Gestación, parto y primera infancia de un libro
…Escribir
es un deber cívico y político de los latinoamericanos…”
Este artículo concentra su atención en dos aspectos sobresalientes: el
parto de un libro y la crianza del mismo. En el primer acontecimiento referiremos
lo conexo a la incubación del germen, las náuseas acaecidas, las contracciones
y el alumbramiento. El segundo acontecimiento, se ocupa del proceso de crianza
y de su primera infancia.
Un parto de
alto riesgo.
Empezamos por el final, porque como diría Ernest Bloch, en el Principio Esperanza, “el génesis no está al principio sino al final”. Y
está en lo conclusivo, porque lo céntrico de nuestra reflexión es lo que viene
ocurriendo después del parto; empero, para ocuparnos de la gestación si vamos a
comenzar por la génesis.
El parto de una criatura, registrada civilmente con el nombre de El Cuento de la Ley de Infancia y
Adolescencia, tiene lugar en un paraje de los cerros Nororientales de
Bogotá, en un territorio erguido en la cordillera oriental y cuyo nombre es Colegio
Distrital Nuevo Horizonte. Allí, al tenor de las bajas temperaturas climáticas
y de los bochornosos ambientes en el trabajo, se incuba la idea de crear un
fenotipo didáctico, recogiendo los caracteres del genotipo del medio cultural
en el que se halla el colegio.
El óvulo a fecundar se topa en el lenguaje de los niños, niñas,
adolescentes, padres de familia y educadores, quienes a diario exponen en los
oídos de unos y de otros sus inquietudes, sus problemáticas, sus deseos, pero
muchos de los tímpanos acariciados por esas palabras, parecen ser
anticonceptivos, dado que no posibilitan la fecundación. El caso, motivo de
esta socialización, padeció la adversidad del azar, falló el dispositivo y como
resultado asoma el genotipo del Cuento de
la Ley de Infancia y Adolescencia, constituido por el relato de las penurias
familiares que sufren algunos los estudiantes de la institución, en el
cotidiano vivir.
El cigoto en mención es encintado por el esperma
de la iniciativa de dos orientadores y dos maestras de aula. Estos educadores,
valorando los mensajes de las narraciones de una veintena de estudiantes, se
ponen en la no sencilla tarea de colectar, mediante la escritura, los sentires de
sus discípulos y hacer de ellos un soma, para ostentar en sociedad en el año
2009. En el preludio al natalicio del impúber, una fonoaudióloga de la localidad
de Fontibón, que dedica su tiempo a la atención de niños hipoacústicos y una
maestra, que no despabila la atención de alumnos hiperactivos en la escuela El
Codito, inauguraron el baby shower.
Prosiguieron el acto, los dos hermanitos, estudiantes de bachillerato, que
aparecen en la caricatura de la portada, uno de ellos recientemente fallecido,
pero que en vida pudieron plasmar parte del rostro de la criatura. La rectora
de la época, una pedagoga sensible, de las que hoy están en vía de extinción, abrazó el embarazo y se colocó al frente de
los gastos demandados, el vestuario, su diseño, los colores, el registro y la
edición de El Cuento de la Ley de Infancia
y Adolescencia.
Como puede percibirse hasta acá, los riesgos del parto se superan y la
criatura puede ver la luz del sol en el planeta y percibir la humedad que ocasiona
la serosidad de su progenie. Ya ha cumplido un lustro de existencia, sin que
hasta ahora humano alguno haya tachado su personalidad; al contrario, su
espectro muestra que el deber cívico y político
de escribir, por parte de los educadores, como lo ha sentenciado Manuel Mejía Vallejo, es
posible y necesario si se quiere incentivar la lectura y despertar la escritura
en la escuela, en el colegio, en la universidad y fuera de esas matrices.
Con
un impúber de esta edad caen muy bien las preguntas formuladas por Eduardo
Galeano: ¿Escribir vale la pena? ¿En
medio de los adioses y los crímenes sobrevivirán las palabras? ¿Tiene sentido
este oficio que uno ha elegido o que lo ha elegido a uno? La respuesta sin
titubeos es ¡si!, vale la pena lactar la memoria vegetal, porque con ella se
amamanta la memoria de carne y sangre y también la memoria mineral de las que habla
Umberto Eco.
