...NIDOS DE POLLUELOS DE CORTO VUELO
“…Los hombres saben hacerlo todo, excepto los nidos de
los pájaros”
El nido es sin
duda para el pájaro, una morada suave y caliente, anota Gastón Bachelard en La poética del espacio. Es una casa
para la vida, es la cobija del pajarillo y la pajarilla que surgen del huevo,
es el pulmón externo para el pájaro y la pájara que salen del huevo antes que
la piel desnuda reciba su plumón corpóreo, es el aeropuerto donde alientan las alas
los aeroplanos naturales, es el lugar del sueño, de la tristeza, es un espacio
de aprendizaje y enseñanza. El nido es a la vez mundo y parte del mundo de los
pájaros, mientras que el mundo es nido del hombre y de la mujer. El nido es el
auditorio donde los pájaros leen las partituras y entonan sus conciertos con la
aurora. El nido es historia. Pero el nido es también albergue de excrementos
que producen los cuerpos de sus habitantes.
Quienes hemos
accedido a la observación, a la contemplación e incluso al desbaratamiento de los
nidos, sabemos de la laboriosidad, de la
industria y el artificio con que todos los animales hacen su morada, son
tan grandes que no es posible mejorarlos, hasta el punto que superan el trabajo
de todos los albañiles, carpinteros y constructores; porque no hay hombre ni
mujer que haya sabido hacer para él, para ella y para sus hijos un edificio tan
pulido, como el que estos pequeños animales hacen.
En la jungla de
la cultura, el nido equivale a las organizaciones sociales; por eso, hablaremos
del nido familiar, del nido escolar y de los polluelos. La escuela, es un nido,
entre tantos nidos, que alberga las criítas salidas del nido familiar. La Universidad , por su
parte, es un nido ingeniado por la humanidad para incubar y abrigar el
pensamiento, el arte, la cultura, la investigación, la pedagogía, cuya forma ha
sido dada por el cuerpo del pájaro. El nido es el domicilio de las aves, así
como la universidad es “el domicilio de las Musas, de las
disciplinas liberales, el origen y fuente de las ciencias, la madre y nodriza
de los hombres doctos y el semillero de las doctrinas”[1]
El nido escolar
El nido escolar
es la segunda casa de los pajaritos y pajaritas. Del nido familiar hacen su
segundo o tercer vuelo hacia el nido escolar para seguir creciendo, para
emplumar bien, para acabar de encañonar, para que los ornitólogos les enseñen las
rutas de la imaginación, la cartografía del mundo y el sentido de los vientos
de la cultura. Las aves progenitoras confían en el nido escolar y en los
ornitólogos la formación de los pichones.
Frente a estas
expectativas surgen los primeros interrogantes: ¿Los ornitólogos que hoy airean
el nido escolar tienen el oxígeno suficiente para ayudar al vuelo de los
pequeños pajarracos? ¿Conocen los ornitólogos las características de las aves
que hoy están posando en el árbol de la escuela? ¿La escuela, el colegio y la
universidad son nidos o jaulas? ¿Saben los ornitólogos cuáles son los sabores
afectivos de las diminutas aves? ¿Comprenden los ornitólogos cuáles son los
plumajes axiológicos que exhiben las aves en el atardecer del siglo XX y a
comienzos del Tercer Milenio? ¿Tienen clara la fenomenología filosófica,
política, sicológica y cultural de los hijuelos e hijuelas provenientes del
nido familiar? ¿Los nidos construidos por los arquitectos responden a las
características evolutivas y socioculturales de los moradores? ¿Los nidos que
han auspiciado el crecimiento académico de los ornitólogos, huelga decir, la Normal y la Universidad , tienen
los elementos que demandan las respuestas de las preguntas expuestas?
El autor de este
escrito empolló la pedagogía en la
Normal hace mas de siete lustros. Al volar de ese nido custodiado por
monjas aterrizó en una vereda selvática en el Magdalena Medio y casi se extingue,
porque su cuerpo no sabía navegar en esos aires, pues la Normal enfatizó más en la fe que en la pedagogía y
la cultura rural y urbana. Creía que el ornitólogo iba a la selva a cazar
mentes, a enseñar, más que a aprender. Desconocía que Tolstoi había advertido
que era de los niños campesinos de quienes se debía aprender a escribir. No
sabía este pájaro de corto vuelo, cómo trabajar simultáneamente con tres y
cuatro cursos, situación a la cual no escapan muchas escuelas rurales. No sabía tampoco cómo enseñarle a niños cuyos
padres habían sido muertos por grupos armados, menos aún estaba al corriente de
qué hacer con las viudas de esos niños para manejar el duelo. Los alumnos
dibujados en el currículo formal de la Normal no tenían las siluetas de los niños y
menos de las niñas del currículo oculto.
