“¡Quién lo creyera! ¿Reciclar unas medias veladas en clase de Ciencias Naturales tiene algún sentido formativo, sobre todo para los varones? La admiración, el cuestionamiento y la respuesta contundente expuesta por una de las maestras del proyecto de reciclaje llevan a pensar, que esta actitud sitúa al docente como profesional práctico reflexivo en la perspectiva de Schön. Dicho de otra manera, en el momento en que las maestras de ésta y de las experiencias consanguíneas al Fogoncito de Nuevo Horizonte, empiezan a interrogarse fundamentalmente por las posibilidades de aprendizaje, a partir de reflexionar y pasar examen a sus prácticas, en esos lapsos, el grano que “quedó solo en el campo después de la siega, esperando la lluvia para poder esconderse bajo el terrón” cobra vida, dejando en vía libre la instauración de lo que está germinando: El proceso de innovación.
Los saberes de las maestras, su ingenio y el riesgo asumido, se
convierten en el agua que empuja a que la semilla se hinche, hasta rasgar la
envoltura externa, permitiendo irrumpir un triple embrión compuesto por el
jardín, la huerta y el reciclaje. En los dos primeros, se reviven prácticas
agrícolas de campesinos e indígenas, desconocidas notablemente por los hijos de
la urbe y concretamente por los estudiantes del colegio. “La preparación de la tierra, el abonamiento, el estudio del suelo, la
medición de la acidez del terreno, la exploración del tiempo para fecundar la
semilla y para la recolección de la cosecha, la precisión de la época de
siembra, el cálculo de costos, la selección de las semillas, el estudio alopático de las plantas, la inmunización de
la capa vegetal, la detección de plagas, el uso de herramientas, la
indagación por las bondades
nutricionales y la investigación acerca de la oferta y la demanda de los
productos a cultivar, son, entre otros, aspectos relevantes en la enseñanza y
en el aprendizaje ofrecidos por el
proceso”
En la huerta y en el jardín, tienen asiento las hortalizas y
las hierbas aromáticas, convirtiéndose en el renglón número uno de la actividad
agrícola-educativa. “Las acelgas, la
lechuga, el repollo, el perejil, el culantro, ajo y cebolla, son hortalizas
cultivadas por los estudiantes y
con las cuales, además de
comprender su historia, la fotosíntesis, la fitología, sus características y
las propiedades alimenticias, les ha posibilitado socializar esfuerzos,
compartir la cosecha, hacer suyas las causas de los demás y contribuir con la
ración alimenticia en cada uno de sus
hogares.” Los vientos que soplan
desde afuera, oxigenando los embriones, dejan penetrar mensajes relativos a las
acciones desarrolladas: “eso está muy bien, que pongan a estos muchachos manilimpios a aprender los oficios del campo, esos
oficios que nos enseñaron nuestros padres y con los cuales nos ganábamos la
vida... claro que estando aquí ya nos cambió todo... pero eso es lo que debe
hacer el colegio para que no se olvide lo de nuestros abuelos”[2]
La siembra de hierbas a su
turno, se avizora como la cuota inicial en el conocimiento de la aromaterapia.
Al decir de una de las maestras “fue el
detonante del agrado por las plantas, por la
valoración humana de las mismas plantas medicinales trasladaron las mentes de los niños y niñas al campo de la
medicina alopática, homeopática, a las prácticas de hierbateros, la hechicería,
los sobandijos y a pensar en el
bienestar corporal”. La inclusión de
la huerta y el jardín en la lógica curricular de un colegio con inclinación
clásica en su formación, incita a inferir que esa praxis pedagógica desborda
las contornos de las asignaturas, de las áreas y de las temporalidades,
acariciando relaciones institucionales que se extienden más allá del aula, “alcanzando a plantear otros interrogantes
que aún formulados desde la escuela se ubican en una dimensión más compleja que
trasciende la pareja “enseñanza-aprendizaje” [3].
Ya, en el crepúsculo de los
años 90, prospera otro de los embriones del grano con un monocotiledón designado con el nombre de reciclaje. Este embrión contiene varios tegumentos: vidrios,
medias, botellas, bolsas, cáscaras, flores secas, pepas, yute, jeringas, velas, tapas, latas,
maderas, frascos y plásticos. La revista Reciclaje, citada en un acápite
precedente, al ocuparse de la preparación del proceso expone: “se inicia
separando los residuos aprovechables en el mismo sitio donde se producen: en
casa, tiendas, colegio, entorno. Después un poco de curiosidad, creatividad,
tiempo e ingenio nos llevarán a obtener productos fantásticos y muy útiles con
los cuales podemos iniciar nuestra microempresa y sobretodo, aliviar un poco
nuestro planeta de la carga de basuras que lo azotan”. La regla de oro de este embrión es: Reciclar,
Reutilizar, Restaurar y Recuperar.
