Historia gráfica de vida, conflicto y fracaso escolar
En un capítulo anterior, concretamente en lo atinente a: “El ser del sembradío”, aludimos a las
características de los hogares y familias de los estudiantes de grado sexto. Se
puntualizaron, entre otras características, que
el 90% de los alumnos cuenta con la presencia de la madre biológica y
que el padre está ausente en un 60%. En el mismo capítulo de la metamorfosis y el contexto de los
mencionados escolares, se registraron algunas expresiones con las que se les señala
a los educandos, en un lenguaje que, dicho sea de paso, debe “desautomatizarse”,
si queremos “desescalar” el conflicto escolar, en cuanto a la convivencia,
vivencia de valores y aprendizaje se refiere.
Dijimos, que los síntomas que
exteriorizan los estudiantes, puestos en las expresiones declaradas por algunos
educadores, tienen sus raíces en la familia, en el contexto y que el ritual de
la escolarización hace posible su ostentación. Esas expresiones, recordando a
Ulises, son los cantos de sirenas, tarareados en el octavo mar y escuchados por
los lobos, que piden ser guiados al paraíso de la Atlántida. Reculando la analogía
de los renacuajos, que veninimos desarrollando, junto con la del triciclo y la
bicicleta, las expresiones proferidas, son los cantos de sirena que la
tripulación del barco llamado escuela y aula de clase no deben proclamar,
porque son mortíferas en la complexión de la rana y en la guía de los lobos al
paraíso del conocimiento.
Formulamos hipótesis de trabajo y
preguntas problematizadoras, entre las que destacamos: una: ¿Los profesores del
Ciclo 3 y siguientes están apoyando decididamente y acompañando afectivamente
el aprendizaje de los educandos, en la bicicleta? Dos, ¿Los educadores de
preescolar y primaria están afianzando el montaje en el triciclo, para que el
ejercicio de pedalear la escritura, la lectura, los valores, la aritmética, los
hábitos, el conocimiento del cerebro, los procesos de fijación de la atención y
demás componentes del currículo formal, no generen traumatismos en el desveno
de la bicicleta o en el proceso metamórfico hacia el ser ranas?
Otras preguntas se ocupan de las
condiciones que hacen posible o dificultan la metamorfosis, las condiciones que
favorecen o declinan la zona de Desarrollo Potencial; las condiciones que afianzan
el aprendizaje en el triciclo y en la bicicleta.
Las hipótesis y las preguntas formuladas; la Teoría del Andamiaje insinuada y el Método de Proyectos sugerido, junto con las actividades sobre: el lenguaje
audiovisual susodicho, la lectura de textos literarios en voz alta, por los
educadores y la elaboración de dibujos y videos, acerca de las percepciones que
los niños tienen de sus profesores, interpelan componentes del currículo oculto
como las historias de vida de los niños, niñas y progenitores.
La Historia Gráfica de Vida de los
estudiantes de grado sexto.
La historia gráfica de vida es una técnica de recolección de información, que le
posibilita a una persona representar acontecimientos de su existencia, a través
de un diagrama o de un esquema. En el caso de los escolares de grado sexto, el
ejercicio consistió en disponer de una hoja y sobre ella trazar una línea
horizontal en la cual, una vez comprendidas las indicaciones del maestro, el
alumno recurre a la memoria para registrar momentos de su vida, en el tiempo.
Los sucesos se centraron en: pérdidas emocionales y momentos gratos de la
infancia.
Como el ser humano, conscientemente no recuerda muchos hechos de la
infancia, fue necesario que el colegial conversará con sus padres y abuelos
para el diligenciamiento del trazado. Una vez inspecciona el evento realiza un
relato, por acontecimiento, aportando el máximo conocimiento. Operativamente,
cada discente pone encima de la línea horizontal los episodios agradables y
debajo las pérdidas emocionales, calificando de 1 a 10 el nivel de importancia
y significación para su vida.
