LA LECTURA Y LA ESCRITURA : NUTRIENTES BÁSICOS DE LA CONVIVENCIA
La lectura y la escritura se
revelan actualmente como un conjunto de procesos interpretativos complejos, que
requieren, para su comprensión, herramientas y estrategias especialmente
diseñadas. Hoy se considera al lector y al escritor no como unos meros
receptores pasivos, sino como agentes
activos del proceso de comunicación e incluso, evocando a Daniel Pennac[1], con determinados derechos
imprescriptibles. La práctica de la lectura y la escritura, en la escuela, ha
estado sobrecargada a una asignatura específica: Lengua Castellana o más comúnmente a la clase de Español. Localizados en la coordenada de la
instrucción, centrada en la mecanización y en el papel transmisor del docente,
esta visión sería válida; pero, inmersos en el campo de las pedagogías
contemporáneas y basados en la colectivización del libro y en los avances
tecnológicos, verbi gracia, los hipertextos, podemos aseverar que el ejercicio
de leer y escribir no se reduce a una asignatura, sino que ellas se desplazan,
por todos los intersticios de la academia, incursionando en otros distintos de la
escolarización.
Umberto Eco sostiene que la
lectura y la escritura exigen una serie de competencias, que van más allá de lo
estrictamente lingüístico. No obstante, leer y escribir con sentido, con
significado, son procesos que demandan disciplina, esfuerzo y trabajo
permanentes. Es una tarea poco sencilla que sólo mediante la persistencia
lograremos. ¿Para qué aprendimos a
leer y a escribir, sino para seguir leyendo y escribiendo? Con acierto
nos dice Roland Barthes: “para la
lectura y la escritura, no hay nada más, que un tratado: la lectura y la
escritura mismas.”
EL LENGUAJE DE LA LECTURA Y LA ESCRITURA : VITAMINAS LIPOSOLUBLES
Los seres humanos nos
comunicamos de heterogéneas maneras, valiéndonos de múltiples sistemas y
códigos, a través de formas que permiten al hombre y a la mujer obtener,
intercambiar y transformar información, hacia la comunicación. Toda cultura es
comunicación. Surgen así, necesariamente relaciones entre comunicación, la cultura, la inteligencia, el pensamiento y el lenguaje oral y escrito. Este último es
una adquisición cultural del hombre en un parsimonioso y largo proceso.
La
producción del lenguaje oral y escrito constituye una necesidad interna de la
humanidad, forma parte de la naturaleza misma de los hombres y es indispensable
para el desarrollo de sus capacidades espirituales y para acceder a una
concepción del mundo, a la que sólo los humanos podemos llegar, en la medida en
que el pensamiento evolucione hacia formas más elevadas de convivencia.
Humberto Maturana, al ocuparse del lenguaje aduce: “No todos los humanos viven en el lenguaje, de hecho solamente los
seres humanos vivimos inmersos en el lenguaje, de una manera tan profunda que
llegamos a disfrutar del fluir de la palabra”.[2]
Es a través de los procesos de
lectura y escritura como el ser humano
va trazando derroteros, desarrollos e historias, huellas testimoniales de su
contribución a la cultura. La escritura facilita el registro de los diferentes
acontecimientos, lo que permitirá llevarlos a todas partes y conservarlos
indefinidamente. Mediante la lectura y la escritura se posibilita conservar y emitir
la expresión y el pensamiento de un ser humano y un pueblo; permite, en todo
tiempo y lugar, estudiar, divergir, converger, convivir, revivir, renacer y
hasta refutar. En todo caso, la lectura contribuye a despertar en los humanos
la capacidad de asombro.
Una característica importante
de la escritura – gracias a Gutemberg- es la posibilidad de duplicar lo escrito
en infinidad de copias, que estimulan la rapidez y agilidad en la socialización
de información. Asimismo, por la escritura, se especializa el conocimiento y
surgen así los códigos- parafraseando a Bernstein[3]- restringidos y elaborados, especializados de las diferentes disciplinas: códigos específicos y
propios del discurso del Derecho, por ejemplo; las tablas del ingeniero, libros
sagrados para el sacerdote, vademécum para el médico, diccionarios para el
escritor; libros, textos, módulos, cartillas, folletos, fascículos orientados a
apoyar procesos de enseñanza y aprendizaje.
