lunes, 8 de julio de 2013

El currículo...el recreo


EL CURRÍCULO QUE INTERPELA

Tonado de: José Israel González B. Revista Cuadernos de Psicopedagogía No 6  UPTC, Tunja, 2009,  pp 129-148.uptc.edu.co/.../CuadernosPsicopedagogia/Documents/N6_Editorial.pdf  



El currículo que interpela es una reflexión generada por un grupo de maestras y maestras de un colegio público de Bogotá, alrededor de un trabajo de investigación financiado por el Instituto de Investigación Educativa y Desarrollo Pedagógico de Bogotá, centrado en la sistematización de algunas experiencias educativas dinamizadas por docentes de colegios públicos. El artículo parte de contextualizar el rol del maestro en la política educativa colombiana y luego se adentra en espacios escolares como el recreo, la cafetería, los salones de clase, los baños y la biblioteca, para inquirirlos y llamar la atención acerca de su peso y contrapeso en el currículo manifiesto. Asimismo, se ocupa de los agentes principales: Maestras y maestros, directivos docentes, estudiantes y padres de familia. La razón de ser de este estudio es convocar a las instituciones formadoras de docentes y a los educadores en ejercicio a darle la importancia educativa, pedagógica, política, cultural y social que tienen los escenarios y los actos informales de los agentes que participan en el proceso de escolarización.

Palabras claves: currículo, recreo, sistematización, estudiante, maestra-o, directivo docente, recreo, padre de familia, lectura, escritura, Derechos Humanos.  


"Cierta vez, los animales del bosque decidieron hacer algo para afrontar los problemas del mundo nuevo y organizaron una escuela. Adoptaron un currículum de actividades consistente en correr, trepar, nadar y volar y, para que fuera más fácil enseñarlo, todos los animales se inscribieron en todas las asignaturas.

El pato era estudiante sobresaliente en la asignatura natación. De hecho, superior a su maestro. Obtuvo un suficiente en vuelo, pero en carrera resultó deficiente. Como era de aprendizaje lento en carrera tuvo que quedarse en la escuela después de la hora y abandonar la natación para practicar la carrera. Estas ejercitaciones continuaron hasta que sus pies membranosos se desgastaron, y entonces pasó a ser alumno apenas mediano en natación. Pero la medianía se aceptaba en la escuela, de manera que a nadie le preocupó lo sucedido salvo, como es natural, al pato.

La liebre comenzó el curso como la alumna más distinguida en carrera pero sufrió un colapso nervioso por exceso de trabajo en natación. La ardilla era sobresaliente en trepa, hasta que manifestó un síndrome de frustración en la clase de vuelo, donde su maestro le hacía comenzar desde el suelo, en vez de hacerlo desde la cima del árbol. Por último, enfermó de calambres por exceso de esfuerzo, y entonces, la calificaron con 6 en trepa y con 4 en carrera.

El águila era un alumno problema y recibió malas notas en conducta. En el curso de trepadera superaba a todos los demás en el ejercicio de subir hasta la copa del árbol, pero se obstinaba en hacerlo a su manera. Al terminar el año, un águila anormal, que podía nadar de forma sobresaliente y también correr y trepar y volar un poco, obtuvo el promedio superior y la medalla al mejor alumno” (González, 2006, p 65)
La fábula de los animales es un buen pretexto para movilizar este ensayo. Aunque el homo sapiens no hace parte activa de los personajes de la leyenda, pese a ser el rey del discurso curricular  en  la  ancha  selva  de  la  cultura,  podemos  darlo  por  invitado,  para referenciar el rol del currículo en la sistematización de seis experiencias educativas de una veintena de maestros y maestras, en un colegio del Distrito Capital de Bogotá, durante el año 2005. 

