, la ciencia, dice Russell: “puede ayudarnos a
liberar de ese miedo cobarde en el cual la humanidad ha vivido durante tantas
generaciones. La ciencia puede ayudarnos a no buscar ayudas imaginarias, a no
inventar aliados celestiales, sino más bien a hacer con nuestros esfuerzos que
este mundo sea un lugar habitable, en lugar de ser lo que han hecho de él las
iglesias en todos los siglos” (Russell, 1962:33). Pero un “pueblo que no
trasciende en la ciencia, en la racionalidad, busca su destino principalmente
en imágenes, en la emotividad”, puntualiza el profesor Yunis. "Lo que impide el acceso al saber, lo que Platón llama la ignorancia, no es una carencia, sino por el contrario, un exceso de opiniones en las que tenemos una confianza loca", sostenía Zuleta. Datos tomados del El Espectador (09 10 2016) señalan que hasta 2013 había más de 7000 iglesias con RUT, con un patrimonio pròximo a los 10 billones de pesos y, con base en los datos de la DIAN, "en los últimos tres años, se constituyeron 1258, más de una en promedio diario"
Manipuladores y
manipulados: espinas en la alcachofa
“Tenemos en el mismo corazón la misma cantidad de rencor
político y de olvido histórico…Por la misma causa somos una sociedad
sentimental en la que prima el gesto sobre la reflexión, el ímpetu sobre la
razón, el calor humano sobre la desconfianza. Tenemos un amor casi irracional
por la vida, pero nos matamos unos a otros por las ansias de vivir…al
colombiano sin corazón lo pierde el corazón”.
Esta cita de García Márquez robustece, desde la literatura,
los aportes de la sicología, la genética, la historia y la filosofía e interpela a la
siquiatría. La primacía de las emociones sobre la reflexión, el ímpetu sobre la
razón y la irracionalidad por la vida, son síntomas de la salud mental del
colombiano, síntomas que en la Encuesta Nacional de Salud Mental no se reflejan,
para la comprensión a fondo del fenotipo de la alcachofa. De los 21 millones de personas afectadas en el mundo por esquizofrenia y otras sicosis ¿Cuántas hay en Colombia? De los 350 millones de personas afectadas en el mundo depresión, ¿Cuántas está dejando la violencia en Colombia? De los 47.5 millones de personas que padecen demencia en el mundo ¿Cuántas hay en Colombia?
Climent (2015) asevera que, “a pesar de sufrir severos
trastornos mentales, los antisociales y los narcisistas posan de personas de
conductas y razonamientos intelectuales aparentemente normales”. Nuevamente se
hace presente la necesidad planteada por Heidegger, en: Tarzàn y el filósofo desnudo, de deshojar la apariencia para
acceder al corazón de la alcachofa. La apariencia en el plebiscito fue
explicita y manifiesta en la manipulación; explicita a través de la mentira, el
engaño y el manejo de emociones negativas; tácita, por medio del ejercicio de un sufragio silencioso,
inconsciente, ignorante del verdadero sentido, acompañado del miedo y alienado.
El siquiatra de la universidad de Harvard, ahora mencionado,
en su libro: La locura lúcida, clasifica
la manipulación dentro de Las conductas
antisociales cotidianas, que no se le considera típica de ningún
diagnóstico clínico, pero que, con frecuencia, aparece entre antisociales y
narcisistas. “El filósofo Narciso no tiene verdaderos amigos, es amigo de sí
mismo… pero conoce mucha gente…por encima de todo lo más que ama son los
homenajes, para lograrlo se ha cubierto con la capa del populismo…con la suave
humildad de la soberbia…no habla de amores”, así se le caracteriza en Tarzàn y el filósofo desnudo.
El manipulador, retomando al profesor de la Universidad del
Valle, tiene siempre intenciones frías y calculadas; es incapaz de amar de
verdad; con su extraordinario poder de convicción logra captar audiencias; tiene
poder de intimidación sobre las víctimas más débiles, porque frente a los demás
es obsequioso y hasta servil; su egoísmo lo lleva a ser mezquino, codicioso,
práctico y calculador; es intuitivo para identificar personas
pasivo-dependientes que se acomoden a sus demandas; es sorpresivo y le interesa
no dejar tiempo a la contraparte para pensar y consultar; su fachada es
impecable, de modales suaves y elegancia impostada. Si por las razones más insignificantes
es confrontado, irritado o puesto en evidencia, se indispone, se atrinchera y
declara la guerra o alternativamente cambia la estrategia. El manipulador no
tiene conciencia de su enfermedad, de acuerdo con su propio criterio: “él no
tiene fallas y por tanto no admite sindicación alguna de su patología. La posibilidad
de recuperación debe buscarse en la victima: el manipulado” (Climent, 2015:
30).
