La
Evaluación Diagnóstica Formativa: Pedagogía, Ética y Didáctica
“Sin valoración la nuez de la
existencia está vacía. Escuchad, pues, vosotros que sois creadores"
En un artículo anterior sobre la evaluación,
muy polémico por cierto, adelanté una reflexión haciendo la analogía entre la
evaluación de los pedagogos y la Revisión Técnico Mecánica, contenida en el Código
de Tránsito. Hoy, conocido el acuerdo entre el MEN y Fecode, llamo la atención
acerca de la Pedagogía y la Didáctica en el nuevo arquetipo
de evaluación. Se ha dicho bastante sobre el para qué, se ha declarado mucho
respecto a los instrumentos, se ha enaltecido el triunfo sobre la evaluación de
competencias, incluso se ha llegado a colegir que con esta conquista “ nadie
pierde”, que “todos seremos ascendidos”, porque si no pasa con el vídeo, lo logrará
con el curso o volviendo a participar a posteriori. ¿Algo mejor al 230 donde perdía hasta el 5% de los estudiantes?
¿Una situación parecida al 1290 en la que el plan de recuperación no es un
curso sino otro tipo de actividad, pero en la que el alumno no va a ganar a
fija? O, retornando la analogía de los automotores, el propietario del vehículo hace
todos los arreglos previamente, lo lleva al Centro
de Diagnóstico y si no pasa la revisión, tiene un plazo perentorio para
hacer los ajustes y presentarse nuevamente para su aprobación?
Para Nietzsche las cosas no tienen valor, es el ser humano quien les
da valor según sus actos. En el caso de la Evaluación
Diagnóstica Formativa, el maestro, los estudiantes y el establecimiento le
darán el valor a ese acto permanente. Valorar no es calificar, “valorar es crear”,
en la axiología nietzscheana. Quién crea, en Zaratustra, en la propuesta
antropológica nietzscheana, es el niño, no el “hombre león” y menos el “hombre
camello”. En nuestro caso, el niño lo encarna el maestro, los estudiantes y
demás agentes inmiscuidos en la evaluación, son ellos quienes crean y quienes
evalúan, la pregunta será entonces ¿Qué se crea en la Evaluación Diagnóstica Formativa? ¿Qué se valora en la Evaluación Diagnóstica Formativa?
¿Qué
se valora en la Evaluación Diagnóstica Formativa?
Se puede valorar antes y después de crear,
porque el proceso creador, en su etapa de gestación (intuitiva, abductiva,
combinatoria…), está cruzado totalmente por la dimensión afectiva emocional: “Todas
las formas de representación creadoras encierran, en si, elementos afectivos”, afirma
Vygotsky. El acto creativo, según Poincaré y Wallas, pasa por las fases de:
preparación, incubación, iluminación y verificación. El valor que le
corresponde a la Evaluación Diagnóstica
Formativa es un valor ético y pedagógico. Nada que ver con el ejercicio que
se lleva a cabo en los Centros de
Diagnóstico para automotores, sin negar que ese ejercicio también está
cruzado por la praxis axiológica. El valor ético está en no caer en la superflua
y reducida concepción de la máxima maquiavélica, que desdibuja el contenido de El Príncipe: “el fin justifica los
medios”, salvo que, el evaluado y el evaluador,
usen todos los métodos necesarios para conseguir “el objetivo máximo de
bienestar del pueblo y el estado”, léase, del bienestar de la comunidad
educativa y de la educación pública, más no meramente el ascenso y la mejora
salarial.
En la relación fines y medios, Gandhi asigna una coherencia moral
entre los primeros y los segundos; para Él, los medios representan ya un fin en
sí mismo y deben ser tan puros como el objetivo final. “Los medios impuros dan
como resultado fines impuros”, aducía refiriéndose al socialismo, que según su
propia versión requiere medios cristalinos para ser cristalino. Lo éitco debe
ser el Norte de los pares en la brújula de la evaluación, en la aplicación de
los instrumentos, en la acción de los estudiantes y demás agentes inmersos en
el proceso y en el manejo de los resultados y sus contenidos. “Escuchad, pues, vosotros que sois
creadores", subraya Nietzsche.
Ahora bien, en lo atinente al valor
pedagógico, se debe ser ético en que el acto sea verdaderamente pedagógico,
pero no de cualquier rmanera, porque con ese enrarecimiento en que se halla la
pedagogía y lo pedagógico, cualquier cosa vale, máxime, si tenemos en cuenta el
dominio del paradigma postmodernista. En este sentido, la Evaluación
Diagnóstica Formativa convoca al magisterio a reconocer la cultura
pedagógica, la pedagogía, las vertientes, los métodos y las elaboraciones,
particularmente las de Macondo, muy ligadas al Movimiento Pedagógico. El reconocimiento
de las tendencias pedagógicas será un soporte para la discusión clara, fresca y
documentada en el proceso evaluativo y fuera de él; porque puede darse que la
postura pedagógica de los pares sea dominante y la del evaluado recesiva.
