Los Microcentros:
una experiencia de autoformación de Maestros.
Otra experiencia sistematizada, por los 23
maestros del colegio Distrital Nuevo Horizonte, es la relativa a la
cualificación del saber pedagógico y de la praxis. La opción por la actitud
autodidacta y por la autoformación, en grupo, acompañada de la lectura y de la
escritura, es la alternativa frente al consumo de cursos descontextualizados
que el Ministerio de Educación y la Secretaria de Educación nos han venido imponiendo
a los maestros de Colombia y de su capital. Es parte del trabajo de investigación
publicado en el año 2006, en el libro[1]:
Sistematización de Experiencias Educativas, innovación, Currículo, Conflicto y Participación.
En el momento de descubrir el grano de trigo
en el campo segado, se pudo reconocer que allí mismo se hallaba un hormiguero;
es decir, un asentamiento de maestros y maestras, quienes cansados de ser
ejecutores de unas políticas educativas impertinentes en el contexto, deciden
abrirse camino a través de laberintos muy complejos y, empleando -como las
hormigas rojas- habilidades para establecer rutas individuales de recolección
desde el nicho escolar. Al adentrarnos propiamente en el qué -exponen en el relato- “fluyen,
como es natural, variedad de posiciones: Unos a favor de lo estatuido; otros,
en pro de la transformación del esquema tradicional; y una tercera postura,
alrededor de la articulación del pasado con las nuevas transformaciones. Como
era de esperase y tratando de vivir la democracia participativa, se dio el
tiempo para esgrimir los argumentos desde la perspectiva individual”.
Efectivamente, en el período arriba señalado, los viajeros -retomando la analogía con los tiquetes- logran plasmar a través de un árbol, sus pensamientos y los acuerdos. “El árbol -puntualizan en el texto citado- lo asumimos como una metáfora o si se quiere, como un símbolo significativo y complejo que permite leer una realidad cultural. El árbol ha sido el mejor texto para entender, comprender, localizar y hacer desplazamientos de la diversidad de qué enseñar. Dentro del árbol, se hacen visibles las raíces, el tronco, las hojas. Todavía no ha florecido ni dado semillas, todos ellos y ellas están potenciándose desde la raíz. El terreno sobre el cual se encumbra es el de la cultura. El árbol se levanta sobre cuatro raíces, que responden a los nombres de: Comunicación, Sociedad, Lúdica o Movimiento y Tecnociencia. Dentro de la lógica, tanto de la biología como del currículo, estas raíces están interrelacionadas y son el sustento y soporte del resto del cuerpo que sostienen. Estos cuatro tópicos educativos son la base del plan de estudios y del mismo proceso de escolarización”.
En el momento en que se teje este escrito, los maestros, las maestras y la directora de la época, reconocen el miedo que intentaba apoderarse de su voluntad, el azoramiento que los acompañaba, la angustia que no dejaba de asomarse por las ventanas y la alarma que repiqueteaba a diario por el frío que produce desafiar un camino desconocido, donde el desacierto podría tener unos costos afectivos, pedagógicos y políticos muy altos; no obstante, la utopía, el deseo, el creer en nosotros mismos, la cualificación conceptual y política, la flexibilidad con el currículo explícito, el abandono de la zona de confort y la esperanza educada a la cual refiere Giroux,[3] fueron la brújula y el aprovisionamiento que ayudaron a las hormigas a divisar y encarar el invierno que amagaba ser convulsivo y tenebroso. La verde esperanza y el torvo miedo, hiladores invisibles de sueños -como diría Machado- se ponen en faena colocando a prueba quién teje más rápido.
El acontecimiento “patriótico” dio la
oportunidad a los maestros, de replantar dinámicas institucionales, derivándose
de allí la materialización de dos estrategias básicas que perviven en el
terruño donde brotó la gramínea: los talleres lúdicos con estudiantes cada
semana y las reuniones de padres y madres de familia el primer martes de cada
mes. Los talleres surgen como la respuesta a las preguntas que tienen los
niños, yendo más allá del esquema tradicional, donde la institución
generalmente responde las preguntas que ellos y ellas no han formulado. Las
porras, los cachivaches, caminantes, relajación, karate, competencias
deportivas, culinaria, pintura, lectura al viento y escritura, fueron y siguen
siendo alternativas pedagógicas al necrófilo currículo explícito. Las reuniones
de padres y madres de familia, dejaron de lado el regaño, la recriminación, el
reclamo y la cantaleta, instalándose en el lugar pedagógico-didáctico de formación a los
progenitores de los escolares. Las reuniones siguen siendo el lugar de la
palabra, de la risa, de la conversación, de la aclaración, de la pregunta, de
la socialización del aprendizaje, de la enseñanza y de la potenciación de los
padres y madres como sujetos que saben, que pueden y que quieren.
Del seminario manaron otras simientes, las cuales, sin desplazarse las hormigas a llevarlas, llegaron a otros rincones, gracias a los vientos de la tecnología. El uso del video en el aula, fue una experiencia hija también de la verde esperanza y el torvo miedo, que llegó a conquistar la tierra de Fernando González, el filósofo de Otraparte, mediante el programa: “Ojo maestro”. Arranca con la elaboración de un proyecto de informática convocado por
Pero la semilla volvió bajo el terrón y allí
pudo gestarse con el agua rociada oportunamente por la directora de ese
entonces. De ello, hoy Teleantioquia y Señal Colombia contienen en sus archivos
un documental conocido en el país, testimoniando así de la fuga de la insularidad de una experiencia para
estacionarse en la simultaneidad de
las innovaciones, por la “amplitud de sus
efectos sociales” [4].
