EL CURRÍCULO QUE INTERPELA
Tonado de: José Israel González B. Revista Cuadernos de
Psicopedagogía No 6 UPTC, Tunja, 2009, pp 129-148.uptc.edu.co/.../CuadernosPsicopedagogia/Documents/N6_Editorial.pdf
El currículo
que interpela es una reflexión generada por un grupo de maestras
y maestras de un colegio público de Bogotá, alrededor de un trabajo de
investigación financiado por el Instituto de Investigación Educativa y
Desarrollo Pedagógico de Bogotá, centrado en la sistematización de algunas experiencias
educativas dinamizadas por docentes de colegios públicos. El artículo parte de
contextualizar el rol del maestro en la política educativa colombiana y luego
se adentra en espacios escolares como el recreo, la cafetería, los salones de
clase, los baños y la biblioteca, para inquirirlos y llamar la atención acerca
de su peso y contrapeso en el currículo manifiesto. Asimismo, se ocupa de los agentes
principales: Maestras y maestros, directivos docentes, estudiantes y padres de
familia. La razón de ser de este estudio es convocar a las instituciones
formadoras de docentes y a los educadores en ejercicio a darle la importancia
educativa, pedagógica, política, cultural y social que tienen los escenarios y
los actos informales de los agentes que participan en el proceso de
escolarización.
Palabras
claves: currículo,
recreo, sistematización, estudiante, maestra-o, directivo docente, recreo,
padre de familia, lectura, escritura, Derechos Humanos.
"Cierta vez, los animales del bosque decidieron hacer algo para afrontar los problemas del mundo nuevo y organizaron una escuela. Adoptaron un currículum de actividades consistente en correr, trepar, nadar y volar y, para que fuera más fácil enseñarlo, todos los animales se inscribieron en todas las asignaturas.
El pato era estudiante sobresaliente en la asignatura natación. De
hecho, superior a su maestro. Obtuvo un suficiente en vuelo, pero en carrera
resultó deficiente. Como era de aprendizaje lento en carrera tuvo que quedarse
en la escuela después de la hora y abandonar la natación para practicar la
carrera. Estas ejercitaciones continuaron hasta que sus pies membranosos se
desgastaron, y entonces pasó a ser alumno apenas mediano en natación. Pero la medianía se aceptaba en la escuela,
de manera que a nadie le preocupó lo sucedido salvo, como es natural, al pato.
La liebre comenzó el curso como la alumna más distinguida en carrera pero sufrió un colapso nervioso por
exceso de trabajo en natación. La ardilla
era sobresaliente en trepa,
hasta que manifestó un síndrome de frustración
en la clase de vuelo,
donde su maestro le hacía comenzar desde el suelo, en vez de hacerlo desde la
cima del árbol. Por último, enfermó de calambres por exceso de esfuerzo, y
entonces, la calificaron con 6 en trepa y con 4 en carrera.
El águila era un alumno problema y recibió malas notas en conducta.
En el curso de trepadera
superaba a todos los demás en el ejercicio de subir hasta la copa del árbol,
pero se obstinaba en hacerlo a su manera. Al terminar el año, un águila
anormal, que podía nadar de
forma sobresaliente y también correr y trepar y volar un poco, obtuvo el
promedio superior y la medalla al mejor alumno” (González, 2006, p 65)
La fábula de los animales es un buen pretexto
para movilizar este ensayo. Aunque el homo
sapiens no hace parte activa de los personajes de la leyenda, pese a ser el
rey del discurso curricular en la
ancha selva de
la cultura, podemos
darlo por invitado, para referenciar el rol del currículo en la
sistematización de seis experiencias educativas de una veintena de maestros y
maestras, en un colegio del Distrito Capital de Bogotá, durante el año 2005.