Como ya quedó revelado, la
mejor manera de suscitar interés por las acciones, es con la “Pedagogía del
ejemplo”, en esa razón, si el educador o el padre de familia accede a realizar
el ejercicio con el alumno o con su hijo, éste cobra mayor importancia. En
sicoterapia y en la logoterapia, con personas que están elaborando duelos o
iniciando ese proceso, la práctica es común y muy fructuosa.
De un universo de 156
estudiantes, 152 accedieron al ejercicio y lo entregaron completo 115; es
decir, el 76%. Una vez acopiada la información se efectúa una lectura
espontánea para detectar inconsistencias por la legibilidad de la escritura y
para aclarar dudas, con el educando, en la decodificación de los relatos y de
la gráfica. Hubo necesidad de elaborar algunas historias de nuevo. Sobre la
base de los hallazgos, se establecen cinco categorías de agrupación
relacionadas con: la madre, el padre, los hermanos, los abuelos y bisabuelos,
los animales, la vida escolar y la existencia personal del niño o de la niña.
En la vida personal descuellan, entre otros eventos dolorosos: “la vez
que me metieron una aguja”, “cuando me robaron la tablet”, “la vez me separaron
de mi hermano”, “cuando se me partió un diente”, “el embrazo de mi mamá”, “esa
vez que me corté los dedos con el hacha”, “las caídas de la bicicleta”, la
quemada con una moto”, “las heridas de haberme quemado con la estufa”, “llorar
porque no quería el jardín”, “no me sacaban cuando era pequeño“, “los regaños”,
“la pelea con un chino”, “cuando me caía y me escalabraba la cabeza”, “cuando
estaba enfermo”, “la fractura de un píe”, “quedarme sin ir a paseo”,
“castigarme por perder las materias”, “la ida de la profesora”, “dejar a los
amigos por trasteo de barrio”, “la menstruación”, “pelear con mi novia”, ”las
palizas de mi mamá”, “la gritadera de mis tíos”. El castigo de los adultos, los
accidentes corporales y las adversidades de la escolarización, son los tres
episodios más relevantes, ocupando 47% el primero, 19% el segundo y 26% el
tercero, respectivamente.
Respecto a la familia: la muerte de abuelos, tíos, hermanos y amigos
ocupa el 53%; las enfermedades en los miembros de la familia extensa conquistan
un 11% y las separaciones de los padres el 32%. La pérdida de animales por
muerte, por extravío y por apartamiento ordenado por los padres, merece un importante lugar, con
un 54% del total de niños y niñas. Dentro de los recuerdos gratificantes, entre
otros, se mencionan: “aprender a caminar”, “hablar las primeras palabras”,
“entrar al jardín”, “tener celular”, “jugar”, “manejar el televisor”, “disfrazarse”,
“las vacaciones”, “cantar y bailar”, “recibir premios”, “comenzar a gatear”, “salida
de los dientes” “los nuevos profesores”, “comer”, “aprender a leer” y a
escribir.
Las historias de los estudiantes en el
currículo formal
Para el currículo
formal las situaciones expuestas, aparentemente, no tienen mucha trascendencia;
empero, son determinantes en la enseñanza, en el aprendizaje, en la convivencia,
en la salud y en la existencia, porque con los hallazgos de la
Nueva Medicina, que comprende la relación psique-cerebro-órgano y la Ley de Hierro del Cáncer, hay
investigaciones que demuestran que la misma relación de un sufrimiento o
conflicto emocional, vivido en silencio, deja una huella en el cerebro. A esa
huella se le conoce como El Foco de Hamer
(Alvarado Aguirre, sf). Dicho de otro modo, si a las pérdidas emocionales
que han padecido nuestros escoalres no se les posibilita extrapolarlas, la
salud física y mental tendrá sus efectos aciagos a mediano y largo plazo, tal
como viene acaeciendo en Colombia. Humberto
Maturana, desde la Biología, apuntala: “la
escuela no se mueve por la razón sino por
las emociones”.