Parafraseando el comienzo de la fábula, es pertinente decir que algunos humanos de la antigüedad, cierta vez se reunieron para hablar de currículo. Dice José Gimeno Sacristán(1993, p.145), que el  uso del contenido del término se remonta a la Grecia de Platón y de Aristóteles y entra de lleno en el lenguaje pedagógico cuando la escolarización se convierte en una actividad de masas. Dentro de sus deliberaciones estipularon, además de la etimología del término, la ruta para los caminantes -unos veteranos,  otros neófitos o noveles y algunos localizados  en una posición intermedia, valiéndose en todo caso de su dotación genética, de sus saberes y de las relaciones con la cultura, con la naturaleza y con los mismos homo sapiens.

El currículo de actividades adoptado por los animales, correspondería al currículo convencional; es decir, al Plan de Estudios, al  esquema de distribución de las disciplinas y contenidos según grados, intensidades y prerrequisitos, para organizar y normativizar la enseñanza.  Apoyándonos en las palabras del profesor Rafael Flórez Ochoa (1994, 250), diremos que se trata de embalsamar al “ esqueleto formal y estático que dice muy poco de lo que realmente ocurre en las aulas”.

El aprender a correr, trepar, nadar y volar, por parte de aquellos animales sin experticia en tales actividades, obedece a unos propósitos específicos, a una manera de aprender particular, al uso de unos medios concretos y al logro de unas  transformaciones en cada  animal, que son  valoradas  en  el    proceso. Dentro del discurso  pedagógico, las maneras, los métodos, los propósitos, los medios  y las valoraciones,  se inscriben explícita  o tácitamente en una o varias escuelas de  pensamiento. Desde mediados del siglo XX, la influencia del  conductismo en la pedagogía y el positivismo en la enseñanza, permitieron centrar el interés en el currículo; de ahí la calificación hecha por Martínez (1994; p. 150) respecto a la “curricularización" de la educación, la concepción del maestro como administrador de currículo y la del currículo a prueba de maestros. Los puntos de vista que colocamos en esta trama acerca del Currículo, responden a una mirada con las gafas del las  Pedagogías Críticas a experiencias escolares tales como Microcentros, Resolución de Conflictos y el Reciclaje la de Residuos Sólidos.  

2.  DE ADMINISTRADORES A CONSTRUCTORES DE CURRÍCULO

La consolidación del Modelo Curricular en Colombia se materializa con la Reforma Educativa de 1979. Allí, la autonomía del maestro y de la maestra se ve lacerada, porque su papel se reduce a administrar lo que los tecnócratas planifican, definen, reglamentan y controlan, reduciendo su accionar como pedagogo y como intelectual a un administrador de currículo. No obstante, hacia mediados de 1990 se promulga la Ley General de la Educación, la cual convoca a las comunidades educativas a construir el PEI y a tomar parte en los destinos de los centros escolares a través del Gobierno Escolar. Luego de 7 años de implementación de la mencionada norma, se expide la Ley 715, cuya resultado de su aplicación no ha sido más que una catástrofe; tanto así que la Alta Comisionada de la ONU, le pidió al gobierno colombiano y a las organizaciones sociales, realizar un seguimiento para verificar el cumplimiento de los compromisos del país respecto al Derecho a la Educación.

Las experiencias sistematizadas en el colegio Nuevo Horizonte*, dan cuenta de un fenómeno adverso a los deseos de los planificadores externos; huelga decir, hacen visible la resistencia, entendida ésta como una producción cultural en cuanto al sentido de las prácticas educativas y de la ontología del magisterio en un contexto histórico y político determinado, pasando de ser administradores del currículo manifiesto y forastero a constructores del mismo. Dicho de otro modo, los homo sapiens del centro escolar, decidimos afrontar los problemas del mundo nuevo; organizando una escuela con un color imitando al arco iris, en la cual el statu quo del maestro y la maestra supera el rol de ejecutor de planes y programas elaborados por especialistas, situándonos en el lugar de ser un profesional “capaz de interpretar las situaciones problemáticas de aprendizaje que experimentan sus alumnos y ofrecer soluciones a ellas”, afrontando de modo adecuado las situaciones emergentes que se ostentan en el aula e incluso fuera de ella .  