Detallan los integrantes del hormiguero, que
el estudio de la
Inteligencia Lingüística los condujo a la realización de un
foro sobre el Valor pedagógico de la
letra cursiva, uso cuestionado por los padres de familia, dada la
dificultad de encontrar textos impresos en ese modelo. En él -recuerdan los
maestros y maestras- cada docente llegó
con su ponencia y procedió a sustentarla.” Parte de los documentos
expuestos llegaron posteriormente al foro educativo local, evento nutrido en
todas las ocasiones por ese enjambre magisterial que por lo visto hasta acá no
son pasajeros de la pedagogía, sino que son maestros y maestras, porque “los que trabajan de maestros son pasajeros
de la pedagogía, mientras que los que son maestros tal vez no”[5].
De esta iniciativa, reposan en la memoria impresa, algunos escritos y en la SED , una querella contra las
maestras del grado primero por atreverse a rescatar la letra cursiva y las
anécdotas de nuestra experiencia aprendiendo a escribir cursivamente, para
poderle enseñar a los niños ese modelo de letra, aprehendido en los bancos de
al escuela, pero abandonado por la incursión de la computadora.
Ligado a lo anterior, las hormiguitas del Fogoncito de Horizonte, también hicieron honor a Machado y al Quijote, no exclusivamente coreando versos como “caminante no hay camino… se hace camino al andar”, sino apostándole a otro proyecto, cuya fuente de inspiración y realización era la tierra en la cual nació Cervantes Saavedra. El proyecto provenía de
El efecto de estos Microcentros -anotan sus autores con olor a laurel, con aire de
nostalgia y con tacto de continuidad- “nos
construyó y edificó profesionalmente, nos despertó el interés por escribir,
exponer ante otros y dar a conocer sin temores lo que se realiza en el aula. Se
dio el interés por mejorar cada día más, para acercarnos de una manera más
pedagógica a nuestros alumnos y para dejar el camino abierto a las generaciones
nuevas que vendrán después de nosotros”. Microcentros como los que se
acaban de describir, son sinónimo de comunidad
académica, son muestras de la pedagogía itinerante y la
materialización de lo que Giroux[6],
citando a Freire, en Placeres
inquietantes, designa como el intelectual
fronterizo, donde se entrelazan la identidad individual y la subjetividad
colectiva.
En estos escenarios la minoría de edad del maestro queda sentada, porque el maestro se vuelve un nómada del intelecto que locomociona con las emociones, un sujeto que resiste a la banalidad capacitadora del MEN, de la SED e incluso a la intervención de las llamadas universidades, que se dedican más al negocio con la venta de saberes y técnicas, que a la producción, creación y recreación del conocimiento, sentido de su existencia.
El maestro cualificándose, a través de la
lectura, la escritura, el debate y la praxis, se afirma como un sujeto que se
piensa así mismo y que repiensa su accionar pedagógico y político. Maestros
como los del Nuevo Horizonte ponen en evidencia la existencia del educador autodidacta,
“capaz de validar o invalidar sus conceptos”- tal como lo concibe Raúl Cuero, con
apetito de lo desconocido y que se siente cómodo, “aunque pocas personas
compartan sus puntos de vista” [7].
José Israel González Blanco. Trabajador social, colegio Distrital Nuevo Horizonte, Bogotá, Colombia.
[1] Equipo
sistematizador: José Israel González B., Nancy Ordóñez, Marta Ramírez, Adalgiza
Luna Misquera, Olga Pardo, Yenny Sánchez, Yolanda Valencia, Luz A. Cárdenas,
Jairo Castro, Luz Mary Pachón, Pedro Bustos, Esperanza Pinzón, Teresa Arévalo,
Alba Marina Villegas, Gladys Páez, Francy Piedad Bohórquez, Vilma Esperanza
Melo, Maruja Rosso, Myriam Triana, Adriana Lizentre otros.
[2] MARTÍNEZ BOOM, Alberto y UNDA BERNAL, María
del Pilar. (1995). Redes pedagógicas:
Espacios abiertos. Santa Fe de Bogotá DC: Proyecto RED-CEE, Revista Nodos y
nudos Nº 1, p. 6.
[3]
GIROUX, Henry. A (1993) La escuela y la
lucha por la ciudadanía. México Siglo XXI.
[4]
MARTÍNEZ BOOM, Alberto y UNDA BERNAL, María del Pilar. (1998). De las insularidad de las innovaciones a las
redes pedagógicas. Santa Fe de Bogotá DC: Proyecto RED-CEE, Revista Nodos y
nudos Nº 5, p. 10.
[5]
AGUILAR SOTO, Juan Francisco (1998). Innovaciones
educativas y culturas contemporáneas. En: La Investigación Fundamento de la
Comunidad Académica. Santa Fe de Bogotá DC: IDEP, p.225.
[6]
GIROUX, Henri. A (1996) Placeres
inquietantes. Barcelona: Paidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario