El grado
sexto y la filosofía del renacuajo
Richard H. Tawney,
historiador critico, socialista, cristiano e impulsor de la educación de
adultos, describía, en la primera mitad del siglo XX, la política de la
igualdad de oportunidades como la “filosofía del renacuajo”. Comparaba las
esperanzas de un miembro de la clase trabajadora de ascender socialmente, con
las escasas oportunidades que tienen los renacuajos de llegar a convertirse en
ranas. Por naturaleza, no todos los renacuajos se transforman en ranas.
Podemos hacer la
analogía con los estudiantes de grado sexto, motivo de nuestra reflexión, para
formular la siguiente hipótesis: Los estudiantes de grado sexto pueden llegar a
ser ranas, porque hacen parte de una población que ha experimentado un proceso
de selección piramidal, en disimiles estanques y cuentan con una zona de
Desarrollo Próximo –evocando a Vygotsky- dispuesta para ser potencializada por
los docentes, en la lógica de la teoría del Andamiaje.
Volvamos
a retomar algunos elementos de una reflexión anterior: La siembra y la cosecha en el grado sexto (19, 04 2015 en este blog)
para recordar que los alumnos de este grado están en la Zona de Desarrollo Real, o si se quiere, en un desarrollo incompleto en
el que necesitan la ayuda del adulto, para avanzar, cual infante que sabe
montar en un triciclo y quiere aprender a montar en la bicicleta. La primaria
es el triciclo y el bachillerato la bicicleta. El desarrollo real o proximal
está en el saber montar triciclo o en los saberes de la primaria y del
contexto; mientras que aprender a montar en bicicleta es la Zona de Desarrollo
Potencial, para lo cual -reiteramos- requiere de la ayuda del adulto, es decir
de los docentes y de los padres de familia, de tal modo que pueda moverse más
rápido en el bachillerato, sin caídas y sin lesiones lamentables, como la
perdida del asignaturas y la del año escolar.
La pregunta entonces es si los profesores del Ciclo 3 y siguientes
están apoyando decididamente y acompañando afectivamente el aprendizaje de los
educandos, en la bicicleta; y, si los educadores de preescolar y primaria están
afianzando el montaje en el triciclo, para que el ejercicio de pedalear la
escritura, la lectura, la aritmética, los hábitos, el conocimiento del cerebro
y los procesos sicológicos superiores, verbi gracia, la fijación de la atención
o “la linterna encendida”- en la metáfora de ver al cerebro como una mesa de 4
patas, siendo la linterna la primera- y demás componentes del currículo formal,
no genere traumatismos en el desveno de la bicicleta o en el proceso
metamórfico hacia el ser ranas. Igual lo atinente a valores, hábitos y
disciplina positiva, aquello que, según Yokoi Kenji, nos hace falta a los
colombianos. A esta pegunta no puede ser ajena la familia.
Digamos entonces que,
hasta ahora, tenemos en el enunciado una condición suficiente (q): para que los
alumnos de sexto grado lleguen a ser ranas hay adversidades que se pueden
superar si, y solo si, los adultos –condición necesaria (p)- en la interacción
de la enseñanza–aprendizaje, dan más de lo que exigen, porque, en la teoría del
Andamiaje: “la acción de quien enseña está inversamente relacionada al nivel de
competencias de quien aprende”, según Bruner.
Acudiendo a Elie Wiesel,
escritor, premio Nobel de Paz y sobreviviente de los campos de exterminio Nazi,
en la comprensión de la locura, la enseñanza como la siquiatría siempre será un
campo aproximativo, puesto que el profesional, tanto de la una como de la otra,
nunca podrá ponerse en el puesto ni del alumno ni del maniático; de ahí que
expresiones de los educadores sobre sus educandos, como: “son una porquería”, “son perezosos” “nos hacen las tareas”, “no ponen
cuidado”, “les dice uno y no hacen caso”, “no asisten a clase”, “evaden a toda
hora”, “son desordenados”, “son demasiado cansones”, “quieren todo fácil y ni así”, “los
papás no les ponen cuidado, son unos irresponsables”, “no tienen normas de cortesía”, “son
vulgares”, “groserísimos”, “no saben escribir”, “no les gusta leer”, “uno les
dicta y no saben copiar”, “los pone uno a que lean un parrafito y no son
capaces”, “para molestar si tienen habilidades”, “no quieren sino estar jugando
a toda hora”, entre un largo etcétera, impugnan nuestro entendimiento para
preguntarnos: ¿Esas manifestaciones acaso no son lenguajes que
interpelan nuestro saberes, nuestro quehacer pedagógico y nuestra ética para
actuar con a ellos, yendo más allá del señalamiento y de la queja? ¿Cómo
podemos estar seguros de que la verdad de ellos no se encuentra en lo que
nosotros llamamos su indisciplina o en sus “desequilibrios” infantiles? ¿todos
estos epítetos no serán el nácar que cubre la perla y nuestra ceguera nos
impide verla?
