domingo, 29 de noviembre de 2015

La homosexualidad en adolescentes

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Cómo ser lesbiana y no morir en el intento

Bogotá, marcha población LGTBI, 2015

En un lugar de Macondo, de cuyo nombre me acuerdo todos los días, una adolescente, que experimenta un proceso metamórfico hacia su definición sexual, relata ante un conglomerado de compañeros suyos, la experiencia en la que ausculta las adversidades y la intención de muerte que la acompañó durante varios meses, ante tanta incomprensión de su entorno familiar; logrando, como en no todos los casos, superar las desdichas, dejar a la deriva la conducta suicida, dejar de ser –como diría Borges al referirse a la formación del escritor: “todos” , ser “otro” y ser hoy lo que sentía que debía ser: Ella misma. 


Es una historia de vida cotidiana que inicia en una familia humilde, conformada por el padre, madre y tres hijos. Una familia heterosexual, muy unida, según Safo. En el año 2015 acontece un episodio inesperado. Safo, una adolescente de 17 años, de ojos serenos, sonrisa contagiosa y cuerpo donairoso, le cuenta a su progenitora que le gustan las mujeres. La madre, estupefacta, la mira de arriba hacia abajo, contiene el habla, respira con dificultad y luego de transcurridos unos minutos le dice: “eso es una decisión suya”. Dichas estas palabras prosigue su camino hacia la cocina “a preparar algo”, para mitigar el cansancio y “la amargura” que le produce la inesperada confidencia.


A los hermanos menores la noticia no les incumbe mucho; empero, la hermanastra, mayor que Safo, al enterarse, la juzga, desdice de su decisión y la inquiere con preguntas como: ¿Por qué se volvió así, si usted no era así? ¿Quién le enseñó esas mañanas, el colegio? ¿De dónde sale con esas cosas, si en la casa nadie ha sido así? ¿Es que no fue capaz de enamorar a un hombre? ¡Así de fracasada está? ¡Nooooo, Dios mío!


No contenta con las preguntas fisgonas indispone a su madrastra, le hace sentir que la decisión es “grave para la familia… que es un desprestigio… que hable con ella para que desista. La madre, muy sensible porque sabe que la familia extensa le pasará cuenta de cobro, “por no haberla formado como se forma a una mujer”, comienza a hostigarla. Ella no tomó en serio la confesión de Safo y por eso comenzó a averiguarle: “¿Es verdad eso que me dijo?”. “Sí, es verdad, yo soy así y no lo elegí, para que lo sepa”, apunta con contundencia la hija. La madre, de nuevo, queda atónita, se malhumora y asienta: “me da asco… eres una sucia… esos son caprichos tuyos, de ahora en adelante te quedarás sola, porque yo no le voy a dar ningún apoyo a especímenes como tu…”   
Gay Pride, París, 2015. Fuente: mariapaulaga

El padre, un campesino que llegó a ciudad en busca de trabajo y con la esperanza de “sacar adelante a sus hijos”, ante la situación, una mañana de mayo, se encomienda al Altísimo, asiste a la ermita del barrio, enciende “unas lamparitas, reza varios padrenuestros y muchas avemarías, habla con un clérigo y le paga unas eucaristías para que ilumine a su hija y le “saque el mal que la tiene poseída”. Amparado en la ayuda divina, aborda a su primogénita antes de levantarse de la cama. Allí le dice: “¿ Usted cree que así alguien le da trabajo en la vida?” “¡Eso así nadie da ni un ají molido por usted”.


La adolescente, a su turno, no da mucho crédito a los puntos de vista de sus padres y de su hermanastra paterna; sencillamente acude a la razón para comprender por qué sus predecesores actúan de esa manera. “¿Acaso la sexualidad de una persona no es algo cotidiano? ¿La sexualidad es una cosa para discutirla entre hijos con padres y así definir el camino a seguir? ¿No se dan cuenta que en el gobierno de Colombia y en Bogotá hay ministros, funcionarios y parlamentarios homosexuales? ¿Qué hay de malo? ¿No ven que ya el gobierno aprobó el matrimonio y la adopción entre parejas del mismo sexo?“


Safo, al igual que Samsa, el personaje de Kafka, se sentía como una criatura herida, castigada, abominaba la autoridad, quería morir, no apetecía tantos insultos y vejámenes todos los días, en su casa. “Atentar contra la vida era la mejor solución”. Pero la adolescente no se da por vencida, acude al orientador del colegio, le cuenta la situación. “El me escucha, no me juzga, dialogamos muchas horas en disimiles días y sin ningún reparo me ayuda…él y mis compañeros me devuelven la esperanza”. Eso que acompañaba a Gregorio Samsa, aunque le causaba más frustraciones que complacencias.


