LA
FORMACIÓN DE MAESTROS EN LOS IZQUIERDOS HUMANOS
“Cuando
el presidente Carter / se preocupa tanto/ por los derechos humanos/parece
evidente que en ese caso/ derecho no significa facultad o atributo o libre
albedrío/ sino diestro o antizurdo/ o flanco opuesto al corazón/ lado derecho
en fin/ en consecuencia / ¿no sería hora de que iniciáramos / una amplia
campaña internacional / por los izquierdos humanos?[1]
Abraham Mdgenzo en Bogotá, abril de 2013. |
Cuando a uno se le
ocurre hablar de Derechos Humanos en la escuela, en la familia, en la calle y
prácticamente en los diferentes espacios donde la comunicación humana es
posible, lo primero que le dicen es: “y no se le olvide hablar de los deberes”,
es decir, le restringen la conversación.
Y en la escuela, en el colegio y en la universidad ello es un lugar
común. Si el abordaje del tema acontece en los escenarios de la vida política,
particularmente en las relaciones gobernantes / gobernados, dominantes /
dominados, patronos / obreros, poder hegemónico / poder subalterno, por la vía
de las reclamaciones laborales o ciudadanas, el asunto se califica de
insubordinación, de levantamiento, de protesta; si la trama gravita alrededor
del despertar de la sensibilidad y la conciencia social, la cuestión se torna
de corte caritativo, asistencialista, dadivoso, mesiánico; en fin, por la
arista que se tome el polígono aparecen la valoraciones polisémicas, casi
siempre peyorativas, despectivas, en términos de descalificación.
Me
atrevo a hipotetizar, que si a este artículo le hubieses colocado como título:
La formación de maestros en Derechos Humanos, la atención hubiese menguado,
pero, aunque lo de izquierdo tampoco llama mucho la atención, hay algo que
convoca, que sugestiona, que incita a escuchar. Precisamente la sugestión se
concentra en la pregunta que formula nuestro escritor y poeta de cabecera, al
finalizar los versos: ”¿No sería hora de que iniciáramos una amplia campaña
internacional por los izquierdos humanos?”. Más que una amplia campaña
internacional, diremos nosotros, se trata de una sensibilización y
documentación de los izquierdos humanos en la formación de los maestros y
maestras, en el ejercicio del magisterio y en la actuación pública en general,
en Colombia, para lo cual contamos con:
1.
UN LATIFUNDIO SURCADO, ABONADO Y COLINDADO
El latifundio es la historia, la cultura, el
reconocimiento de los izquierdos humanos como facultades o atributos de las
personas tanto en la vida social y política como en el ámbito jurídico; empero,
vale la pena matizar los nutrientes primigenios sobre los cuales nacimos sin
pedirlo, vivimos sin saberlo y morimos son querer.
1.
El periplo de la educación en occidente ha estado íntimamente ligado con el
devenir de la nación, del Estado, de la democracia y de la economía. Es de
todos nosotros conocido, que la Revolución Francesa ocupó un lugar primordial
en el desencadenamiento de la cultura de los Derechos Humanos y que la
historia, en sentido estricto de los Derechos Humanos empieza con la Modernidad (siglo XVII), caracterizada por el
despliegue de la individualidad libre que reivindica un espacio autónomo frente
a las ataduras propias de épocas
anteriores y quiere ser reconocida en su valor y dignidad. La libertad,
la igualdad, la solidaridad y la confraternidad, dieron un sabor diferente a la
organización de la sociedad, discrepante al que se venía dando en el mundo,
porque colocaron un color indeleble en la relación de los gobernantes con los
gobernados y de los ciudadanos entre sí.
2.
Históricamente la escuela, en especial la escuela pública obligatoria, fue
diseñada y se expandió como una institución que competía y ocupaba espacios que
tradicionalmente pertenecían a la iglesia y a la familia. El Estado consideró
importante la emergencia de la escuela como institución de socialización, donde
la lealtad a la nación, los principios democráticos, y la representación de los
valores y saberes universales, aspectos que se
colocaban por encima de las pautas culturales particulares de los
diversos grupos constitutivos de la sociedad, y donde sus intereses, principios
y valores pudiesen ser desarrollados y aclimatados.