No
hay que confundir las causas de las cosas con las condiciones que las hacen
posibles.
Los síntomas que
exteriorizan los estudiantes, puestos en las expresiones declaradas por algunos
educadores, afirman sus raíces en la familia y en el contexto; el ritual de la
escolarización hace posible su ostentación. Estas expresiones, recordando a
Ulises, son los cantos de sirenas, tarareados en el octavo mar y escuchados por
los lobos, que piden ser guiados al paraíso de la Atlántida. Reculando la
analogía de los renacuajos, las descomedidas expresiones aludidas son los
cantos de sirena que la tripulación del barco llamado colegio y aula de clase
no debe proferir, porque son mortíferas e n la complexión de la rana y en la
guía de los lobos al paraíso del conocimiento. La pregunta ahora es por las
condiciones que hacen posible o dificultan la metamorfosis, las condiciones que
favorecen o declinan la zona de Desarrollo Potencial; las condiciones que
auxilian el aprendizaje en el triciclo y en la bicicleta. Kafka decía que “las
sirenas tienen algo más mortífero que su canción, y es su silencio”.
El popular pasaje de
Helem Buclelin, sobre el "El niño pequeño", nos sitúa
en un episodio de la cotidianidad escolar, que intima dos maneras de enseñar a
montar en triciclo y nos conduce a preguntarnos cuál de esas formas de
enseñanza es la que coadyuva con el aprendizaje a pedalear, en el triciclo y en
la bicicleta.
“Había una vez un niño
que comenzó a ir a la escuela. Una mañana, la maestra dijo: “Hoy vamos a hacer
un dibujo”. “¡Qué bien!”, pensó el pequeño. Le gustaba mucho dibujar de todo:
vacas, trenes, pollos, tigres, leones, barcos. Sacó su caja de lápices y empezó
a dibujar, pero la maestra le interrumpió: “¡Esperen! Todavía no he dicho lo
que vamos a dibujar. Hoy, vamos a dibujar flores”. “¡Qué bien!”, pensó el niño.
Le gustaba hacer flores, y comenzó a dibujar algunas muy bellas con sus lápices
violetas, naranjas y azules. Pero la maestra intervino de nuevo: “¡Esperen un
momento! Yo les enseñaré cómo se dibujan las flores”. Y tomando una tiza, pintó
una flor roja con un tallo verde. “Ahora”, añadió la maestra, “pueden
comenzar”. El niño miró la flor de la pizarra y la comparó con las que él había
pintado. Le gustaban más las suyas, pero guardó silencio. Volteó la hoja y
dibujó una flor roja con un tallo verde.
Otro día la maestra dijo:
“¡Hoy vamos a modelar con plastilina!”. “¡Qué bien!”, pensó el pequeño. Le
gustaba la plastilina y podía hacer muchas cosas con ella: víboras, hombres de
nieve, ratones, carros, camiones. Empezó a estirar y amasar su bola de
plastilina. Pero, al momento, la maestra interrumpió: “¡Esperen, aún no es
tiempo de comenzar! Vamos a hacer un plato”. “¡Qué bien!”, pensó el pequeño.
Le gustaba modelar platos
y empezó a hacerlos de todas formas y tamaños. Entonces la maestra le detuvo de
nuevo: “¡Esperen, yo les enseñaré cómo!”. Y les mostró cómo hacer un plato
hondo. El pequeño miró el plato que había hecho la maestra, y luego los que él
había modelado. Le gustaban más los suyos pero no dijo nada. Sólo modeló otra
vez la plastilina e hizo un plato hondo, como la maestra había indicado.