Marcel Proust, en “El tiempo perdido” da pistas de la
existencia que no vivió. Fue la moral interiorizada la que lo obligó a reprimir
su rebelión. “Si alguna vez hubiera podido hablar en su propio nombre con su
madre, como dejó hablar a su héroe Jean Santeuil, no habría padecido asma, no
habría sufrido ataques de asfixia, no habría tenido que pasarse media vida en
cama y no habría muerto tan pronto” (Miller, 2013, 68).
Friedrich Von
Schiller, a los trece años ingresó a la academia militar y sufrió lo indecible
con la disciplina a la que fue sometido. Su biógrafo describe al padre como un
déspota, un hombre severo, impaciente propenso a los arrebatos de cólera y “muy
obstinado”. Para Él, el objetivo de la educación era impedir las manifestaciones
espontáneas y creativas de su alegre hijo. En el periplo de su efímero trasegar,
Schiller sufrió siempre dolorosos calambres en distintos órganos. Murió a los
41 años, luego de padecer graves enfermedades y fuertes delirios.
Dostoievski, en la
novela: Los hermanos Kaaramazov, describe
a su padre, un médico y hacendado despiadado quien al final de la vida le
heredó una finca con cien esclavos. No obstante la brutalidad del progenitor,
Dostoievski manifestaba, por su padre, cariño y un amor absolutos. La salud del
escritor fue muy precaria: padeció insomnio crónico, se quejaba de las
pesadillas que tenía en las que, de acuerdo con los estudios de sicoanalistas,
afloraban probablemente sus traumas infantiles sin que él fuese consciente de
ello. Sufrió ataques epilépticos y fue adicto al juego de la ruleta.
Anton Chéjov, en
el relato: El padre, describe a un
progenitor esclavo, ex alcohólico, nada cariñoso. La leyenda apunta a un hombre
que bebe y vive a costa de sus hijos; empero, no hay rastros en sus escritos de
las brutales palizas que recibía. Chéjov, a cambio de rebelarse contra su
padre, mantuvo a sus expensas a toda la familia, se hizo cargo de ellos. Murió
a los 44 años.
Alice Miller
(2013, 82), apalancada en sus investigaciones, asevera que todos los dictadores
niegan el sufrimiento que han padecido en su infancia y que tratan de olvidarlo
ayudándose de la megalomanía. “Pero el inconsciente de cada persona registra en
las células del cuerpo su historia completa y llega un día en que la impulsa a
hacer frente a su verdad”. Stalin, Mussolini, Ceaucescu, Idi Amin Dada, Saddam
Hussein y Hitler, son algunos casos estudiados.
El monstruo de los Andes, en
el caso colombiano, cuenta que su infancia estuvo marcada por el maltrato de su
madre y de su padrastro, rememora que fue testigo en varias oportunidades de
las relaciones sexuales que sucedían al interior de su hogar. “Su
representación de la familia es contradictoria”, apunta Cruz Niño (2013, 58) en
Los monstruos en Colombia si existen. El
amor y la fraternidad de El Monstruo de
los Andes, en su infancia, se reemplazaron por los celos, la rabia,
sentimientos que gestaron en su interior odio hacia la madre, tanto que a los
diez años se escapó de la casa, llegó a Bogotá y fue adoptado por una pareja de
zorreros, convirtiéndose, ese niño que había nacido sano y saludable y que fue
bautizado con nombre de padre y apellido de madre, en un errabundo por la urbe,
sumido en la indigencia y luego en un asesino en serie.
En Arthur Rimbaud
la relación con su madre se convirtió en odio y fascinación, pero como
formalmente no la podía odiar, dirigió el odio contra sí mismo y dedujo,
oscuramente, que él era el culpable de no recibir amor, se auto culpó. La madre
de Rimbaud, una mujer arrogante, testaruda, de un odio soterrado, con una
sequedad obstinada, con religiosidad santurrona, sometió a sus hijos a un
completo control, llamándole a eso amor maternal.