En estos tiempos, en los que la escritura ha recibido- para unos, la mano derecha de la tecnología y para otros, la izquierda-, cobra vigencia la pregunta de Mockus, acerca de la relación de la escritura con la informática: ¿Será posible ahorrarnos el arduo acceso a la tradición escrita?. ¿Podrá ser la informática la mediación, que permita un acceso masivo al mundo de lo escrito?[4]
Es conveniente precisar que las
Vitaminas liposolubles no
sustituyen la oralidad[5], sino que le confieren una
nueva dimensión, le permiten al hombre y a la mujer reestructurar su conciencia
a un nivel superior que el realizado por la tradición oral. La oralidad puesta
en la escritura, más que alfabetización es un ritual terapéutico. La oralidad
se torna equivalente a las Vitaminas
hidrosolubles. Tanto las primeras como las segundas son complementarias
en la corporeidad de la vivencia y la convivencia. Digamos, recordando a Bacón: “La lectura hace al hombre completo; la conversación lo torna ágil; el
escribir lo hace preciso”.
La escritura, más que cualquier
otra experiencia, le ha enseñado al ser humano a planificar, establecer
análisis de situaciones diversas, buscar soluciones a toda clase de problemas,
evitando el fracaso o desperdicio de tiempo y de recursos. La escritura marcó una nueva era de progreso para
el hombre; le abrió nuevos rumbos a la vida de los pueblos. Con la escritura,
las civilizaciones pudieron conservar su historia, tradiciones, sus avances
científicos y se constituyó en la piedra angular del desarrollo de ulteriores
adelantos mundiales, imprimiéndole significado y trascendencia a la vida misma
y a la contribución de la humanidad. Gracias a la escritura, contamos con algo
tan elemental como un registro civil y gracias a la escritura caligráfica,
Colombia goza de un patrimonio histórico y cultural consignado, en papiros,
cuadros y papel impregnados con tinta, con la ayuda de la pluma y probablemente
hasta del his.
En las jornadas pedagógicas
llevadas a cabo con los padres y madres de familia nos hemos tropezado con la ausencia
de alfabetización completa, en unos casos; en otros, hay alfabetización parcial
y una minoría se muestra alfabeta
funcional; de todas maneras hay reticencia, recelo y temor hacia la lectura y
más pronunciado hacia la escritura. Podemos aducir, recurriendo a la metáfora,
que estos cuerpos padecen de osteomielitis;
es decir, la formación de su estructura lecto-escritora careció, en su
infancia, de vitaminas liposolubles, particularmente de vitamina D. Empero, las nuevas didácticas y pedagogías se presentan
como enzimas*, aptas, para hacer solubles esas
taras educativas que intoxican y desnutren nuestro organismo.
El hombre ágrafo, por
inspiración o por sentido común, puede hacer una lectura o interpretación de su
realidad, acerca de sí mismo, de su familia, de su trabajo, pero sin el
concurso de las vitaminas, lo hará casi que en una forma mecánica, sin poder
traslapar lo que hay más allá de su
simple lectura. No lo hará de manera profunda e integral, porque le faltará el
conocimiento y manejo de los códigos del alfabeto. El planteamiento, a través
del cual se postula la complementariedad
de las vitaminas liposolubles con
las hidrosolubles, concuerda
con la concepción de Freire[6], en el entendido en que la
alfabetización se asume como: “la
creación o el montaje de la expresión escrita de la expresión oral”
Hablamos aquí de una lectura de
la palabra. Lectura importante, sin duda alguna, fundamental en el desarrollo
de la civilización humana, pero no la única manera de leer. También lo expresó
con claridad Paulo Freire: “la lectura
del mundo precede a la lectura de la palabra”. Leemos primero la
naturaleza, nuestro microcosmos familiar y nuestro macrocosmos social, antes de
adentrarnos en el desciframiento de los
códigos lingüísticos. Y esa lectura del mundo, esa lectura-otra, lectura
primigenia, es la que nos permite crecer, madurar, nos prepara para
alimentarnos con las palabras que trazaron otros para que perduraran sobre el
papel, nos permite interpretarlas, resonar con ellas y enriquecerlas con
nuestra experiencia de vida, con el resultado de otras múltiples lecturas de la
realidad.