Parafraseando el comienzo de la fábula, es
pertinente decir que algunos humanos de la antigüedad, cierta vez se reunieron
para hablar de currículo. Dice José Gimeno Sacristán(1993, p.145), que el
uso del contenido del término se remonta a la Grecia de Platón y de
Aristóteles y entra de lleno en el
lenguaje pedagógico cuando la escolarización se convierte en una actividad de
masas. Dentro de sus deliberaciones estipularon, además de la etimología del
término, la ruta para los caminantes -unos veteranos, otros neófitos o noveles y algunos localizados en una posición intermedia, valiéndose en
todo caso de su dotación genética, de sus saberes y de las relaciones con la
cultura, con la naturaleza y con los mismos homo sapiens.
El currículo de
actividades adoptado por los animales, correspondería al currículo
convencional; es decir, al Plan de Estudios, al
esquema de
distribución de las disciplinas y contenidos según grados, intensidades y
prerrequisitos, para organizar y normativizar la enseñanza. Apoyándonos en las palabras del profesor
Rafael Flórez Ochoa (1994, 250), diremos que se trata de embalsamar al “ esqueleto formal y estático que dice muy poco de lo que realmente
ocurre en las aulas”.
El aprender a correr, trepar, nadar
y volar, por parte de aquellos animales sin experticia en tales
actividades, obedece a unos propósitos específicos, a una manera de aprender
particular, al uso de unos medios concretos y al logro de unas transformaciones en cada animal, que son valoradas
en el proceso. Dentro del discurso pedagógico, las maneras, los métodos, los
propósitos, los medios y las
valoraciones, se inscriben
explícita o tácitamente en una o varias
escuelas de pensamiento. Desde mediados
del siglo XX, la influencia del
conductismo en la pedagogía y el positivismo en la enseñanza,
permitieron centrar el interés en el currículo; de ahí la calificación hecha
por Martínez (1994; p. 150) respecto a la “curricularización" de la
educación, la concepción del maestro como administrador de currículo y
la del currículo a prueba de maestros. Los puntos de vista que colocamos
en esta trama acerca del Currículo, responden a una mirada con las gafas
del las Pedagogías Críticas a
experiencias escolares tales como Microcentros,
Resolución de Conflictos y el Reciclaje
la de Residuos Sólidos.
2. DE ADMINISTRADORES A CONSTRUCTORES DE
CURRÍCULO
La consolidación del Modelo Curricular en
Colombia se materializa con la Reforma Educativa de 1979. Allí, la autonomía del
maestro y de la maestra se ve lacerada, porque su papel se reduce a administrar
lo que los tecnócratas planifican, definen, reglamentan y controlan, reduciendo
su accionar como pedagogo y como intelectual a un administrador de currículo.
No obstante, hacia mediados de 1990 se promulga la Ley General de la Educación , la cual
convoca a las comunidades educativas a construir el PEI y a tomar parte en los
destinos de los centros escolares a través del Gobierno Escolar. Luego de 7
años de implementación de la mencionada norma, se expide la Ley 715, cuya resultado de su
aplicación no ha sido más que una catástrofe; tanto así que la Alta Comisionada
de la ONU , le
pidió al gobierno colombiano y a las organizaciones sociales, realizar un
seguimiento para verificar el cumplimiento de los compromisos del país respecto
al Derecho a la Educación.
Las experiencias sistematizadas en el colegio
Nuevo Horizonte*,
dan cuenta de un fenómeno adverso a los deseos de los planificadores externos;
huelga decir, hacen visible la resistencia, entendida ésta como una producción
cultural en cuanto al sentido de las prácticas educativas y de la ontología del
magisterio en un contexto histórico y político determinado, pasando de ser
administradores del currículo manifiesto y forastero a constructores del mismo.
Dicho de otro modo, los homo sapiens
del centro escolar, decidimos afrontar los problemas del mundo nuevo;
organizando una escuela con un color imitando al arco iris, en la cual el statu quo del maestro y la maestra
supera el rol de ejecutor de planes y programas elaborados por especialistas,
situándonos en el lugar de ser un profesional “capaz de interpretar las
situaciones problemáticas de aprendizaje que experimentan sus alumnos y ofrecer
soluciones a ellas”, afrontando de
modo adecuado las situaciones emergentes que se ostentan en el aula e incluso
fuera de ella .