Se le puede correr el cerrojo a este primer
acontecimiento aseverando, que uno de los síntomas más fatigantes en la
gestación del efebo fue el olor nauseabundo, proveniente del Ministerio de
Educación y de las Secretarías del ramo, en el que trascendió la percepción de
que era prohibido pedir libros a los educandos y progenitores en los colegios.
Esa pandemia aún se sostiene, pese al daño
irreparable que ha causado en la mente de las familias, los maestros, los
directivos docentes y, sin duda, en las nuevas descendencias. Esa asquerosa aromatización
ha aumentado la pobreza mental de niños y adolescentes, más que el crecimiento
de la pobreza y la indigencia material de los colombianos, que hoy campea por encima
del 60% en las locomotoras de la prosperidad democrática.
“Para ver la realidad se necesita mucha
imaginación”, decía Rulfo. Para escribir sí que se requiere imaginación, y sin
lectura la imaginación se esfuma. La lectura es el óvulo de la escritura y el
libro la fecundación de las dos. Sin ese germen natural el ser, hasta ahora, no
ha podido llegar a ser. La lectura hace al hombre completo, decía Bacón. ¿La
incompletud del ser humano podría explicarse por la ausencia de lectura? ¿Dónde
queda la postura política y ética de los educadores, frente a este sismo que
sobrepasó los 7 grados en al escala Richter? ¿Acaso no se dijo que escribir es
un deber cívico y político de los educadores? ¿Dónde queda el cumplimiento de
ese deber en los adultos autónomos?
La crianza y primera
infancia de la impúber.
La posibilidad de volver a leer y a escribir en el
salón de clase, con un libro sobre las manos de cada niño, editado por sus
propios maestros, ha tenido lugar en el colegio Nuevo Horizonte, gracias a que al
infante, en su periplo, se le
ha atravesado una madrina, quien-como toda buena madrina- ha asumido la
custodia, lo ha llevado de la mano para los salones de clase, lo ha defendido
de los asedios, lo ha puesto a jugar con los estudiantes de la clase de democracia
y hasta le ha permitido su visita a las casa de los niños. Esa madrina, una
licenciada en Ciencias sociales, ha degustado con sus pupilos, más que con los mismos
precursores, las palabras, las imágenes y las historias del El Cuento de la Ley
de Infancia. El siguiente relato es el testimonio fidedigno de una experiencia
en proceso de reflexión.
“El
libro del cuento de la Ley de Infancia se ha convertido en una herramienta que
me ha permitido, desde la asignatura de democracia- como ya ha quedado expuesto-,
abordarlo con los cursos que trabajo desde diferentes estrategias de
aplicación, que a continuación relacionaré,
no sin antes reconocer su valor académico, legal, literario, histórico,
artístico y político, aunque tengo que decir, lamentablemente, que algún día o
quizá en varias ocasiones se constituyó, sobre todo cuando recién salió, en un
libro por-no, por no hacer clase o, simplemente, para cubrir aquéllos espacios
de tiempo en que el maestro no se encontraba y a la coordinación o a los maestros
de acompañamiento “les tocaba poner a copiar a los estudiantes, a cambio de no
tenerlos haciendo nada…y como había un
buen número alcanzaba para todos los estudiantes”. Hoy, se reconoce su gran
importancia para la comprensión y desarrollo de las actividades de nuestra
institución y de toda aquella que desee adoptarlo.
Se ha trabajado con todos los cursos, desde 6
hasta 11. Con estos últimos, se afianzó la aplicación del libro a partir de
las diferentes disciplinas del saber escolar: Biología, Matemáticas, Filosofía,
Ética, Sociales, Español y Artes, en razón a que su estilo de abordar el tema
de los Derechos, teniendo como referencia la figura del
cuento; pues éste maneja una variada
información pero también construcción y reconstrucción de situaciones y
vivencias, que en sus heterogéneos apartes coadyuva con el análisis y
aplicación de cada uno de los saberes, que complementan o nutren el
conocimiento del estudiante.
Además esta misma información ha sido aplicada comenzando con el campo de la
pedagogía crítica, por la cercanía e identificación de los cuentos con la
realidad del estudiante, en la que encuentra puntos de coincidencia de muchas
de las situaciones que les ocurren a los personajes de los relatos planteados
en el libro, con su vida misma. “Ese soy yo profe”, exclamó un niño al oír el
texto de Mauricio.
