sábado, 6 de septiembre de 2014

Escribiendo y leyendo en la escuela y en familia...


Gestación, parto y primera infancia de un libro

…Escribir es un deber cívico y político de los latinoamericanos…”

Este artículo concentra su atención en dos aspectos sobresalientes: el parto de un libro y la crianza del mismo. En el primer acontecimiento referiremos lo conexo a la incubación del germen, las náuseas acaecidas, las contracciones y el alumbramiento. El segundo acontecimiento, se ocupa del proceso de crianza y de su primera infancia.

 Un parto de alto riesgo.

Empezamos por el final, porque como diría Ernest Bloch, en el Principio Esperanza, “el  génesis no está al principio sino al final”. Y está en lo conclusivo, porque lo céntrico de nuestra reflexión es lo que viene ocurriendo después del parto; empero, para ocuparnos de la gestación si vamos a comenzar por la génesis.    

El parto de una criatura, registrada civilmente con el nombre de El Cuento de la Ley de Infancia y Adolescencia, tiene lugar en un paraje de los cerros Nororientales de Bogotá, en un territorio erguido en la cordillera oriental y cuyo nombre es Colegio Distrital Nuevo Horizonte. Allí, al tenor de las bajas temperaturas climáticas y de los bochornosos ambientes en el trabajo, se incuba la idea de crear un fenotipo didáctico, recogiendo los caracteres del genotipo del medio cultural en el que se halla el colegio.

El óvulo a fecundar se topa en el lenguaje de los niños, niñas, adolescentes, padres de familia y educadores, quienes a diario exponen en los oídos de unos y de otros sus inquietudes, sus problemáticas, sus deseos, pero muchos de los tímpanos acariciados por esas palabras, parecen ser anticonceptivos, dado que no posibilitan la fecundación. El caso, motivo de esta socialización, padeció la adversidad del azar, falló el dispositivo y como resultado asoma el genotipo del Cuento de la Ley de Infancia y Adolescencia, constituido por el relato de las penurias familiares que sufren algunos los estudiantes de la institución, en el cotidiano vivir.

El cigoto en mención es encintado por el esperma de la iniciativa de dos orientadores y dos maestras de aula. Estos educadores, valorando los mensajes de las narraciones de una veintena de estudiantes, se ponen en la no sencilla tarea de colectar, mediante la escritura, los sentires de sus discípulos y hacer de ellos un soma, para ostentar en sociedad en el año 2009. En el preludio al natalicio del impúber, una fonoaudióloga de la localidad de Fontibón, que dedica su tiempo a la atención de niños hipoacústicos y una maestra, que no despabila la atención de alumnos hiperactivos en la escuela El Codito, inauguraron el baby shower.

Prosiguieron el acto, los dos hermanitos, estudiantes de bachillerato, que aparecen en la caricatura de la portada, uno de ellos recientemente fallecido, pero que en vida pudieron plasmar parte del rostro de la criatura. La rectora de la época, una pedagoga sensible, de las que hoy están en vía de extinción,  abrazó el embarazo y se colocó al frente de los gastos demandados, el vestuario, su diseño, los colores, el registro y la edición de El Cuento de la Ley de Infancia y Adolescencia.

Como puede percibirse hasta acá, los riesgos del parto se superan y la criatura puede ver la luz del sol en el planeta y percibir la humedad que ocasiona la serosidad de su progenie. Ya ha cumplido un lustro de existencia, sin que hasta ahora humano alguno haya tachado su personalidad; al contrario, su espectro muestra que el deber cívico y político  de escribir, por parte de los educadores, como lo ha sentenciado Manuel Mejía Vallejo, es posible y necesario si se quiere incentivar la lectura y despertar la escritura en la escuela, en el colegio, en la universidad y fuera de esas matrices. 

 Con un impúber de esta edad caen muy bien las preguntas formuladas por Eduardo Galeano: ¿Escribir vale la pena? ¿En medio de los adioses y los crímenes sobrevivirán las palabras? ¿Tiene sentido este oficio que uno ha elegido o que lo ha elegido a uno? La respuesta sin titubeos es ¡si!, vale la pena lactar la memoria vegetal, porque con ella se amamanta la memoria de carne y sangre y también la memoria mineral de las que habla Umberto Eco.  