3.
Inmerso en este itinerario y como beneficio de la organización política de los
Estados, a mediados del siglo XX, se publica la Carta Internacional de los
Derechos Humanos, manifiesto, que contempla en su artículo 26: “La educación
tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el
fortalecimiento del respeto a los Derechos Humanos y las libertades
fundamentales, favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre
todas las naciones...”[2].
Hoy por hoy, los equipos de gestión, los Consejos Académicos y los maestros en general se devanan los sesos
elucubrando ¿cuál es la misión y la visión de la escuela?, ignorando
premisas como ésta escrita 56 años atrás.
4. La constitución política de Colombia promulgada en
1991, reza en el artículo 67: “La
educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz
y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento
cultural, científico, tecnológico, y para la protección del medio ambiente”
5.La Ley 115 al explicitar
el objeto de la educación colombiana, asienta: “La Educación es un proceso de
formación...se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus
derechos y de sus deberes”. En cuanto a los fines se lee: 1). La formación en el respeto a la vida y a los demás
derechos humanos, a la paz, a los principios democráticos, de convivencia,
pluralismo, justicia, solidaridad y equidad, así como en el ejercicio de la
tolerancia y la libertad; 2) El pleno desarrollo de la personalidad
sin más limitaciones que las que le imponen los
derechos de los demás y el orden jurídico, dentro de un proceso de
formación integral, física, psíquica, intelectual, moral, espiritual, social,
afectiva, ética, cívica y demás valores humanos; 3) Adquisición de una
conciencia para la para la conservación, protección y mejoramiento del medio
ambiente, de la calidad de vida, del uso racional de los recursos naturales, de
la prevención de desastres, dentro de una cultura ecológica y del riesgo y la
defensa del patrimonio cultural de la nación.
En
la misma ley General de la Educación se estipulan como objetivos comunes: 1) Proporcionar una sólida formación ética y
moral, y fomentar la práctica del respeto a los DDHH. 2). Fomentar en la
institución educativa prácticas democráticas, para el aprendizaje de los
principios y valores de la participación y organización ciudadana, y estimular
la autonomía y la responsabilidad. 3) Formar la personalidad y la
capacidad de asumir con responsabilidad y autonomía sus derechos y deberes.
En lo atinente a los objetivos específicos de la Educación Básica en el Ciclo
de Primaria expresa: Formación de los valores fundamentales para la
convivencia; el conocimiento de la Constitución Política; y en la Educación
Media: Capacidad reflexiva y crítica sobre los múltiples aspectos de la
realidad y la comprensión de los valores éticos, morales, religiosos y de
convivencia en sociedad.
6. Los Lineamientos en Constitución Política y
democracia expedidos en 1998; las áreas de Educación Ética y Derechos Humanos,
Ciencias Naturales y Ambientales; la Resolución 2343, que se ocupa de los
logros e indicadores de logros en la Educación Básica y Media, promulgada en
1994; la Cátedra afrodescendientes y afrocolombianos; el Plan Decenal
1996/2005; los Lineamientos curriculares en Ciencias Sociales difundidos en el
año 2002; los Estándares Básicos de Competencias Ciudadanas, propagados en el
año 2004.
7. Las sentencias de la Corte Constitucional y los
estudios y recomendaciones de la Relatora de la ONU, para la educación.
Los contenidos de los numerales anteriores, entre
otros nitratos destinados a la fertilización del terreno escolar para la
opulencia de los izquierdos humanos, nos llevan a preguntar ¿por qué los
izquierdos humanos no han crecido en Macondo contando con todo ese amparo
climático, nutricional y legal?
2.
