sábado, 17 de mayo de 2014

En el Día del Maestro



He oído decir a los poetas que las principales fuentes de inspiración de un escritor son la soledad, la pobreza y la prisión. Muchos de ellos consumaron sus obras en estos escenarios. Sin entrar a dilucidar la versatilidad de estos argumentos, yo agrego que una fuente colosal de inspiración es el MAESTRO.

Tengo en este momento cuatro argumentos para sostener que los educadores son la fuente de inspiración más potente del mundo, más que la mella que viene haciendo la pobreza, más que los estragos de la soledad y más que las cicatrices que deja la prisión y la violencia.

El primer argumento deriva de los aportes de Guillermo Ward, para quien el buen educador explica, el educador superior demuestra y el gran educador inspira. Los educadores que he conocido, incluyendo los que me dieron látigo y mis contradictores, algo me inspiran y hoy los recuerdo con benevolencia.

El segundo, no puede ser otro que el de los maestros y las maestras que nos inspiraron en la infancia, para ser lo que hoy somos y quizá lo que dejamos de ser, quizá por negligencia propia; tristemente, hay que decirlo, muchas de ellos y ellas ya han partido, unos jubilados y otros fallecidos, pero en todo caso dejando su legado, para que los inmortalicemos en fechas como ésta y para que les rindamos nuestro más sentido homenaje. Esos educadores son los imprescindibles como lo expresó Bertold Brech.

El tercer fundamento, lo tomo de una cita textual puesta en un libro publicado por el colegio Nuevo Horizonte en el que se lee: “el maestro inspirador es aquel que hace brotar dos ideas donde antes había una sola”. Esos son ustedes, colegas, compañeras y compañeros, sembradores de inspiración, de esperanza y de sentido.

El cuarto argumento, proviene del pensamiento de León Tolstoi. También lo retomo de un texto puesto en un vídeo que está en Youtube y que refiere al colegio Nuevo Horizonte. El autor de la imperecedera Anna Karénina escribió: "El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere sino en querer siempre lo que se hace.". Quien hace lo que quiere o cree que debe hacerlo no es un buen maestro, lo es quien ama lo que hace y esto último es lo que realiza el magisterio.  

Y ya para finalizar, permítanme felicitarlos, déjenme desearles la mayor felicidad del mundo, porque sé que no están haciendo lo que quieren sino queriendo lo que hacen. A todos y cada uno de ustedes mi más sincero reconocimiento en este gran día de 8760 horas y que la inspiración sea el faro que avive el viento que corre por la educación, para oxigenar el pensamiento. En tiempos tan difíciles como los que nos ha tocado vivir, no nos podemos quedar como el optimista, esperando que cambie el viento y menos aún como el pesimista que vive quejándose de ese viento, nuestro deber es ajustar las velas para que el barco llegue a buen puerto.

Un abrazo.

JOSÈ ISRAEL GONZÀLEZ
ocavita@yahoo.com 

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