Escrutando las ideas
anteriores, infiramos que la escritura se nos asoma como una competencia
básica, que en este mundo globalizado, tecnologizado, robotizado y caótico,
propicia e impulsa las comunicaciones, con fines y medios especializados,
desplazándose, reduciendo y minimizando en visibles circunstancias los
espacios, para el diálogo y la conversación cotidiana; a lo sumo, se favorece
la lectura de documentes sintéticos, a través de los cuales, las ideas,
conceptos y mundos circulan, en pos de la construcción de realidades posibles;
realidades que hemos incorporado a nuestra vida, como pan de cada día. Leer es- volviendo a Umberto Eco-: “
realizar un acto de identificación y de unidad, penetrar en el núcleo de lo
eterno, en que todo tiene una sola definición, en que todo cambio es licencia,
y en que toda posibilidad se resuelve en la obediencia a las leyes superiores
de la forma”[7].
La escritura, entre tanto, en
palabras del otrora profesor Luis Carlos Restrepo,“es un juego de fragmentos”. O si se quiere, en estrecha
relación con la imprenta y la computadora, en palabras de Walter Ong: “la escritura es un objeto, un producto
manufacturado...la escritura, la imprenta y la computadora son todas ellas,
formas de tecnologizar la palabra”[8]. Sintetizando, el valor de uso
de la lectura y la escritura, en el ocaso de un siglo y en el amanecer de un
nuevo milenio, se presenta de la siguiente manera: “Para vivir y actuar productivamente, en la sociedad urbanizada y
tecnificada del siglo XXI se necesitan altas competencias en lectura y
escritura. Los niños y jóvenes tendrán que saber comunicarse usando palabras,
números e imágenes..., deberán navegar diestramente por las superautopistas de
la información, a través de superautopistas como la internet... saber leer y
escribir ya no es un simple problema de alfabetización, es un auténtico
problema de supervivencia... Todos...deben aprender a leer bien...para que
puedan participar activa y productivamente en la sociedad.”[9]
[2] MATURANA, Humberto
y VARELA F.(1990) El árbol del conocimiento. Madrid: Ediciones debate. “La
democracia es una obra de arte. Santafé
de Bogotá: Cooperativa Editorial Magisterio, s.f.
[3] BERNSTEIN, Basil (1985). Clasificación y enmarcación del conocimiento educativo. Bogotá: Revista Colombiana de Educación Nº 15 CIUP.
[4] MOCKUS, Antanas y
otros (1987). Informática sin escritura? El
problema para la educación. En: Cuadernos de economía No 10. Bogotá:
Departamento de teoría y política,
Universidad Nacional de Colombia, pp 37-54
[5] PARAMO, Guillermo y
otros (1997). Las voces del tiempo: Oralidad y cultura popular. Santafé de
Bogotá: Editores y Autores Asociados. Recomendamos consultar este escrito
ya que compila una serie de artículos de variados autores sobre el valor de la
oralidad.
* Micheline BAZIN
sostiene que las enzimas son unas sustancias producidas por las células vivas y
que activan las mutaciones químicas dentro del organismo.
[6] FREIRE, Paulo (1984). La
importancia de leer y el proceso de liberación. México: Editorial Siglo XXI
Editores.
[7] ECO, Humberto (1974). El
problema de la recepción. En: sociología contra psicoanálisis. Barcelona,
ediciones Martínez Rioca.
[8] ONG, Walter J (1994). Oralidad
y escritura. Tecnologías de la palabra. Santafé de Bogotá: Fondo de Cultura
Económica Ltda, p.p 82-83
[9] TORO, Bernardo (1995). Códigos
de la modernidad. Plegable. Santa Fe de Bogotá: Fundación Social.
pues me parece algo vacano ñero sisas si o que mi pana Cesar fdjhgbsbdhjshbdsby bugdybygbybdydsuperchevrelosinvitoaqueloveanenelcanal#97
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