Encarar los problemas del mundo nuevo, organizando una escuela con un color como el del arco iris, implicó -apologizando a Edwards( 1991, p.34)-, tomar la posición de adecuar el currículum a la realidad de los alumnos, hacernos cargo de los resultados del proceso enseñanza  y aprendizaje y de trabajar en equipo con los colegas, para someter a análisis las prácticas pedagógicas, tal como se puede leer en las siguientes abstracciones.

3.  EL ÁRBOL QUE DEJA VER EL BOSQUE

El bosque y las ramas, además de acoger a muchas especies animales, siempre dejan ver el firmamento y las estrellas, por eso en este aparte del ensayo resaltaremos otros componentes curriculares, concretamente del currículo de frontera, los cuales coadyuvan en la comprensión de las experiencias objeto de nuestra sistematización. El patio, el aula, la biblioteca, los baños y la cafetería, corresponden a la bóveda celeste que alberga las actividades de los currículos, generalmente del oculto.  En coherencia con el símil, el recreo, la lectura, la escritura, la jornada escolar, el periódico, la huerta, el jardín, los talleres, los maestros y maestras y en sí el ritual de la escolarización, corresponden a las estrellas en el firmamento de horizonte, que dejan ver los árboles.      

3.1  EL RECREO

     
Los relatos de las experiencias centran su atención tangencialmente en el recreo. No obstante, éste sigue siendo el momento más apetecido por los niños y niñas, por las oportunidades de socialización de que dispone. Cuenta Valencia (2005) y otras maestras de la Gestión para el reciclaje de residuos sólidos, que “El recreo tenía lugar en la cancha comunal, pues las instalaciones de la escuela nunca han contado con un sitio exclusivo para tal evento” (p.8)  La escuela historiada es la sementera en la que creció el árbol del Plan de Estudios, plasmado en un cuadro por una directora y una maestra de escuela. Ese lugar para la enseñanza fue pensado sin patio, tocándole a los maestros pasar de la delación a la búsqueda de soluciones; es decir, proceder como intelectual fronterizo, evocando a Freire.

La falencia del espacio recreativo no solamente llevó y ha llevado a docentes y estudiantes a “jugar con el esferado en la cancha comunal” sino también a urdir “relaciones afectivas, de comunicación y de saberes” con los vecinos del labrantío, complementando así el ritual de la escolarización en un acto comunitario. De ahí el vigor de aquella apreciación de Sánchez Montesdeoca (2005, p.3) en la cual se lee: “la escuela literalmente era de puertas abiertas a la comunidad,” contrario al momento actual en que se halla presa por rejas, demarcando simbólicamente y peregrinamente las fronteras de ella y su entorno.  

En la caracterización realizada hacia el 2003*, se pudo precisar que el patio de recreo de la actual sede A (antiguo colegio Nuevo Horizonte) “tiene como porcentaje 0.3 metros por estudiante, la sede B (Buenavista) 0.8 metros y la sede C (Rural horizonte)  no tiene patio.” (Patiño y otros 2003, p. 6).  El estándar relativo a recreación, según una guía de la Secretaría de Educación Distrital (SED) explicita 1.3 metros por estudiante y el parámetro de 9.0 metros de área libre por estudiante. Las medidas tomadas in situ  exteriorizan un promedio en sus tres sedes inferior a 0.3 metros, por alumno.(Esta información se puede complementar, para mejor comprensión, en el artículo publicado en este blog, relacionado con los ambientes de aprendizaje)

El recreo, más que un momento de diversión planeado para unos 30 minutos, avista otros dispositivos. Los resultados de una experiencia de investigación acción patrocinada por el IDEP y llevada cabo por Mariño (2003, p.44), revelan que en dicho ritual entran en juego: la salida, la merienda, comprar en la cafetería, actividades lúdicas, llamar por celular, hacer tareas, conversar, oír música, ir a la biblioteca, recolectar basuras, frecuentar el baño, sentarse, conversar con los amigos, compartir con el novio, consentir a la novia, organizar la contienda para la salida, entre otras actividades.

