De
prisa por el bachillerato y la Normal…
…En el año 1970 fue creado
el Colegio de Varones Senén Arenas, en homenaje a un prestigioso médico del municipio,
de filiación conservadora, quien sobrevivió, a mediados del siglo XX, a los
ataques de los campesinos liberales pobres, gracias a la custodia de coterráneos conservadores pobres, quienes
defendían los colores rojo y azul respectivamente. La planta física estaba
localizada a 30 minutos de la cabecera municipal. Inicia con primero
bachillerato. La matricula costaba $20 y la pensión mensual $10. Los
profesores, licenciados en su mayoría, llegaron nombrados por la Secretaría de
Educación de Boyacá y el rector era el profesor de la Escuela Urbana, amigo de
la milicia…Allá ya no nos “sacaba la leche”, porque a todos nos tocaba caminar
aproximadamente una hora hasta el pueblo, para almorzar y luego retornar a la
vereda de La Chapa, por la carretera destapada, bajo el esplendoroso sol propagado
en el valle del Chicamocha y a veces azotados por los torrenciales aguaceros.
El profesor de inglés era
el síndico del hospital, un hombre culto, padre de un afamado médico residente
actualmente en Bogotá, dueño del único Club del poblado y familiar cercano al
patricio Senén Arenas. Las clases ya tenían su particularidad cual era, que
cada profesor dictaba según su especialidad. El horario estaba acordado de 8 am
A 5 pm, los sábados asistíamos a lavar los baños y el piso del colegio, porque
las tareas de aseo recaían en los estudiantes…Ahí, en el año 1972 participamos
en el primer paro indefinido del magisterio, bloqueando con piedras la trocha
carreteable, por la que pasaba el único bus que transportaba los pasajeros de
Sátiva a Duitama, el camión lechero y el bus de turno que trajinaba con los
obreros de Acerías Paz de Río...
Dos años después de su creación, la Secretaría
de Educación fusiona el Senén Arenas con el colegio de señoritas, dado en
comodato y regentado por las hermanas Dominicas Terciarias, y también donado
por Arenas. El cambio fue muy drástico, sobre todo, porque imperaba el orden de
las monjas y porque no fue muy fácil la interacción entre niños y niñas. “El orden
conduce a Dios” era el lema de la rectora. No obstante, ahí culminé la
Educación Básica en el grado 4º de Bachillerato, junto a otros 8 educandos, con
innumerables aventuras, una de ellas el trago amargo de no poder ingresar a
clase, por precepto de las hermanas Dominicas, a causa de que mi madre, algunos
meses, humanamente no pudo pagar a tiempo los $10 de pensión…El trabajo
agrícola los sábados y el cuidado de cerdos, vacunos y ovinos fue una labor
obligada, para poder “merecer” el estudio.
No aguanto las ganas de manifestar, antes de ponerle el cerrojo al capítulo de la educación en Sátiva, que en 1973, año en el que el DANE realizaba el Censo Nacional, el magisterio afrontaba una huelga contra un nefasto Estatuto docente. FECODE emplazó a las bases sindicales a no entregar los formularios…Nosotros, los estudiantes del Colegio Departamental de Nuestra Señora del Rosario de Sativanorte, fuimos enterados por dos profesores, pero a ellos les pudo el miedo mientras que a los estudiantes nos sobró valor… y fue tanto el coraje que nos negamos a entregar la información, siendo conducidos al calabozo, por dictamen del alcalde, padre de uno de los líderes estudiantiles…72 horas duramos en prisión...nos visitó mucha gente, hasta las monjas insistieron en mediar, porque de lo contrario nos expulsarían del colegio…para nuestros padres, esa fue una afrenta con la nación, por ser desobedientes y maleducados…pese a las presiones, cumplimos con nuestra protesta hasta que la Federación notificó al país del levantamiento del paro, derrotando las pretensiones del Ministerio de Educación…
En 4º de bachillerato se
enseñaba la Anatomía Humana, una materia que asustaba, porque los contenidos
giraban alrededor del cuerpo humano, pero lo más álgido era acceder al tema
sobre el aparato reproductor masculino y femenino… fue una asignatura tabú.
