miércoles, 24 de febrero de 2016

La Orientación Escolar en Colombia: 42 años en medio del conflicto.


La Orientación Escolar y su aniversario 42: 
entre el conflicto, la pedagogìa y el postacuerdo.

"Los bosques serían demasiado silenciosos si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen" Tagore 

En este fastuoso bosque llamado Colombia, donde “el verde es de todos los colores” como lo concibió Aurelio Arturo, y donde “todos nacemos sospechosos y morimos culpables”, sería inaceptable que el trino de la orientación escolar no escribiese en el pentagrama de la paz, con la clave de la pedagogía y con los signos musicales de la política, siquiera unos apuntes sobre el llamado proceso de Paz. Podemos hablar de todo en este tiempo, pero de la Paz, del conflcto y de la violencia es un deber cívico, un imperativo ético y un asunto moral hacerlo.“Yo no creo que el intelectual colombiano pueda hoy darse el lujo de no pensar en la violencia”, aducìa Estanislao Zuleta (Vásquez, 1997, 185), . En esta línea de ideas, mí tonada, en esta entrega, repiquetea acerca de el rol de la orientación escolar, al conmemorarse el aniversario 42 ( 26 de febrero de 1974-2016), en tres asuntos: ser pedagog@s, ser conflictólog@s y vonviviólog@s y ser lenguajeantes de la lectura y la escritura. 

1. Ser pedagogas y pedagogos.

Nuestro proceder, como ahora lo saben los neuro-científicos y los psicólogos, es mucho más intuitivo que racional, más irreflexivo que consciente” escribe Gustavo Estrada en una columna reciente en El Tiempo. “Sin tanta carreta”, “vamos al grano”, “seamos prácticos”, “se habla muy bonito”; “una cosa es el discurso y otra es la práctica”, son expresiones que, en el día a día de la cotidianidad escolar, escuchamos y que a veces se vuelven causa común, señalando que la reflexión no está en la raíz de los arbustos sino en las hojas. Y si en el campo educativo la reflexión sufre el desplazamiento entonces: ¿Qué decir de la Pedagogía? ¿Queda desolada como los campos y las ciudades de Colombia, porque su habitante, la reflexión sobre la educación, se ha desterrado o está en riesgo de morir?

Pero más infausto es ver que el discurso pedagógico se viene sustituyendo por la invocación de unos términos y la realización de unas acciones que cualquier persona, sin necesidad de tener formación universitaria, lo puede hacer:  “subir las alertas al sistema”, “realizar el protocolo” “seguir al ruta” “entregar el refrigerio” “cuidar los niños mientras viene el profesor”, “diligenciar formatos”, “reemplazar a la rectora o al coordinador en cualquier reunión”, “poner la denuncia por x o n situación”, tan solo por citar unos ejemplos. ¿Esas actividades qué tienen de discurso y de cultura pedagógica?  

La naturaleza de la orientación escolar está en la pedagogía, provenga el orientador o la orientadora de la formación disciplinar de donde proviniere, porque su campo de acción es la educación y es ese campo existe un saber educar, una manera intuitiva, no reflexiva de educar, un saber implícito, no tematizado que hace parte del acervo cultural de la humanidad, y que puede llamarse saber educar- en palabras de Ricardo Lucio (1994: 42); pero en la medida en que ese saber es objeto de reflexión, se tematiza y se hace explícito, aparece la pedagogía. Hay pedagogía cuando se reflexiona sobre la educación, cuando el saber educar implícito se convierte en un saber sobre la educación, en discurso pedagógico. La pedagogía, no excede recordarlo, es un saber teórico-práctico explícito sobre la educación y está condicionada por la visión  amplia o estrecha que se tenga sobre educación y, a su vez, por la visión que se asuma del ser humano como ser que crece en una sociedad” 

Por lo anterior, colegas migrantes de la pedagogía y nativos de la orientación escolar, retomemos el camino de nuestro quehacer, reflexionemos: “Uno no aprende de la experiencia, uno aprende de la reflexión sobre la experiencia”, apuntaba Dewey (1963). “La responsabilidad de los orientadores latinoamericanos- parafraseando a Adriana Puiggrós (1996, 11) -no es cumplir mecánicamente con un mandato, sino descubrir cuál es el problema educacional de nuestras sociedades, de nuestra época y construir pedagogías nuevas. Se nos requiere para que descubramos los vectores de fuerza que desde la historia de más atrás y desde la historia reciente interpelan hoy, en un registro pedagógico”. Se requiere de nosotros para que demos paso a la propia historia, para que ocupemos el lugar que nos corresponde en la vida política del país, at portas de u postacuerdo. 