Muy pronto el pequeño
aprendió a esperar a que le dijeran qué y cómo debía trabajar, y a hacer cosas
iguales a las de la maestra. No volvió a hacer nada por sí solo.
Pasó el tiempo, y el niño
y su familia se mudaron a otra ciudad, donde el pequeño tuvo que ir a otra
escuela. El primer día de clase, la maestra dijo: “Hoy vamos a hacer un
dibujo”. “¡Qué bien!”, pensó el pequeño, y esperó a que la maestra le dijera lo
que había que hacer, pero ella no dijo nada. Sólo caminaba por el aula, mirando
lo que hacían los niños. Cuando llegó a su lado le preguntó: “¿No quieres hacer
un dibujo?”. “Sí”, contestó el pequeño, “pero, ¿qué hay que hacer?”. “Puedes
hacer lo que tú quieras”, dijo la maestra. “¿Con cualquier color?”, preguntó
él. “¡Con cualquier color!”, le respondió la maestra. “Si todos hicieran el mismo
dibujo y usaran los mismos colores, ¡cómo sabría yo lo que hizo cada cuál!”,
añadió. El niño no contestó nada, y bajando la cabeza dibujó una flor roja con
un tallo verde."
Algunas consideraciones en la acción pedagógica con los sextos
1. No hay duda, que tenemos unos niños y
una niñas muy pensantes, que esperan que les apostemos a su cuidado, desde
todos los aspectos que recoge la educación integral, que esperan más diálogo
con sus acudientes y que nos reconciliemos con sus nombres, con sus formas de
ser, con sus expectativas, con sus sueños.
2. Escribir la experiencia sobre
el discurso pedagógico y sobre la práctica pedagógica, como maestros, lleva
consigo el reconocimiento de la lectura de diversos lenguajes que generan
reflexión, ya que sin ellos es muy difícil pensar lo que realmente es la
responsabilidad moral, ética, política y pedagógica en el quehacer de la
escuela, con los niños, las niñas y adolescentes que llegan a ella. “Uno no aprende de la experiencia, uno aprende de la reflexión sobre la
experiencia" enseñó J. Dewey.
Vistas así las cosas, surgen
interrogantes como los siguientes:
1. ¿Cómo articular intereses, saberes y didácticas
tendientes a elevar la capacidad de aprendizaje de los estudiantes de grado
sexto?
2. ¿Qué y cómo evaluar el proceso de enseñanza -
aprendizaje?
3. ¿Cómo abordar el “conocimiento” con los niños y
niñas, desde nuestro saber disciplinar, teniendo en cuenta las asignaturas y el
valor de dicho conocimiento en la resolución de los conflictos personales, familiares
y grupales?
4. ¿El currículo formal, establecido en el colegio,
está contribuyendo con la llamada “formación integral” de los estudiantes?
5. ¿Qué papel está jugando el currículo oculto en el
proceso de aprendizaje de los estudiantes de grado sexto?
6. ¿La actual articulación de enseñanza de los
estudiantes de Primaria y la Educación Básica Secundaria, está contribuyendo
con la permanencia, la Adaptabilidad, la Aceptabilidad y la Calidad de la
educación?
7. En
el proceso de escolarización, tanto de la primaria como de bachillerato, se
está teniendo en cuenta la teoría del Andamiaje, cuyo postulado sustancial
tiene que ver con que en una interacción
de tipo enseñanza–aprendizaje, “la acción de quien enseña está inversamente
relacionada al nivel de competencias de quien aprende”?
8. ¿Expresiones
como las registradas, usadas para referirse a los sujetos que aprenden,
ennoblecen a los sujetos que enseñan? ¿En qué lugar del discurso pedagógico se
localizan? ¿Son un acontecimiento de la práctica pedagógica que le permite a un
maestro entrar en contacto con el conocimiento disciplinar, con los valores y
con la potenciación de las emociones del aprendiz y del enseñante?