¿Qué hacer con las Historias
Gráficas de Vida en la escuela?
García Márquez decía
que "La vida no es la que uno vivió, sino la que
uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla". Lo priemro es recordarla
y hacer algo con ella. Lo importante no es lo que le pasa a la persona, en el
peregrinaje por el mundo, sino lo que haga con eso que le aconteció. Los escritores nombrados se dedicaron a escribir y los dictadores a
mandar. Nosotros, los educadores, podemos adelantar, al menos, cuatro cosas:
1. En lo pedagógico. La fundamentación de toda actividad humana, incluyendo la
enseñanza, está comprometida con la posibilidad de la vida humana y la
libertad. Los teóricos críticos, comienzan con la premisa de que los hombres y
las mujeres no somos, en esencia, libres y que habitamos un mundo repleto de
contradicciones y asimetrías de poder. Las hsitorias de los niños, las de los
padres de familia y las nuestras están socorridas de episodios de dolor y de
alegría.
Las pedagogías
Críticas toman “los problemas y necesidades de los estudiantes como punto de
partida”. La Historias Gráfica de Vida
es un parlante por donde el estudiante, el maestro y el padre de familia
expresan sus dolores y alegrías; es el megáfono que amplía las voces escolares.
La Historias Gráfica de Vida activa
la “memoria peligrosa”, dimensiona la experiencia y da forma – como lo sostiene
Peter Mclaren (1984, 275) “a una gran variedad de enfoques sobre enseñanza y
aprendizaje en los cuales la esperanza y el poder desempeñan papeles
integrales”.
Ningún maestro enseña en espacios imaginarios en
donde no estén presentes alumnos concretos y reales, sujetos que establezcan
relaciones con el saber, con el maestro y entre ellos mismos, escribió Eloísa Vasco, en Maestros,
Alumnos y Saberes, al sustentar que el buen maestro debe responderse
siempre las preguntas: ¿A quiénes enseña?, ¿Qué enseña? ¿Cómo enseña? ¿Para qué
enseña? ¿Dónde, Cuándo y Con qué enseña? La
Historias Gráfica de Vida le aportan al Quiénes y le posibilitan al maestro
definir el Qué, Cómo y Para qué.
2. En lo propedéutico-terapéutico
El siquiatra Adolf
Guggenbhul-Craig (1992, 99) en su libro:
Poder y destructividad en psicoterapia sostiene que las actividades del
médico, del sacerdote, del sicoterapeuta y del maestro suponen esfuerzos
deliberados para ayudar al que sufre, no obstante el genuino deseo de ayudar
puede también hacer daño. Sobre los educadores arguye que, con frecuencia, se
encuentran maestros que parecen haber perdido toda traza de puerilidad, que
tienen incluso menos rasgos infantiles que el adulto sano promedio. ”Esos
maestros se han convertido en nada más que funcionarios y se enfrentan a los
niños casi como enemigos. Se quejan de que los niños no saben nada y de que no
desean aprender; sus nervios son destrozados por la infantilidad y la falta de
autocontrol de los estudiantes. Para esta clase de maestros los niños son el
Otro, ese que ellos nunca querrían ser. Maestros así derivan un cierto placer
de exhibir su poder a los niños, atormentándolos y manteniéndolos a la raya con
“promedios matemáticos” cuidadosamente calculados”.
Sin embargo, el médico
suizo aprecia que ese arquetipo “adulto
conocedor-niño ignorante”, qué acompaña al educador, se despunta en la
medida en que el buen maestro estimule, en cada niño, al adulto conocedor, tal como el buen médico despierta el factor curativo
interno en el paciente. “Pero esto solo puede ocurrir si el maestro no pierde
contacto con su puerilidad”. Nuestra cultura en general, retomando otra vez a Mclaren
en: La vida en las escuelas, ha
ayudado a instruir a los estudiantes para que adquieran una verdadera pasión
por la ignorancia. Lacan consideraba que la ignorancia no es un estado pasivo
sino más bien una exclusión activa de la conciencia.