UNA LABRANZA SIN DESYERBAR EN EL TERRITORIO DE LA ESCUELA
Maestros de Bogotá escuchando a Abraham Mdgenzo. |
A “ojo
de buen cubero”, el terreno que acabamos de describir posee bastante
potasio, hidrógeno, agua, cal y humus, ingredientes suficientes para que el
árbol de los izquierdos humanos ascienda y de mejores frutos, que los
recolectados hasta ahora. De manera similar a la situación que vivía la
economía colombiana en tiempos pretéritos, el renglón primario de la misma
contaba con buenos augurios para que Colombia fuese una potencia mundial, pero
el segundo renglón, agravado con la inexistencia de políticas agrarias
emancipadoras y la ausencia de una formación tecnológica y científica de las
personas dedicadas al agro, perturbó el sueño. En lo atinente a la huerta
escolar digamos que contamos con los nutrientes, que los medios de producción
están dispuestos, que hay políticas nacionales e internacionales que respaldan
la existencia del cultivo de los izquierdos humanos, pero hay algo que nos está
faltando: de una parte, la actualización y calificación de los labradores, de
los cultores de los izquierdos humanos, es decir de los maestros y maestras en
ejercicio y en formación inicial; de otra, hacer un alto en la cosecha para
fijarnos cuáles son las malezas que han invadido el predio, cómo desyerbar
ecológicamente la sementera, y darle la importancia que merece el árbol de los
izquierdos humanos, como arbusto principal.
La
elaboración de este documento no pretende sugerir que se instaure una cátedra
de Derechos Humanos en la formación y cualificación de maestros y maestras, al
estilo de la Pedagogía tradicional, más bien, que quienes asumimos el delicado
trabajo de formar niños, niñas y jóvenes y cualificar maestras y maestros,
tomemos la azada -como diría Martí-, el arado, la pica y el rastrillo, para
explorar el terreno con ellos y ellas; enseñarles los secretos de la granja,
las técnicas de labrar la estancia con la ayuda de la ciencia, la tecnología,
la política y las artes, de tal manera que logremos asistir, preservar y
favorecer el crecimiento de los plantíos de los izquierdos humanos y así
conquistar frutos frescos, sabrosos, de atractivo peso y de admirable color.
Uno de esos el de la educación.
No
sobra recordar, que en el bosque denominado Constitución Política de Colombia,
se contempla un árbol frondoso con tres gajos colgantes en los cuales se lee:
en el primero, los izquierdos Fundamentales o individuales y políticos; en el
segundo, los izquierdos Sociales, Económicos y Culturales; en el gajo tres, los
del Medio Ambiente o de la Solidaridad. Este bosque, además de ofrecer la
sombra, la aireación básica y las semillas, para que los cultores del saber y
la ciudadanía en la sembradura escolar mantengan verde el labrantío y en firme
la evolución de los frutos, aporta también los medios y herramientas para su protección.
Luego
de “hacer un repunte a la labranza”, como se dice en el argot campesino,
o de llevar a cabo una inspección de los árboles hincados en el bosque
constitucional, percibimos el desconocimiento de plantas, que han nacido en la
escuela y fuera de ella, que han soportado los embates climatológicos y humanos
en su eliminación, que se resisten al desarraigo y por el contrario acrecientan
sus raíces; que son alelopaticos con los demás árboles, y que oxigenan el
terreno, ambientan la huerta, que ayudan a la polinización del conocimiento, la
ciencia y la cultura.
