He oído decir a los
poetas que las principales fuentes de inspiración de un escritor son la
soledad, la pobreza y la prisión. Muchos de ellos consumaron sus obras en estos
escenarios. Sin entrar a dilucidar la versatilidad de estos argumentos, yo
agrego que una fuente colosal de inspiración es el MAESTRO.
Tengo en este momento cuatro
argumentos para sostener que los educadores son la fuente de inspiración más
potente del mundo, más que la mella que viene haciendo la pobreza, más que los
estragos de la soledad y más que las cicatrices que deja la prisión y la
violencia.
El primer argumento deriva
de los aportes de Guillermo Ward, para quien el buen educador explica, el educador superior demuestra y el gran educador inspira. Los educadores que he
conocido, incluyendo los que me dieron látigo y mis contradictores, algo me
inspiran y hoy los recuerdo con benevolencia.
El segundo, no puede ser otro que el de los maestros y las
maestras que nos inspiraron en la infancia, para ser lo que hoy somos y quizá
lo que dejamos de ser, quizá por negligencia propia; tristemente, hay que
decirlo, muchas de ellos y ellas ya han partido, unos jubilados y otros
fallecidos, pero en todo caso dejando su legado, para que los inmortalicemos en
fechas como ésta y para que les rindamos nuestro más sentido homenaje. Esos
educadores son los imprescindibles como lo expresó Bertold Brech.
El tercer fundamento, lo tomo de una cita textual puesta en un
libro publicado por el colegio Nuevo Horizonte en el que se lee: “el maestro
inspirador es aquel que hace brotar dos ideas donde antes había una sola”. Esos
son ustedes, colegas, compañeras y compañeros, sembradores de inspiración, de
esperanza y de sentido.
El cuarto argumento, proviene del pensamiento de León Tolstoi. También
lo retomo de un texto puesto en un vídeo que está en Youtube y que refiere al colegio
Nuevo Horizonte. El
autor de la imperecedera Anna Karénina escribió: "El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere sino en querer siempre lo que se hace.". Quien
hace lo que quiere o cree que debe hacerlo no es un buen maestro, lo es quien ama
lo que hace y esto último es lo que realiza el magisterio.
Y ya para finalizar, permítanme felicitarlos, déjenme desearles la mayor felicidad del mundo, porque sé que no están
haciendo lo que quieren sino queriendo lo que hacen. A todos y cada uno de
ustedes mi más sincero reconocimiento en este gran día de 8760 horas y que la
inspiración sea el faro que avive el viento que corre por la educación, para oxigenar
el pensamiento. En tiempos tan difíciles como los que nos ha tocado vivir, no
nos podemos quedar como el optimista, esperando que cambie el viento y menos
aún como el pesimista que vive quejándose de ese viento, nuestro deber es
ajustar las velas para que el barco llegue a buen puerto.
Un abrazo.
JOSÈ
ISRAEL GONZÀLEZ
ocavita@yahoo.com
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