El
rector: Un nudo que se tensiona en múltiples direcciones.
«En
la mañana nos bautizan; al medio día, el sol ha borrado nuestro nombre; al
atardecer, quisiéramos bautizarnos nosotros” León Felipe.
En el ocaso cronológico del siglo XX, la
Universidad Nacional de Colombia publicó los resultados de una
investigación, sobre los directivos docentes colombianos, en el libro titulado:
En un vaivén sin hamaca: la
cotidianidad del directivo docente. Creo que es una semilla poco
conocida en el labrantío escolar, porque los vergeles de rectores que hoy
existen en el país, distan mucho del sentido de la propuesta realizada, hace ya
tres lustros, por el profesor Carlos Miñana
Blasco.
Para este maestro de música, los directivos
docentes son el “nudo de una red que se
tensiona en múltiples direcciones, de una manera dinámica”. Esta es la manera
más humilde y más realista de asumirse el directivo docente, renunciando a la
jerarquía y a esas odiosas denominaciones de: jefe, líder, conductor, gerente,
administrador, ordenador, “el que manda aunque mande mal”, el don nadie”, entre
otras, que sirven más para escindir, distanciar y excluir a los agentes de la
comunidad educativa, que para convocarlos y potencializarlos. Y no es que el
directivo deje de responder por sus funciones, sencillamente el docente
directivo considera que su voz es una más en el concierto de la comunidad, y
que sus interacciones se cruzan con otras relaciones activas y reactivas,
provenientes de misceláneos lugares. En otras palabras, para el rector que se
asume como nudo, hay un juego de poder, de saberes y de comunicación distinto al
juego que hemos asistido como estudiantes, como educadores, como padres de
familia y como directivos docentes.
Pero
la asunción del directivo docente, del modelo artesanal al modelo de gestión profesional o
del modelo de organización institucional preburocrático- como lo refiere
Aguerrondo (citada por Magendzo, 1996,
95)- y burocrático, al de Red, reivindica comprender que el problema de
la escolarización de hoy no es un asunto exclusivo del Estado, tampoco inclusivo
de los maestros ni del docente directivo, sino del conjunto de la sociedad y es
ella la que debe resolverlo, porque lo ha forjado y no seguírselo achacando al
magisterio.
Sobre las bases de este bosquejo expongo algunas opiniones, que manan de
la experiencia reflexionada, para manifestarle al gremio, a la familia, a la
academia y al alumnado, que los
directivos docentes también padecemos las cuitas de una época muy difícil para
la educación, donde hay urgencias
lloradas y silencios obligados
con parentescos concomitantes a las ostentadas en Maestro, escuela y vida cotidiana en Santafé Colonial, por los profesor
Martínez Boom, Noguera y Castro (1999)
El Nudo Gordiano de un colegio.
En Colombia “la realidad supera la imaginación”, escribió Gabriel
García Márquez. Solo en Macondo ocurre, que el día en que llega una rectora, a
recibir el colegio, en ese mismo lugar y a esa misma hora, arribe el ingeniero
sanitario a clausurar el plantel, por higiene y por invasión de “ratas
voladoras”. Se ha conocido casos afines por falta de transporte, por problemas
de orden público, por equivocación en la dirección topológica, pero por el
motivo expuesto solo le ha sucedido a la rectora de un colegio público de
Bogotá.