¿Qué
pasa, por ejemplo, si la práctica pedagógica de un maestro tiene sustento en la
pedagogía tradicional y los pares son de las Pedagogías Críticas o viceversa? ¿Qué
ocurrirá si el vídeo prueba una clase de matemáticas orientada desde el
constructivismo y los pares deslegitiman esa manera de enseñar? ¿Qué le
sobreviene a un orientador que enfoca su accionar desde el sicoanálisis y los
pares son conductistas? ¿Qué sucede si
la práctica de un directivo docente, en el ejercicio del poder y de la
comunicación, es unilateral y la de los pares es participativa y democrática? ¿Qué
acontece si el docente no cuenta con una formación en pedagogía y tiene pocas
nociones explicitas de la misma, pero maneja muy bien el saber-cómo, tal como
le acaece al sujeto que sabe hablar y escribir muy bien, sin tener ninguna
formación en el campo del lenguaje? ¿Y, qué pensar del saber pedagógico del dirctivo sindical y su actitud en la Evaluación Diagnóstica Formativa? El
asunto no es de forma, tampoco procedimental y menos aún instrumental, es de
fondo y de criterio ético.
¿Qué
se crea en la Evaluación Diagnóstica
Formativa?
Se ha creado expectativa, confusión,
esperanzas, resistencias, reparos, desencanto, incertidumbres, inconformidad, certidumbres y se
ha llegado a decir que inequidad. Considerables eventos declarativos y
bastantes juicios de valor, que nos deben llevar a elevar esas posturas, a
"pensar por si mismos", a "pensar en el lugar del otro" y a "ser consecuentes",
como nos lo legó Estanislao Zuleta. La Evaluación Diagnóstica
Formativa crea un
vínculo nuevamente con la pedagogía y pone en la agenda pública el debate sobre
ese saber disciplinar. “La
pedagogía no puede limitarse a reflexionar sobre la enseñanza, porque esa reflexión constituye sólo una
parte de la didáctica, tampoco puede limitarse la reflexión pedagógica a la
relación maestro-alumno(s) y a sus mediaciones, principalmente al trabajo, al
lenguaje y a la interacción (la que comprende a su vez el poder y la
afectividad), sino que debe que tener en cuenta también los micro y
macroentornos de la práctica pedagógica, los modos de articulación, de esa
práctica con otras prácticas y con los distintos saberes en el sistema social
en el que ocurren o circulan.” (Vasco:1999, 107)
¿Qué lugar ocupan los micro entornos y los macro
entornos en los instrumentos de la Evaluación
Diagnóstica Formativa? ¿Qué valoración adquieren los Ambientes Básicos de Aprendizaje y los Ambientes Complementarios, contenidos en la Norma Técnica Nacional
4595 del MEN? ¿Qué estatus tiene el diagnóstico, soporte para el pronóstico o
para lo formativo? El video, al parecer, se ocupará sencillamente de la enseñanza de una
clase acicalada, donde todos los agentes inmersos, al menos en los primeros
minutos, presentarán un comportamiento convencional, ideal, tensionante, muy poco natural. Esa
clase que se graba es sólo una
parte de la didáctica; es apenas una forma de relación del maestro con un grupo
de alumnos, en un lugar determinado, en un tiempo asignado, con un tema
específico, no es representación de la cotifdianidad escolar. Es, en términos
estadísticos, una muestra aleatoria del universo de su quehacer educativo. ¿Y
la articulación, de esa práctica con otras prácticas, con otros espacios y con los distintos
saberes en el sistema social en el que ocurren o circulan, dónde queda?
El profesor Carlos Eduardo Vasco (1999, 151), en el
debate con el Grupo de las Prácticas
Pedagógicas), particularmente con el profesor Alberto Martínez Boom, esboza
que la pedagogía no se puede reducir tampoco a la reflexión sobre la palabra
del maestro, porque se estaría privilegiando excesivamente una sola de las
mediaciones de las relaciones pedagógicas: la relación por el lenguaje, en
detrimento de otras relaciones, de esa relación, como el trabajo, el poder, la
afectividad, al menos tan importantes como el lenguaje mismo. “Hablar sólo de la palabra ocultaría
aspectos tan importantes de la semiología general como el leguaje gestual y la
pragmática general, ya sea universal o culturalmente específica, y ocultaría
además la configuración del microentorno del alumno por parte del maestro,
aspecto muy importante de las prácticas de enseñanza.”
