domingo, 21 de julio de 2013

Currículo... maestros y directivos docentes.


LAS MAESTRAS Y LOS MAESTROS

En el abordaje del currículo y en la historicidad de la escuela, los maestros son protagonistas de primer plano. Tangencialmente, dijimos, en un texto anterior, que el currículo data de la Grecia Antigua, pasando por la educación homérica, la clásica y la helenística, de la cual habla el profesor Jaramillo Uribe (1990, p.19). En esa época y ese lugar, los paidólogos, en la ciudad referida y los libertos cultos en Roma, surcaron el terreno de la cultura con las primeras prácticas educativas.     

En lo atinente a la escuela colombiana, sabemos por Crónica del desarraigo y, luego, por Maestro, escuela y vida cotidiana en Santafé colonial (1999), que Agustín Joseph de Torres, fue el maestro iniciador de la primera escuela pública de Santa Fe de Bogotá, la escuela Pública de las Primeras Letras de San Carlos, anexa al Colegio Mayor y una de las cinco del virreinato al lado de las escuelas anexas de Tunja, Cartagena, Pamplona y Popayán. Conforman el ramillete de maestros pioneros, Juan de la Cruz Gastelbondo y Melchor Zerón. De ahí en adelante, pasando por las referencias de Jesús Alberto Echeverri (1984, p.45), sobre Dimitas Arias, Manjarrez y Zeferino Guadalete, hasta llegar al Movimiento Pedagógico y a  los expedicionarios, la lista es interminable; destacándose, en todo caso, que la presencia de la mujer es preponderante( supera el 75%), aunque la historia de Bronce no registre el peso femenino en ese largo río que avanza mezclándose con todo” como diría Sartre, al disertar acerca de la historia de vida.

Respecto a Nuevo Horizonte y con base en la sistematización de varias experiencias, hemos aludido a unas maestras y a maestros intelectuales, trabajadoras de la cultura, prácticos educativos, profesionales reflexivos, innovadores, problematizadores, marginales, sujetos políticos, fronterizos y hasta anfibios culturales, arquetipos evidentes en el día a día de las prácticas pedagógicas. Pero esta genealogía realizada con los cristales de las pedagogías críticas, es muy singular, al lado de otras taxonomías como la de Agustín Nieto Caballero, hecha a comienzos del siglo XX, matizando los maestros heróicos, “mitad anacoretas y  mitad apóstoles en acción”; los  pintorescos, “fósiles con el rótulo del año en que terminaron su formación, que no conservaban ni siquiera los conocimientos utilizados el día de los exámenes de grado y los maestros tropicales, los latinistas, los fúnebres y taxis.

La tipologización de Nuevo Horizonte, aunque no es la regla general, dista de los hallazgos encontrados en Bogotá a finales del siglo XX por Arturo Alape (1997, p. 40). El autor de El Bogotazo, en su investigación encontró, con el auspicio informativo de profesores y estudiantes, 19 posibles tipos de maestros a saber: comprometidos, quienes aman su labor; los maestros no comprometidos, limitados a dictar sus clases y nada más; el indiferente, preparador y dictador de clase; el maestro isla, sólo se ve en el aula sin frecuentar los demás escenarios de la institución; el maestro fantasma, aparece de vez en cuando y desaparece rápidamente; el sabelotodo, muy solemne, subestimador de los demás y siempre se auto-atribuye tener la razón.

Los resultados de la sistematización de las 7 experiencias, contrastan con una tipificación de los profesores, realizada por algunos estudiantes y publicada por El Espectador (1998), en la cual denotan: “los profesores revolución por dentro, los sicóticos, los perfectos idiotas, los pervertidos, los socráticos, los gocetas, los macrobióticos y los degenerados absolutos.”( p.4C). Más aún, deja en cuestión la acotada aseveración del profesor Rafael Flórez, (1986, p.6)), al asegurar que el maestro que tenemos “es el maestro que merecemos, es el maestro que ha demandado la sociedad y que no hace más que cumplir su función, objetivamente asignada. La actividad no inteligente está institucionalizada oficialmente, en el país desde hace muchos años.”  