La Historia Gráfica de Vida pone sobre el tapete la existencia de familias que utilizan,
a menudo, el maltrato para resolver los
conflictos. Son familias que tienen como norte de la brújula el cuarto mandamiento para hacerse valer,
para ejercer autoridad. Con las familias de los estudiantes, como lo veremos
más adelante, los padres pueden hacer un ejercicio de confesión con su hijo;
dicho de otra manera, los padres pueden conversar con su hijo acerca de la
infancia, específicamente, sobre la manera como se relacionaban. Si hubo
maltrato, tanto el niño como el padre pueden poner en común los recuerdos
negativos, valorar si ello causó sufrimiento, buscando la manera de avanzar en
la superación de esos episodios, con el compromiso de restablecer derechos y de
“no repetición.”
Miller testifica que una vez que
los padres hayan reconocido el daño causado se superarán muchos de los
obstáculos que antes parecían insalvables, “lo que equivale a un proceso de curación
espontánea”, semejante a la “curación espontánea de enfermedades” como lo
describe Santiago Rojas. El mejor momento para plantear una conversación con
los propios hijos, sobre las heridas provocadas, sería probablemente entre los
cuatro y doce años, recomienda la sicoanalista en mención. Es la edad por la
que atraviesan los escolares la educación preescolar y básica, inmerso el grado
sexto, objeto del estudio.
Desde el campo de la
Neuroeducación, Francisco Mora nos dice: “Cada vez está más claro que es
durante los primeros seis a doce meses de vida del niño cuando ya es posible
detectar muchas cosas que mas tarde pueden repercutir negativamente en el
proceso normal de aprendizaje”. Obviamente, que estas recomendaciones no
tendrán garantía si no se redimensiona la concepción cultural de que los niños
en la infancia no sienten, no piensan, son amorales. Alison Gopnik (2010, 223) en: El filósofo entre pañales declara que
los niños de tres años ya han desarrollado una ética básica de afecto y
compasión”. Igualmente, los niños de tres años “comprenden también las reglas y
tratan de observarlas…tienen en cuenta las intenciones cuando realizan juicios
morales básicos sobre el bien y el daño”. Los infantes poseen poderosas
capacidades para aprehender el mundo y transformarlo. En cuanto a las emociones
negativas, los filósofos entre pañales, “muestran los mismos impulsos de ira y
venganza que tienen los adultos”.
Las Historias Gráficas de Vida
además de aportarle al maestro, conocimientos socioculturales sobre los
alumnos; además de permite la interrelación padres e hijos, en un escenario
mediado por la escuela y tendiente a mejorar sus relaciones personales; además
de acercarnos a nuevos hallazgos de la Medicina, la Sicología, la Filosofía y
la Neuroeducación, convocan a la escuela a pensar un arquetipo de familia
distinta a la heredada por Moisés, dado que es un modelo que no dio los
resultados esperados y, teniendo en cuenta los nuevos acontecimientos sociales,
verbi gracia, la adopción de niños y niñas por parejas homosexuales. El
currículo formal tiene en sus manos incidir en los estudiantes, para que forjen
unas relaciones familiares descentradas de la estricta obediencia a los padres,
lejanas de la eliminación de la supuesta testarudez
y de la maldad en los niños, como lo
profiere la “Pedagogía Negra”, adversas al sometimiento de los niños por gusto;
conscientes del no maltrato, incluso distantes de la mal interpretada sanción moderada que establece el Código
Civil Colombiano.
La Historia Gráfica de Vida y
el Derecho a la Paz
La escuela colombiana no puede seguir estando al
margen de las conversaciones de Paz que se ensanchan en la Habana. La escuela,
en todos los niveles, no es extranjera en la historia de Colombia. A la escuela
colombiana la han sacudido todos los conflictos de la nación. Una considerable
cantidad de niños representan, en sus historias de vida, dolores por
desplazamiento, “porque se llevaron a mi tío”, “porque mataron a mi papá”,
“porque se llevaron las reses”, “porque mataron mi perro”, “porque mataron a unos
amigos”, “porque violaron a mi prima”, “porque quemaron la labranza”, “porque
nos tocó venirnos”, en fin, una larga lista de motivos que refleja pérdidas
emocionales silenciadas.