9. Como
la mejor crítica a un río es construirle un puente, desde Orientación Escolar y
a partir de la clase de Ciencias Sociales, se viene realizando una acción
pedagógica, a partir el mes de febrero, erigida a sobre algunas problemáticas detectadas en un seminario de Derechos Humanos,
realizado a finales del citado mes del año en curso. Son problemas que está
afrontando la escuela contemporánea, que de una u otra manera afectan su
dinámica y ante lo cual no se puede ser indiferente. La trata de personas, las Madres de la Infancia, el Consumo de psicoactivos,
lo Falsos Positivos, el Matoneo, el Reclutamiento Forzado, la violencia
intrafamiliar, barrial, escolar y social, entre otros, son preocupaciones de
directivos, educadores, estudiantes y padres de familia.
Sumado a lo expuesto están las preguntas acerca
de:¿Qué están pensando los niños y las niñas de grado sexto? Y ¿Cómo están
percibiendo a sus docentes, a los padres de familia y al nuevo estanque,
retornando a la jerigonza del anfibio?
“El lenguaje audiovisual, medio para afirmar valores...
A raíz de la preocupación de
algunos profesores, sobre la base de la experiencia el año 2014, con los
grados sextos, donde se manifestaron
pocas posibilidades de trabajo en razón
a la aguda “indisciplina”; al bajo estado de ánimo del docente por querer
estar allí, así con el alto grado mortalidad académica que se produjo: Del 100%
de los alumnos matriculados perdieron el año 42 educandos, aproximadamente el
25% y la deserción cercana al 10%.
Lo mínimo que una institución debe
hacer, ante un desolador panorama como el aludido, es interrogarse, a través de
los órganos del Gobierno Escolar, de las áreas, de las coordinaciones, la
orientación escolar y de los educadores, tanto de primaria como del
bachillerato; los primeros, preguntando por la cosecha que ingresó al colegio
o, por los renacuajos, en la analogía de los anfibios, y los segundos por su
papel en el proceso metamórfico de los anfibios o de su papel en el ejercicio
de la bicicleta. Claro que los más llamados a cuestionarse son los gobernantes,
impulsores de unas políticas sociales y educativas que cada vez revelan su fracaso.
En esta lógica socrática,
Orientación Escolar y la profesora de Ciencias Sociales, de los grados sexto,
asumimos, en un primer momento, la tarea de conversar con los estudiantes, con
los padres y madres de familia, a través de reuniones, así como de abordar, con
los niños y niñas en mención, un juego de videos seleccionados a la luz de las
preocupaciones de las directivas y docentes, por un lado, pero también emergentes
de los encuentros con los padres de y
madres de familia, por otro. Es de anotar que por parte de las
directivas, de los profesores y de los padres no hay objeción alguna, al
contrario se generan expectativas.
Los contenidos del material audiovisual
atienden, entre otras temáticas: situaciones reales del parto de adolescentes en
el hospital, la consecuencias de la ingesta de chicle, el consumo de comida
chatarra y sus consecuencias, los hábitos de alimentación sana, la procedencia
de la carnes, el valor de las legumbres con arroz integral, la responsabilidad
y normas frente a la escuela, el amor por los padres y madres, el medio
ambiente, la historia del colegio, el papel del estudiante en el colegio, el
consumo de sustancias psicoactivas, la proyección como persona a una edad entre
30 y 40 años, entre otros asuntos.
El ejercicio aborda las diversas
problemáticas de nuestros niños y niñas en la impronta del currículo oculto;
unas relativas al comportamiento, otras, a la existencia de hábitos que poco
favorecen el aprendizaje y algunas relativas a los discernimientos en la dinámica
familiar, altamente vulnerables, permitiendo observar, hasta el momento, las
siguientes posturas valorativas de los y las estudiantes:
1. Empatía y fortalecimiento de la atención, por cuanto
los temas son muy cercanos a ellos y a ellas, despiertan gran interés y
reflexión a la hora de ser afrontados y
contextualizados; es decir, es pertinente el trabajo pedagógico por
proyectos, como lo recomienda Dewey.
2. Se mantiene el aula organizada con un ingrediente
poco común: el reclamo de la mayoría de los estudiantes por el silencio, para
poder escuchar y percibir los contenidos del audiovisual, lo que indica que es
posible la autorregulación y el perfeccionamiento de la fijación de la
atención.