Encarar los problemas del mundo nuevo,
organizando una escuela con un color como el del arco iris, implicó
-apologizando a Edwards( 1991, p.34)-, tomar la posición de adecuar el
currículum a la realidad de los alumnos, hacernos cargo de los resultados del
proceso enseñanza y aprendizaje y de
trabajar en equipo con los colegas, para someter a análisis las prácticas
pedagógicas, tal como se puede leer en las siguientes abstracciones.
3. EL ÁRBOL QUE DEJA VER EL BOSQUE
El bosque y las ramas, además de acoger a
muchas especies animales, siempre dejan ver el firmamento y las estrellas, por
eso en este aparte del ensayo resaltaremos otros componentes curriculares,
concretamente del currículo de frontera,
los cuales coadyuvan en la comprensión de las experiencias objeto de nuestra
sistematización. El patio, el aula, la biblioteca, los baños y la cafetería,
corresponden a la bóveda celeste que alberga las actividades de los currículos,
generalmente del oculto. En coherencia
con el símil, el recreo, la lectura, la escritura, la jornada escolar, el
periódico, la huerta, el jardín, los talleres, los maestros y maestras y en sí
el ritual de la escolarización, corresponden a las estrellas en el firmamento
de horizonte, que dejan ver los árboles.
3.1 EL RECREO
Los relatos de las experiencias centran su atención tangencialmente en el recreo. No obstante, éste sigue siendo el momento más apetecido por los niños y niñas, por las oportunidades de socialización de que dispone. Cuenta Valencia (2005) y otras maestras de la Gestión para el reciclaje de residuos sólidos, que “El recreo tenía lugar en la cancha comunal, pues las instalaciones de la escuela nunca han contado con un sitio exclusivo para tal evento” (p.8) La escuela historiada es la sementera en la que creció el árbol del Plan de Estudios, plasmado en un cuadro por una directora y una maestra de escuela. Ese lugar para la enseñanza fue pensado sin patio, tocándole a los maestros pasar de la delación a la búsqueda de soluciones; es decir, proceder como intelectual fronterizo, evocando a Freire.
La falencia del espacio recreativo no
solamente llevó y ha llevado a docentes y estudiantes a “jugar con el esferado
en la cancha comunal” sino también a
urdir “relaciones afectivas, de
comunicación y de saberes” con los
vecinos del labrantío, complementando
así el ritual de la escolarización en un acto comunitario. De ahí el vigor de aquella apreciación de Sánchez Montesdeoca
(2005, p.3) en la cual se lee: “la escuela literalmente era de puertas abiertas
a la comunidad,” contrario
al momento actual en que se halla presa por rejas, demarcando simbólicamente y
peregrinamente las fronteras de ella y su entorno.
En la caracterización realizada hacia el 2003*,
se pudo precisar que el patio de recreo de la actual sede A (antiguo colegio
Nuevo Horizonte) “tiene como porcentaje 0.3 metros por
estudiante, la sede B (Buenavista) 0.8 metros y la sede C (Rural horizonte) no tiene patio.” (Patiño y otros 2003, p. 6). El
estándar relativo a recreación, según una guía de la Secretaría de Educación
Distrital (SED) explicita 1.3
metros por estudiante y el parámetro de 9.0 metros de área libre
por estudiante. Las medidas tomadas in situ
exteriorizan un promedio en sus tres sedes inferior a 0.3 metros , por alumno.(Esta información se puede complementar, para mejor comprensión, en el artículo publicado en este blog, relacionado con los ambientes de aprendizaje)
El recreo, más que un momento de diversión
planeado para unos 30 minutos, avista otros dispositivos. Los resultados de una
experiencia de investigación acción patrocinada
por el IDEP y llevada cabo por Mariño (2003, p.44), revelan que en dicho ritual
entran en juego: la salida, la merienda, comprar en la cafetería, actividades
lúdicas, llamar por celular, hacer tareas, conversar, oír música, ir a la
biblioteca, recolectar basuras, frecuentar el baño, sentarse, conversar con los
amigos, compartir con el novio, consentir a la novia, organizar la contienda
para la salida, entre otras actividades.