Ser conflictólog@s y vonviviólog@s
El ejercicio de la orientación se mueve en esas dos tensiones dentro del bosque macondiano: los conflictos y la convivencia. Los primeros son la clorofila que le aporta el verde a la convivencia. La orientación es el sol que coadyuva con el atempere de la misma. La fuerza que lo airea es la pedagogía. Desde la conflictología no se fragmenta la realidad, no escindimos el conflicto, no lo reducimos a un fenómeno de una sola variable, por lo tanto no puede ser abordado desde la mirada de una sola disciplina o profesión. El conflicto y la disensión interna de una sociedad, sostiene Apple, “se consideran inherentemente antitéticos al buen funcionamiento de un orden social”. La noción tradicional, tecnocrática y conservadora del mismo lo califica como “algo negativo, no deseable, sinónimo de violencia, disfunción o patología y, en consecuencia, como una situación que debe corregirse, y sobre todo evitar”

No obstante estas precisiones, en Colombia, a raíz de las negociaciones de Paz en la Habana, se viene insinuando un arquetipo de conflicto, que es el de la insurgencia armada, como conflicto general de la nación, incluso aduciendo que  si se acaba con la confrontación armada, el país será prospero y el progreso, la innovación y la armonía no se harán esperar. Ese amague de lluvia en el bosque es engañoso. "Que se llegue a un acuerdo entre las FARC y el gobierno, y eventualmente entre el ELN y el gobierno, -escribe el profesor Renán Vega (2014) -no quiere decir que el conflicto va a desaparecer"; precisamente, porque nuestro conflicto no es altamente armado sino político y social y porque data de siglos atrás.

Las luchas de los indígenas, los campesinos, los estudiantes, los trabajadores y las comunidades afrodescendientes no comenzaron con las Farc, ni van a terminar con la firma de un acuerdo de Paz en Cuba, como ya ha sucedido con amnistías y acuerdos de paz comenzando con Gonzalo Suárez Rendón y el cacique Ocavita. Los afrodescendientes de Colombia vienen peleando desde el año 1501, cuando fueron traídos los primeros esclavos al continente americano, se generaron las primeras pujas, se crearon los primeros palenques, antes que existieran los Estados modernos. En esto debemos tener claridad los educadores y los orientadores, para prevenir actos como el de votar por un candidato a la presidencia de la república, guerrerista, enemigo acérrimo de los educadores, quien acabó con las transferencias, nos aumentó el tiempo de trabajo, desmejoró los bajos salarios, fusionó las instituciones y nos puso en un conflicto laboral interno en el que nos empobrecemos peleando unos contra otros, como le ocurrió a los campesinos liberales contra los campesinos conservadores, a mediados del siglo XX, con  la violencia partidista.  

Ahora bien, el torrente de conflictos que abordamos en la escuela mana del terreno de la cotidianidad, muy escasas situaciones provienen directamente del conflicto armado. En el documento: Política Nacional del Campo de la Salud Menta (Ministerio de Protección Social, 2009) se lee que Colombia tiene uno de los más altos índices de violencia entre los países de América. Se calcula que el 85% se debe a conflictos cotidianos y el 15% a causas políticas. El homicidio ocupa el primer lugar entre las causas de mortalidad, expresa el DANE. Con arreglo a los datos de la Misión de Observación Electoral (MOE), en promedio cada dos días se produce un hecho de violencia política en Colombia, mientras que cada 2 días hay 264 mujeres agredidas por su pareja o expareja, de acuerdo con la revista Semana (2013, noviembre 25), cada 2 días 100 mujeres fueron víctimas de violencia sexual en el país, cada 3 días una mujer fue asesinada por su pareja o expareja.

Las mujeres representan el 46,7 % de las víctimas de homicidio en el país. En Colombia, sobre la base de los estudios de Profamilia, 2 de cada cinco mujeres sufre violencia física por parte de su pareja, es decir, el 40%. En el 2013, cada 13 minutos una mujer fue víctima de violencia de pareja.  No hace mucho la prensa nacional registraba que diariamente 41 parejas colombianas estaban acudiendo a juzgados para divorciarse. ¿Y los conflictos que generan la pobreza, la indigencia, el hambre, el desempleo y la precariedad en la atención en los servicios de salud dónde los ubicamos? ¿Acaso todo esto no afecta la vida escolar?