“Un día, estando en la oficina de orientación, entra una llamada, él me dice que si le permito contestar -porque al parecer es algo urgente-, yo le digo que bueno, pues era mi mamá que estaba dentro del colegio, nos estaba mirando por la ventana, nada que hacer, ella lo sospechó… apagó el celular y le hizo una seña para que saliera… ¿Qué hacemos?, me preguntó con disimulo. Qué entre le dije yo, al toro a los cachos. Ella ingresó, ni tan siquiera saludo, sino de una le fue diciendo: ¡yo no se qué hacer con esta hija!. El orientador le dijo que se sentara, que le contara qué pasaba y en qué podía ayudarle el colegio. Ella de una le dijo, es que mi hija se volvió lesbiana ¿Cómo le parece? Tiene una novia y nosotros no estamos de acuerdo ni con la novia ni con que sea lesbiana”.


La conversación fue larga, y muy polémica, según lo relata Safo, pero muy productiva; tanto,  que “volví a la vida como el árbol que, en otoño, después de haber perdido las hojas, vuelve a retoñar… Mi mamá me abrazó, lloró en la oficina y me dijo que ella me iba a ayudar, pero que esperaba que cambiara, porque el problema no era tanto de ella conmigo sino de ella con la familia, con mis abuelitos y con los vecinos…yo no me comprometí con nada”


“Mi novia, -apunta Safo -me ha dado un gran apoyo. A ella, en la casa, no la molestan por tenerme de novia… Yo la quiero mucho, me encanta estar con ella…la conocí por las redes sociales y nos comunicamos constantemente, pero sucede que mi mamá se consiguió el Facebook y el teléfono, tal vez con ayuda de mi hermanastra, porque ella sola no sabe cómo … Ahí  el gobierno la cagó dándole poder a los padres para mirarle a uno el Facebook, el chat o el correo, porque mi mamá ahora me tiene embalada con mi pareja, porque se ha puesto a llamarla para decirle que tiene que olvidarse de mi, que ella luchará hasta separarnos, que si no nos apartamos entonces me la seguirá montando, que me hará sufrir, por culpa de ella”.


Las enseñanzas que se pueden colegir de la experiencia de Safo.

  1. La homosexualidad, sostiene Sócrates, en los diálogos platónicos, “es en realidad una forma más rica de amor, no ligada al impulso reproductivo y por tanto más pura y digna del hombre”.
  2. El homosexual es alguien que ha reprimido su heterosexualidad. “Parte de su energía síquica heterosexual fluye ahora hacia la homosexualidad que, en esencia, -como lo asevera Adolf Guggenbhül-Craig –siempre ha estado presente”. Esto no lo saben los padres de familia, para ellos es algo nuevo; tampoco hace parte del discurso pedagógico de los maestros, pero a estos últimos les obliga a respetar la diferencia, a investigar la temática y el cómo actuar éticamente, pedagógica y legalmente, porque: persignarse, murmurar, hacer juicios de valor a priori, persuadir al homosexual a apartase de su decisión, sugerirle consultar al médico o ponerlo a rezar, no es la alternativa profesional que demanda el niño y adolescente.
  3. La adolescente logra demostrar, con su actitud, aquello que la Ley General de la Educación colombiana ha puesto como objetivos comunes, en todos los niveles de la escolarización: “Formar la personalidad y la capacidad de asumir con responsabilidad y autonomía sus derechos y deberes”. Ella, según su relato, ha podido hacer aquello que muchos adultos ocultamos. Ser uno mismo. Recurriendo a Estanislao Zuleta, Safo ha podido pensar por si misma, penar en el lugar de los otros y ser consecuente.  
  4. Safo ha demostrado también la capacidad de resiliencia que acompaña al ser humano y que se puede sacar a flote, en situaciones difíciles como la de ella. “Lo que no es, en modo alguno, propio del valiente, es a triste rebelión del lamento y del resentimiento”, nos dice Nietzsche, en La Potencia, al referirse al accionar humano ante la amenaza del dolor y del sufrimiento.   
  5. La adolescente, con su experiencia, llama la atención a la sociedad, a la familia, al sistema educativo, acerca de la importancia de tener una sociedad con mejores conflictos, unos educadores que propendan más por el mínimo de dependencia y por el máximo de autonomía y por una educación que no reprima el pensamiento sino que lo estimule, que no ahorre la angustia de pensar, sino que estimule el deseo por por ella.
  6. Safo, con su actitud, interpela el legado de Moíses y pone al orden del día la importancia de valorar la vida, la infancia y a los nativos digitales, dentro de los cuales hay un segmento importante de población LGTBI, que quiere dialogar con los migrantes digitales.  

José Israel González Blanco

Bogotá DC, noviembre 29 de 2015.

2 comentarios:

  1. Buen artículo de reflexión sobre el papel ético y profesionalismo que deben tener docentes frente a la otredad sexual de adolescentes, el respeto a la diversidad, la capacidad de orientar y acompañar procesos que son conflictivos y vulnerables en contextos familiares y escolares.
    Gracias por sus aportes maestro esperó la lectura aporte a los demás colegas.
    Abrazos pedagógicos

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  2. Pacho, tu como siempre, riguroso y constante lector. Muchas gracias por tus comentarios. Un abrazoooooooo

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