El
relato que encabeza el texto La pléyade
del Derecho a la Educación ,
producido a partir de una observación del recreo en el colegio, corrobora lo
suscrito: “En el comprimido patio rumba el recreo, los niños y las niñas
charlan, transportan sus morrales en la espalda, comen, comparten, bostezan, y
corren en un ambiente de camaradería; se funden en secretos, gestos, tensiones,
sueños y empellones, en los que los adultos no contamos mucho y que a la vista
se nos hacen invisibles, porque lo esencial es invisible a los ojos decía el
Principito”( González B., 2005, p. 6).
Al referirse a la culminación del ritual se
lee: “Cesa la música y el sordo sonido de un timbre seguido por el repentino
disparo de las alarmas que evocan nostálgicamente la relevancia de la factoría,
transforma los espacios, las voces intentan silenciarse, las actitudes se
mimetizan y los roles vuelven a la formalidad. Los niños y las niñas van
entrando desordenadamente al salón antes de que llegue la maestra,
prácticamente el recreo lo llevan escondido bajo el brazo, porque ahí nadie se
da cuenta y evitan que sea decomisado, aprovechan para jugar, pararse en las
mesas de los pupitres, darse los golpes que en el patio de recreo quedaron
pendientes, gritan y practican la mímica, el teatro y hasta la tragicomedia,
estrategia que en las clases de Lengua Castellana e Idioma Extranjero es difícil hacer fluir”(
p.8).
Respecto
al lugar de privilegio para el recreo, Gutiérrez (2004, p. 3) en el escrito Haciendo hablar los espantajos, atajos y paradas, se extracta: “El
patio es una piel áspera que colectiviza el ritual de la escolarización. En esa
superficie fría, desprotegida de techo, recubierta de cemento, circundada por
otras escalinatas, colindada por paredes de ladrillo y un cercado de varilla,
tiene lugar también la enseñanza y el aprendizaje. Esa zona, cuya forma
rectangular, inmortaliza los conocimientos de la Geometría , aprendidos en
la primaria, es espantajo, atajo y parada. Allí se paran, de lunes a viernes
más de un millar y medio de hombres y mujeres capaces de transgredir todas las
leyes de La Gestalt
y de la Teoría
Conductista , no hay estímulo natural que valga. No hay
configuraciones posibles para un número tan grande de cuerpos movedizos”.
Los maestros también desempeñan su propio
papel tal como lo relata González Blanco (2007) en el siguiente documento: “Los pobres ojos de los maestros, denominados “de
disciplina” son sólo dos, fijos y frontales. La naturaleza tendría que
sabiamente modificárnoslos, en una mezcla de caracol y gallina, por ejemplo,
para poder percibir las miles de imágenes que se fugan del cerebro de los
escolares a la hora del recreo y de la formación en filas; es decir, para
descifrar los imaginarios que posan en la psiquis de esos humanos. En ese patio
se tejen los aprendizajes de la Educación Física y se
hilan aspiraciones. El patio de nuestro colegio es testigo de paradas, a veces con matiz
militar. Si hacemos hablar al patio, recurriendo a nuestra efímera memoria, no es ajeno recordar momentos de
felicitación, de exaltación, de regaños, de buenos momentos, donde el poder,
los saberes, los afectos y las formas de comunicación dan cuenta de nuestra
formación y práctica profesional” (p. 145).
De acuerdo con la OMS , las personas necesitamos
mínimo 10 metros
cuadrados de área pública y la medida igualmente mínima
para una vivienda es de 60 metros cuadrados . Aquí estamos en una
institución que casi no tiene área pública, que los metros cuadrados por alumno
no son los mínimos legales y humanamente requeridos y, que las viviendas de
nuestros escolares, menos alcanzan los índices delimitados por la organización
internacional en mención. Vistas así las cosas -se descifra en la narración- el
patio no es más que un contexto, en el que el hacinamiento induce a la
inmovilidad motriz, a la violencia por los roces permanentes, al sedentarismo y
al deterioro de la salud física y mental de los estudiantes y profesores, lo
que revela en parte los problemas de comportamiento de los mismos.