Luego, en el
domicilio de las Musas, es decir en la Universidad (UPTC, U. Nal, UPN y Amigó) el
pájaro que solfea este texto nutrió su buche con algunos granos teóricos y
metodológicos de diferentes disciplinas del saber, eso no hace más de tres
decenios. Aún así, la formación seguía siendo de “buche y plumas”, más que de
alas para volar y extremidades para caminar. Evocando a Kafka, en las Consideraciones acerca del pecado, sentía
que la Universidad
era “una jaula que había ido en busca de un pájaro”.
Pero la práctica
pedagógica reflexionada de manera individual y colectiva llevó a
hipotetizar, que la universidad y la normal no están
formando ornitólogos para el actual nido escolar, sino para el nido del pasado,
desconociendo las mutaciones socioculturales y arquetipos de pajaritos y
pajaritas que hoy trinan y hacen trinar a los maestros y maestras en la
escuela, en el colegio y en la universidad. Las pajas
del nido que soportan la formación de los ornitólogos, que vuelan la frondosidad de la
escuela, no tienen las fibras adecuadas, ni el calor suficiente que les permita
comprender las características de los hijuelos e hijuelas, que están arribando
al colegio y menos aún los elementos necesarios para llevar a cabo el proceso
de enseñanza y aprendizaje que ellos y ellas exigen. Parafraseando a Augusto Monterroso,
no escriben para la contemporaneidad sino para el pasado.
En una investigación realizada por 24
maestras y maestros del colegio Distrital Nuevo Horizonte[2]
encontramos, entre otros, los siguientes prototipos de aves: los homo videns;
los alumnos del chat, el internet, el mail y la Web ; los menores
trabajadores; los alumnos contraventores
e infractores; los integrantes de las “Tribus
urbanas”; los consumidores de
sustancias psicoactivas y los que se encuentran en riesgo de caer en ello;
los niños, niñas y jóvenes con el virus
del suicidio; los niños, niñas y jóvenes desplazados; los escolares con Necesidades
Educativas Especiales, las madres de la infancia, las niñas y niños que están estudiando obligados por sus padres; los que van por el refrigerio, los que atacan verbal y
físicamente a los maestros y maestras y los del bullying.
También revuelan por el árbol donde está el
nido: los escolares que van a clase cuando quieren y pueden, las madres y
padres estudiantes que son pareja, los menores que trabajan delinquiendo, los
alumnos y alumnas que asisten a la institución y en la otra jornada asumen el
rol de la pandilla, los niños y niñas maltratadas y maltratados física,
sicológica y sexualmente, los que empiezan a explicitar opciones sexuales no
tradicionales, los niños y niñas con problemas de aprendizaje y en el
aprendizaje, los niños, niñas y jóvenes que tienen bajo rendimiento académico,
los llamados indisciplinados, los que padecen enfermedades físicas y mentales, los
que tienen vocaciones escondidas y asumen actitudes engañosas para salirse con
la suya, los que entran al colegio pero no asisten a las clases, y los otros 25
corresponden a la categoría de los “normales”, sumisos, deprimidos, cepilleros,
nerdos, los que asisten a clase pero
“le hacen conejo” a la misma. No obstante, la concepción de los alumnos de los
nuevos colegios de Bogotá, registra otros prototipos.
No es tarde para
descubrir el nido
Podemos finiquitar esta reflexión recordando
que hay ocasiones en que los humanos descubrimos tarde los nidos, los hallamos
sin sus habitantes. La situación que nos ocupa, alude a un encuentro de un nido
en proceso de descubrimiento, por lo tanto la invitación es a conocerlo,
estudiarlo y trazar políticas, metodologías, didácticas, pedagogías, técnicas y
escenarios para el cultivo de los nuevos hijuelos e hijuelas, que brotan del
nido familiar, pero afectados
notoriamente por el nido de los Medios de Comunicación, por el mal clima de la
guerra, por la peste de la pobreza, por la depredación de su familias y por el
atraso científico y tecnológico de las instituciones formadoras de ornitólogos
y del país en general, como lo ha puesto en el debate Jorge Orlando Melo.