He ahí ese nudo gordiano que no se puede zanjar al estilo de
Alejandro Magno, cortándolo con soberbia y con trampa, sino resolviéndolo como
un acertijo y "un acertijo no se resuelve, señores impacientes, espiando
la respuesta en un tris”; se intima poner en escena: valores positivos,
inteligencia emocional, saber resolver conflictos, argumentación y trabajo en
equipo. Estas y otras características ya las había prescrito una veintena de
maestros, del colegio en mención, en un ejercicio de sistematización de
experiencias educativas (González B. y otros, 2006). Así lo consignaron hace un
decenio:
“Nuestro directivo docente, requiere ser un excelente lector para
engrandecerse, un sobresaliente escritor que dibuje lo que piensa el alma, un
agente autónomo y no heterónomo, un ser que entienda la participación como la
toma de decisiones consensuadas, un sujeto que comprenda que la democracia
implica el reconocimiento del otro como persona y como profesional singular, un
investigador que de cuenta del conocimiento psicológico y sociocultural de sus
estudiantes, del entorno y del mundo, un práctico
reflexivo, un directivo constructor de políticas y no ejecutor de normas,
un intelectual de frontera, un hombre y una mujer que no se proclamen funcionarios sino maestros de la educación,
un colega que no se sienta añejo ni impostor, ni cansado sino que despierte ese
niño, esa niña, esa juventud que lleva por dentro”
Sin duda, la resolución del acertijo, no por la vía de
las tijeras ni del machete, le exige al docente directivo- subrayado lo del
docente directivo- despertar ese niño, esa niña, esa juventud que lleva por dentro, leer,
escribir, ser investigador, demócrata, autónomo, pedagogo, constructor de
políticas y garante de los derechos humanos, para poder desatar el nudo. El
acertijo le insta también, al docente directivo, ejercitar esa aguda
inteligencia del campesino, criador de ovejas y cultivador de uvas, que sube al trono de Frigia,
para recuperarles la institución a los agentes de la comunidad educativa y a los
oráculos, en un acto de restablecimiento de derechos, más no de emperador.
Los nudos en la garganta y los nudos corredizos.
Dentro del nudo de Gordio del referido establecimiento, además de
los nudos en la garganta que ocasiona la recepción, a la Secretaría de
Educación, de un colegio clausurado, están los nudos corredizos, uno de ellos
el de un grupo de profesores que se resiste a ingresar al establecimiento, por
respeto a la decisión de la entidad de salud, a la ley y porque temen que las
“ratas voladoras” contagien su humanidad con alguna enfermedad. Son unos
maestros con alma de campesinos que han llegado a la ciudad, que conocen el
colegio y su contexto y que, en verdad, como lo dijese Tolstoi: no hacen lo que
quieren sino quieren lo que hacen y son felices.
Pero ese querer lo exigía la docente directiva al interior del
colegio, para fortalecer las decisiones en el ablandamiento del nudo, junto a
los organismos de control y vigilancia. Como la rectoría es asumida como el “nudo de una red que se tensiona en múltiples
direcciones, de una manera dinámica”, entonces, la fuerza se desplaza hacia el
movedizo nudo que estaba interfiriendo la red o mejor sosteniéndola, para desanudar
y articularlo a la misma. Efectivamente, esa acción ha sido un acertijo, porque
el nudo que se ha visto, por las rectorías anteriores como obstáculo, -dicho
sea de paso en los últimos 12 años han sido 10- resultó siendo una correa de trasmisión
de actos potenciadores del centro escolar. Lo difícil es estimulante y para
desactivar esa tonificación se requirió, del docente directivo, 2% de talento y del 98% de perseverancia y aplicación, como diría Beethoven.” Al
toro a los cachos”, se dirá, volviendo al argot campesino.
En otro lugar de la red está un nudo de profesores halando hacia la
aplicación de sanciones, a esos hilos que, en ese momento, no están al interior
del colegio, pero están fortaleciendo los vínculos con la comunidad,
haciéndoles ver que el colegio se ha cerrado, entre otras razones, por el
abandono en que lo han postrado los padres con su ausencia y su actitud
indiferente; y que la Secretaría de Salud le está llamando la atención a la
Bogotá Humana, para que le garantice a los educandos la accesibilidad, la asequibilidad
y la permanencia, en condiciones dignas, tal como lo establece la Constitución
Nacional, leyes y sentencias.
Además de los nudos anteriores está aprestándose el nudo de algunos
maestros y directivos docentes, que molestos por la actuación del organismo de
sanidad, descalifican la actuación de una valiente y avezada maestra, que se
atrevió a incoar el Derecho de Petición que condujo a la clausura. “Somos
conscientes de nuestros males, pero nos hemos desgastado luchando contra los
síntomas mientras las causas se eternizan. Nos han escrito y oficializado una
versión complaciente de la historia, hecha más para esconder que para
clarificar, en la cual se perpetúan vicios originales…” apunta nuestro extinto
Nobel de Aracataca.