Reciclar medias, por
ejemplo, es un ejercicio poco común, pero gracias al ensueño de maestras,
estudiantes y madres de familia se han logrado elaborar: coleros, cinturones,
tapetes, bolsos, colchas y otros artículos cuyos imaginarios brotan de la mente
y además coadyuvan con el aprendizaje de las ciencias, con el cultivo del arte,
con el desarrollo de habilidades sociales, con la convivencia, afianzamiento de
valores y la puesta en escena de la inteligencia emocional.
Los vidrios rotos, los frascos arrojados dentro del colegio y fuera de él, luego de ser problema, se transformaron en otra posibilidad de enseñanza, aprendizaje y la proyección organizativa. De manera similar al reciclamiento de los sólidos mencionados, indican las protagonistas: “hemos utilizado: frascos de mayonesa, nescafé, botellas, pinturas y diferentes telas, para su procesamiento; una actividad que se promueve lavando bien los frascos con jabón, dejándolos secar y luego decorando las tapa con telas de disparejos colores, y matizando los frascos con pintura de vitrales, ocasión propicia para referir tangencialmente la teoría de los fractales, por ejemplo. Los recipientes lavados, del mismo modo se aprovechan para envasar mermeladas, cremas y otros productos químicos hechos en el laboratorio. Pero frascos tersos y los vidrios acicalados, también han albergado secretos en cofres y evidenciado imágenes en portarretratos erigidos en el aula” [4].
Los vidrios rotos, los frascos arrojados dentro del colegio y fuera de él, luego de ser problema, se transformaron en otra posibilidad de enseñanza, aprendizaje y la proyección organizativa. De manera similar al reciclamiento de los sólidos mencionados, indican las protagonistas: “hemos utilizado: frascos de mayonesa, nescafé, botellas, pinturas y diferentes telas, para su procesamiento; una actividad que se promueve lavando bien los frascos con jabón, dejándolos secar y luego decorando las tapa con telas de disparejos colores, y matizando los frascos con pintura de vitrales, ocasión propicia para referir tangencialmente la teoría de los fractales, por ejemplo. Los recipientes lavados, del mismo modo se aprovechan para envasar mermeladas, cremas y otros productos químicos hechos en el laboratorio. Pero frascos tersos y los vidrios acicalados, también han albergado secretos en cofres y evidenciado imágenes en portarretratos erigidos en el aula” [4].
Con el pretexto de reciclar vidrios y recolectar frascos e incluso trozos de madera, se ha incursionado en otros
campos disciplinares, como: Física, Química, Geografía, Historia, Filosofía,
Economía, Farmacia, Geometría, Política,
Matemáticas, Nutrición, Psicología,
Antropología y por supuesto,
Ecología. La aparición continua de incendios en los Cerros Nororientales
de Bogotá, se descifra en el relato, “ha
sido un bonito pretexto para estudiar el impacto del vidrio en la naturaleza y
en la vida de los nichos ecológicos formados durante cientos de años en la
cordillera Oriental. También ha auspiciado valorar daños ambientales, costos
materiales, financieros y en vidas. No ha sido ajena la situación a indagar por
las propiedades y las fuerzas físicas y químicas que gestan los incendios y que
configuran los productos. Pero los frascos transfigurados y los vidrios
pintados y perforados, han alegrado corazones, han alentados esperanzas y
curado enfermedades del alma en padres de familia y compañeros al servir de
expresiones de amistad, cariño y aprecio en fechas especiales”.
Las innovaciones educativas son sistemas abiertos; de ahí la comprensión del deseo por el encuentro y el apoyo entre los pilotos que capitanean esa nave en la cual viajan muchos expedicionarios. “Esta acción -aducen las maestras de matemáticas- generó unión en el trabajo para apoyarnos; huelga decir, para hacer interdisciplinariedad, para cooperar y resaltar los saberes. La Fiesta de la Ciencia, escenario creado a partir de la experiencia, permitió la danza entre el área, el perímetro del cuadrado y del rectángulo, dando como coreografía tarjetas navideñas y de cumpleaños. En el ámbito del juego, el volumen y la capacidad manifiesta en las botellas metamorfoseadas, irradia luz en las lámparas, en los barcos y veleros, ondeando la belleza y creatividad de los navegantes del proyecto. A los retazos de madera se les encontró la comba en la elaboración de carros, aviones, maquetas y rompecabezas, estos últimos imitando al tan gram. Con sus colores y armonías, culminado en la utopía de una empresa didáctica con figuras geométricas convergiendo en ella la regla de oro de las cuatro eres*.