Esas matas son el izquierdo al juego, propio de todos los
niños y niñas, equivalente a la laboriosidad en los adultos; el izquierdo al
riesgo, o a sentir la plenitud de estar uno frente a uno mismo; el izquierdo a
soñar, que si no fuera por él y por el agua que da de beber, los demás derechos
morirían de sed; el izquierdo al universo, que no es otro que el derecho a la
vida; el izquierdo a la soledad, espacio interior donde se reconoce el yo y percibe
al tú, al otro; el izquierdo a la protesta, a la no resignación ante los hechos
de injusticia y amenaza; el izquierdo a la diferencia, fundamento de la
sociedad humana; el izquierdo al placer, finalidad alterna al sufrimiento y al
dolor; el izquierdo a la ternura, a abrirnos al lenguaje de la sensibilidad; el izquierdo al ridículo, a
tener un estallido libertario, momentáneo para el tiempo terrestre pero eterno
para el que lo puede vivir; el izquierdo al silencio, exigencia inaplazable,
condición para que el espíritu vuelva a escuchar la música de todo el cosmos;
el izquierdo a la vejez, a que los maestros, maestras y padres de familia
podamos lucir las canas, íconos de la experiencia y la sabiduría; el izquierdo
a la esperanza, a mantener la frente en alto, porque la luna y el sol alimentan
la lucha cotidiana y el sueño inalcanzable que hala cada día hacia el mañana, a
ser destruidos pero no derrotados; el izquierdo a la herejía, es decir, a ser
heterodoxos, a tener una opinión, a ser disconformes con los dogmas, a mantener
una doxa diversa, no ordinaria; y el izquierdo a pensar, a eructar ideas, y a
tener orgasmos de pensamientos, para fecundar el conocimiento..
3.
EL PALO ESTÁ PARA HACER CUCHARAS
La madre Teresa de Calcuta, en alguna ocasión dijo
que cuando más oscura está la noche no es el momento para arremolinarse unos en
torno de otros, cubriéndose de manera mutua los miedos, sino que resulta
preciso encender una luz, aun cuando sea la llama vacilante de una vela. En
Colombia, contrario a la letra de una de las estrofas del Himno Nacional, la
horrible noche no ha cesado, es imprescindible la prendida de la vela, de un
farol, para iluminar el camino hasta vislumbrar el Alba. La formación en
izquierdos humanos a los maestros y maestras es una manera de perturbar la
oscuridad de esta patria. En el parlamento cotidiano es usual escuchar el
aforismo: “el palo no está para hacer cucharas”, historiando con ello
las situaciones peliagudas. No obstante, el apotema puede pasarse de
proposición negativa a positiva, aduciendo que el palo está para hacer
cucharas. El palo evoca la materia prima, el sentir y pensar de muchas personas
que claman porque cese la guerra, porque abramos al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que
no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía. El palo, visto desde su contextura, tiene que ver con la fuerza y la consistencia
de los izquierdos humanos en la cultura universal, el árbol de los izquierdos
humanos ha sido cultivado en el “año grande”, en cuarto menguante, por tanto su
firmeza no tiene mayor discusión, la perorata estaría al lado de los métodos y
técnicas de cuidado e incluso de la carpintería de las cucharas.
“Hacer
cucharas” es una
obra de carpintería que apunta a realizar eventos, talleres, cursos,
seminarios, foros, paneles, mesas redondas, investigaciones, estados del arte y
currículos donde los izquierdos humanos transversalicen los contenidos y
metodologías de enseñanza y aprendizaje de los estudiantes, maestros y maestras
en la Normal, en la Universidad y en la escuela; al fin y al cabo, las
ciencias, las artes y las tecnologías no se pueden enseñar ni aprender sin que
de por medio esté una relación humana, que ponga en juego la vivencia de los
izquierdos humanos. También es necesario destacar que el palo hoy se
desenvuelve en unas condiciones climáticas cambiadas, distintas a las de
otrora, vale decir, que en la escuela soplan nuevos vientos, brisas que deben
ser estudiados en la normal y en el alma mater, para que los cultores o
labradores no se sientan inermes cuando pisen el predio e intenten coger los
frutos del árbol. Esas brisas son las culturas juveniles, las niñas y jóvenes
embarazadas, los niños, niñas y jóvenes desplazados, los niños, niñas y jóvenes
trabajadores, los niños, niñas y jóvenes con Necesidades educativas Especiales,
la mujeres, los niños, niñas y jóvenes consumidores de drogas y transgresores
de las normas legales, los muchachos de las pandillas, todos ellos, seres
humanos también son titulares de Derechos y exigen discursos y prácticas
pedagógicas acordes a sus condiciones, es decir, una escuela como
acontecimiento, unos maestros intelectuales, trabajadores de la cultura,
colmados de humor, lectores y escritores de los diferentes lenguajes que hoy
interpelan la vida; unos escolares activos, inquietos y creativos que levanten
con la levadura del saber y los afectos el amasijo de la masa cultura; y unos
padres de familia que hagan del escenario escolar algo propio, un lugar al
alcance de los todos niños, niñas y jóvenes.