3. Recapitulan perfectamente el contenido del video,
porque el enseñante hace del contenido del filme un hipertexto en el que tiene
lugar al lectura intratextual, intertextual e interdisciplinaria.
4. Se sienten motivados a escribir un comentario de lo
que trató el video, pero lo grandioso de este ejercicio son algunas de las reflexiones,
juicios de valor, reinterpretaciones y miradas que surgen tan únicos como cada niño y niña lo
es. Los niños interrogan el lenguaje audiovisual, le dan su propio sentido, no
ocultan el gusto y la alegría que les causa, ante un salón de clase cuya única
didáctica es la voz del profesor, el inamovible tablero y la desteñida tinta
del marcador. En palabras de Josette Jolibert (1995, 9): el estudiante
encuentra placer en “interrogar y producir textos”, lo que suscita el desarrollo auténtico
de la comunicación, la competencia lingüística y la realización personal.
Enseguida se visibilizan algunos textos desenmarañados de los videos.
Los estudiantes a medida que accedían a los
documentales hacían sus registros, reflexiones e ilustraciones de los mensajes
en el cuaderno; luego, compartían las producciones con sus pares y fuera del
colegio hacían lo propio en el hogar. Todo este material se ha puesto en manos
de los docentes de primaria y bachillerato, para discutir y avanzar en la
consecución de propuestas que coadyuven con el mejoramiento de la enseñanza y
del aprendizaje, a partir de la puesta en común de las reflexiones escritas que
den cuenta de las didácticas utilizadas y sus resultados. En la racionalidad de
las pedagogías reconstructivas estamos ante la competencia pedagógica, en el
entendido de ser “una competencia comunicativa, especialmente
desarrollada en cuanto a las posibilidades de suscitar y adelantar procesos de
discusión racional, de involucrar de manera afortunada el saber socialmente
decantado por escrito y de apoyarse en la discusión y en la tradición escrita
para reorientar o reorganizar la acción, valiéndose básicamente de su
desplazamiento” (Mockus et al, 1994, 18)
Para no hacer tan denso este artículo, transcribimos
apenas los aportes de una de las 20 sesiones tratadas con los educandos, sobre
el tema: el embarazo de uan niña de 8 años, producto de una violación.
Al respecto apuntaron: “No
hay que confiar ni en la propia sombra”, “uno primero debe tener un futuro y
así tener hijos.”, “Que uno no debe dejar embarazarse de un hombre que no
responde”, “tenemos que superar cualquier prueba y problema que se nos
presente”, “¿Por qué alguien puede hacerse eso a una niña de tan solo ocho
años? se le tiran a uno la vida?”, “debemos dejar a nuestros padres estar
pendientes de nosotros. “Que no debemos dejarnos.”, “no debo irrespetar a las
mujeres”, “uno debe cuidarse y no abrirle a nadie”, “no debemos dejar a nuestras hermanas solas”…
Todo
este variopinto de escenarios cada vez más nos inquieren sobre el sentido de lo
pedagógico; pero “lo pedagógico como saber y como práctica; lo pedagógico como
lo que permite a los maestros entrar en relación con el conocimiento; lo
pedagógico como acontecimiento social susceptible de ser descrito en su
especificidad histórica”, evocando el pensamiento de Olga Lucía Zuluaga (1999,
17). Si queremos que los estudiantes en cuestión, los que anteceden y los que
están en grados superiores, dejen
de ser una porquería, superen la pereza, hagan las tareas, pongan cuidado, acaten
las indicaciones, no evadan clase, sean ordenados, no sean cansones, los
estimule lo difícil y lo fácil, tengan pautas de cortesía, sean cultos y no
vulgares, lean no para el profesor, escriban y no copien solamente, jueguen con
el conocimiento como disciplina negativa y no impugnadora, entre otras
demandas, es urgente replantear algunas didácticas, aplicar el postulado de la
teoría del andamiaje y adentrarnos en el método pedagógico de proyectos,
que dista bastante del concepto de proyectos que hoy se maneja en los colegios,
dado que su enfoque, aunque se bautizan como proyectos pedagógicos
transversales, su esencia está dada mas desde la técnica empresarial, que desde la pedagogía.