Pero si sobre los arbustos mayores llueve, en la infancia y en la adolescencia no descampa. Más de un millón de niños y jóvenes, entre los 5 y 16 años, sin escolarización- según el profesor Pérez Martínez; y, por los datos revelados por el Departamento para la Prosperidad Social son 304 mil (El Espectador, 21 11 2014)  En el 2013, datos tomados de la Secretaría Distrital de Salud, por El siglo, registran, que “casi el 60% de los casos de violencia sexual que ocurren en la ciudad” se hallan entre los 0 y 18 años. El 80% del total de la violencia sexual ocurre contra niñas, niños y adolescentes. Siendo los principales agresores, 78%, parientes y personas conocidas, siendo el lugar preferido la casa de la propia víctima, en la vía pública se presentan el 5 % y el sitio de estudio el 5%. En 2011 se atendieron en Bogotá en la secretaría de integración 83.000 demandas de violencia intrafamiliar, 121 niños maltratados, diariamente, en el año 2014, según el ICBF Los guarismos se afectarìan si se regsitraran quienes no acuden a las entidades a denunciar.

Nos queda por referir tangencialmente dos fenómenos conflictivos en la familia, en el colegio y en la sociedad: el matoneo en los centros escolares y el suicidio.  Sobre el primero se puede volver al estudio  hecho por la Universidad de los Andes y el MEN, en el que se lee que, en el 2011, el 11.3% de los alumnos encuestados fueron golpeados por un compañero y el 10% le pegó a alguno de ellos, tan solo por citar un dato. En lo atinente al segundo, las cifras expresan que el grupo de edad más afectado es el de 20 a 29 años, con un 27,5% del total. El 13% correspondió a personas de edades entre 60 y 79 años y el 10% lo ocuparon los  menores de 5 a 17 años, algunos de ellos alumnos nuestros. 

Con este paisaje, un tanto desolador, se puede hipotetizar que el conflicto social, político y armado que está saliendo al pináculo del bosque, es apenas uno de los colores del verde colombiano, no es el verde único, las gradaciones que apenas se trenzan, en esta reflexión, son mayores y exigen más atención, porque tocan las raíces de los árboles del  bosque.  El magisterio y, dentro de él, la orientación escolar, no es ajeno al tornasol del bosque. El gremio avizora arreboles, producto del Síndrome de Agotamiento Profesional, de la despersonalización y de la salud mental. El 35% de los educadores, siendo generosos con las cifras, presenta complicaciones en su salud mental y afectaciones del soma, por efecto de los fuertes vientos de violencia que sacuden a la institución escolar.

La Salud mental entonces, es un asunto afín al ejercicio de la orientación escolar, pues que el Ministerio de Educación Nacional, mediante la Resolución 1084 del 26 de febrero  de 1974, crea el “Servicio de Orientación y Asesoría Escolar”, -hoy abogado como Derecho -para los establecimientos educativos oficiales del país, por considerar que “era el medio más indicado, para llevar a cabo la tarea de prevención primaria de las enfermedades mentales, trastornos emocionales y perturbaciones psicosomáticas” que, en ese momento, alcanzaban altos índices, no tan elevados como en la actualidad que por cada persona enferma mental hay una sana. Y, con la Expedición de la Resolución 2340 del 5 de abril   de 1974, el MEN define las funciones y establece: Para ejercer una mejor prestación del servicio de orientación y asesoría escolar, los establecimientos educativos oficiales contarán con un  asesor por cada 250 estudiantes.

Ser lenguajeantes de la lectura y la escritura. 

Este es otro componente del rol de la orientación escolar que ayuda a reverdecer su acción. La enseñanza de la lectura y de la escritura en los niños de los colegios de Bogotá, ha sido una práctica que le ha dado colorido al ejercicio de la orientación escolar. Con base en los aportes de Emilia Ferreiro, Ana Teberosky, Frank Smith, Cassany, Goodman, Piaget y Vygotsky, tan solo por nombrar algunas referencias, colegas nuestros han dinamizado experiencias de aprendizaje notables, que le vienen haciendo ostensible la identidad a la orientación escolar, desde el componente pedagógico de la escuela constructivista. 

Hoy, esa práctica debe retomarse, no exclusivamente para contribuir con la resolución de un problema de aprendizaje de los escolares, sino para que la orientación haga lo suyo con el lenguaje de la lectura, la escritura y la imagen, es decir, para que lea, escriba y publique. Manuel Mejía Vallejo, en 1985, al recibir su doctorado honoris causa -otorgado por la Universidad Nacional de Colombia, decía que en nosotros los latinoamericanos, escribir es un deber cívico y político; así sea por “instinto de conservación”