DIRECTIVOS DOCENTES ENRARECIDOS

Dentro de la referencia al currículo, no se puede dejar por fuera el rol del directivo docente. Guillermo Bustamante (2003, p.56), en una alusión que hace a la evaluación en el Distrito, recuerda: “De una evaluación centrada en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como núcleo educativo de la calidad de la educación, se ha pasado a una visión más sistémica, que enfatiza el contexto y la gestión institucional”. La génesis de esta política, se remonta a la Declaración Mundial de Educación para todos: Satisfacción de las Necesidades Básicas de Aprendizaje, acontecimiento que tuvo lugar en Jomtiem, Tailandia en 1990.

Allí, se plasmó el mandato de concentrar la  atención en el aprendizaje, aumentar los servicios de educación básica de calidad, poner atención a las adquisiciones y resultados del aprendizaje real, aplicar sistemas de calificación de sus logros, y se enfatizó también, en que el servicio de educación básica para todos, depende de un compromiso y una voluntad política, seguida de adecuadas medidas fiscales y reforzada por reformas políticas y fortalecimientos institucionales.

Este fantasma de la recomposición capitalista que ha recorrido el mundo, reorientó el quehacer del directivo docente, despedagogizándolo y llevándolo a una práctica instrumental; por estos lados, es muy difícil encontrar el profesional práctico reflexivo, porque las tareas de la administración no le dan tiempo y ello ha afecta notoriamente la vida en la institución. El directivo docente le apuesta al currículo normatizado, al currículo de centro, no al de frontera; tan notoria es la situación, que Casassus atribuye la centralización curricular a “la forma que tuvieron los estados latinoamericanos para constituirse en nación”. En expresiones de Pierre Bourdieu, estamos hablando de la teoría de la Reproducción. 

La educación para la emancipación se aleja cada vez más, con ese esquema de gestión gerencial, burocrático; entre otras cosas, porque  -lo dice Aguerrondo (1996)- “los sistemas de gestión no han pasado del modelo artesanal al modelo de gestión profesional… los sistemas de gestión y administración que todavía sobreviven son los que acompañaron a surgimiento de los sistemas escolares y responden, en la gran mayoría de los casos, a modelos de organización institucional pre burocráticos(p. 95).  

Mientras que las voces de los maestros y las maestras defensores de lo público y de nuestro oficio clamamos por la innovación, por la transformación social, por la construcción de currículos pertinentes, por el lugar de la pedagogía y la política, gran número de directivos docentes y administraciones resguardan las políticas de sesgo economicista, mandan en vez de persuadir -como diría Hannah Arendt (1989)- al discernir sobre la política. Algunas investigaciones realizadas en América Latina, indican que la ausencia de un directivo docente académico, pedagogo, investigador e inteligente emocional, ha contribuido con la baja calidad educativa. Carlos Miñana (2003), En el Vaivén de la hamaca, demuestra la manera como el directivo docente del modelo de gestión pasa su tiempo en la institución y fuera de ella en reuniones y cumpliendo con tareas que no son de corte pedagógico ni didáctico. Parodiando a J. Lenon, se diría que la dirección es algo que pasa, mientras el directivo docente está ocupado haciendo otras cosas.  

El directivo docente de principios de milenio, pese a ser buena persona, a veces jovial, respetuoso y flexible en determinadas circunstancias, ha incorporado en su labor toda la política de la escuela competitiva, no escapa a la tentación de actuar más como administrativo que como pedagogo; no obstante, tener como formación natural la pedagogía y haber adquirido lo administrativo, por la senda del ascenso, su quehacer se ha enrarecido. Nuestro directivo docente, requiere ser un excelente lector para engrandecerse, un sobresaliente escritor que dibuje lo que piensa el alma, un agente autónomo y no heterónomo, un ser que entienda la participación como la toma de decisiones consensuadas, un sujeto que comprenda que la democracia implica el reconocimiento del otro como persona y como profesional singular, un investigador que de cuenta del conocimiento psicológico y sociocultural de sus estudiantes, del entorno y del mundo, un práctico reflexivo, un directivo constructor de políticas y no ejecutor de normas, un intelectual de frontera, un hombre y una mujer que no se proclamen  funcionarios sino profesionales de la educación, un colega que no se sienta añejo, ni cansado sino que despierte ese niño, esa niña, esa juventud que lleva por dentro. Otra dirección docente es posible, es hora de dar el paso, “un viaje de mil millas comienza por un paso”.