Para descubrir o
redescubrir el actual nido escolar, podemos apoyarnos en las siguientes pistas:
¿La normal y
la universidad están formando y cualificando a sus ornitólogos para enseñarle a
Pasión, una niña que explicita su desinterés por el
estudio, puesto que está en embarazo y
su proyecto de vida tiene como techo conseguir una compañía, lograr que le
suministren alimentación si no para ella, para “ese nuevo ser que no tiene la
culpa de nada”, abogando implícitamente por el respeto como mujer, sin importar
mucho la academia?
¿La normal y la universidad están formando y
cualificando a sus ornitólogos para enseñarle a Dormitila, una alumna que llega a dormir sobre el pupitre, que asiste obligada al colegio,
que le gusta más la calle porque allí la pasa más chévere pegándose sus
elevaditas con las colillas de maracachafa que le pasan sus compañeros
de parche?
¿La normal y
la universidad están formando y cualificando a sus ornitólogos para enseñarle a Bolívar, educando a quien le
encantan las maquinitas más que los libros, los cuadernos y los profes?
¿La normal y
la universidad están formando y cualificando a sus ornitólogos para enseñarle a
Placedes, adolescente que viene a clase cuando
quiere, es decir, en los momentos en que no hay tareas, cuando hay jean day, el
día en que los estudiantes salen más temprano o sencillamente cuando no hay más
que hacer?
¿La normal y
la universidad están formando y cualificando a sus ornitólogos para enseñarle a
Estrella a quien sus compañeros la llaman
cariñosamente la astronauta, puesto que está de cuerpo presente en el salón,
pero “vive en las nubes” y varias veces ha intentado suicidarse, a causa
de no hallarle sabor a la vida y por la carga de problemas tan intensa, pero
sin embargo, arguye que el colegio es un escape, precisamente porque en él
puede desahogarse peleando, gritando, haciendo sufrir a los profes y
compañeros, llamado la atención para que la consientan; en fin, haciéndole
trampa a tan macabra idea que le ronda
en la cabeza?.
¿La normal y
la universidad están formando y cualificando a sus ornitólogos para enseñarle a
Soledad, aquella chica que permanece aislada,
ausente de las conversaciones de sus compañeros y cuya costumbre replica en la casa, lugar donde comparte la
jornada contraria al estudio con un perro y en las noches, en medio del sueño
interactúa con su padre cuando llega cansado de trabajar y con sus polas en la cabeza?
¿La normal y
la universidad están formando y cualificando a sus ornitólogos para enseñarle a
Gloria acerca de la calificación, siendo una niña
muy similar a la de los hermanos Wright, dado que la pasa echando globos en las
clases, debido a que su padre la ha abandonado, su madre es bebedora de trago,
el padrastro ha intentado abusar sexualmente de ella, y las clases no la
motivan, porque no le ayudan a resolver tan complejas ecuaciones?
Por último, digamos con el Quijote, “si este caballo nos trajo hasta acá,
seguramente nos devolverá a tierra.” Si este análisis ha puesto en
evidencia la insularidad de los nidos donde se forman los maestros y maestras,
entonces acerquémonos a la plataforma continental o sino hagamos un puente en
el que la cruda realidad de la escuela actual cruce las fronteras de la
universidad, para ser estudiada y transformada a través de los ornitólogos,
formados con alas de largo alcance y no de corto vuelo tal como viene
ocurriendo.
José Israel González Blanco
Trabajador Social
Colegio Distrital Nuevo Horizonte. Bogotá Colombia
Bogotá DC, abril 20 de 2007
[1]Citado por BONILLA P. José Vicente (1997). “Universidad conocimiento y
universidad”.En: La postmodernidad: implicaciones para la educación. Santa
Fe de Bogotá: Dimensión Educativa. Revista Aportes Nº 47, p. 93 ss
[2] Ver: GONZÁLEZ BLANCO,
José Israel y otros (2006). Innovación, Currículo, Conflicto y Participación. Bogotá
DC, editorial Códice.
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