El recreo, por lo
dicho aquí y otrora, es un ingrediente curricular que incluso ha sido fuente de
querella a la luz de la aplicación de la
Ley 715. Es un asunto neuronal en la vida escolar, es motivo de conflicto en los llamados turnos de
“disciplina”; empero, la atención
dedicada a su estudio es mínima, pese a que se invoquen los adelantos y
ventajas de la inteligencia espacial,
concepto al cual le dedicaron un buen tiempo los prácticos reflexivos de Rural
Horizonte. Pareciera que el recreo no
fuese parte del currículo formal y del
oculto, que su materialización o
negación no afectara la salud física y mental de los agentes educativos y las
demás relaciones vitales. No se le ha valorado como laboratorio de aprendizaje
y desaprendizaje.
Montealegre (2001),
un curador urbano paisa, encontró en una investigación que lo llevó a obtener
el doctorado en arquitectura, “que la
disposición de los espacios urbanos tienen un impacto en la salud del cuerpo,
porque generan estrés; y, el estrés engendra desórdenes oníricos; altera el
sistema respiratorio, circulatorio y nervioso. En la más elemental de las
situaciones, el estrés puede ser activador de comportamientos violentos,
incluso criminales” (p.14A). Termina
infiriendo el investigador, “que el
diseño de las estructuras, redunda en los estados del alma y, que eso afecta,
finalmente, el comportamiento de los
humanos”.
Pero, las voces de
emancipación de semejante situación reclaman mejoras en el recreo: ¡Qué genial sería contar con un tapete
natural, de color verde, donde las humanidades de los niños, niñas, padres de
familia y docentes del colegio, pudiésemos recostarnos para soñar, descansar,
inspirarse, oxigenar las neuronas, auscultar el sol y ojear las nubes tal como
lo hizo el Dr. Elkin Patarroyo, logrando según lo expresado por él mismo, la inspiración de la estructura tridimensional de la vacuna sintética
SPF66 o Vacuna Colombia contra la
Malaria ! Lo
cognoscitivo, núcleo crucial en el currículo
explícito, se ve seriamente comprometido por los alcances de la dimensión
emocional, axiológica, ética y política.
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Temis.
* El
colegio Nuevo Horizonte es un centro educativo de carácter oficial, ubicado en
los cerros nororientales de Bogotá, integrado por cerca de 2600 estudiantes,
que cursan preescolar, Básica y Media en dos jornadas diurnas. Cuenta con 100
docentes, un rector, tres orientadores escolares y cinco coordinadores. En el
contexto sociocultural predominan personas y familias de escasos recursos
económicos, provenientes del campo y de sectores marginales de la ciudad. Para
mayor información cednvohorizonte1@redp.edu.co
*
Una versión completa de la caracterización realizada por el autor de este
artículo ha sido publicada por el IDEP,
en Aula urbana No 45 (Noviembre-diciembre de 2003) con el título: Investigación
etnográfica: Cómo hacer interactuar el conocimiento cotidiano y el saber
escolar. También en: http://www.oei.es/n8501.htm.
* La IED Nuevo Horizonte
participó en el programa Caminos seguros realizado en el año 2004 por la SED. De ese trabajo se
elaboró un documento titulado Haciendo
hablar espantajos, atajos y paradas. Los espantajos simbolizan los obstáculos, los atajos refieren a los distractores y las paradas representan los momentos en los cuales los caminantes hacen
un alto en el camino para tomar impulso, para retroceder o para
extraviarse.
·
El Fogoncito de Horizonte es el
nombre cariñoso con el que conocemos a nuestro colegio. Su denominación tiene que
ver con la manera como están dispuestas geográficamente las tres sedes
escolares que lo integran, y por las tensiones humanas que se viven entre los
diferentes actores de la comunidad educativa.
* Radicación
E-2002-033667, 10 -04- 002. Destinatario: Cecilia María Vélez W. Remitente:
Comité Estudiantil.
*
Sobre el particular se puede consultar la ponencia: La normal y la universidad: nidos de
polluelos de corto vuelo, presentada el año 2008 en la U. de Antioquia y
publicada en www.idep.edu.co/documentos/foro.
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