Y así se podría proseguir enunciando y describiendo los nudos de la
red escolar, para decir cuan importante es que el docente directivo actúe en
red y no se sedentarice en el pináculo de la pirámide, porque desde esas
alturas es muy difícil permear la realidad, abocar las resistencias y
transformarlas. Esas alturas están hechas para las águilas, no para los
terrícolas. El docente directivo que se asume como nudo que se
tensiona en múltiples orientaciones, puede mecerse en la hamaca con vaivén y
desde allí asir el cordel de su nombre, el de pedagogo, con el que fue
bautizado en la Normal o en la universidad, por la mañana, el que ha ungido en
la realidad, y el que la obscuridad de
las políticas educativas quiere borrar.
El nudo antes
del desenlace.
El nudo no solamente está en la red
virtual, ni en la malla de pescar, ni en el tramo de cuerda, ni en el telar, ni
en el tejido humano, ni en las camándulas ni en los ramos de los “mil jesuses”,
también está en la literatura, particularmente en el cuento y en la novela. El
nudo contiene todos los acontecimientos que tensiona la urdimbre y postulan el
desenlace. El nudo gordiano del centro escolar en cuestión es el problema que
presenta su planta física o, si se quiere, las debilidades de los Ambientes Básicos de Aprendizaje y los Ambientes Complementarios, parafraseando
las designaciones de la Norma Técnica Nacional 4595.
La planta física es la envoltura del
huevo que protege la gestación del cigoto. Y, si este revestimiento presenta ostensibles
fisuras, color desagradable, contaminación con gérmenes patógenos,
envejecimiento y adolece de higiene, entonces el polluelo irá a presentar bretes
en su desarrollo y crecimiento. Si los Ambientes
Básicos de Aprendizaje y los Ambientes
Complementarios de los colegios no cuentan con los componentes y las
condiciones establecidas por el Ministerio de Educación, para el acto
educativo, entonces la democracia no empolla y si incuba, será muy
enclenque.
Los colegios deben asimilarse al Partenón; en la forma deben
ocuparse más por la belleza, por lo estético y, en el fondo, por el cultivo de
las artes, las letras, el pensamiento, la cultura, el conocimiento, las
emociones y el clima de convivialidad. Los colegios deben ser la Atenas de
Pericles, para que la democracia florezca y dé los frutos que demanda Colombia.
De la experiencia en cuestión quedan, al menos tres enseñanzas; la
primera, que el docente directivo (no directivo docente) de hoy puede
empoderarse como un
nudo que se tensiona en múltiples vectores, haciendo parte de la red educativa;
dos, que dentro de la red debe jalonar más a los nudos apretados en aras de desenredarlos
y las cuerdas flojas para tensionarlas sin que se revienten, igualmente no dejar
desatar los nudos que están a tono con la fuerza que sostiene la red; tres, el
docente directivo, para ser un “sujeto que comprenda que la democracia implica el
reconocimiento del otro como persona y como profesional” requiere ser garante
de los derechos de todas las fibras de la red y de la existencia digna de los
Ambientes Pedagógicos Básicos y de los Ambientes Complementarios, para que
empolle la democracia.
Los
docentes directivos, de comienzos del tercer milenio, si “quisiesen bautizarse ellos mismos”, como lo hizo Henry David Thoreau, necesitan
recuperar el nombre con que los bautizaron en la mañana, huelga decir, el
sacramento de pedagogos y pedagogas, para que los rayos ultravioletas del astro
sol y la obscuridad de las políticas públicas no sigan destiñendo su encomiable
labor, ni los sigan meciendo en la hamaca sin vaivén del Neoliberalismo.
Algunas fuentes
consultadas.
GARCÍA
MÁRQUEZ, Gabriel, (1995) La proclama. Presidencia de la república. Bogotá
DC.
GONZÁLEZ
BLANCO, José Israel y otros (2006). Sistematización de experiencias educativas ....
Bogotá DC, editorial Códice.
MAGENDZO K., Abraham (1996). Curriculum,
Educación para la
Democracia en la Modernidad. Santiago de Chile.
MARTÍNEZ BOOM, Alberto, NOGUERA,
Carlos y otros (1999) Maestro, escuela y
vida cotidiana en Santafé Colonia. Bogotá DC. Socolpe.
MIÑANA
BLASCO, Carlos (1999) En un vaivén sin hamaca: la cotidianidad del directivo docente. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá DC. http://www.bdigital.unal.edu.co/1342/#sthash.wM8HMae7.dpuf
José Israel
González Blanco
Colegio Distrital
nuevo Horizonte
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