El relato que encabeza el texto La pléyade del Derecho a la Educación, producido a partir de una observación del recreo en el colegio, corrobora lo suscrito: “En el comprimido patio rumba el recreo, los niños y las niñas charlan, transportan sus morrales en la espalda, comen, comparten, bostezan, y corren en un ambiente de camaradería; se funden en secretos, gestos, tensiones, sueños y empellones, en los que los adultos no contamos mucho y que a la vista se nos hacen invisibles, porque lo esencial es invisible a los ojos decía el Principito”( González B., 2005, p. 6).

Al referirse a la culminación del ritual se lee: “Cesa la música y el sordo sonido de un timbre seguido por el repentino disparo de las alarmas que evocan nostálgicamente la relevancia de la factoría, transforma los espacios, las voces intentan silenciarse, las actitudes se mimetizan y los roles vuelven a la formalidad. Los niños y las niñas van entrando desordenadamente al salón antes de que llegue la maestra, prácticamente el recreo lo llevan escondido bajo el brazo, porque ahí nadie se da cuenta y evitan que sea decomisado, aprovechan para jugar, pararse en las mesas de los pupitres, darse los golpes que en el patio de recreo quedaron pendientes, gritan y practican la mímica, el teatro y hasta la tragicomedia, estrategia que en las clases de Lengua Castellana  e Idioma Extranjero es difícil hacer fluir”( p.8).

Respecto al lugar de privilegio para el recreo, Gutiérrez (2004, p. 3)  en el escrito Haciendo hablar los espantajos, atajos y paradas, se extracta: “El patio es una piel áspera que colectiviza el ritual de la escolarización. En esa superficie fría, desprotegida de techo, recubierta de cemento, circundada por otras escalinatas, colindada por paredes de ladrillo y un cercado de varilla, tiene lugar también la enseñanza y el aprendizaje. Esa zona, cuya forma rectangular, inmortaliza los conocimientos de la Geometría, aprendidos en la primaria, es espantajo, atajo y parada. Allí se paran, de lunes a viernes más de un millar y medio de hombres y mujeres capaces de transgredir todas las leyes de La Gestalt y de la Teoría Conductista, no hay estímulo natural que valga. No hay configuraciones posibles para un número tan grande de cuerpos movedizos”.

Los maestros también desempeñan su propio papel tal como lo relata González Blanco (2007) en el siguiente documento: “Los  pobres ojos de los maestros, denominados “de disciplina” son sólo dos, fijos y frontales. La naturaleza tendría que sabiamente modificárnoslos, en una mezcla de caracol y gallina, por ejemplo, para poder percibir las miles de imágenes que se fugan del cerebro de los escolares a la hora del recreo y de la formación en filas; es decir, para descifrar los imaginarios que posan en la psiquis de esos humanos. En ese patio se tejen los aprendizajes de la  Educación Física  y  se hilan aspiraciones. El patio de nuestro colegio es  testigo de paradas, a veces con matiz militar. Si hacemos hablar al patio, recurriendo a nuestra efímera  memoria, no es ajeno recordar momentos de felicitación, de exaltación, de regaños, de buenos momentos, donde el poder, los saberes, los afectos y las formas de comunicación dan cuenta de nuestra formación y práctica profesional” (p. 145).

De acuerdo con la OMS, las personas necesitamos mínimo 10 metros cuadrados de área pública y la medida igualmente mínima para una vivienda es de 60 metros cuadrados. Aquí estamos en una institución que casi no tiene área pública, que los metros cuadrados por alumno no son los mínimos legales y humanamente requeridos y, que las viviendas de nuestros escolares, menos alcanzan los índices delimitados por la organización internacional en mención. Vistas así las cosas -se descifra en la narración- el patio no es más que un contexto, en el que el hacinamiento induce a la inmovilidad motriz, a la violencia por los roces permanentes, al sedentarismo y al deterioro de la salud física y mental de los estudiantes y profesores, lo que revela en parte los problemas de comportamiento de los mismos.