Las innovaciones educativas son sistemas abiertos; de ahí la comprensión del deseo por el encuentro y el apoyo entre los pilotos que capitanean esa nave en la cual viajan muchos expedicionarios. “Esta acción -aducen las maestras de matemáticas- generó unión en el trabajo para apoyarnos; huelga decir, para hacer interdisciplinariedad, para cooperar y resaltar los saberes. La Fiesta de la Ciencia, escenario creado a partir de la experiencia, permitió la danza entre el área, el perímetro del cuadrado y del rectángulo, dando como coreografía tarjetas navideñas y de cumpleaños. En el ámbito del juego, el volumen y la capacidad manifiesta en las botellas metamorfoseadas, irradia luz en las lámparas, en los barcos y veleros, ondeando la belleza y creatividad de los navegantes del proyecto. A los retazos de madera se les encontró la comba en la elaboración de carros, aviones, maquetas y rompecabezas, estos últimos imitando al tan gram. Con sus colores y armonías, culminado en la utopía de una empresa didáctica con figuras geométricas convergiendo en ella la regla de oro de las cuatro eres*.
La elaboración de tarjetas,
ha sido otra estrategia didáctica estimable que ha permitido, de una parte, reutilizar materiales colocándolos al
servicio de una causa educativa y social relacionada con la creatividad, con el
ingenio, con el desarrollo de la
motricidad fina y gruesa; de otra, le ha posibilitado a los estudiantes
y a las mismas maestras, expresar sentimientos de amor y ternura en efemérides,
en conmemoraciones familiares y en fechas notables para unos y célebres para
otros, nutriendo la afectividad. En esta vía, la experiencia ha tenido una
cercana relación con la afirmación de la lengua materna, con la valoración de
la literatura, con el desarrollo del pensamiento, con la construcción de
conocimiento, con la disciplina mental en cuanto a la fijación de la atención y
con la estética. “El diseño de tarjetas
sobre el papel reciclado o encima de cualquier otro pliego, -aseveran los
alumnos- refleja la inspiración, la
perspicacia, el gusto, el esfuerzo y “lo
que siente el alma” de las niños,
niñas, jóvenes y docentes y estimulan la lectura de las mismas y la pasión de
los destinatarios”.
Pero el práctico reflexivo
no exclusivamente explicita su conocimiento en lo tocante a la actividad concreta,
sino que deja reconocer cómo en la diligencia cotidiana razonamos acerca de lo
que hacemos, al mismo tiempo que actuamos. Schön[5]
denomina este componente del pensamiento práctico, reflexión en o durante la acción. Las experiencias motivo de esta
investigación, dejan entrever esa mirada, incluso fuera del estamento: “Los maestros y las maestras llevamos la
escuela y el aula por donde quiera que estamos. En una de esas visitas al salón
de belleza -narra la maestra- el
esteticista acercó a su vista un tarro lleno de Miel depilatoria, con la cual le depilaba. Pero la acción no
quedó ahí sino que una porción de esa cera fue puesta sobre una especie de
fogoncito, fabricado al parecer con un tarro” [6].
La curiosidad esta vez no mató al gato como comúnmente se cree en el
argot cotidiano; por el contrario, arribó al colegio, se propagó y al poco
tiempo, ya se contaba con una buena cantidad de reverberos, tanto en los
laboratorios como en el hogar, supliendo en ocasiones, de manera paliativa, la
ausencia del gas, la energía eléctrica, el cocinol y la leña. Acciones como
éstas, traspasan las fronteras de la escuela, urdiéndose lo que Habermas[7]
conceptuó como reflexión crítica o
que Schön denomina reflexión sobre la
acción y sobre la reflexión en la acción, entendida como un componente
esencial del proceso de aprendizaje permanente que constituye la formación
profesional, verbi gracia, la del
magisterio.
La lectura de las fotografías, siguiéndole un poco el vestigio a
Walter Benjamín[8]
con el cuadro de Klee llamado Angelus
Novus, ayuda a enriquecer el relato, mostrando otros usos y diseños del
material reciclable, los cuales apenas enunciamos a continuación, por razones
de economía literaria en este ensayo:
ü Los vasos desechables se pueden utilizar en
la elaboración de sorpresas para piñatas.
ü Las semillas lavadas y pintadas sirven para
hacer cuadros, decorar frascos, elaborar pulseras, collares, cinturones,
aretes.
ü Con el yute (estopa) lavado, planchado y
decorado se hacen individuales, bolsos porta servilletas.
ü Las jeringas y equipo de suero, sirven para
hacer diferentes materiales didácticos de física y química.
ü Las tapas metálicas de gaseosa o cerveza, se
utilizan para hacer materas, cajas, flores y otros artículos.
ü Con pepas de eucalipto y semillas grandes, se
hacen muñecos o se decoran vasijas.
ü Los retales de madera, son muy útiles en la
elaboración de porta-retratos, cajas, joyeros, cofres, repisas, etc.