Discurrir en rol de la orientación escolar, en el campo de la pedagogía, de la conflcitología y de la conviviologia, conlleva al oficio de la escritura. Conduce a tematizar y a expliciten las reflexiones sobre los episodios de la conflictividad y de la convivencia escolar y familiar. Saquemos de los muros de las aulas y de los cercos de los colegios el discurso pedagógico sobre la convivencia, para mostrarle a Colombia que el lenguaje escrito es el sismógrafo del alma de los orientadores, parafraseando a Franz Kafka y para ensanchar una cultura pedagógica sobre la convivencia, la comprensión y el manejo del conflicto, imbricada desde el saber y desde la práctica de nosotros como intelectuales y no desde contextos y agentes foráneos, como viene ocurriendo desde hace varios decenios, incluso poniendo la orientación escolar a su servicio. ¡A relatar, documentar y publicar la reflexión, colegas!, a escribir, porque escribir es moralizar, según Martí.

Escribir es una operación musical, argüía Cortázar; pues al escribir pasamos de la intuición al signo, omitiendo el habla; en fin, escribir es un absoluto acto de rebelión, porque provoca, reta y por eso el lugar de quien escribe es confuso e incómodo, incluso para quienes dicen haber asumido la peliaguda tarea de enseñar a escribir, pero vale la pena acceder a ese inusual acto como el acto de volar. Colegas, escribamos para seguir viviendo como nos lo enseñó, a través de sus versos, Enrique Lihn: “Pero escribí y me muero por mi cuenta, porque escribí, porque escribí estoy vivo”. 

Colegas y amigos, el rol de ser pedagog@s, ser conflictólog@s y vonviviólog@s y ser lenguajeantes de la lectura y la escritura, exige de nosotros compromiso ético, exige estudio e investigación, exige asumir, en la praxis innovadora, la defensa de nuestro quehacer; exige escribir para publicar. La reflexión documentada y rigurosa debe ser el verde que le otorgue el matiz a la acción educativa; el manejo del conflicto y dentro del mismo, el duelo, debe ser una constante toda vez que los subterfugios, los intersticios y las heridas que están regadas en el estepa de la infancia son bastantes y exigentes; no en vano la consulta siquiátrica en los últimos años ascendió de 100 a 400% en niños y adolescentes en Colombia.
     
Sin duda, que la atención a los desordenes mentales y emocionales, se acrecentará; la asesoría sicológica para tratar episodios depresivos, abusos del apego y de ciertas sustancias psicoactivas continuará; el impacto de los impulsos suicidas, problemas generados por la tensión, el estrés, la ansiedad, baja autoestima, permanecerá; las digresiones relacionadas con el envejecimiento, las decisiones trascendentales a nivel educativo, las preocupaciones provocadas por el exceso de trabajo, problemas maritales, episodios relativos a la salud mental y emocional de la familia, las ofensas sexuales, los problemas de pareja, pasando por alcohol, abuso de drogas, el crimen y la locura, siempre harán parte de nuestra agenda, entendiendo con Zuleta: que el crimen no es más que falta de patria para la acción, que la perversidad no es mas que falta de patria para el deseo, y la locura no es mas que falta de patria para la imaginación.

Pese a todo lo dicho, a la pobreza, a la violencia y a la rampante corrupción, no olvidemos lo que  aduce Llinás: “el 90 por ciento de la gente colombiana es amorosa”. Y evocando a nuestro extinto nobel, digamos que: “Todavía nos queda un país de fondo por descubrir en medio del desastre, una Colombia secreta que ya no cabe en los moldes que nos habíamos forjado con nuestros desatinos históricos”. Un bosque donde podamos cantar todos los pàjaros.


Algunas referencias bibliográficas

DEWEY, J. (1963) Democracia y Educación. Una introducción a la filosofía de la educación. Buenos Aires: Losada S.A.
LUCIO A., Ricardo (1994) “La construcción del saber y del saber hacer”. En: Aportes 41. Dimensión Educativa, Santafé de Bogotá DC.
MINISTERIO DE PROTECCIÓN SOCIAL (2007).  Política Nacional del Campo de la Salud Mental. Bogotá DC.
PUIGGRÓS, Adriana (1996). "Refundamentación político pedagógica de la educación popular en la transición al siglo XXI". En: Revista La Piragua. No.12-13. Santiago de Chile. CEAAL. 
VÁSQUEZ, T. (1997) Conversaciones con Estanislao Zuleta, Cali: FEZ.

Con mucho cariño para l@s Maestr@s orientador@s en este 26 de febrero, Día Nacional de la Orientación Escolar en Colombia.  

José Israel González Blanco
Trabajador social. U. Nacional de Colombia
Orientador Colegio Distrital Nuevo Horizonte
Este artícvulo fue divulgado por primera vez, el 29 de octubre de 2014

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