Se le puede correr el cerrojo a este primer acontecimiento aseverando, que uno de los síntomas más fatigantes en la gestación del efebo fue el olor nauseabundo, proveniente del Ministerio de Educación y de las Secretarías del ramo, en el que trascendió la percepción de que era prohibido pedir libros a los educandos y progenitores en los colegios.

Esa pandemia aún se sostiene, pese al daño irreparable que ha causado en la mente de las familias, los maestros, los directivos docentes y, sin duda, en las nuevas descendencias. Esa asquerosa aromatización ha aumentado la pobreza mental de niños y adolescentes, más que el crecimiento de la pobreza y la indigencia material de los colombianos, que hoy campea por encima del 60% en las locomotoras de la prosperidad democrática.     

“Para ver la realidad se necesita mucha imaginación”, decía Rulfo. Para escribir sí que se requiere imaginación, y sin lectura la imaginación se esfuma. La lectura es el óvulo de la escritura y el libro la fecundación de las dos. Sin ese germen natural el ser, hasta ahora, no ha podido llegar a ser. La lectura hace al hombre completo, decía Bacón. ¿La incompletud del ser humano podría explicarse por la ausencia de lectura? ¿Dónde queda la postura política y ética de los educadores, frente a este sismo que sobrepasó los 7 grados en al escala Richter? ¿Acaso no se dijo que escribir es un deber cívico y político de los educadores? ¿Dónde queda el cumplimiento de ese deber en los adultos autónomos?    

La crianza y primera infancia de la impúber.

La posibilidad de volver a leer y a escribir en el salón de clase, con un libro sobre las manos de cada niño, editado por sus propios maestros, ha tenido lugar en el colegio Nuevo Horizonte, gracias a que al infante, en su periplo, se le ha atravesado una madrina, quien-como toda buena madrina- ha asumido la custodia, lo ha llevado de la mano para los salones de clase, lo ha defendido de los asedios, lo ha puesto a jugar con los estudiantes de la clase de democracia y hasta le ha permitido su visita a las casa de los niños. Esa madrina, una licenciada en Ciencias sociales, ha degustado con sus pupilos, más que con los mismos precursores, las palabras, las imágenes y las historias del El Cuento de la Ley de Infancia. El siguiente relato es el testimonio fidedigno de una experiencia en proceso de reflexión.

“El libro del cuento de la Ley de Infancia se ha convertido en una herramienta que me ha permitido, desde la asignatura de democracia- como ya ha quedado expuesto-, abordarlo con los cursos que trabajo desde diferentes estrategias de aplicación, que a continuación relacionaré,  no sin antes reconocer su valor académico, legal, literario, histórico, artístico y político, aunque tengo que decir, lamentablemente, que algún día o quizá en varias ocasiones se constituyó, sobre todo cuando recién salió, en un libro por-no, por no hacer clase o, simplemente, para cubrir aquéllos espacios de tiempo en que el maestro no se encontraba y a la coordinación o a los maestros de acompañamiento “les tocaba poner a copiar a los estudiantes, a cambio de no tenerlos haciendo nada…y como  había un buen número alcanzaba para todos los estudiantes”. Hoy, se reconoce su gran importancia para la comprensión y desarrollo de las actividades de nuestra institución y de toda aquella que desee adoptarlo.

Se ha trabajado con todos los cursos, desde 6 hasta 11. Con estos últimos,  se   afianzó la aplicación del libro a partir de las diferentes disciplinas del saber escolar: Biología, Matemáticas, Filosofía, Ética, Sociales, Español y Artes, en razón a que su estilo de abordar el tema de los Derechos, teniendo como referencia la figura del cuento;  pues éste maneja una variada información pero también construcción y reconstrucción de situaciones y vivencias, que en sus heterogéneos apartes coadyuva con el análisis y aplicación de cada uno de los saberes, que complementan o nutren el conocimiento del estudiante.

Además  esta misma información ha  sido aplicada comenzando con el campo de la pedagogía crítica, por la cercanía e identificación de los cuentos con la realidad del estudiante, en la que encuentra puntos de coincidencia de muchas de las situaciones que les ocurren a los personajes de los relatos planteados en el libro, con su vida misma. “Ese soy yo profe”, exclamó un niño al oír el texto de Mauricio.