También estaba la geometría, su eje medular, los teoremas, algo bastante
complicado de comprender, enseñado por la hermana rectora…el Español fue una
asignatura sumamente difícil, debido a que la columna vertebral estaba en las
conjugaciones de los verbos y para completar la enseñaba el sacerdote,
clérigo que detonó la motivación por la
lectura, la escritura y la importancia de hablar en público…nos obligaba a
hacerlo mediante discursos, sainetes, foros y los Centros Literarios. Él nos calificaba las lecturas de las misas
todos los domingos… Las Olimpiadas fueron una innovación en el municipio, pero
no partieron de la iniciativa del colegio, sino de la decisión de los empleados
de la Caja Agraria, el médico y el juez…
El tiempo transcurría
felizmente dentro de las calamidades anotadas…llega el mes de noviembre y mi
padre debe definir la continuidad o discontinuidad de mis estudios. En el
primer caso, la opción era la carrera militar, la Policía o la Normal; en el
segundo, continuar en las labores
agrícolas o conseguir empleo en una dulcería en Bogotá...después de
muchas ingestas de guarapo, güeta, chirrinche y cerveza, de mi progenitor, con
sus más cercanos amigos, la balanza se inclina hacia la Normal, eso sí luego
prometerle lo divino y lo humano, es decir, ser obediente, no perder el año,
ayudar en las labores pecuarias, domésticas y retribuir los virtuales gastos en
la educación de mis dos hermanos menores…
A finales de noviembre de
1974, un ex compañero del colegio, estudiante de la Escuela Normal de Varones
de Tunja, luego alumno de la UPTC, después alcalde popular (2000-2003) y
finalmente silenciado por las balas de la subversión, aún en el ejercicio de su
cargo, me inscribe en ese plantel para presentar el examen de admisión… días
más tarde efectúo la prueba mediante el test de Kuber, un ejercicio raro,
porque en los años de primaria y bachillerato las pruebas explicitas fueron las
previas y los exámenes orales, apoyados con una alta sobredosis de oración…
El día de mi cumpleaños
participo en la convocatoria realizada por la Normal de Soatá, para ingreso a
la misma, obteniendo una calificación de 98 entre 1 y 100 puntos…Aunque las dos
ensayos fueron superados satisfactoriamente, mi papá optó por la segunda, dado
que veía mejores dividendos, por la cercanía a la casa y por la autoridad que
le imbuían las religiosas, garantizando de esa manera el control y el uso de mi
fuerza de trabajo en las actividades pecuarias, cada fin de semana…
La Normal estaba regentada
por las monjas de la Presentación, quienes apoyaban su administración en una
cooperativa. Tenía una escuela anexa para hacer las prácticas, una jornada
nocturna en la que se realizaba el programa de alfabetización implementado por
el MEN, la Educación Básica y el ciclo de la Normal que principiaba en 5º y
cerraba en 6º, con el título de Maestro… Dos grupos de Quinto y dos de Sexto
con no más de 6 hombres en total, hubo en aquel entonces. Cada quimestre se
presentaban exámenes y en caso de deficiencias en las calificaciones, sobre
todo en la práctica, el cupo se perdía…De esa manera tuve que despedirme de
muchos compañeros, unos rumbo a su hogar y otros a continuar estudios en
colegios circunvecinos.
La mayoría de los docentes
eran reverendas, solamente el profesor de Química, el de Física y el de
Educación Física eran hombres. El primero venía del Instituto Técnico
industrial de Boavita, dirigido por sacerdotes, el segundo procedía del colegio
Departamental de Tipacoque y el último de Bogotá, contratados por la
Cooperativa…La maestra de Fundamentos y Técnicas era licenciada en
Psicopedagogía de la UPTC, una joven educadora altamente exigente, que no dudó
en colocarme planas de escritura y no titubeó en impedirme, varias veces, el
acceso a la prácticas en la anexa.
Las prácticas de la Normal
evocaron mucho mis vivencias en la escuela rural y en la escuela urbana de mi
patria chica. Eso, ligado a las enseñanzas de la profesora de Fundamentos y
Técnicas, potenció la vocación de ser maestro. Igualmente, la actitud de los
dos maestros de primaria y la del profesor de Español de 4º bachillerato, un
sacerdote cultor de la lengua materna, quien inspiró en este mortal el sentido
de la lectura, la argumentación y la escritura, pese a que hasta ahí era un
pésimo lector- claro que todavía lo sigo siendo- …ni mi extinto padre, quien
solamente fue un año a la escuela elemental, soportaba mi deletreo...Siempre me
decía, ¿Y para qué lo tengo en la escuela? ¡Alma bendita de ese irremplazable
líder comunal!...
Así, siendo mal lector y haciendo
planas de escritura en un cuaderno ferrocarril, fui uno de los pocos estudiantes
que presentó el ICFES en las instalaciones de la UPTC, una prueba que nunca
supe para qué servía, entre otras razones porque no la exigían las
universidades.
El Nevado de El Cocuy visto
desde la carretera Central del Norte (Arbolsolo), vía a través de la cual se
comunica Sativanorte con Soatá y con la capital de Boyacá.
José Israel González Blanco.
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