La experiencia de Microcentros, es una pista para seguir el viaje. “Para lograrlo -apuntala Melo (2005, p.3)- se requiere un proceso de aprendizaje tal, que conduzca al directivo docente y al docente a reconocerse como persona, como pedagogo, como investigador, como intelectual y como sujeto constructor de políticas educativas, más que como ejecutor de las mismas. Nosotros reiteramos, que así cuantitativamente los docentes seamos minoría en la comunidad educativa se requiere iniciar con ellos  y ellas cualquier proceso de trabajo”  

Las actuaciones tanto de maestros como de directivos y del personal administrativo, tienen mucho  que  ver  con  lo  ético,  lo  político  y   lo  filosófico.  Sien  embargo,  señala  Foucault -pedagogo crítico regeneracionista, al decir de Kemmis (1996)- “el problema ético, social y filosófico que se nos plantea hoy no consiste tanto en liberar al individuo del Estado y sus instituciones, cuanto liberarnos a nosotros mismos del Estado y del tipo de individualización que este conlleva”(p.80). Lo primero que hizo Henry David Throreau (1985), para enseñarnos la desobediencia civil, fue alterar el orden de sus nombres y ello le llevó a elucubrar la siguiente expresión: “en la mañana nos bautizan; al mediodía, el sol ha borrado nuestro nombre; al atardecer, quisiéramos bautizarnos nosotros” (p.10). Nuestra historia magisterial está muy ligada con este proceso, fuimos bautizados en la Normal y rebautizados en la Universidad como pedagogos, los fuertes soles del neoliberalismo han querido borrar ese nombre de pila, pero todavía podemos hacer mucho: bautizarnos con los nombres hallados en el Fogoncito de Horizonte· y hacer honor a ellos.

Nada más apropiado para el cultivo de estos deseos, que el modelo pedagógico en el cual se fincan las esperanzas de un representativo grupo de maestros, estudiantes y padres de familia. “El modelo -en palabras de Ordoñez, (2005, p.3)- “plantea la formación de personas gestoras de su propio conocimiento, emancipadoras, libertarias, autónomas, capaces de tomar decisiones, transformadores de su entorno, capaces de resolver sus conflictos, conocedores de sus deberes y sus derechos, con capacidad de afrontar la realidad, en otras palabras es un modelo que busca dimensionarse plasmando sus intenciones especialmente  en el currículo oculto”.

Dentro de la dinámica curricular, no escapa a la mente de los sistematizadores la loable postura de los maestros y la directora de Rural Horizonte, cuando la SED, obedeciendo los cánones del MEN ordena retirar a los maestros mal llamados de apoyo. Así lo narra la maestra que acabamos de citar: “Hay que destacar aquí también la importancia del profesor consecuente con la educación pública y la solidaridad en el desarrollo de la labor docente para hacer que los niños y niñas del Distrito Capital reciban la mejor educación de sus profesores, como lo hicieron los profesores de la sede C al defender el proyecto, al no permitir el traslado del profesor de Educación Física, quien debía salir desplazado por el famoso parámetro y aumento de la jornada laboral”(p.4). Pero los estudiantes no se quedan atrás, manifiestan su desafuero a través de una carta a la Secretaría de Educación*       

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 

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BUSTAMANTE ZAMUDIO, Guillermo y Díaz M. Luis G. (2003). Factores Asociables al desempeño de los estudiantes. Bogotá D.C: Universidad Nacional de Colombia.  
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YUNIS Turbay, Emilio (2004). ¿Por qué somos así?. Bogotá DC: Temis.  


José Israel González B y otros.
Nota. Como es una secuencia sobre el currículo, mantengo las misma fuentes con el ánimo de facilitar la documentación de la lectura.


· El Fogoncito de Horizonte es el nombre cariñoso con el que conocemos a nuestro colegio. Su denominación tiene que ver con la manera como están dispuestas geográficamente las tres sedes escolares que lo integran, y por las tensiones humanas que se viven entre los diferentes actores de la comunidad educativa. 
* Radicación E-2002-033667, 10 -04- 002. Destinatario: Cecilia María Vélez W. Remitente: Comité Estudiantil.
* Sobre el particular se puede consultar la ponencia: La normal y la universidad: nidos de polluelos de corto vuelo, presentada el año 2008 en la U. de Antioquia y publicada en www.idep.edu.co/documentos/foro.

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