Un proceso de paz que no tenga en
su agenda la formación de nuevas generaciones de ciudadanos, en la cultura de
la resolución de los conflictos sin acudir al maltrato, a la trampa, a la violencia física, sicológica y moral,
está llamado al fracaso. De eso Colombia ya tiene la experiencia. En decenios
anteriores hubo amnistías, pactos de paz, Ley de Justicia y Paz, decretos y hasta
cátedras que se quedaron en un discurso sin compromiso, en el desarme y en la
participación electoral de los alzados en armas.; mientras que el conflicto económico y social no
fue resuelto, en muchos casos quedó en el papel, sigue sin resolverse.
En un
reciente seminario llevado a cabo en Bogotá, sobre “Mujeres y paz. Centroamérica-Colombia” Deysi
Cheyene, militante
del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el movimiento de
oposición política y armada que se transformó en partido político y ahora está
en el poder en El Salvador, hizo un balance sobre el proceso en ese país
centroamericano, resaltando que los acuerdos sobre la resolución de los
problemas económicos y sociales había sido muy débil y que todo se había
reducido al asunto electoral. Apuntaba Cheyene, que el proceso sirvió más bien
para que las políticas neoliberales penetraran sin tanta dificultad.
Los colombianos, tal como van las cosas, estamos
expuestos a correr riesgos similares a los del país vecino y a repetir pasajes
de nuestra historia, si no se agenda la problemática educativa y de salud de
nuestras comunidades, particularmente de los niños, niñas, adolescentes y
educadores. En la positivización de la Paz, la escuela debe apostarle a la
formación de una generación de padres de familia con una concepción distinta a
la de “honrar a padre y madre”. Los filósofos “entre pañales” no pueden seguir
siendo sometidos a la violencia de sus padres. ¡No más síndromes del niño golpeado,
ni apaleado, ni maltratado, ni más síndrome de Munchausen! Miremos por cual de
las 1213 ventanas del monasterio, puede entrar la luz al oratorio, porque si
nos seguimos equivocando la luz equivocada nos llevará a la locura y luego a la
muerte, como viene ocurriendo. ¡La sabiduría es lo único que puede ayudarnos!
Algunas fuentes bibliograficas
COHEN IMACH, Silvina (2010) Infancia maltratada en la posmodernidad. Buenos Aires, Paidós.
CRUZ NIÑO, Esteban (2013) Los
monstruos en Colombia si existen. Bogotá DC, Grijalbo.
DEHAENE, Stanislas (2014) El
cerebro lector, Buenos Aires, Siglo XXI
GUGGENBHUL-CRAIG, Adolf (1992) Poder y
Destructividad en Psicoterapia. Caracas, Monte de Ávila editores.
MATURANA, Humberto (2004) Desde la Biología a la Psicología.
Buenos Aires, editorial Universitaria.
MCLAREN. Peter (1994). La vida en las escuelas.
Una introducción a la pedagogía crítica en los fundamentos de la educación. México:
Siglo XXI editores.
MILLER, Alice (1985) El drama
del niño dotado. Barcelona, Tusquets editores.
NADIN,
Mihai (2002) Hacia una cultura de
múltiples expresiones y lenguajes. Barcelona, Antropos, 197
VASCO MONTOYA, Eloisa. El saber pedagógico: razón de ser de la
pedagogía. En: Pedagogía, discurso y poder. Santa Fe de Bogotá: CORPRODIC.
José Israel González B. Trabajador social. Universidad Nacional de Colombia.
María del Pilar Herrera. Licenciada en Ciencias Sociales. Universidad Distrital.
Colegio distrital Nuevo Horizonte.
Bogotá DC, agosto 17 de 2015.