Su
hijo, un jugador que necesita su Pekerman
Ha terminado el
mundial Brasil 2014 con muchas sorpresas: goleadores, perdedores, tarjetas
amarillas, tarjetas rojas, lesionados, protestas, mordiscos, dolores, alegría y
varias enseñanzas: trabajando en equipo podemos llegar lejos, cumpliendo las
normas no hay amonestaciones, con un buen técnico el jugador rinde mucho,
entrenando a diario el juego mejora sustancialmente, pero sobre todo Colombia
aprendió que somos capaces y que para llegar a las semifinales, a la final y a
ganar el mundial hay que hacer más esfuerzo del realizado hasta ahora. “El genio se compone de 2% de talento y del 98% de perseverancia y aplicación” decía Ludwing Van Beethoven.
En los colegios de
calendario A, ha terminado el primer semestre del año 2014 o, en la jerigonza
del balón píe, el primer tiempo del partido. Al igual que en el mundial, hay
perdedores, triunfadores, muchos con una tarjeta amarilla llamada Plan de
Mejoramiento, todos los niños y niñas con cuantiosas capacidades, pero a la
mayoría les falta un Pekerman. Serán bastantes los James Rodríguez que
llorarán por los llamados de atención, que los padres Pekermans les harán por
su bajo rendimiento académico, pero más porque pudiendo jugar bien en el
estudio no lo han hecho, porque les faltó entrenamiento en la lectura, en la
escritura y en las ciencias o, porque, teniendo la capacidad para ser
finalistas, se descuidaron como los brasileros, no jugaron bien, les ganó la
pereza, la desatención, la ausencia de esfuerzo y la carencia de disciplina
positiva los ha goleado.
No faltarán los
jugadores y espectadores que tildan al arbitro de parcial, al igual que no
faltarán los niños que culpan a los profesores, también habrá quienes
responsabilizan a los jugadores, porque en su boletín de calificaciones hay
muchas tarjetas amarillas, varios goles o materias perdidas e incluso tarjetas
rojas. Pero culpar al uno o al otro no sirve de nada, porque tanto los
profesores como los demás educandos del curso saben que esos jugadores
perdieron las materias, porque evaden clases, se salen del campo de juego, son
groseros, no acatan normas, no traen las tareas, no han hecho el esfuerzo
requerido en cada materia, es decir, no han cumplido con su deber, como si lo
hicieron los jugadores de los equipos del mundial, para poder llegar a ostentar:
la copa, el balón de oro, la bota de oro, balón de oro, el guante de oro, el premio
al mejor jugador joven, el premio al juego limpio y el premio al equipo más
entretenido.
Pero señor padre de
familia, acabamos de comenzar el segundo tiempo, todavía se puede ganar el
partido; dicho de otro modo, el año escolar de su hijo no está perdido. ¿Qué
debe hacer? Lo mismo que hizo Pekerman: llamar al jugador, hablar con Él,
preguntarle cómo se siente física, emocional y mentalmente, nutrirlo mejor,
hacerle sentir que es un excelente jugador, mostrarle que si se esfuerza más
gana Colombia, gana la familia y sobre todo gana Él o Ella. Solo se requiere
que usted, como padre de familia, lo acompañe como el técnico, no lo deje solo
en los entrenamientos, dedíquele por lo menos dos horas diarias a estudiar, no
es hacerle la tarea, es estar a su lado para que el estudiante las haga,
observe lo que está haciendo, revise el uniforme del jugador, apóyelo para que
no llegue tarde al campo de juego, porque se pierde de las instrucciones y sin
ellas jugará incorrectamente.
¡De Usted depende,
señor padre de familia, que nuestro jugador gane o pierda en el segundo tiempo
que ya comenzó. En sus manos está el jugador y el balón. Sígale el ejemplo a
Pekerman, para que en diciembre la alegría de la familia, por los logros
alcanzados por el jugador, sea total y multitudinaria, tal como lo fue la
llegada de la selección a Bogotá, el 6 de julio!
El colegio, como
campo de juego, está dispuesto a seguirlos apoyando, tenemos puesta la camiseta
y seguiremos sudándola como buenos jugadores, súdela usted también y ponga a su
hijo a sudarla más. “Con el sudor de tu frente ganarás el pan”, reza una
enseñanza bíblica.
Dese la oportunidad
de descubrir al Yepes creativo, al Cuadrado estético en las jugadas, al James
goleador, a la Catherine Ibargüen luchadora,
al Nairo Quintana empoderado y a muchos, cuya lista no cabe en este artículo.
Lo que tiene en sus hijos es una profusa
fibra, un silencioso talento y un miedo absurdo a la perseverancia, que en todo
caso hay que desactivar, para que Colombia llegue a los mundiales de fútbol, de
matemáticas, de ciencias, de tecnología, de paz, de… bien posicionada y haga vibrar al mundo con
los finos pasos de nuestra danza, con el
sabor alegre y emprendedor de nuestra
gente y con el verde -que como lo escribió Aurelio Arturo- “es de todos los colores”
José Israel González Blanco. Colegio Distrital Nuevo Horizonte. Bogotá DC.
Julio 16 de 2014
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