Los
fundamentos del método de
proyectos, según su creador, John Dewey (1963, 56), se hallan en la
filosofía de la vida, en la filosofía pragmática, en la que el estudiante sea
sujeto activo y no pasivo en el proceso. En esta perspectiva, el proyecto debe
emerger de la realidad de los educandos y no de la ley ni del exclusivo deseo
de los adultos. Vistas así las cosas, el método de proyectos parte de una
“situación auténtica de experiencia, una actividad continua en la que el alumno
esté interesado por su propia cuenta”. Dentro de la situación se debe
desarrollar un problema auténtico, como un estímulo para el pensamiento. El
alumno, inmerso en la situación y en el desarrollo del problema, maneja
información y le corresponde hacer las observaciones necesarias para
afianzarla. Las soluciones sugeridas se le ocurren al escolar “lo cual le hará
responsable para desarrollarlas de un modo ordenado". Finalmente, el
educando tendrá “la oportunidad de comprobar las ideas, por su aplicación, para
aclarar su sentido y descubrir por si mismo su valor”.
El método de proyectos, sendero para los pedalistas...
Retornemos al sembradío, a reconocer los frutos recolectados en la
cosecha y a pensar en la mejora de la misma. Dicho de otro modo, en la
reflexión se han puesto en escena una serie situaciones que afectan la calidad
y la cantidad de la cosecha del grado sexto de muchos colegios de Macondo,
incluso de países desarrollados como Inglaterra, donde se estima, según George
Steiner (2011, 154), que “las habilidades lectoras de un adolescente que
termina el colegio son las de un niño de 11 años”. La situación también deja
entrever un sinnúmero de potencialidades y alternativas que pueden cualificar
la semilla, el sembradío, los medios, a los labradores, a los pedalistas del
triciclo y de la bicicleta, lo mismo que a los renacuajos y a las potenciales
ranas.
“En la lucha entre uno y el mundo, hay que estar de parte del
mundo”, apunta Kafka. El mundo son los niños y las niñas y, en ese estar de
parte de ellos y ellas, los videos han conferido el encuentro con ciertas
problemáticas, que de no ser tratadas siguen accidentando el proceso escolar, tal
como se evidencia en esta experiencia. Son situaciones auténticas del ejercicio,
tanto de maestros como de alumnos, que estimulan el pensamiento y cuyas
soluciones se le ocurren al enseñante y al aprendiz; no obstante, al
presentarse la oportunidad de comprobar lo aprehendido fluyen preguntas cómo:
¿Por qué si para los escolares quedó claro que el chicle no es saludable para
existencia, lo sigue consumiendo una minoría? Elizabeth Lukas (2001, 19),
filosofa y sicoterapeuta, nos dice al respecto: “porque el poder de los malos
hábitos lo impide, porque, instalada en el bienestar, la psique se vuelve
perezosa y, a falta de un motivo de cambio sólido –como una presión dolorosa
fuerte –corrompe las mejores intenciones”; dicho de otro modo: porque el estilo
de vida equivocado todavía no duele lo suficiente. Romper los “malos hábitos”
es condición sine qua non, para que la potentia
y el actus fluyan en nuevos hábitos.
Preguntas como esta y otras que emergen de la cotidianidad
escolar, en la interrelación con los educandos, lo mismo que el contenido de
las respuestas, son un detonante para iniciar la metodología de proyectos en
Ciencias Naturales y Ética, alrededor de la Bioética, por citar un ejemplo. No
solo actuamos en función de lo que somos, sino que somos en función de lo que
actuamos, asevera Víktor Frankl (1987), en El
hombre doliente. El somos está afirmado en la potencia, esa potencia o potentia -como la denominaba el
siquiatra en mención –en la interacción con el medio y con los congéneres se
transforma en actus y el actus en habitus o hábitos. Ahí tenemos otro proyecto pedagógico a
desarrollar con nuestros escolares, alrededor de esos hábitos poco salubres,
recogidos en las expresiones transcritas atrás, advirtiendo que renunciar a un
hábito resulta difícil a largo plazo, pero sustituir un habito por otro sólo es
difícil a corto plazo, de ahí el valor del proyecto pedagógico. La experiencia
de vida nos ha enseñado que se aprende más teniendo que avanzar con el viento
en contra que con el viento a favor, empero añoramos la zona de confort.