El recreo, por lo dicho aquí y otrora, es un ingrediente curricular que incluso ha sido fuente de querella a la luz de la aplicación de la Ley 715. Es un asunto neuronal en la vida escolar, es  motivo de conflicto en los llamados turnos de “disciplina”; empero, la atención dedicada a su estudio es mínima, pese a que se invoquen los adelantos y ventajas de la inteligencia espacial, concepto al cual le dedicaron un buen tiempo los prácticos reflexivos de Rural Horizonte. Pareciera que el recreo no fuese parte del currículo formal y del oculto, que su materialización o negación no afectara la salud física y mental de los agentes educativos y las demás relaciones vitales. No se le ha valorado como laboratorio de aprendizaje y desaprendizaje.

Montealegre (2001), un curador urbano paisa, encontró en una investigación que lo llevó a obtener el doctorado en arquitectura, “que la disposición de los espacios urbanos tienen un impacto en la salud del cuerpo, porque generan estrés; y, el estrés engendra desórdenes oníricos; altera el sistema respiratorio, circulatorio y nervioso. En la más elemental de las situaciones, el estrés puede ser activador de comportamientos violentos, incluso criminales” (p.14A). Termina infiriendo el investigador, “que el diseño de las estructuras, redunda en los estados del alma y, que eso afecta, finalmente,  el comportamiento de los humanos”.

Pero, las voces de emancipación de semejante situación reclaman mejoras en el recreo: ¡Qué genial sería contar con un tapete natural, de color verde, donde las humanidades de los niños, niñas, padres de familia y docentes del colegio, pudiésemos recostarnos para soñar, descansar, inspirarse, oxigenar las neuronas, auscultar el sol y ojear las nubes tal como lo hizo el Dr. Elkin Patarroyo, logrando según lo expresado por él mismo, la inspiración de la estructura tridimensional de la vacuna sintética SPF66 o Vacuna Colombia contra la Malaria! Lo cognoscitivo, núcleo crucial en el currículo explícito, se ve seriamente comprometido por los alcances de la dimensión emocional, axiológica, ética y política.   

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

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* El colegio Nuevo Horizonte es un centro educativo de carácter oficial, ubicado en los cerros nororientales de Bogotá, integrado por cerca de 2600 estudiantes, que cursan preescolar, Básica y Media en dos jornadas diurnas. Cuenta con 100 docentes, un rector, tres orientadores escolares y cinco coordinadores. En el contexto sociocultural predominan personas y familias de escasos recursos económicos, provenientes del campo y de sectores marginales de la ciudad. Para mayor información cednvohorizonte1@redp.edu.co    
* Una versión completa de la caracterización realizada por el autor de este artículo  ha sido publicada por el IDEP, en Aula urbana No 45 (Noviembre-diciembre de 2003) con el título: Investigación etnográfica: Cómo hacer interactuar el conocimiento cotidiano y el saber escolar. También en: http://www.oei.es/n8501.htm.  
* La IED Nuevo Horizonte participó en el programa Caminos seguros realizado en el año 2004 por la SED. De ese trabajo se elaboró un documento titulado Haciendo hablar espantajos, atajos y paradas. Los espantajos simbolizan los obstáculos, los atajos refieren a los distractores y las paradas representan los momentos en los cuales los caminantes hacen un alto en el camino para tomar impulso, para retroceder o para extraviarse.  
· El Fogoncito de Horizonte es el nombre cariñoso con el que conocemos a nuestro colegio. Su denominación tiene que ver con la manera como están dispuestas geográficamente las tres sedes escolares que lo integran, y por las tensiones humanas que se viven entre los diferentes actores de la comunidad educativa. 
* Radicación E-2002-033667, 10 -04- 002. Destinatario: Cecilia María Vélez W. Remitente: Comité Estudiantil.
* Sobre el particular se puede consultar la ponencia: La normal y la universidad: nidos de polluelos de corto vuelo, presentada el año 2008 en la U. de Antioquia y publicada en www.idep.edu.co/documentos/foro.

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