La formación de los maestros, maestras, directivos
docentes y estudiantes pasa también por el estudio de la familia, de las nuevas
tipologías, de su génesis, composición, descomposición y recomposición. En
nuestros días no se puede llegar revestido con el título al salón de clase, a
decir, “en qué quedamos ayer”; tampoco se puede caer en el desconocimiento de
las características sicológicas y socioculturales de los educandos, sobre lo
cual Eloisa Vasco ha hecho loables aportes junto con otros estudiosos de la
educación y la pedagogía. Hoy se debe arribar a la escuela con conocimientos
profundos que ayuden a comprender y a transformar la compleja realidad en que
viven los educandos. El trabajo Social con la familia ligado a las prácticas
pedagógicas es un requerimiento de la cultura escolar actual. Las comunidades
de aprendizaje podrían perfilarse como una posibilidad de trabajo. La acción
sicopedagógica con la familia interpela los izquierdos humanos. “La
extorsión, el insulto, la amenaza, el coscorrón, la paliza, el azote, el cuarto
oscuro, la ducha helada, el ayuno obligatorio, la comida obligatoria, la
prohibición de salir, la prohibición de decir lo que se piensa, la prohibición
de hacer lo que se piensa, la prohibición de hacer lo que se siente y la humillación
pública, son algunos de los métodos de penitencia y tortura tradicionales de la
vida familiar.”
Con este texto de Eduardo Galeano se advierte la
problemática que viven niños, niñas y jóvenes en la escuela del siglo XXI,
heredada del siglo anterior, y la cual se ha convertido en el río caudaloso
para cruzar en el proceso enseñanza aprendizaje, porque se desconoce la
intensidad del cause, los componentes de la borrasca y los conocimientos y
técnicas para cruzarlo. Mientras tanto, el conocimiento, las buenas intenciones
y las estrategias proscritas allí se siguen ahogando. Se necesitan maestros y
maestras que investiguen, documenten y actúen sobre el caudal del río, para que
los humanos podamos respirar con tranquilidad, bañarnos sin desconfianza y saborear
los frutos del árbol de los izquierdos humanos. Los magullamientos y el sabor
amargo que actualmente dejan entrever los frutos de los izquierdos humanos
deben dar paso a nuevos frutos con el talento de los maestros, maestras y
estudiantes que quieren reverdecer esa jungla.
Por último digamos, que si recorremos el terreno,
desyerbamos la labranza y nos ponemos en el interesante oficio de hacer
cucharas con el palo de los izquierdos humanos, podremos, a través de la La
Cátedra de Derechos Humanos, Deberes, Garantías y Pedagogía de la
Reconciliación y de la educación en general –parodiando a García Márquez, “canalizar hacia la vida la inmensa energía creadora
que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia y que nos lleve a inspirar
un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad
que se quiera más a sí misma”.
José Israel González Blanco
Trabajador Social.
Bogotá DC, IED Nuevo Horizonte.
Junio de 2004.
* Trabajador Social.
Universidad Nacional de Colombia. Trabajador social del colegio Distrital Nuevo
Horizonte. Bogotá
[1]
BENEDETTI, Mario. Ahora todo está claro. En: Cotidianas. México:
Siglo XXI editores, 1979, p. 80
[2]
NACIONES UNIDAS. Carta Internacional de los Derechos Humanos. Nueva
York, 1988. En: Consejería Presidencial para la Defensa, Protección y
Promoción de los Derechos Humanos. Documentos de trabajo. sf p. 6
No hay comentarios:
Publicar un comentario