Por su parte, el manipulado, es decir, la gran mayoría de
los electores y abstencionistas, considera que merece la vida que lleva; tiene
miedo absurdo e irracional a todo: al futuro, al otro, a cambiar, a tomar las
riendas de sus asuntos, a valorarse y a sacar el mejor provecho a cada momento
de la vida; la mentira, la negación, la pobre autoestima, la inseguridad van
desmoralizando al manipulado, encontrando cada vez menos razones para sentirse
bien consigo mismo; siempre termina justificando, excusando y minimizando las
acciones negativas del manipulador. "Este
patético escenario tan evidente para cualquier observador externo, no lo ve el
manipulado que se resiste con terquedad a vivir plenamente”. Para el
manipulador narcisista el “perdón” solo vendrá si la contraparte se ha
humillado lo “suficiente”…detesta a quien no le alimenta sus necesidades narcisistas (Climent, 2015:
30).
Bueno, hasta acá este intento de provocación al lector para
que ingrese a la cocina, a la Cocina de
la Escritura (Cassany) y tome los condimentos necesarios para adobar el análisis
de los hechos políticos recientes en Colombia y lo nutra con su luminicencia para transfromarlos. Los aportes, en lo atinente a reflexiones y alternativas de solución, de los profesores
Rubén Ardila, Luis López de Mesa, Emilio Yunis, Bertrand Russell, Julián De
Zubiría, Fernando Soto Aparicio, Gabriel García Márquez, Calos E. Climent,
Rodrigo Parra S., Zuleta, entre otros, son apenas un pétalo externo de la alcachofa.
En los intersticios de la hortaliza hay muchos duelos por elaborar, algunos todavía en la etapa de anestesia. Esos dolores requieren ser verbalizados inicialmente, para avanzar en su elaboración y darnos la oportunidad de rebasar en la construcción de un país al alcance de los niños, a través de la Escuela como Territorio de Paz. Parafraseando a García Márquez: nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía, donde los colombianos, condenadas económica, social y polítcamente a la violencia, tengamos por fin y para siempre la oportunidad de vivir en Paz.
En los intersticios de la hortaliza hay muchos duelos por elaborar, algunos todavía en la etapa de anestesia. Esos dolores requieren ser verbalizados inicialmente, para avanzar en su elaboración y darnos la oportunidad de rebasar en la construcción de un país al alcance de los niños, a través de la Escuela como Territorio de Paz. Parafraseando a García Márquez: nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía, donde los colombianos, condenadas económica, social y polítcamente a la violencia, tengamos por fin y para siempre la oportunidad de vivir en Paz.
Algunas fuentes consultadas.
Ardila, R. (1986) Psicología del hombre colombiano, Bogotá: Planeta
Cano, W. (2016) recuperado: http://www.elheraldo.co/local/ninos-de-85-colegios-del-atlantico-tuvieron-su-plebiscito-escolar-288974
Cano, W. (2016) recuperado: http://www.elheraldo.co/local/ninos-de-85-colegios-del-atlantico-tuvieron-su-plebiscito-escolar-288974
Climent,
C.(2015) La locura lúcida, Bogotá DC:
Panamericana editorial
De
Zubirìa, J. (2016) recuperado http://www.semana.com/educacion/articulo/implicaciones-del-no/497863
El Espectador (09 10 2016) http://www.elespectador.com/opinion/editorial/impuestos-iglesias-articulo-659452
García, G. (2004) http://scp.com.co/ArchivosSCP/Por_un_pais.pdf
García, G. (2004) http://scp.com.co/ArchivosSCP/Por_un_pais.pdf
Ospina,
W (.http://es.slideshare.net/soulborner/la-franja-amarilla-16591091
Parra,
R. (1996) Tarzàn y el filósofo desnudo,
Bogotá DC: Arango editores.
Russell,
B. (1962) Por qué no soy cristiano, México, editorial Hermes.
Yunis,
E (2004) http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1527280
14
de marzo de 2004
Zuleta, E. recuperado https://es.scribd.com/doc/79622258/Estanislao-Zuleta
Josè Israel Gonzàlez B
Trabajador social. Bogotà DC
ocavita@yahoo.com