El video privilegia la palabra del maestro y su valor
llega al 80%. A los estudiantes, actores principales en el proceso de Evaluación Diagnóstica Formativa de sus
maestros, se les deja una mínima participación formal: 5%. Ellos, pese a su minoría de
edad, en términos kantianos, tienen elementos de juicio mejores que muchos de los
posibles pares, acerca de nuestro quehacer. No faltará una que otra fisura
afectiva en las relaciones con ellos, que pueda desviar la subjetividad, pero
eso es salvable con el dialogo franco. En esta discusión sobre el objeto de la
pedagogía y el quehacer del maestro, la extinta profesora Eloísa Vasco, discute
con Martínez Boom el rol de los alumnos, de los saberes y del aprendizaje. “No
puede mirarse al maestro, su identidad, su saber, en aislamiento de otro sujeto
que necesariamente entra en relación con él y comparte su espacio”. Su “espacio
pedagógico”, evocando a Mario Osorio (1994, 29). El enseñar es una práctica
propia del saber del maestro y el aprender una práctica propia del saber del
alumno. “El alumno, prosigue Eloísa Vasco (1999, 133), también establece sus
propias relaciones con el saber, también lo percibe, lo transforma y lo
apropia, también tiene una práctica del saber desde el aprender”. Pareciera
verdad de Perogrullo: la escuela carece de sentido sin educandos y sin el
aprender, igualmente, lo carece sin el maestro y sin el enseñar.
Ligado a esta discusión sobre el quehacer del maestro
y sobre el rol del estudiante, en la Evaluación
Diagnóstica Formativa, se hace otro reconocimiento a la pedagogía en tanto
que interpela al Proyecto Educativo Institucional, opacado con la sustracción
de autonomía a los centros escolares y por las imposición de las políticas
educativas. El PEI es el reflector que le permite a los pares ver, en escena,
en el caso que nos ocupa, al maestro candidato a ser ascendido en el escalafón.
Otra posibilidad de interlocución de la pedagogía, más allá de las prácticas
educativas institucionalizadas en la que la escuela es sobrestimada (lugar donde se hará el vídeo), subyace en la
posibilidad de evaluar a los directivos docentes, orientadores y dirigentes
sindicales del 1278 (por ahora) in situ
y con los mismos criterios, componentes, aspectos e instrumentos contenidos en el
acuerdo para los maestros de aula. Esta acción reconoce la existencia, en el currículo
formal, de unas prácticas educativas directas o prácticas educativas concretas
cotidianas y, también, unas prácticas colectivas en el espacio público o
prácticas donde se da el lugar social de la comunicación humana.
Pueda que desde el punto de vista salarial y gremial
este acuerdo no satisfaga los intereses de todos nosotros. En eso estamos de
acuerdo. Pero desde el punto de vista pedagógico considero que hay elementos
para rescatar, discutir y darle forma y fondo en el aquí y en el ahora. Igualmente,
es deber de cada uno de nosotros, en el colegio y fuera de él, estimar cuál va
a ser nuestra participación en esta convocatoria para apoyar a los colegas
candidatos a la evaluación, porque –como algunos lo pregonan- no está difícil;
no obstante, el que sea una norma transitoria facilita a los gobernantes hacer
ajustes, para los próximos años, incluso para cobijar con la Evaluación Diagnóstica Formativa a los
maestros del 2277, dado que esa normatividad está latente. La Evaluación Diagnóstica Formativa, a semejanza de la reforma currícular, pareciera ser una evaluación "a prueba de maestros". “Sin valoración la nuez de la existencia está vacía.
Escuchad, pues, vosotros que sois creadores"
Le corro el cerrojo a esta reflexión, en primer lugar,
advirtiendo que en la próxima entrega me ocuparé del Diagnóstico en la Evaluación Diagnóstica Formativa. En
segundo lugar, recordando a los criticastros aquella sentencia de Nietzsche que a la letra dice: “Solamente aquel que
construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado”. Y, por último,
convocando a los lectores de este artículo a que si estamos aquí seamos
nosotros mismos. “No puede ser que estemos aquí para no poder ser”, escribía
Julio Cortázar.
Algunas fuentes documentales.
DIAZ
V., Mario ( 1993) El campo Intelectual de
la Educación en Colombia. Cali, Universidad del Valle.
GANDHI,
Mahatma (1987) Mi socialismo,Argentina, La
Pléyade.
MARTÍNEZ
BOOM, Alberto (1999) Pedagogía Discurso y
Poder, Bogotá, CORPRODIC.
NIETZSCHE,
Friedriich (1978) Así habló Zaratustra,
Madrid, Alianza editorial.
OSORIO,
M. (1990). Pedagogía: la ciencia del educador. Brasil: Livraria UNIJUI
Editora.
VASCO,
Carlos Eduardo (1999) Pedagogía Discurso
y Poder, Bogotá, CORPRODIC.
VASCO
MONTOYA, Eloísa (1999) Pedagogía Discurso
y Poder, Bogotá, CORPRODIC.
No hay comentarios:
Publicar un comentario