ü Con recortes de tela, se hacen cojines,
colchas, tapa-vasos, limpiones y coge-ollas.
Se puede cerrar esta cavilación acerca de la Gestión para el Reciclaje de Residuos Sólidos, coligiendo que el
trabajo pedagógico no escapa a aquello que los estudiosos de la innovación en
la escuela enarbolan, al sostener que “la
estrategia principal para aportar cambio e innovación ha consistido en ejercer
una acción sobre los enseñantes o, en el mejor de los casos en beneficio de
ellos”. La huerta, el jardín y el reciclaje, son embriones de la semilla
llevados sobre los hombros por las hormigas de la enseñanza o por los prácticos -evocando a Carr-[9]
para aprovisionar la formación de los niños, niñas y jóvenes; caracterizándose
las innovadoras, difusoras no sólo de ideas, sino también de producciones
pedagógicas, didácticas y de conocimientos. Las fotografía señalan componentes
afines al respecto.
La Gestión para el Reciclaje de
Residuos Sólidos, lleva a considerar por las características visibles y por
la naturaleza expedita, que representa un proceso de solución de los
contratiempos, en el que se reconocen y
definen las necesidades como problemáticas y en el que se encuentran
soluciones, que enseguida se aplican para satisfacer esas demandas. Esta
postura concuerda con el atisbo de Aguilar Soto[10]
y con el componente inicial y final de la definición de innovación expuesto en el decreto 2647 del MEN, en el que se lee: “es innovación educativa toda alternativa de
solución real… los ensayos curriculares, metodológicos, organizativos, administrativos;
los intentos de manejo del tiempo y del espacio, de los recursos y de las
posibilidades de los educandos en forma diferente a la tradicional”[11].
Los Microcentros: una experiencia de autoformación de maestr@s. (Próxima entrega)
[1] AGUILAR
SOTO, Juan Francisco (1998). Innovaciones
educativas y culturas contemporáneas. Introducción. En: La
Investigación Fundamento de la Comunidad Académica. Santa Fe de Bogotá DC:
IDEP, p.217.
[2] VALENCIA BETANCOURT, Yolanda, SÁNCHEZ MONTESDEOCA
Yenny I. y GÓMEZ, Elizabeth. (2005)
Huerta y jardín: ecología de las buenas ideas. En: Gestión para el reciclaje de
residuos sólidos. Bogotá DC. Documento inédito, p.6. [3] MARTÍNEZ
BOOM, Alberto y UNDA BERNAL, María del Pilar. (1998). De las insularidad de las innovaciones a las redes pedagógicas. Santa
Fe de Bogotá DC: Proyecto RED-CEE, Revista Nodos y nudos Nº 5, p. 10.
[4]
Ob.cit. p. 11
* Aportes de la licenciada Nancy
Ordóñez, tomados de la entrevista personal. Bogotá DC, mayo 17 de 2005.
[5] SCHÖN,
Donald (1987). La formación de
profesionales reflexivos. Barcelona: Paidos.
[6] SÁNCHEZ M., Yenny Isabel (2005). Los reverberos. En: Gestión para el reciclaje de residuos sólidos.
Sistematización de una experiencia pedagógica en ciencias naturales. Bogotá DC: Colegio Nuevo Horizonte. Documento inédito, p.
14.
[7] Citado
por GIMENO SACRISTÁN, José (1993). El
enfoque reflexivo sobre la práctica. En: Comprender y transformar la
enseñanza. Madrid: Ediciones Morata, p. 419.
[8]
BENJAMÍN, W. (1973) “Tesis de filosofía
de la historia”. En: Discursos
interrumpidos. Madrid: Taurus, Vol. 1. p. 191.
[9] CARR, W. (1990). Hacia una
ciencia de la educación. Barcelona: Alertes.
[10] AGUILAR SOTO, Juan Francisco (1991). De las innovaciones educativas a las alternativas pedagógicas. En: La transformación de la escuela colombiana Bogotá DE: CEPECS, P.49.
[11] MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL. (1984) Decreto número 2647 del 24 de octubre de 1984.
Buenas tardes Profesora, muy interesante su proyecto, la felicito, pero quedo con la inquietud de saber en que colegio trabajas, con que grados. Esos son los maestros que este país necesitan. (Y)
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario, esas son palabras que dan vida. Mil lugar de trabajo es el colegio Distrital Nuevo Horizonte. Bogotá, Colombia. Mi correo yeisamo@yahoo.com, mi celu 3105613879.
EliminarPedagogia sostenible, muy buen tema para empezar a concientizar el problema que tenemos en el mundo, que poco a poco con tanto Consumismo, estamos acabando con nuestros recursos naturales. La pedagogía sostenible estoy pensando en llevar este tema en mi tesis. felicidades
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