La
didáctica de este ejercicio ha llegado al intento de adaptar algunos textos para
ser trabajados por los estudiantes de Básica y Media, con los niños de las
escuelas conexas al colegio, tomando como base su lectura inicial. Es decir, se
está en la tarea de ensanchar la consanguinidad del libro abarcando su estirpe.
La madrina ya no es solamente la rubricante de esta narrativa, sino los
estudiantes con mayoría de edad académica del Nuevo Horizonte.
Con
los estudiantes de grado séptimo y octavo, se afronta el ejercicio de la
lectura colectiva y a viva voz. Georges Perros aduecía,
que el hombre que lee en voz alta nos
eleva a la altura del libro. ¡Verdaderamente la de leer!. Bueno, dice la
profe, ya que a ustedes no les gusta
leer... pues seré yo quien les lea los libros. Eso no existe, responde un
escolar, “un profe que se proponga pasarse el año leyendo”.
Desde
comienzo del año, en las clases, los(as) estudiantes emprenden la lectura en dos
modalidades; una, lectura de ideas en la que cada estudiante va leyendo idea
por idea o párrafo por párrafo; la otra, desde la clase anterior un estudiante
voluntariamente se ofrece a realizar la lectura en voz alta, mientras sus
compañeros le siguen mentalmente. En esta segunda modalidad, el
sentido está en que el estudiante sostenga la lectura para lo cual tiene que
prepararla con antelación, dado que el sentido es no dejarla caer y mantener
una estética de la lectura con: entonación, pausas, respeto por los signos de
puntuación, velocidad y comprensión.
En
la parte comprensiva, se aboga por el recital de unas preguntas generadoras de la
participación del grupo e interpretación de las metáforas que alimentan lo
largo y lo ancho el libro. La velocidad y la comprensión son dos dimensiones
que provoca el impúber al final, concretamente en un anexo. Allí, hay un
sugestivo cuadro en el que, semanalmente, los mismos alumnos pueden registrar
los resultados de su velocidad lectora. La meta es que los colegiales de
primero, por ejemplo, estén leyendo al final del año escolar 80 palabras y
comprendan siquiera el 80%. Los de 11 deben consolidar como mínimo 300 palabras
por minuto, así las Pruebas Saber y las PISA, verbi gracia, serán menos
catastróficas…”
La
criatura, bajo la égida de su madrina, es asumida como una herramienta de
investigación y de inspiración. Dada su gran riqueza de disposición legal, los estudiantes
la utilizan para complementar otras historias, que han surgido como parte de su
vivencia o han sido halladas a través de la consulta, a propósito de los
derechos de los estudiantes, plasmados a veces, como letra muerta en el Manual
de Convivencia. Estas nuevas historias o situaciones creadas, se han nutrido en
sus posibles soluciones legales de los acápites que corresponden a la cuarta
parte del libro, ubicados en el capítulo de “Familia, sociedad y estado:
cultivadores de la semilla y protectora de frutos”
Con la criatura a otro lugar…
La
experiencia, aún en proceso de sistematización, permite colegir:
1.
La criatura: El Cuento de la ley de
Infancia y Adolescencia, es una ruta que bien vale la pena emprender, para
fomentar la lectura y la escritura en los maestros y en los escolares.
2.
El impúber se ha asumido, por la madrina, como una fuente interdisciplinaria,
potenciadora de la integración del conocimiento y como herramienta de
investigación e inspiración. .
3. En la vorágine de proyectos que rondan la
institución, el infante ha logrado interactuar y fortalecer le proyecto Leo y
escribo sin tanta formalidad.
4. Una experiencia como la del Nuevo Horizonte trasciende
esa concepción tradicional de la biblioteca, esa biblioteca que en palabras de
Cortázar, es el lugar “donde mueren los niños educados”. Acá ni muere el libro,
ni muere la biblioteca, ni mueren los niños, porque el primero está en
movimiento, la segunda tiene la cuna desocupada y el impúber está fuera de la
cerca.
Bibliografía
González Blanco y otros (2009). El Cuento de la Ley de
Infancia y Adolescencia. Un encuentro de los valores, le lectura y la escritura
en la dirección de grupo. Bogotá DC: editorial Códice.
Josè Israel González Blanco.
Trabajador social colegio Distrital Nuevo Horizonte.
Pilar Herrera docente de Ciencias
Sociales. colegio Distrital Nuevo Horizonte
No hay comentarios:
Publicar un comentario