La didáctica de este ejercicio ha llegado al intento de adaptar algunos textos para ser trabajados por los estudiantes de Básica y Media, con los niños de las escuelas conexas al colegio, tomando como base su lectura inicial. Es decir, se está en la tarea de ensanchar la consanguinidad del libro abarcando su estirpe. La madrina ya no es solamente la rubricante de esta narrativa, sino los estudiantes con mayoría de edad académica del Nuevo Horizonte.  

Con los estudiantes de grado séptimo y octavo, se afronta el ejercicio de la lectura colectiva y a viva voz. Georges Perros aduecía, que el hombre que lee en voz alta nos eleva a la altura del libro. ¡Verdaderamente la de leer!. Bueno, dice la profe, ya que a ustedes no les gusta leer... pues seré yo quien les lea los libros. Eso no existe, responde un escolar, “un profe que se proponga pasarse el año leyendo”.

Desde comienzo del año, en las clases, los(as) estudiantes emprenden la lectura en dos modalidades; una, lectura de ideas en la que cada estudiante va leyendo idea por idea o párrafo por párrafo; la otra, desde la clase anterior un estudiante voluntariamente se ofrece a realizar la lectura en voz alta, mientras sus compañeros le siguen   mentalmente. En esta segunda modalidad, el sentido está en que el estudiante sostenga la lectura para lo cual tiene que prepararla con antelación, dado que el sentido es no dejarla caer y mantener una estética de la lectura con: entonación, pausas, respeto por los signos de puntuación, velocidad y comprensión.

En la parte comprensiva, se aboga por el recital de unas preguntas generadoras de la participación del grupo e interpretación de las metáforas que alimentan lo largo y lo ancho el libro. La velocidad y la comprensión son dos dimensiones que provoca el impúber al final, concretamente en un anexo. Allí, hay un sugestivo cuadro en el que, semanalmente, los mismos alumnos pueden registrar los resultados de su velocidad lectora. La meta es que los colegiales de primero, por ejemplo, estén leyendo al final del año escolar 80 palabras y comprendan siquiera el 80%. Los de 11 deben consolidar como mínimo 300 palabras por minuto, así las Pruebas Saber y las PISA, verbi gracia, serán menos catastróficas…”     

La criatura, bajo la égida de su madrina, es asumida como una herramienta de investigación y de inspiración. Dada su gran riqueza de disposición legal, los estudiantes la utilizan para complementar otras historias, que han surgido como parte de su vivencia o han sido halladas a través de la consulta, a propósito de los derechos de los estudiantes, plasmados a veces, como letra muerta en el Manual de Convivencia. Estas nuevas historias o situaciones creadas, se han nutrido en sus posibles soluciones legales de los acápites que corresponden a la cuarta parte del libro, ubicados en el capítulo de “Familia, sociedad y estado: cultivadores de la semilla y protectora de frutos”      

Con la criatura a otro lugar…

La experiencia, aún en proceso de sistematización, permite colegir:

1. La criatura: El Cuento de la ley de Infancia y Adolescencia, es una ruta que bien vale la pena emprender, para fomentar la lectura y la escritura en los maestros y en los escolares.

2. El impúber se ha asumido, por la madrina, como una fuente interdisciplinaria, potenciadora de la integración del conocimiento y como herramienta de investigación e inspiración. .

3. En la vorágine de proyectos que rondan la institución, el infante ha logrado interactuar y fortalecer le proyecto Leo y escribo sin tanta formalidad. 

4. Una experiencia como la del Nuevo Horizonte trasciende esa concepción tradicional de la biblioteca, esa biblioteca que en palabras de Cortázar, es el lugar “donde mueren los niños educados”. Acá ni muere el libro, ni muere la biblioteca, ni mueren los niños, porque el primero está en movimiento, la segunda tiene la cuna desocupada y el impúber está fuera de la cerca.

Bibliografía

González Blanco y otros (2009). El Cuento de la Ley de Infancia y Adolescencia. Un encuentro de los valores, le lectura y la escritura en la dirección de grupo. Bogotá DC: editorial Códice. 


Josè Israel González Blanco. Trabajador social colegio Distrital Nuevo Horizonte.
Pilar Herrera docente de Ciencias Sociales. colegio Distrital Nuevo Horizonte

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