La lectura y el dibujo son actus
recurrentes en los educandos que desarrollan de manera ordenada. Les gusta
dibujar y les gusta que les lea el profesor con entonación, mímica, pasión, despertando
el asombro. Se resisten a que un niño haga las veces de profesor en el
ejercicio de leer para todos, porque “no saben leer como el profe y se pierde
lo bonito de la lectura”. El dibujo expresa la potentia mental y emocional del educando, de ahí la importancia de
generar proyectos pedagógicos alrededor de estos actus con los estudiantes desde Primera infancia hasta la
universidad, incluyendo la formación de maestros in situ o en los extramuros.
Los ejercicios de concentración físicos y mentales, posteriores al conocimiento
del funcionamiento del cerebro, son otros asunto tratados con los anfibios
potenciales ranas y de lo cual daremos cuenta en otra publicación, en este
blog, sobre el fracaso escolar de los estudiantes de grado sexto.
Algunas referencias
DEWEY, John
(1963). Democracia y Educación. Una introducción a la filosofía de la
educación. Buenos Aires: Losada S.A.
FRANKL, Víktor E.
(1987) El hombre doliente. Barcelona,
Herder.
LUKAS, Elizabeth
(2001) Pa vital, plenitud y placeer de vivir. Los valores de la logoterapia.
Barcelona, Pidós.
JOLIBERT, Josette
(1995) Formar niños lectores de textos. Santiago
de Chile, ediciones Dolmen Estudio.
MOCKUS, Antanas et al
(1994) Las Fronteras de la Escuela. Santafé
de Bogotá, U. Nacional de Colombia.
STEINER, Georg. (2011)
Los libros que nunca he escrito.
Barcelona, Ediciones Siruela.
WIESEL, Elie (1987) El crepúsculo, a lo lejos. Bogotá,
editorial Norma
ZULUAGA G., Olga Lucía
(1999). Pedagogía e historia. Santafé
de Bogotá, Antropos.
José
Israel González B., Docente -Trabaajdor social. María del Pilar Herrera, docente de Ciencias Sociales.
Bogotá
DC, colegio Distrital Nuevo Horizonte, mayo, 9 de
2015
José Israel y María del Pilar importante reflexión sobre el papel de la docencia, la pedagogía, la práctica proyectiva y el compromiso por establecer orígenes y diálogos sobre los intereses de los estudiantes. La didáctica del anfibio es de suma importancia para preguntarse por qué no logro interesar a mis estudiantes sobre determinadas problemáticas? por qué no logro que escriban lo que libremente piensen y comuniquen lo que sienten y saben? por qué no alcanzo a imaginar la estrategia para que sean ellos los que construyan las sesiones de clase y no se paralicen en la misma? por qué no despierte el interés que traen por las preguntas? Creo que deben ser preguntas que deben hacer desde el ejercicio de la docencia. Además sumaria yo a la pedagogía proyectiva la problemica pues solo problematizando lo cotidiano y la realidad se despierta el interés de estudiantes por el saber, que debe estar acompañado de lo emotivo, sino nos enamoramos de lo que hacemos más difícil para aprender, de lo expresivo el texto escrito pero también los textos polifónicos que encantan a niños y adultos, hacer un poco lo contrario de lo que pasas hoy en día: "entran a la escuela indagando por todo y para todo y cuando son egresados no hay preguntas, salen mudos" ojalá salgan hablando de todo y para todo, pero no solo eso la didáctica del anfibio debe enseñar para la desobediencia (para que no pase lo del ejemplo del niño que citan ustedes), para la rebeldía frente a la injusticia, la desigualdad, la exclusión y la segregación, para la emancipación, la felicidad esta en la lucha.
ResponderEliminarCon el afecto de siempre
Pacho Guerra
Muy interesante y pertinente la reflexión, profe Pacho. Muchas gracias por el comentario, tendremos en cuenta ese valioso aporte. Un abrazo.
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